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Marlene 14

Relato enviado por : ivloguer el 18/05/2013. Lecturas: 3524

etiquetas relato Marlene 14   Jovenes .
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Resumen
Estando sentados los 3 ante la mesa, mirábamos con la hija de Peñafiel el modo en que Caro devoraba los sándwich


Relato
Marlene 14

Estando sentados los 3 ante la mesa, mirábamos con la hija de Peñafiel el modo en que Caro devoraba los sándwich, parecía que la pobre tenía hambre atrasada.
Con la boca llena relataba algunas de sus experiencias y Margarita ya parecía haberla adoptado como su hijita, le pedía que relatase las situaciones escabrosas y sus primeros escarceos sexuales. Realmente nunca hubo tales, cuando era más chiquita no comprendía nada y luego ya no permitía que la tocasen, solamente mirarla mientras les extraía la pinga para chupársela.

Marga se maravillaba de las múltiples experiencias de Carolina sin desembocar en el acto sexual propiamente dicho, cuando le tocó el turno de relatar sus propias experiencias dijo que tenía a disposición dos pingas: la de un hombre mayor y la mía, me pareció una definición poco romántica, debería recordar su etapa de seducción cuando el padre no le prestaba atención.
Le pregunté si alguna vez se había enamorado o la habían besado con ese sentimiento, negando con la cabecita confesó que un muchacho pasaba a diario por su calle, le gustaba mucho pero jamás la había mirado por su condición de pordiosera.
Enternecido me paré detrás de ella para peinarla un poco, no sabía cómo demostrarle algo de afecto para suavizar su horrenda vida, ella cerraba los ojitos por el placer de sentir a alguien tocar su cabeza y Marga me hizo una seña de que la besase.
Muy lentamente fui acercando la boca a sus labiecitos para entregarle un casto besito en la boca, abrió los ojos aterrada para encontrarse con la sonrisa aprobadora de la pianista, parece que le prestaba el amante para hacerla sentir bien...

Ya más calmada cerró los ojos esperando que le diese otro besito, esta vez la besé largamente saboreando sus labios y metiendo un poco la lengua dentro. Parece que el monstruo delataba su despertar cuando Marga me abrazó desde atrás apretándome el bulto, hacíamos un trencito o un sándwich con un nena de cada lado.
Le dijo socarrona que esa barra de carne era compartida con mi novia oficial y podría verla un poquito, desabrochándome el pantalón sacó el palo parado acariciándolo tiernamente, sería muy tierna pero me quitaba la iniciativa. Parece que Caro ya había visto varias barras de carne y no se escandalizó en absoluto, parecía la esclava de Marga preguntándole si la podía meter en la boca como vio hacerlo a su madre.

Empujándome por la espalda, Marga se solazaba en su papel de ama, solo le faltaba la ropa de cuero y un látigo... La cuestión es que la picha quedó a un centímetro de su carita y la nena recién bañadita abrió la boca para recibir al intruso, sus manitas reemplazaron las de Marga al tomar el miembro y chuparlo delicadamente, realmente lo hacía bien la condenada.
Mi amante no quería que le acabase en la boquita sugiriendo que la esencia escupida le correspondía como legítima dueña y se agachó para devorar el pedazo de carne palpitante hasta tragarse la última gotita de leche.

En eso llama el padre y presurosa se dirigió hasta la puerta, sonreía al saberme recién ordeñado y no se me pararía para hacerle cositas a Caro.
Ahora estaba más cansado que antes y decidí tirarme un poco, la nena quedó paradita a mi lado hasta decidir acompañarme en la cama. La abracé cariñosamente quedando dormido, recién al rato recobré la conciencia cuando Caro me acariciaba los pelitos del pecho tironeando un poco, tomándole la carita entre las manos le dí un dulce beso diciendo que era una nena muy linda, ahora limpita y con el camisolín de Marga parecía una nena deseable.
Quedé pensando que Marga debió traerle ropa normal, no podría andar en camisolín de dormir por la calle...

Le pregunté si al menos le trajo una bombachita, inocentemente levantó la leve vestimenta para mostrar la prendita íntima. Le quedaba algo chica marcándole mucho el tajito, pasándole un dedo le ofrecí buscar otra que no le molestase. Este gesto le produjo un respingo y pensé que se habría enojado por tocarle las partes íntimas, pero susurrando confesó que ella misma se tocaba aveces para tener sensaciones lindas. Sus palabras me animaron a bajar la mano allí y dejarla sobre su enfundada puchita, moviendo el dedo lentamente se cerraron sus ojitos para disfrutar la sensación, pasando el índice bajo su bombachita accedí a su carne en estado puro sugiriendo que se quitase esa bombachita que apretaba demasiado sus partes.
Tímida y mirando hacia la puerta se quitó la prendita, con algo de pudor se bajó bien el camisolín para tapar su desnudez pero a los pocos segundos mis manos habían descubierto la zona nuevamente. No me animaba a bajar la boca hasta allí recordando su estado de suciedad anterior, pero mi dedo atacó expertamente el tierno conejito hasta hacerla explotar.

Tenía pensado fornicarla debidamente pero entró Marga trayendo una bolsa con ropa para la recién llegada, parecía indicar que debería cambiarse y abandonar la casa. Expliqué que vivía muy lejos y debería llevarla en auto, con carita enojada reconoció que ella ya no podía salir a estas horas y yo estaría con la nena a solas. Me gustó su expresión de dueña frustrada, no podía controlar en cuales agujeritos metía mi pito, pero al menos estos hoyitos estaban recién lavados.
Durante el viaje llevaba la mano en su piernita deseando haberle hecho algo más, paré el auto en una zona oscura y la besé suavemente, preguntando si deseaba sentir cositas lindas antes de dejarla bajo el puente bajé la mano para acariciarle el tajito, la chiquita vibraba nuevamente demostrando que era de fácil excitación. Aprovechando el paraje desértico, le tomé la manita apoyándola sobre mi erguida carne, la chiquita masajeaba la barra sin demostrar rechazo y le pregunté si era virgen, respondió que nunca se la habían metido pero un hombre la había desvirgado con un lápiz.
O sea que la nena algo de experiencia tenia y no estaba por violarla, pidiendo se quitase la bombachita le ofrecí sentarse en mi falda para enseñarle a conducir, la pobre se ponía colorada cuando me dejé el bicho a la vista para se sentase encima. Arrancando nuevamente el automóvil conduje despacito por la ruta permitiendo que tome el volante, nadie nos veía pero la sensación riesgosa era alentadora, al par de kilómetros bajé la mano para acomodar el glande en la entrada de su puchita. La pobre temblaba pidiendo que no se la metiese, pero entre las sacudidas del camino se fue ensartando lentamente, aparcando a un costado del camino me dediqué a llenarle bien la conchita con carne humana, la pobre tiritaba con las sensaciones del monstruo penetrándola con esa suavidad.
Sabía que ya no existía un himen que detuviese la operación y continué metiéndosela un poco más luego de cada embestida, cuando la tuvo enterrada hasta el fondo le pregunté si eso no era lindo, tuvo que reconocer que no dolía mucho.
Pidiéndole que ella misma se ensartase a voluntad, los movimientos me llevaron al clímax eyaculando en lo profundo de su tierna puchita.

Le pasé un pañuelo para absorber el semen que salía lentamente de la conchita, nuevamente bien vestidita la dejé a una distancia prudencial de su hogar para no ser visto por indeseables.
Dejándole algo de dinero en la manita, la despedí con un tierno beso y prometiendo venir a visitarla cada tanto. Pensaba que no le había hecho el culito y debería retornar pronto antes que algún degenerado le estrenase el hoyito posterior.
De vuelta al laboratorio Marga estaba contenta por el rápido retorno, le conté que le había dado un par de besos pero obviando la lección de conducir, ella ya no podría venir subrepticiamente al laboratorio y me despedí anunciando que tal vez dormiría allí mismo para evitarme el viaje.

Calculando con exactitud la hora, aparecí ante la casa a escaso tiempo de haber partido, paradójicamente no tenía llave de mi casa y tuve que tocar el timbre. Alicia sin abrir la puerta preguntó quien era, al identificarme y pasar la alcé en brazos alabando su conducta de no abrir la puerta a extraños. Esta vez traía una bolsita de chocolatines y caramelos para obsequiar a mi reinita, con una sonrisa de oreja a oreja tomó las golosinas y no se extrañó nada cuando al agradecerme con un besito incliné la cabeza para recibir sus labiecitos en mi boca.

Estábamos sentados viendo algo de tele y Alicia tenía la boquita enchastrada de chocolate, el sonido de una llave nos hizo saber que retornaba la madre y velozmente limpié su boquita con los labios, se podría decir que un poco demás besándola descaradamente.
Comimos como una familia unida y feliz mientras le daba miraditas cómplices a mi nena, aun debería aprender mucho acerca de las comunicaciones secretas...
Al terminar la cena comentó que la habitación de la nena aun olía a pintura fresca y si no me molestaría que durmiese un par de noches con nosotros, puse cara de fastidio pero saltaba por dentro. Al desvestirse pude admirar su cuerpo de hembra y una actitud que recordaba eternamente aburrida y cansada, ahora era una mujer deseable.

Mandó a su hijita a lavarse los dientes y vestirse con la prenda para dormir, me agarró fuerte el monstruo pidiendo disculpas por la intrusa, en un par de día me recompensaría debidamente. Pensé que mejor recompensa que dormir junto a mi cielito no podría existir, el solo pensar en Alicia hacía que tuviese una erección.
Temiendo que se cayese de la cama, la acostamos al centro y quedó hecha un emparedado. Tenía la carita hacia el lado de la madre que le acariciaba la cabecita, yo tenía mi mano en su cinturita y parecía que competíamos por acariciar a la nena.

Sus piecitos coincidían con mi doliente garrote y cada tanto me pateaba sin querer, o tal vez curiosa queriendo palpar esa carnosidad que la madre no tenía entre las piernas. La situación me mantenía con un empalme rabioso, cuando la criatura pareció dormirse sentí su mano tanteando mi carne, se asombró por su férreo estado susurrando que me la podría chupar para calmarme sin que la criatura se percatase, respondí que prefería no hacer esas cosas delante de la inocente nenita.

Estaba cansado y me dormí como un tronco, solamente para despertar sintiendo que mi propio tronco era masajeado, temí que fuese Alicia recordando de inmediato que era demasiado chiquita para saber de esas cosas. Era mi mujer preparando su totem para el sacrificio bucal, con gran maestría se lo metió en la boca para darme una mamada de maravilla, recordaba como me la chupaba estando dentro del automóvil cuando recién salíamos como novios.
No pude evitar venirme en su tibia boca y se tragó todo sin dejar caer una gota en las sábanas,

Vistiéndose de prisa para ir al trabajo me recordó que llevase a nuestra hijita para buscarle un colegio. Apenas cerró la puerta de calle me volteé para observar el sueño de Alicia, su boquita entreabierta era demasiado tentadora para no besarla, con extrema suavidad acerqué la boca para aspirar su aliento depositando suaves besitos en sus labios dormiditos.
Aun no era hora de preparar el desayuno y salir hacia el colegio, aproveché para acariciar sus cabellos y adorarla en silencio mientras ella se removía tal vez soñando que corría por floridas praderas.
Fue despertando lentamente y desperezándose preguntó por la madre, al comunicarle que ya se había ido al trabajo la tranquilicé que le prepararía el desayuno y su ropita diaria. Bajando la mano hasta su tajito le pregunté con cara preocupada si no se había hecho pis en la cama, sonriendo se levantó la ropita de dormir para enseñarme que su bombachita estaba seca.
Abrazándola la acosté sobre mi cuerpo, sentir el peso de mi angelito producía un placer indescriptible, le sostenía la carita para darle muchos besitos, tuvo que cerrar los ojitos mientras mi boca le recorría cada fracción de piel y jugaba a morderle la naricita. Deseaba tremendamente besarle la boquita pero eso serían juegos indebidos para mi inocente Alicia, por suerte acariciarle la espaldita y pasar las manos por sus piernas y colita estaba dentro de lo decente.

La llevé en brazos al baño mientras ella protestaba que ya era grandecita para ir sola, le tuve que aclarar que no hallaba sus chinelas y estaba en brazos para evitar el frío suelo. Con naturalidad le bajé la bombachita para sentarla sobre el inodoro, pensaba dejarla allí solita mientras preparaba el desayuno pero recordé que estaba descalza y no permitiría que sus piecitos toquen el piso.
Dijo que debía lavarse allí abajo luego de hacer pis, pero diciendo que por la mañana tardaba en calentarse el agua corriente sugerí que mejor era hacerlo con saliva tibia. Nuevamente me dijo que era un cochino al pasarle la boca por allí, llevándola a la cama le pedí que se quitase la bombachita, sería indecente si lo hacía yo mismo.
Separándole las piernitas me dediqué a su centro meón, esta vez tenía un sabor más fuerte a pis pero le comí la chuchita con fruición, Alicia temblaba bajo mi ávida lengua chupándole la conchita, supongo que solamente sentía cosquillas pero le gustaba dados los grititos felices.

Me recordó mantener en secreto que no se lavase convencionalmente, claro que prometí llevarme a la tumba esa información. Esta vez hallé sus chinelas y fuimos hasta la cocina, en un ratito preparé todo mientras ella hojeaba un cómic. No podría desayunar de otro modo que sentando a Alicia en mi falda, y ella muy feliz por sentirse atendida con amor.
Nuevamente no pude resistir unas miguitas que sobresalían de su boquita y tuve que quitarlas suavemente con los labios, mi tesorito reía fuertemente por esos jueguitos, creo que adivinaba que tenían algo de prohibido al contar que la madre nunca le hacía esas cosas tan cariñosas.
Le puse su ropita formal, parecía una muñequita en ese minúsculo vestidito, creo que lo elegí pequeño sabiendo que mostraría la colita al agacharse un poco y quería deleitarme con esa vista.

Fuimos caminando al colegio de la mano, sus deditos ya cambiaban la presión al ritmo de sus palabras mientras me deleitaba comprobando el rápido aprendizaje de códigos secretos, llegaría un momento en que no necesitábamos pronunciar palabra, el solo contacto de nuestros dedos comunicaba todo.
Luego de inscribirla formalmente, averigüé que el odiado profesor de idiomas aún no trabajaba en ese colegio, detestaba la idea de sus degeneradas manos toqueteando a mi angelito. Iniciaba las clases el lunes y fuimos a comprar el uniforme requerido, zapatitos y todo lo necesario. Al entrar al probador y quedar en bombachita me rechinaban los dientes del deseo, su cuerpito expuesto era para cubrir a besos pero debía jugar mi papel de padre normal.

Regresamos a casa con las bolsas de compra y acomodé la ropa nueva en su sitio, tenia un shorcito de gimnasia y zapatillas que no se había probado, la hice descalzar y esta vez la desvestí personalmente para enfundarla en el short deportivo. No importa cómo vistiese siempre lucía como una muñequita para comérsela a besos, tal vez para otros ojos era una nena como todas pero era mi Alicia, mi angelito divino a la que todavía no podría confesarle que la amaba con locura pero al menos lograba demostrarle todo mi cariño paternal.

(continuará)

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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