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Marlene 15

Relato enviado por : ivloguer el 21/05/2013. Lecturas: 4496

etiquetas relato Marlene 15   Jovenes .
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Resumen
Me encontraba en mi antigua casa viviendo con Alicia, puede sonar extraño a menos que consideremos que esta situación era producto de un salto temporal



Relato
Marlene 15

Me encontraba en mi antigua casa viviendo con Alicia, puede sonar extraño a menos que consideremos que esta situación era producto de un salto temporal, la investigación y tecnología me permitían el lujo de estar un rato con mi nenita cuando aún era pequeña.
Recién terminaba de inscribirla en el colegio y comprar su uniforme reglamentario que se estaba probando ahora.

Mientras le decía que lucía preciosa ella se miraba al espejo con actitud coqueta, ya afloraba su instinto femenino de verse bonita. La llevé alzada hasta la sala para mirar alguna película, buscamos unas bolsas de papas fritas y gaseosa y nos acomodamos en el sillón a disfrutar. Al buscar el control remoto lo teníamos agarrado entre los dos y recordaba situaciones semejantes cuando era un pretexto para rozarnos las manos ante miradas indiscretas, pasando canales había una película romántica donde salía su actor preferido, me parecía aburrido pero mi cielito deseaba mirar eso. En una escena donde se besaban por primera vez preguntó si no era como los furtivos besitos que le daba aveces en la boca. Me devanaba los sesos buscando respuestas coherentes con su mentalidad infantil pero era mi Alicia adorada quien preguntaba, no podía inventar mentiras inocentes pasando a demostrarle prácticamente como se sentía un beso de verdad.

Tomando su carita con ambas manos confesé que la amaba muchísimo acercándome a sus labiecitos infantiles, simultáneamente deseaba y temía besarla, era muy chiquita aún y podría asustarse por lo que usando extrema suavidad deposité los labios sobre su boquita. No era el beso apasionado que recién mostraron en la peli, era un acto lleno de amor; quería estar de rodillas ante ella al besarla por primera vez y en esa posición le entregué toda mi alma en ese beso.

Debía volver al trabajo, y nuevamente apreté el botón return con mucha pena, deseaba estar con mi adorada Alicia pero el proyecto peligraba si me dejaba estar demasiado. Por suerte llegué a tiempo cuando se escuchaban golpes en la puerta del laboratorio, era Peñafiel y dije haberme quedado dormido por estudiar hasta tarde.
Luego de sugerir que el artefacto casi estaba funcionando se puso a divagar sobre el diseño de uno grandote, que se pudiesen pasar camiones y tanques de guerra; eso ya no me agradaba y debería arruinar el proyecto de algún modo sin perder el empleo. Pidiendo una demostración nos sentamos apretados en la cápsula mientras decidía a que época transportarnos, pensé que bastantes años atrás podría hallar los libros con la teoría del viaje temporal y destruirlos: de ese modo nunca llegaríamos a la situación actual.

Al disiparse la oscuridad estábamos en su oficina, su hija estaba sentada vestidita de negro y me percaté que recién había fallecido su madre en el accidente. Le aconsejé que debería actuar acorde al momento pero no fue necesario, al hombre fuerte se le estaba escapando una lágrima al rememorar cómo fueron esos tiempos tristes.
Me presentó como su nuevo empleado que manejaría las cosas mientras él se reponía del trance, abracé a Margarita debiendo agacharme para darle un besito. La criatura tenía el tamaño ideal que me agradaba pero estaba de duelo, no podía pensar en hacerle cositas.
Admirando disimuladamente su biblioteca no hallé el bendito libro, decidí dejarlo un rato solo sin informarle que yo tenía el mando remoto para volver a la época actual.

Vagando por las calles llegué al colegio de Alicia, no recordaba bien el punto de nuestra relación por esa época pero verla emerger entre sus compañeritas me provocó un salto de emoción y entré al colegio con grandes zancadas. Estaba con María pero la ignoré olímpicamente para abrazar a mi tesorito, ella estaba asombrada por la extrema efusividad y tuve que bajar un cambio, estaba por besarla allí mismo delante de todo el mundo.
Tomados de la mano nos fuimos caminando lentamente, sus deditos comunicaban emociones pero no logré ubicar el instante preciso, solamente cuando su vocecita tímida me recordó que hoy sería el último supositorio: se había terminado la caja como indicase el médico.

Apenas entramos a casa la alcé para besarla con desesperación, de la emoción se le cayó la mochila mientras la tenía abrazada. Por suerte estábamos solos, ni había pensado que pudiese estar la madre en casa. Apretadita contra una pared la fui deslizando para dejarla trabada por el centro, con ropa y todo tenía una erección tan pronunciada que la sostenía por su entrepierna.
Temiendo arrugar su uniforme escolar la llevé alzada hasta su habitación sin permitir que se desvista ella misma, debían ser mis temblorosos dedos quienes desabrochase esa blusita hasta descubrir su plano pecho. Con desesperación me prendí de esos pezoncitos que algún día tomarían volumen, mientras aflojaba lentamente su pollerita para dejarla caer al piso. Mi tesorito solamente vistiendo bombachita blanca era un espectáculo hermoso, no le quería quitar esa prendita divina, solamente hundir la nariz allí para aspirar sus efluvios.
Se estaba por poner la eterna camiseta larga para andar por casa, pero le aconsejé que use una viejita que le quedaba corta, deseaba poder atisbar su prendita íntima cada vez que se agachase un poco.

Preparamos algo ligero para comer, ambos estábamos ansiosos de comernos mutuamente y nuestras manos entrechocaban buscando el contacto de la piel. Ya ubicados en la mesa no fue necesario pedirle que se sentase en mi falda, automáticamente su colita quedó posada sobre el furioso monstruo. Con lo corto de su vestido improvisado quedaba a la vista un triangulito blanco evidenciando su tajito, no lograba besarla simultáneamente pasándole un dedo por allí y comiendo algo, le dije que de postre deseaba saborear esa fruta prohibida con forma de bultito. Con el plato aún a medias me arrastró de la mano hasta el sofá, parece que también anhelaba aquellas caricias íntimas.
Arrodillándome en el suelo la senté apoyando las piernitas sobre mis hombros, era la posición ideal para comerle el chochito. No le quité la prendita íntima aún, deseaba pasar la boca por ese bultito tapado apreciando la creciente humedad en la suave tela, mi chiquita se estaba excitando... Al final le tuve que deslizar la bombachita para llegar a su carne viva, su tajito imberbe tenía la forma que recordaba en mis oscuros pensamientos, era la conchita de Alicia que tantas veces he chupado.
La tierna vaginita se abría debajo de mi inquieta lengua que alternaba su deliciosa panochita con la canaleta trasera y su agujerito fruncido, luego de sus tiernos espasmos que indicaban el clímax nos abrazamos haciéndole saborear sus propios juguitos al besarla con pasión.

Recordé que debía aplicar la medicina a mi chiquita, sería la última vez que le metería un supositorio en el culito y debería ser especial. Susurrándole al oído que trajese el remedio se agachó para dejarlo en la mesita ratona de la sala, la vista del culito desnudo asomando bajo esa corta camiseta me hizo pedirle que quedase en esa posición, con la cintura doblada apoyando las manos en el mueble. Quería verle el potito asomar como si fuese un descuido y mirarla de cerquita como si no estuviese allí, era más perverso imaginarlo de ese modo.

Sentado en el piso admiraba las redondeces de la carnecita posterior, su traserito tan deseado era un imán para mis manos y debí acariciarla suavemente antes de aplicar la boca a esos globitos magnéticos. Mi tesorito se cansaba en esa postura y volvimos al sofá donde se acostó boca abajo esperando la inserción trasera, ahora tenía la canaletita más cerrada y mis manos se deleitaron separando los cachetitos para besarle el anito fruncido. Cuando lo tenía bien mojadito de saliva y distendido le fui metiendo el supositorio por el culito, la cápsula era engullida por ese palpitante agujero y me frustraba verlo desaparecer en su intestino. Tuve que empujarlo bien hondo con el dedo pero necesitaba meter el dedo gordo allí, apuntado el monstruo fue enterrándose el glande brindando sensaciones gloriosas, encular lentamente a mi Alicia era maravilloso.
No se la quería meter profundamente, la criatura no se aguantaría todavía toda la barra de carne entrándole por el culito pero con algo más que el prepucio metido podría moverme lentamente para no causarle dolor. Demoré lo máximo posible la operación pero ese anito era demasiado hermoso para no acabarle adentro, quedó con la tripita lubricada y el anito expulsando semen.

Pensaba en el pobre Peñafiel que estaba solito con su hija, seguro la deseaba pero no podría insinuarle nada, la pobre recién pasaba por un trance difícil y seguro no exhibiría descaradamente la bombachita.
Al llegar a su casa estaba sentado al escritorio escribiendo unos documentos, decía que de funcionar el viaje las adquisiciones que estaba haciendo serían muy redituables. Comprendí que compartíamos un secreto muy peligroso y decidí jugármela mencionando a su hija y alabando su lindo cuerpito. Comentaba que bajo el negro vestidito seguro que tenía una bombachita muy seductora, el pobre se ponía colorado evaluando cuánto sabría de sus relaciones filiales pero se tocaba el bulto demostrando que de solo pensarlo se le ponía dura.
Le sugerí que mande a cambiarse a la nena ya que esa ropa oscura no le sentaba bien, de paso que la acompañase para verificar lo de su prendita íntima.

Levantándose como un resorte fue a cumplir el encargo, era evidente que también deseaba verla así. Sigilosamente los seguí al dormitorio para espiarlos, el padre abrazaba a Margarita consolándola mientras con la mano en su espalda desabotonaba la prenda de luto, la misma fue deslizándose por su cuerpito hasta caer al piso, efectivamente su prendita íntima era muy tentadora y fina, aun no usaba las bombachitas blancas para excitar al papito.
Una manchita de humedad en el frente le hicieron decir con una carcajada que se había hecho pis, era evidente que la nena se excitaba por estar casi desnudita delante del hombre que deseaba pero la broma sirvió para distender el ambiente. Señalando con un dedo la mancha de humedad se lo pasó lentamente por la rajita, la criatura cerraba los ojitos por las sensaciones dejándose llevar por la experta mano paterna.
Susurrándole algo al oído le corrió la prendita íntima para tocarle la puchita directamente, supongo que le habrá pedido permiso para esa caricia especial, Margarita tiró la cabeza hacia atrás para apoyarse en el pecho del padre mientras disfrutaba el dedo por la puchita, supongo que la hizo acabar ya que me retiré para buscar el bendito libro.

Anunciando que se terminaba el tiempo de visita, apreté el botón del control que llevaba oculto en el bolsillo. Peñafiel se mostraba feliz tal vez por el éxito del experimento o tal vez sabiendo que ahora podría cojerse a su hija tranquilamente.
El espectáculo reciente me había dejado caliente y no podría desahogarme con Marga vaticinando que el papito ahora le daría carne por todos los agujeritos, me despedí con un besito en la boca a la vista de su padre que no hizo reclamo alguno, sabía que estaba en una posición desventajosa.
Tomando el auto enfilé hasta el puente donde vivía Caro, había otras prostituas esperando clientes pero pude reconocer a la madre acercándose sonriente. La tipa se veía feliz por ser la elegida de alguien distinguido que llegaba en automóvil, llevándome hasta una casita de chapas, por suerte estaba Carolina tomando una gaseosa y le pregunté cuanto costaría quedarme a solas con la nena. Evaluando si vendería a su propia hija lanzó una cifra tentativa que dupliqué para que nos dejase tranquilos por un rato, se retiró corriendo la cortina que oficiaba de puerta.

Caro se mostraba entre contenta y sorprendida, era la primera vez que la entregaban a un hombre, ahora se lavaba diariamente y cambiaba las prendas luciendo muy deseable. La corta pollerita era la que usaba Margarita para exhibirle la cola al padre en los inicios de su relación, la abracé besándola y manifestando que la extrañaba, realmente extrañaba ese culito que no pude rellenar el otro día y mientras le decía que disponíamos de poco tiempo la hice girar para admirar su traserito. Con esa ropa daban ganas de acariciarlo y metérsela de inmediato pero llevando las cosas con lentitud fui acariciando sus piernas hasta debajo del vestidito, preguntó si debía quitárselo pero era más morboso verla vestida.
Haciéndola agachar le bajé la bombachita quedando el culito semi oculto con la seductora pollerita, estaba por chuparle la conchita pero recordé que sería poco higiénico, sin más preámbulos enfilé el mástil a la entrada de su puchita. La nena suspiraba al sentir la barra de carne entrándole lentamente pero sin pausa hasta tenerla toda enterrada, esta vez la podía bombear mejor que estando sentadita en el automóvil y le serruché el tajito hasta hacerla acabar.

La pobre pensaba que eso sería todo pero mis intenciones eran otras, no le había dejado la leche en la conchita, solamente deseaba lubricar el monstruo para estrenarle el anito y allí se depositó el babeante glande. La pobre tenía escalofríos vaticinando que le entrarían por atrás y lanzó un gritito cuando se la metí un poco, no la había dilatado con el dedo ni chupado, quería hacerle el culito y que sintiese bien su primer penetración anal.
Por suerte el monstruo estaba mojado con los jugos de su conchita, lenta pero seguramente fue profanando el anito de Caro hasta que la tuvo clavada profundamente en el culito, con un par de mete-saca no pude aguantar más regando profusamente su intestino.
La pobre soltaba un par de lagrimitas por la reciente inserción y besándole las gotitas fluyendo le acaricié la colita prometiendo ser más suave la próxima.

Me pidió que no viniese un día sábado ya que otras trabajadoras sexuales dejaban aquí a sus críos mientras ejercitaban el oficio más antiguo del mundo, averiguando un poco más supe que solamente uno era varoncito, las otras nenitas que ella debía cuidar mientras.
Dije que le daría dinero y ropita si me permitía ayudarla a cuidarlas, su carita de asombro se transformó en sonrisa cómplice al comprender que buscaba jueguitos especiales con las criaturas.

Debía bañarme y lavarme bien el pito luego de metérsela por el culito a la indigente, allí no había nada parecido al agua corriente. Entrando a mi casa materna estaban la dos, la cena estaba lista y me duché para bajar al comedor, mi hermanita malcriada quería comer sentada en mi falda y no pude ser muy demostrativo delante de mamá.
Por suerte solamente me había puesto un shorcito sin calzoncillos, podía sentir la tibieza de sus piernitas moviéndose inquietas, cada tanto bajaba la mano para acariciarle las piernitas pero no podía hacer otra cosa. Su colita movediza revivió al monstruo y Mónica se acomodó para que le quede alojado bien en el centro de sus nalguitas.
Por descuido se me escapó la punta del monstruo asomando por el pantaloncito, la traviesa sintió la caliente carne tubular corriéndose disimuladamente la bombachita para estar también en contacto directo.

(continuará)

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:24) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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