Masturbando a la vez a la madre y a la hija

Mi nombre es Agustín y tengo 43 años. Por diversas circunstancias hace unos meses que vivo solo y con escaso éxito con las mujeres, aunque tuve tiempos muy buenos en lo que a relaciones sexuales se refiere.
Hace unos días fui a hacer unas compras al centro comercial de mi ciudad y me llamó poderosamente la atención una preciosa rubia guapísima de unos treinta y tantos años y con un cuerpo de escándalo resaltado por unos pequeños shorts que llevaba mostrando unas largas y esbeltas piernas que conducían a un perfecto culo respingón del que dejaba ver la parte inferior de los glúteos, y una camiseta ceñida que mostraba lo bonitas y grandes que tenía las tetas. Iba con dos niñas que debían ser sus hijas por el parecido, sobre todo la mayor, una adolescente guapísima y vestida casi como la madre, mostrando incluso un poco más de sus nalgas y con una camiseta abierta por los lados y que dejaba ver con determinados movimientos sus pequeñas tetas en desarrollo. La más pequeña tendría un par de años menos, en plena preadolescencia.
Instintivamente me puse a seguirlas, era un placer contemplarlas a las dos. Me preguntaba si tendría pareja esa mujer tan exuberante y si su hija mayor habría tenido ya alguna experiencia sexual. Las tres iban al cine, se pusieron en la cola y claro, yo me puse inmediatamente detrás, y como había mucha gente, estaba muy próximo a ellas. A la madre se le notaban los pezones pues no llevaba sujetador, y a la hija mayor se le veían perfectamente sus dos flanecitos con las aureolas infladitas. Decidí arriesgarme y le toqué un poco el culo por encima de los pantalones y como parecía que no se enteraba bajé un poco y sin que nadie se pudiera percatar, le acaricié uno de los glúteos directamente, pues como dije los mostraba en parte. Parecía que estaba tocando terciopelo, y la niña tan solo se movió un poco hacia un lado pero no dijo nada. Entonces tenía delante a la madre. Me pegué a ella hasta que mi polla, que ya estaba hinchada dentro de mis bermudas, contactó con su trasero lo que provocó un respingo de mi miembro viril que lógicamente tuvo que notar, pero ni siquiera miró, tan solo se echó un poco hacia delante, tal vez porque ya habíamos llegado a la ventanilla. Compró unas entradas para ver “Los pitufos 2” y claro está, yo compré mi entrada para la misma película. Como eran numeradas pedí la butaca de al lado. Entré detrás de ellas y la sala estaba ya casi repleta. Tuve suerte porque la madre se colocó en medio y a mí me tocó al lado de la hija mayor. No podía dejar de mirarlas y extasiarme con sus rostros y sus cuerpos. Pensaba “si me dieran a elegir ¿a cual de las dos me follaba? La madre está buenísima, seguro que es una tigresa en la cama y folla mejor que las putas, pero la hija es un bomboncito, seguro que tiene un coñito de lo más apetitoso y deseando que un hombre como yo la desvirgue”. Nada más empezar la peli y con la luz de la pantalla veía perfectamente sus bonitas piernas y a su lado las de su madre. También a veces la niña se movía y podía ver uno de sus pechitos adolescentes. No me atrevía a hacer nada, pero para mi sorpresa la niña se desabrochó el pantalón, se bajó la cremallera y se puso a tocarse el pubis y luego la rajita. Yo lo podía ver todo perfectamente y seguro que su madre también, pero no le decía nada. Fue cuando empezó a gemir cuando la madre le dijo algo al oído, y en vez de dejarlo, me cogió mi mano y la llevó hasta su coñito. Por supuesto, no puse ningún impedimento y me puse a acariciar su pubis hasta llegar a la rajita, todo estaba muy suave y sin ningún pelo. Para mi asombro y aprovechando la poca luz que había, se quitó el pantaloncito para que pudiera acariciarla mejor. La madre se dio cuenta pero no dijo nada, así que le metí un poco más los dedos acariciando sus labios vaginales y su clítoris. Con mi otra mano y aprovechando la abertura de su camiseta, le agarré la tetita y le di unos pellizquitos en los pezones. Entonces la niña empezó a gemir y a venirle flujo a su chochito, que tenía bastante húmedo. Entonces la madre me dijo en voz baja si podía cambiar mi sitio con la niña y así lo hice. Se me acercó al oído para decirme que su hija estaba pasando por una edad muy difícil, con las hormonas muy revolucionadas y que no le importaba que tocara a su hija siempre y cuando la tocara a ella también, que estaba muy caliente.
No podía creer lo que me estaba sucediendo, y con una mano estaba masturbando a la madre y con la otra a la hija. La polla se me iba a salir del pantalón de lo hinchada que la tenía. Entonces la madre me bajó la cremallera y liberó hábilmente la verga que en esas se puso completamente erecta. Casi a la vez nos corrimos los tres pero expulsé el semen con tal ímpetu que le vino a caer a la cara de la hermana pequeña que se puso a saborear con avidez y diciendo lo rico que estaba aquello.
La madre me dio su número de teléfono para que fuera a verlas a su casa al día siguiente para conocernos mejor y para que les hiciera un favor a sus hijas. Pero esa ya es otra historia.