Si esa es la verdad, cuando Mariano mi marido me deja mirando el techo de nuestra habitación después de que de manera egoísta, lo disfruta él solo. Hasta no hace mucho yo hasta lloraba de la rabia, de que él fuera tan hijo de puta, que no quisiera satisfacerme a mí. Y no es que no pueda, que eso yo lo entendería, es que simplemente, hay días en que no le da la gana…
Debido a eso, un día salí de lo más molesta con Mariano, al punto que al llegar a mi trabajo, el nuevo jefe, me llamó a su oficina. Yo la verdad ni idea tenia de que deseaba hablar con migo. Cuando comenzó con la monserga, de que la empresa tiene necesidad de hacer recortes, y que después de una profunda evaluación de la oficina de personal. En ese mismo instante rompí a llorar, bueno la verdad es que hice como si llorase, y cuando me lo propongo lloro de verdad, como en ese momento. Al mismo tiempo que casi poniéndome de rodillas a sus pies, le dije que no me fuera a votar, que yo era una madre soltera, y único sostén de mi pobre madre enferma. Que yo haría todo lo que él me pidiera, pero que por favor no me votase.
El nuevo jefe, se quedó paralizado, sin saber que decir, ni que hacer, al tiempo que yo sin ponerme de pie, lo agarré por la cintura, pegando mi cabeza a sus piernas. En cosa de segundos, pude sentir, como bajo la tela de su pantalón, su miembro se había puesto duro, y bien caliente. Así que haciéndome la víctima, y sin dejar de llorar, levanté mi rostro, y al ver su cara supe de inmediato que había logrado mi propósito.
El me levantó del piso, y suavemente me condujo hasta el sillón que hay en su oficina, por breves segundos, se dirigió a la puerta, se asomó, y luego que de que se aseguró de que nadie me había escuchado, le pasó el seguro y la volvió a cerrar, sentándose a mi lado de inmediato, y al hacerlo colocó una de sus manos en una de mis rodillas, mientras me decía, Consuelo, cálmese, veamos qué podemos hacer para no prescindir de sus servicios, Al fin y al cabo ellos pueden recomendar eso, pero soy yo quien tiene la última palabra.
Bueno no les seguiré contando, como al poco rato ya me encontraba yo con mis piernas bien abiertas, recibiendo el ataque de su verga dentro de mi coño. Cosa que quizás no me hubiera sucedido, de no ser que mi esposo me dejó con unas ganas locas de joder, esa mañana, por no atenderme como es debido. Yo sé que no era necesario el que me acostase con el nuevo jefe, para mantener mi empleo, pero bueno las cosas se dieron de esa manera.
Pero la mala costumbre de Mariano, de dejarme a medio camino, continuaron, y no todos los días el jefe de una se lo quiere meter. Razón por la que tampoco iba a dejar que el resto de mis compañeros de trabajo, se aprovechasen de mi debilidad. Pero al siguiente fin de semana, fui a visitar a mi hermana. Quien me informó que se iba a trabajar fuera del país, y que su única preocupación lo era su perro. Bueno, yo conozco a Sebastián el perro de mi hermana desde que era un cachorro, y por consideración a mi hermana, y al mismo perro, le dije que me lo regalase, que yo me encargaría de él, de la misma manera que lo hacia ella, ignorando muchos detalles de cómo ella se encargaba realmente de su perro.
Mariano puso el grito en el cielo, pero de nada le valió, yo me llevé a Sebastián para casa, y no se habló más del asunto. Y el siguiente fin de semana, el hijo de la gran puta de Mariano, me lo volvió hacer. Y con la excusa de que se iba a reunir con sus amigos para ir de pesca, arrancó, dejándome a mí de nuevo, completamente insatisfecha. Yo salí de nuestra habitación, y mientras me daba una baño, en mi desespero hasta enterré dentro de mi coño, uno de los largos frascos de champú, y hasta que no alcancé un mísero orgasmo, no dejé de metérmelo.
Ya más calmada y tranquila, tal y como me encontraba me medio sequé, y me puse un set de falda y blusa, sin más nada abajo, cosa que acostumbro hacer en casa cuando estoy sola, y por comodidad, ya que al fin y al cabo no pensaba salir. Comencé a recoger el reguero que había dejado Mariano, y cuando estoy de lo más concentrada agachada en la sala de casa, sacando un zapato bajo el sofá. Que de momento sentí un tremendo lengüetazo, por todo mi coño. Yo sorprendida volteé a ver, y al ver a Sebastián me sorprendí muchísimo más, tanto que di un salto, y colocándome de tras del sofá, de inmediato llamé a mi hermana por teléfono. Cuando le conté lo que su perro me había hecho, se rió, y me dijo. Por qué tú crees que tenía un perro tan grande, en un apartamento tan pequeño. Mi hermana sin dejar de reírse, me contó en breve tiempo, todo lo que ella hacía con su perro. Y hasta me dijo, que si yo en algún momento he tenido la idea de mandar pal carajo a Mariano, que después de que probase a Sebastián, no tendría ninguna duda de hacerlo.
Yo tomé las palabras de mi hermana, con mucho cuidado. Pero ya que estaba sola, por otra parte, Mariano no regresaría hasta la madrugada del domingo, y aun me sentía muy insatisfecha. Como que no lo pensé mucho, y dejé que Sebastián se me acercase. Lo cierto que el sentir su lengua por sobre mi coño, de plano que me hizo tomar más enserio las palabras de mi hermana. Y no sé que sería lo que me sucedió, pero al poco rato ya estaba yo con el set recogido sobre mi vientre, disfrutando de la sabrosa verga de Sebastián. Teniendo el cuidado de no dejar que el resto de su grueso bulto me penetrase, por lo menos en esa ocasión, ya después he dejado en múltiples ocasiones que nos quedemos pegados. Por lo menos por un buen rato. Pero no conforme con eso, en aquellos días que me siento algo ociosa, nada más por joder, me he dedicado a mamarle su verga. De la misma manera que yo lo he dejado que me lama el coño. Cosa que a mi marido, jamás le voy hacer, por mucho que me lo pida….