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MI CUÑADA LALITA 1: Desvirgada en la camioneta, en medio de una tormenta a media

Relato enviado por : karmatron21 el 30/11/2020. Lecturas: 11533

etiquetas relato MI CUÑADA LALITA 1: Desvirgada en la camioneta, en medio de una tormenta a media   Primera vez .
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Resumen
Les cuento las partes 1 y 2 de mi historia, esto sucedió hace un par de años, mi nombre es Arturo soy maestro universitario y les contare la historia de cómo desvirgue a mi cuñadita a mitad de una tormenta y a media calle dentro de mi camioneta para después convertirse en mi amante ocasional.


Relato
MI CUÑADA LALITA 1: Desvirgada en la camioneta, en medio de una tormenta a media calle

Esto sucedió hace un par de años, mi nombre es Arturo soy maestro universitario y les contare la historia de cómo desvirgue a mi cuñadita a mitad de una tormenta y a media calle dentro de mi camioneta para después convertirse en mi amante ocasional.

Soy maestro universitario y he tenido una que otra aventura esporádica con mis alumnas, pero definitivamente esto es lo más excitante que me ha pasado. Mi cuñadita se llama Laura, pero de cariño en la familia le dicen Lala, ella es una delicia, 1.60, delgada, de piel morena clara, cabello negro lacio casi hasta la cintura que sirve de marco para una carita de ángel, un par de suculentas piernas, que sirven de prologo para un trasero bien formado pequeño pero firme, con una estrecha cintura, y unos senos pequeños pero muy bien proporcionados con su cuerpo, trae vuelto loco a todo puberto de su salón de clases, la colonia donde vive y a la casa de la cultura donde toma clases de violín.

Todo empezó con mi suegro y el futbol (tengo tres años casado), ya que el me invito al estadio porque mi equipo y el suyo jugarían semifinales y consiguió boletos, a mi mujer entonces se le ocurrió que pasáramos unos días en casa de mis suegros que viven en una ciudad ubicada a unas tres horas de distancia de la ciudad donde vivimos, lo cual me pareció una buena idea ya que por raro que se oiga me llevo muy bien con mis suegros, y sería buena oportunidad para ir al futbol.

Dos días después de que llegamos resulto que mi cuñadita asistiría a la fiesta de quince años de una amiga de la escuela, el día transcurrió normal hasta la hora de arreglarse, mi suegra y mi esposa corrían y hablaban emocionadas como si Laura fuera la quinceañera y no una invitada, en fin con más desgano que otra cosa me fui a asomar a ver por qué tanto alboroto, mi sorpresa fue grande cuando la vi, la pequeña Lala, la bebe, la princesita, la chiquita de la familia lucia simplemente HERMOSA, lo primero que pensé: ¡Qué suerte del cabrón que se la va a levantar! Ella vestida con una falda corta un poco amplia color café y una blusa y un saco beige, en fin, una muñequita. A mí me costaba trabajo dejar de mirarla, pero tuve que apartarme para evitar problemas. Llego un auto para recogerla, resulto que iría con algunas amigas, pero que mi suegro la recogería al regresar de la casa de su hermano.

Siendo las 12:00 de la noche la cuñada de mi suegro llamo a la casa diciendo que los hermanitos se habían pasado de copas y que ninguno estaba en condiciones de manejar y para evitar accidentes hasta las llaves de los coches les había escondido por lo que mi suegro se quedaría a dormir en casa de su hermano, surgió entonces en calidad de tragedia la interrogante de: ¿Quién recogería a la pequeña Lala? Inmediatamente me ofrecí a recogerla (y vaya que por mi mente paraba la idea de recogérmela), mi suegra y mi mujer que se encontraban viendo por decimoctava ocasión una película exageradamente cursi, llamada “la propuesta” celebraron no solo el hecho de que como galante caballero me ofreciera a recoger a la bebe de la familia, también celebraron el no tener que separarse de la televisión por lo que ni insinuar que alguien me acompañara, en fin me subí a mi camioneta (tengo una van viejita pero muy funcional y espaciosa que tiene aparte de los dos asientos del frente, dos asientos en medio con un pasillo entre los dos y hasta atrás un asiento grande de corrido) y me fui al salón de fiestas a recoger a Lala.

Mientras avanzaba hacia el salón de fiestas comenzó a llover al principio de forma leve, pero comenzó a aumentar rápidamente la intensidad, Cuando llegue al salón la lluvia se encontraba ya bastante fuerte y todo indicaba que aumentaría, marque al celular de Lalita para avisarle y ella salió acompañada de un mesero que “caballerosamente” escolto (mirada libidinosa de por medio) a Lala a la camioneta con un paraguas, subió y comenzamos el “tortuoso” regreso a casa.

El salón se encontraba lejísimos de la casa de mis suegros, y con la tormenta el tráfico a pesar de la hora ya había colapsado, por lo que el avance era extremadamente lento, en unos 15 minutos habíamos avanzado unos ¡¡¡100 metros aproximadamente!!!, como decimos en México nos movíamos a vuelta de rueda, un niño en triciclo iría más rápido que nosotros, mientras afuera parecía que el diluvio universal se había desatado. Varios de los vehículos comenzaron a detenerse por la intensidad de la tormenta, así que al ver que no nos moveríamos, e incluso sería peligroso hacerlo decidí orillar la camioneta y detenerme como los demás, así que para no estorbar a los valientes tercos que seguían avanzando me salí de la avenida principal que parecía un río, y me estacione en una pequeña calle afuera de una escuela.

encerrados en la camioneta me di cuenta que mi pequeña cuñada traía aliento alcohólico y a leguas se notaba que estaba algo tomada, aunque no completamente borracha, por lo que le dije en tono burlón A- ¿Cómo que te pasaste de jarabes no crees? Ella me sonrió y me dijo L– no le digas a mi mama por favor, si me cacha me va a castigar hasta que el sol se enfríe. A- JAJAJA no exageres L- no en serio, deberías de ver cómo me amenaza cada que salgo. A- jejeje ¡así as de ser! – no seas malo, es la primera vez que tomo. A- ¿consejos? L- no en serio te juro que es la primera vez que tomo- decía con la carita de inocente, como perrito pidiendo ser adoptado. Me puse entonces en una postura de papá regañón y muy en tono de burla comencé a “regañarla” aunque más bien eso era un chantaje, A- está bien, está bien, no diré nada en tu casa y es más te voy a ayudar a cubrir ese aliento, ¡que no te pases se nota a un kilómetro! L-por eso me caes bien cuñadito- grito Lala efusivamente y se me abalanzo, yo gire la cabeza hacia ella un tanto sorprendido, cuando ella me planto un enorme bezo, supongo que intento besarme en la mejilla pero al girar yo la cabeza nuestros labios chocaron, a ella no pareció importarle mucho y al contrario me tomo de las mejillas y me beso profundamente, yo la tome de la cintura y correspondí su beso, a ella pareció agradarle porque no se separó ni hizo siquiera el intento de separarse, sentado en el asiento como estaba, la jale hacia mí la senté arriba de mis piernas, como pude baje mi mano y jale la palanca del asiento para recórrelo lo más atrás posible y darnos un poco de espacio.

Ella se encontraba encima de mi con sus piernas abiertas a cada lado de mí, comenzamos un delicioso faje, lento al principio, fui acelerando el ritmo cuidando de no tocar sus senos o su trasero para no asustarla al principio y dándome gusto con sus piernas, sin embargo al ver que no lo impedía ni se molestaba acelere un poco el ritmo y mis manos fueron subiendo cada vez más en sus piernas, mi pene quería liberarse del pantalón, lo pedía a gritos, me dolía, como pude me lo acomode para que no me lastimara dentro del pantalón mientras ella se me restregaba lo que me estaba llevando directo a las nubes, la pequeña Lalita encontró rápido el gusto por frotar su vaginita por mi pene, por supuesto con la ropa puesta, moviéndose hacia atrás y adelante mientras me hacía alucinar junto con ella, por fin mis manos se metieron por dentro de su falda, mientras nos besábamos recorría ese hermoso par de piernas y llegaba hasta su trasero, la situación estaba muy candente por lo que pensé “lánzate con todo”, la levante un poco y con el pretexto de que me estaba lastimando me desabroche el pantalón y como pude me saque el pene de su apretada prisión, ella alcanzo a suspirar y decir como un susurro “eso no”, pero no la deje que se moviera, ella tuvo un instante de lucidez e intento separarse de mí, pero yo la tranquilice diciéndole con tono de broma, “tranquila traes esto puesto” y le jale un poco sus calzoncitos, eso la tranquilizo, para ella el hecho de tener sus pantaletas en su lugar le daba confianza como si se tratara de un seguro en contra de ser cogida o una barrera impenetrable, “Tranquila, por favor es que me está lastimando, veraz que no hay problema” le dije, fue todo lo que necesite decir, y retomamos esa deliciosa sesión de faje, en mi mente comenzó a circular la idea no solo de cogérmela, sino incluso correrme dentro de esa vaginita después de desvirgarla, idea que comenzó a volverme loco.

Mi pene se frotaba en contra de su conchita mientras que yo con toda confianza recorría todo su cuerpecito con mis manos, lamentablemente solo podía tocar sus senos por encima de la ropa, mientras nos besábamos descontroladamente, Lala comenzó a tomarle gusto a frotar su conchita contra mi pene y comenzó a aclarar desenfrenadamente, la tome de las nalgas y le ayude a acelerar el ritmo, hasta que el primer orgasmo de su vida empezó a llegar con una fuerza increíble corriéndose encima de mí. Apretó todo su delicioso cuerpecito contra mí, presionando con fuerza sus piernas sobre las mías y levantándose un poco, actuando por puro instinto aproveche el momento y antes de que se relajara aproveche para hacer a un lado mojadísima pantaleta (No había necesidad de romper esa barrera, con hacerla a un lado era suficiente) y meterle la cabeza de mi pene en su rajita, ella dio un salto, pero yo la sujete de la cadera y no se pudo zafar, “no, eso no, no me la metas” solo dijo mientras se le iba el aire con muy poca convicción, a lo que solo le contesté: “tu tranquila” y presionándola hacia abajo le metí la mitad de mi pene rompiendo para siempre su virginidad.

La hermosa Lalita, emitió un ruidito como si se tratara de un grito ahogado, me miro con ojos llorosos, pero no dijo ni una palabra y como si no pudiera hacer nada solo se quedó quieta, comencé a moverme despacio hacia arriba y abajo despacio deteniéndola de la cintura e impulsándome con mis piernas lo que era bastante cansado, pero delicioso, la punta de mi pene se sentía increíble, de verdad quería quedarme ahí dentro de ella para siempre, pero ¿si tener la mitad de mi verga dentro de Lalita era deliciosa, metérsela toda sería el paraíso?, evidentemente era urgente responder esa pregunta, así que cada lenta embestida se la metía un poquito más, ella acomodo sus piernas a mi costado montada encima de mí, lo que involuntariamente me abrió el camino para penetrarla más profundo, hasta que mi pene se perdió completamente en esa grutita de placer, la resistencia de sus piernitas cedió y Lalita cayo completamente montada sobre mi penetrada hasta el fondo, su carita morena reflejaba una mezcla de dolor, placer e incredulidad, era francamente increíble, lo único que lamentaba era no poder ver la penetración ya que su falda me lo impedía y no podía subirla porque mis manos estaban ocupadas en sujetar firmonamente a Lalita de la cintura, no sea que intentara escapar, ya con toda mi verga ensartada plenamente dentro de Lalita, y recargado en el asiento reinicie el movimiento de entra-sale lenta pero decididamente, el interior ardiente de mi pequeña cuñadita con su estreches me transportaba al paraíso una y otra vez, su cuevita recién estrenada y por lo tanto realmente estrecha provocaba en mi pene todo tipo de agradables sentimientos, yo movía ese pequeño y delgado cuerpecito a mi antojo, ella apoyo sus manos en el respaldo del asiento inclinada para adelante quedando sus pequeños y deliciosos senos muy cerca de mi cara, mientras yo seguía moviéndome lentamente dentro de Lalita, erróneamente pensé que me los ofrecía así que libere su cadera e intente masajearle los senos, pero ella inmediatamente se cubrió con su brazo izquierdo, así que decidí no intentarlo más, después de todo no podía arriesgar el premio mayor, es decir estar cogiéndomela y eyacularle dentro, solo por masajearle los senos o incluso chuparlos por muy tentador que eso fuera.

Los jugos de su corrida producto de su primer orgasmo eran un excelente lubricante, que me permitían moverme con cierta libertad, pero la estreches de Lalita, el limitado espacio, y por supuesto el no poder cambiar de pose por el temor a que se me escapara la paloma eran un impedimento para acelerar el ritmo. Lo cual en retrospectiva fue bueno, ya que de poder acelerar hubiera eyaculado en ese momento, así que la limitante se convirtió en una ventaja porque me permitió disfrutar más el placer de cogerme a esa hermosa flaquita más de tiempo, así que fui aumentando el ritmo de la cogida poco a poco, de repente la pequeña Lalita me sorprendió cuando comenzó a emitir pequeños gemidos y a moverse, subiendo y bajando de mi pene una y otra vez, ya no era solo yo el que llevaba el ritmo, ella subía y bajaba y se movía hacia adelante y atrás así ensartada como estaba por mi pene, su hermosa carita reflejaba sin lugar a dudas el placer que estaba sintiendo, entonces no solo yo estaba disfrutando (sé que le dolió cuando la penetre y rompí su himen, pero en ese momento mi cuñadita ya no demostraba sentir ningún dolor), mis manos entonces tuvieron mayor libertad, por lo que aproveche para recorrer el cuerpo de Lalita nuevamente aunque sea por encima de la ropa, recorrí cada centímetro de sus piernas, y mientras ella me cabalgaba metí mis manos por debajo de su fada acariciándole los muslos y su pequeño pero bien formado trasero, así estuvimos un buen rato, intente besarla, pero ella lo evitaba, no había problema, lo mejor ya lo tenía.

Afuera la tormenta continuaba con mucha fuerza aún, por supuesto los vidrios estaban empañados y se iluminaban cada que algún valiente continuaba su camino en medio del diluvio, la camioneta se balanceaba de lado a lado, pero con las luces apagadas, la lluvia y estacionados fuera de una escuela como estábamos difícilmente alguien nos notaria, atrás de nosotros se estaciono un vehículo, pero tenía las luces apagadas, así que si los tripulantes notaron algo no lo sé, y la verdad como que no me importaba mucho que digamos, yo seguía disfrutando del cuerpecito de mi pequeña cuñada acercándome a mi meta improvisada de correrme en su interior.

El ritmo de las envestidas que le daba iba en aumento, poco a poco aceleraba mis movimientos, sorprendentemente ella respondió igual y comenzó a moverse más rápido, con sus rodillas apoyadas en el asiento, se restregaba en mi como lo había hecho antes, pero sin estar penetrada, y aun así había conseguido un orgasmo, era obvio que obtendría otro, a su ritmo se aceleraba cada vez más, yo sentía mi corazón latir a mil por hora, y comencé a sentir ganas de correrme, sabía que sería una corrida monumental por el grado de excitación que tenía, y por la estreches de mi cuñadita, esto sumado al hecho de estar consciente de haberla desvirgado en una camioneta, a media calle y en medio de una tormenta, pero debía resistir, yo quería que durara o más posible y mi prioridad era que ella obtuviera su orgasmo, ya que eso acabaría con cualquier defensa o lucidez que tuviera mi cuñadita, además de que si conseguía que tuviera otro orgasmo, aumentarían las probabilidades de repetir la experiencia y yo podría libremente correrme en su vaginita estrecha como tanto deseaba.

Pasaban los minutos y el ritmo se aceleraba los gemidos de Lalita sin convertirse en gritos subían de tono y sus movimientos de cadera se aceleraban cada vez más, en ese momento comencé a preocuparme, ya no aguantaría mucho a ese ritmo y ella aceleraba más y más sus movimientos, mi pene estallaría en cualquier momento en un torrente de leche, tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no correrme, pero estaba llegando a mi limite, cuando de repente sentí como Lalita comenzaba a apretarme con sus piernitas nuevamente y a acelerar el ritmo, lo sabía, la tenía completamente, mi cuñadita comenzó a correrse con gran fuerza, no sé cómo le hizo pero no grito, solo apretó el asiento con sus manos y recargo la cabeza clavándola en el respaldo junto a la mía, su orgasmo llego con gran fuerza salpicándome con sus jugos, Lala había tenido su orgasmo, ahora me tocaba a mí.

Aun no sé cómo es que no me corrí en ese momento, lo resistí, y por mi mente paso como un relámpago la morbosa idea de que ella la pequeña y tierna Lalita no solo recibiera dentro mi leche, sino que además estuviera plenamente consciente de ello y de lo que le podía pasar, por lo que la enderece empujándola de los senos medio adormilada por su orgasmo y por supuesto sin dejar de estar ensartada por mi pene, comencé a bombearla fuerte, le metí las manos acariciándole sus piernas por debajo de la falda, le sobe sus firmes nalgas y subí mis manos subiéndole la falda dejando al descubierto su vaginita, la cual pude admirar por primera vez aunque sea de forma parcial, su piel morenita clara lo era un poco más en su vaginita que estaba completamente lampiña, era todo un espectáculo y eso que no la veía completa porque ahí estaba mi pene entrando y saliendo, el espectáculo mejoraba al ver como se movían sus labios con la entrada y salida de mi pene que cada vez ganaba más velocidad, ella medio reacciono, yo comencé a gemir, lo que le dio una idea de lo que venía, no dijo nada solo abrió sus hermosos ojos muy grandes cuando en una enorme oleada de placer, deteniéndola de la cintura para evitar que se moviera eyacule con fuerza un torrente de semen en su delicioso interior, cada chorro, cada gota fue un placer inexplicable, mientras lo hacia la vi fijamente a los ojos, ella también me miro con cara un poco de sorprendida pero ni dijo nada ni hiso nada más que cerrar los ojos, mi objetivo estaba cumplido, cuando salió la última gota parecido desmayarse (no lo hizo) encima de mí, mi pene comenzó a perder su dureza dentro ella pero no se lo saque, me recargue plácidamente en el respaldo del asiento mientras ella con sus piernitas en cada lado quedaba acostada sobre de mí, mi pene poco a poco fue quedando flácido en su interior, por unos minutos me quede dormido, pero reaccione y supe que era hora de moverse, por lo que me incorpore y como pude la moví porque estaba completamente dormida y la acomode en el asiento del copiloto, así que ante ese panorama me senté en del lado del conductor gire la cabeza y vi a mi pequeña cuñadita Lalita…

MI CUÑADA LALITA 2: Segunda en la camioneta

El verla despeinada con la ropa desaliñada, con su carita hermosa, su cuerpecito que parece tan frágil y es tan apetecible, piernas abiertas, y por su puesto aunque no se vea por la falda su conchita llena de mi leche, sentada en el asiento del copiloto, y a mi disposición fue demasiado para mi pene que inmediatamente pidió más guerra, la verdad yo ya no razonaba mucho, sino que más bien actuaba por instinto, así que la levante del asiento la tome de la cintura y la dirigí a la parte de atrás de la camioneta, no le di mucho tiempo de reaccionar y la arrodille de modo que teniendo las rodillas en el piso de la camioneta se recargara en el asiento de atrás con toda la intensión de cogérmela de “perrito”, me acomode detrás de ella listo para penetrarla, ella de nuevo le confiaba todo a tener puesta la pantaleta (la cual por cierto estaba empapada con sus jugos, mi semen y un poco de su sangre), me causo mucha gracia que sujetara su pantaleta como si se le fuera la vida en ello, intente bajársela pero la sujeto con fuerza por lo que simplemente la hice a un lado nuevamente, y de golpe le metí la mitad, ella solo dejo escapar un “hummm”, la sujete de la cadera y comencé lentamente a bombearla, las dos veces que se vino y mi propia corrida la lubricaron perfectamente, pero eso no restaba su estrechez que me estaba llevando al cielo, comencé a acelerar el ritmo, cada embestida insertaba un poco más hasta que a la cuarta o quinta embestida se la deje ir toda.

Que placer me estaba dando, ese cuerpecito era una delicia, con la confianza de ya haberme corrido antes aceleraba mi ritmo, y después lo bajaba, ella comenzó a emitir leves gemiditos, lo que me envalentono más, mientras la metía y sacaba la tome del cabello y la jale hacia mí, le di vuelta a su cabeza, y aproveche para besar esos tiernos y hermosos labios por primera vez, ahora no opuso ninguna resistencia, sin embargo no fue un beso meloso ni romántico, más bien fue algo lujurioso y espontaneo, en esos momentos mi mente volaba y me imaginaba esa boquita alrededor de mi pene, entrando y saliendo hasta su garganta y vaciándome en ella, pero eso lo debía dejar para otra ocasión, la sujete con fuerza de la cintura y la bombee con más fuerza, ella se sacudía con cada embestida y gemía levemente como si le diera vergüenza hacerlo, acelere el ritmo como podía, porque el limitado espacio tampoco me permitía hacer mucho (coger en un auto, aunque sea una minivan, es muy excitante, pero difícil), hasta que sentí que me corría, yo no quería que acabara, al contrario quería que durara, así que baje el ritmo, se la saque y la recosté en el piso de la camioneta.

En un espacio tan estrecho fue difícil, pero la penetre en la posición del misionero, al estar en un espacio confinado ella no podía abrir completamente las piernas por lo que me apretaba con más fuerza el pene, ya de por si estrecha por estar recién estrenada producía una gran sensación en mi pene, tal situación se salvaba un poco por lo excelentemente lubricada que estaba, pero al estar acostada en un pasillo estrecho en la minivan conmigo encima, Lalita no estaba precisamente en la pose más cómoda, y el hecho de que no pudiera abrir más las piernas no nos estaba dando resultados, por las muecas de su cara empezó a sentir dolor, y no es que yo tenga los 25 centímetros de carne en barra como la mayoría que sube relatos dice tener (nadie les creé), no soy un superdotado, ni la tengo gruesa como bat de beisbol como muchos presumen (en serio absolutamente nadie les creé), más bien estoy en el promedio de tamaño, ninguna mujer se ha quejado y si en cambio he tenido muy buenas experiencias, mi virtud no es el tamaño es el tiempo que puedo durar, como decimos en México, “no importa lo grande ni lo grueso, importa el tiempo que dure tieso” en fin regresando a nuestro tema, pensé que si la lastimaba todo se acabaría en ese momento, así que desistí y decidí volver a la siempre confiable y excitante pose de perrito.

Con toda la resignación del mundo y bajo protesta de mi mejor amigo que insistía una y otra vez en internarse en esa grutita me tuve que salir de ella y acomodarla de nuevo de “perrito”, para penetrarla por su vaginita, y de nueva cuenta haciendo a un lado sus muy húmedos calzoncitos comenzó el bombeo, ella de nueva cuenta arrodillada en el piso de la camioneta con su pecho y cara recargadas en el asiento de hasta atrás de la camioneta, y yo esta ves prácticamente encima de ella cumpliendo los deseos de mi mejor amigo, en un momento me enderece un poco y le alce la falda, de nuevo veía el espectáculo de mi pene hundiéndose en ella, pero ahora por la espalda, una y otra vez entrando y saliendo de ella con gran placer, Lalita comenzaba a gemir más fuerte su respiración ya de por si rápida se aceleró, se puso tensa señal de que su orgasmo se acercaba, yo me subí de nueva cuenta en ella y con mis manos en sus caderas la empujaba hacia atrás mientras con mi cadera la empujaba hacia adelante en un movimiento constante y fuerte, y su orgasmo llego, soltando sus fluidos nuevamente y apretando los dientes se vino en un gran orgasmo poniendo tenso todo su cuerpecito hermoso, mi cuñadita, la nena hermosa de la familia, la consentida, la pequeñita, Lalita aunque se llame Laura, estaba cogiendo como conejo prácticamente en la calle y se llevaba un orgasmo de campeonato, ya que ella se había adelantado y antes de que nueva cuenta se relajara sin frenar el ritmo eyacule dentro de ella de nueva cuenta con fuerza, que placer me estaba dando esa chiquilla, mi semen entro en ella dándome un orgasmo al calibre del de ella, fue entonces que me detuve, ella se relajó y se quedó recargada en el asiento trasero de la camioneta sentada en el piso, obviamente tuve que salir de ella y me acosté en uno de los asientos individuales de en medio, todo adormecido.

Abre estado en completo estado de relajación por unos 5 minutos cuando la realidad me vino de golpe, sonó mi celular, había tenido dos muy buenas cogidas bastante excitantes con la hermana menor de mi esposa y ahora ella me estaba marcando, la van olía a sexo, Lalita olía sexo y lo que es peor yo olía a sexo, Y MI ESPOSA ME ESTABA MARCANDO, tome aire, me relaje y le conteste, en tono más que preocupado, me pregunto por su hermana, total si yo me caía a un pozo o moría ahogado no tenía ninguna importancia, pero que su hermana no se despeinara, le explique llegue como quedamos al salón de fiestas (verdad) bien dispuesto a regresar lo más rápido posible a la casa (mentira), que recogí a su hermana (verdad por cualquier perspectiva), que le intente marcar pero debido a la tormenta no habían funcionado los celulares (mentira), y que por precaución me había detenido para no correr riesgo de chocar o algo parecido (verdad), y que esperando que pasara la tormenta nos quedamos dormidos (mentirota), a ella le encanto que su caballero en armadura encargado de rescatar a la princesa de la familia por precaución se detuviera y por lo tanto la princesa estuviera bien (en mi opinión muy bien), pero que estaba lejísimos y por lo tanto me tardaría todavía buen rato en llegar.

Yo tenía un problema, mi pantalón se encontraba manchado de sus jugos, sangre y mi esperma, y el olor a sexo en la camioneta era fuerte, y no solo eso, el calzoncito de mi cuñadita estaría empapado de jugos, esperma y sangre, pero de nueva cuenta el destino jugo a mi favor y recordé que casi de camino se encontraba un Wall mart, que abre las 24 horas, como pude volví a acomodar a Lalita en el asiento del copiloto, y me dirigí a la tienda y ya en el estacionamiento decidí que hacer con la principal evidencia del delito el calzoncito de Lala, así que con ella adormilada decidí quitárselo sacándolo de sus piernitas, la principal evidencia del delito era esa prenda intima, que no era un hilo dental o una tanga, era de tamaño normal y debo decir muy poco sexi, nunca he sido fetichista, y el riesgo era muy superior al simple morbo por lo que decidí deshacerme de ese pequeño pedazo de evidencia, en todo ese tiempo Lalita se encontraba profundamente dormida, por lo que no fue problema, tire la pequeña prenda en un bote de basura del estacionamiento y en la tienda compre un pantalón de mi talla, una camisa parecida y un neutralizador de olores, me cambie en la camioneta, y al no saber qué hacer con ellos lance a unos arbustos mi pantalón usado y la camisa y me dirigí a la casa acompañado de una lluvia tenue residuo de la tormenta.

Cuando llegamos a la casa desperté a Lalita que se encontraba profundamente dormida, caballerosamente le abrí la puerta y la baje, ella como pudo se acomodó la ropa y el cabello mientras yo rociaba su asiento con el neutralizador, no me dijo absolutamente nada y así en silencio entramos a la casa, nos recibieron como si hubiéramos regresado de la guerra, todas (mi mujer, mi suegra, mi otra cuñada y una tía mayor que vive con ellos) gritaron eufóricos y rodearon a Lala que tenía cara de ¿Qué está pasando? Y me veía raro, mientras se hacía toda la algarabía mi cuñadita se dio cuenta de que algo le faltaba y peor aún algo le escurría en las piernas, y volteaba y me veía con ojos de pistola, yo quería desaparecer lo antes posible cuando me intercepta mi suegra y me dice: ¡gracias por RECOGER a mi hijita, no podía estar en mejores manos!, juro que me mordí la lengua para no soltar la carcajada y solo atine a decir: cuando quiera suegrita, usted me dice y la vuelvo a recoger.

Después de ese día tuve varios encuentros con Lalita a lo largo de dos años, me la cogí en la cama de sus papas, en el lavadero del patio de atrás, con el uniforme de la escuela puesto en la cocina (mis suegros y mi esposa estaban en la casa), y encima de un oso de peluche gigantesco que un pretendiente le regalo, dependiendo de la respuesta de los lectores, contare todas esas historias y un poco más.

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