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Mi dulce Silvia complace mis sórdidos deseos ( CON fotos)

Gus20XXX Relato enviado por : Gus20XXX el 16/04/2015. Lecturas: 5159

etiquetas relato Mi dulce Silvia complace mis sórdidos deseos ( CON fotos)   Confesiones .
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Resumen
Apenas se fue aquel infortunado botones y luego de burlarnos a más no poder de la cara que puso, Lucía se acercó a mí con su caminar sensual que devasta la mente y enciende el espíritu, luego, con coquetos movimientos hizo de nuestro inminente encuentro sexual un deleite a mis ojos y estimulación desbordante para mi verga, loca por estar dentro de ella....


Relato
Apenas se fue aquel infortunado botones y luego de burlarnos a más no poder de la cara que puso, Lucía se acercó a mí con su caminar sensual que devasta la mente y enciende el espíritu, luego, con coquetos movimientos hizo de nuestro inminente encuentro sexual un deleite a mis ojos y estimulación desbordante para mi verga, loca por estar dentro de ella.

Me quedé echado en la cama viendo sus eróticos movimientos mientras ella andaba para un lado y para el otro desnuda, excepto por ése portaligas negro que tan bien le quedaba y destacaba sus nalgas de fantasía y sus enormes tetas que pareciera estaban a punto de estallar. Era un verdadero disfrute verla caminar así. Sé que mi mujer y la he visto innumerables veces desnuda, he recorrido con mis manos, mi boca y mi verga cada cm. de su cuerpo, pero aún así me emociona describir ese momento pues hasta antes de ella no había disfrutado de una mujer con ese garbo y cuerpo voluptuoso. Una auténtica diosa. Me he cogido a mujeres menores y mayores que yo. Algunas de buen culo y buenas tetas, otras tantas bajitas, flaquitas, gorditas. De todo. Pero jamás alguien que solo mirarla era la golosina más empalagosa que pueda existir. De esas mujeres que quieres que todos sepan que es tu mujer. Ella lo sabía y por ello afinaba el caminar y balanceaba las caderas pronunciando aún más mi apetito voraz por comerme su enorme trasero, tan grande y redondo, lozano y carnoso. Me sentía en el cielo.

Luego de verla con ojos de lobo feroz se acercó a la cama y dio rienda suelta a su fantasía. Al menos así lo supuse pues fue quien tomo la iniciativa. Me esposó las manos a la cabecera de la cama y me colocó una pañoleta negra en los ojos. Sin pérdida de tiempo se acercó a mí y comenzó a besarme el cuello, el pecho, los brazos. Lo hacía rozando levemente cada parte de mi cuerpo haciendo que se encienda cm. a cm. Cada vez que trataba de besarla con pasión y meter mi lengua en su boca, jugaba conmigo y sacaba la cara para otro lado. Con cada intención mía de coger con mis labios sus pezones ella los retiraba inmediatamente, dejándome completamente excitado y con la verga más ansiosa que nunca deseando penetrarla a morir.

Luego de unos 15 tormentosos minutos en los que sentía que mi verga iba a explotar por fin se descuido y dejó a mi merced su punto débil: su cuello. Una vez que logré besárselo y producir esa electricidad que siempre me dijo la volvía loca, logré que se quede quieta y pueda continuar besándole esta vez los labios, metiendo mi lengua con voracidad en su boca y en sus orejas (esto la excitaba a morir). No pudo más y puso sus tetas en mi boca, ocasión que no desaproveché para lamer sus pezones y mordérselos estirándolos hasta ponérselos rojos y bien paraditos. La tenía en mi poder y sabía que no faltaba mucho para que pierda el control pues adora que le lama los pezones. Sin embargo en un arrebato, logró sacar sus tetas de mi boca y pareció que se paraba sobre la cama y se iba. Pasaron unos segundos de incertidumbre hasta que, como si me pusieran un par de balones de básquet en mi cara, sentí que era tragado por sus enormes nalgas y obviamente no escatimé esfuerzos en meter toda mi cara en ese culo y hundir mi nariz y lengua en su vagina ardiente, ávida placer.

Durante sendos minutos le comí literalmente la concha hasta que mi cara quedó empapada. Luego se levantó y sin más miramientos se puso de cuclillas y se sentó en mi verga de un solo golpe. El grito que dio fue un indicativo de lo excitada que estaba y del estado temible de mi verga que a esas alturas estaba más venosa que nunca. Al no poder utilizar mis manos encogí ligeramente las piernas para darme impulso y de esa manera encontramos la sincronía perfecta. Con cada descenso de su cuerpo yo asestaba mi verga erecta en su vagina y el resultado era un festín de gemidos confundidos con gritos de dolor. Luego de media hora de meterle verga sin parar no pude aguantar más el aluvión de semen que tenía y la llené por completo. Quedó tendida sobre mí con las piernas que le temblaban por el esfuerzo, algunos jadeos y la respiración agitada. Me quitó la venda y las esposas, y observé que estaba con la cara llena de lágrimas. La había escuchado gemir mucho mientras la penetraba pero no imaginé verla llorar. Sin embargo había también había una sonrisa, una expresión de profunda satisfacción. Con voz llorosa me dijo: Mi vida, eres todo lo que le pedí a la vida. Pensé que no iba a enamorarme otra vez pero ya no puedo vivir sin ti. Con nadie más que tú quiero pasar mi vida. Júrame que no me cambiarás por otra, me dijo llorando, al tiempo que me abrazaba y me decía sin parar que nunca la deje.

Habría que ser muy estúpido para cambiar tremenda mujer por alguna otra, cualquiera que fuese. Sin miramientos me levanté sin decir nada, dejándola con el rostro con una mezcla de amor, dolor y confusión por mi actitud. En realidad fui a sacar de mi bolsillo la gran sorpresa que le traje. Regresé a su lado e inclinándome, como marcan los cánones, le pedí la mano en ese momento entregándole un bonito anillo que le había comprado. Era una situación extraña pues si bien el momento era romántico, había una dosis de erotismo porque podía observarme, a través de los espejos que había en la habitación, desnudo y a ella igual. Además, esto ya lo había planeado pues a decir verdad, no dejaba de pensar en ella. A pesar de esa pedida de mano poco común ella se emocionó hasta las lágrimas, se tomó la cara al ver la joya y se abalanzó sobre mí diciendo que aceptaba (repitiéndolo hasta el hartazgo). Le puse el anillo en su dedo y le dije: Ahora sí mi amor, lo sabes. Serás mía para siempre. Y sellamos el lazo fundiéndonos en un apasionado beso. Luego celebramos con unas copas y nos metimos de nuevo a la ducha para bañarnos. Mientras nos bañábamos me dijo riendo: acabas de darme un anillo divino y la verdad no sé qué hacer para compensarlo…. mmmm… tal vez este anillo te guste. Y diciendo esto cerró la llave de la ducha y se colocó de espaldas mientras con ambas manos se abría las nalgas dejando al descubierto su perverso ano, ansioso por tragarse mi verga. No requirió decir nada pues al instante estaba detrás de ella, me masturbé un poco hasta tener mi pene "de fierro" y, tomando impulso, le hundí mi verga entera en ese ojete maravilloso. Me di un verdadero festín penetrándola por el culo. Sintiendo como gritaba con cada arremetida y aún así me pedía más y más. Sin llegar a exagerar habremos estado casi media hora en esa danza sexual cuyo resultado fueron varios orgasmos anales y mi posterior desfogue en sus entrañas.

Luego de habernos aseado debidamente regresamos a la cama a seguir bebiendo licor. Nos mirábamos con amor repitiéndonos lo felices que éramos. Vimos un poco de TV para finalmente acostarnos abrazados hasta dormirnos. Como a las 3 de la mañana ella se levantó de la cama, aparentemente para ir al baño. En ese momento también desperté y vi como revisaba su celular que había quedado tirado en el piso al lado de la cama. Al parecer le habían llegado mensajes o estaba revisando su facebook pues demoró un poco. Luego se dirigió al baño y en ese momento, como si algo me poseyera, de un brinco la intercepté en la puerta y la empecé a besar apasionadamente. En realidad mientras estaba en la cama viendo que miraba el celular quedé prendado de su figura, de su cuerpo exquisito y ya en ese momento me ponía nuevamente erecto. Por ese motivo cuando la alcancé en la puerta del baño estaba con un sable entre las piernas. Ella sonrió sorprendida y se sorprendió aun más cuando la levanté del piso y colocando mi verga en su vagina, la penetré con violencia. En ese momento era un animal. Ni si quiera me interesó que me diga que se estaba orinando, que la espere un ratito. En ese momento mi mente era dominada por mi verga. La penetré contra la pared y sentado en la cama, y no paré hasta hacer que se venga orinando sobre mí y gritando como una condenada. Fue un orgasmo brutal y aunque yo no me vine, me resultó muy excitante sentir el calor en mis piernas cuando se meo encima. Como seguía erecto, le levanté las piernas y me eché encima de ella, quedando sus talones a la altura de mis hombros. Seguí con el feroz vapuleo a su vagina hasta que girándola la dejé boca abajo. Momento para castigar su culo nuevamente. Quizás por el descanso que tuve o porque ya había perdido mucho semen, lo cierto es que no podía venirme y al fin, luego de casi una hora, pude hacerlo sintiendo que se me iba la vida.

Hubiera querido quedarme así, echado en esa montaña, que era su culo, con mi boca en su cuello, pero mis 100 Kilos fueron demasiado y sentí que la pobre no aguantaba más. Por ello me tendí a un lado y ambos sin aliento ni para hablar nos quedamos dormidos. Al día siguiente me desperté para orinar y ella aún dormía profundamente. La miraba más enamorado que nunca y me complacía de tener tanta suerte de cumplir mi sueño de adolescente, desde aquella vez que la vi desnuda y soñé tantas veces con hacerla mía. En ése entonces era imposible, ella estaba a plenitud y yo era un chiquillo que no podía ofrecerle nada. Pero ahora las cosas cambiaron. No solo tenía estabilidad económica sino que físicamente estaba a su altura, como tantas veces escuché a algunos amigos decir: esa mujer es de mi "peso", y ella lo era. Era alta para un hombre enorme como yo. Tenía una contextura ligeramente delgada pero con unas piernotas y un trasero descomunal, con unas tetas enormes y un garbo natural exquisito. Además le hice lo que ningún hombre pudo y a pesar de la diferencia de edades, lo importante era vivir con intensidad cada momento. Es mi filosofía.

Traté de no hacer ruido pero en un momento ella buscó mi cuerpo con su brazo y al no encontrarme despertó. Me miró y sonrió diciendo: buenos días mi vida, porqué me dejaste solita?. Porque me gusta verte desnuda, le dije sin chistar. A ella le complació mi respuesta y me dijo: te gusta verme desnuda así? (se echó de costado en posición fetal en una postura muy tierna) o así? (esta vez se puso boca arriba y abrió las piernas, dejando al descubierto su concha, para mi deleite). Caminé hasta la cama y me paré frente a ella. Ella comenzó a masturbarse para mí pero yo solo la observaba. Mi pene se ponía cada vez más duro pero aún así resistía la tentación y seguía mirando cómo se frotaba el clítoris jadeando y suplicando que vaya a su encuentro. Luego de 5 minutos no pude resistir más y me tragué literalmente su concha y su culo, al tiempo que ella me mamaba la verga con extrema vehemencia. Al momento la puse de perrito y le empecé a dar otra memorable cogida cuando de pronto sonó su teléfono. No quise que contesté y más bien aceleré el ritmo, pero el móvil estaba cerca y ella pudo ver que era su hijo. Paré entonces dejando mi verga en su vulva, ansiosa por estar de nuevo dentro suyo. Ella le contestó diciendo que estaba tomando desayuno con su amiga y él le dijo que ya estaba llegando para recogerla. Como estaba cerca pude escuchar claramente y si bien tenía pensado cogerla mientras hablaba, esto último hizo que a ambos se nos quite las ganas. Ella algo nerviosa le dijo que ya no estaba en casa de la amiga sino en un centro comercial bastante lejos (pero a la vuelta de donde nos encontrábamos). Le dijo además que no se preocupe porque se iría en taxi pero él insistió en recogerla.

Quizás el instinto le decía a él que su madre estaba en peligro. Ni siquiera tenía idea el pobre de la noche que pasé con ella y de los Kilómetros de verga que le hice comer por la concha y por el culo. En fin, por no tener problemas, apenas se despidió nos dimos un baño relámpago, salimos del hotel y fuimos al centro comercial. Me despedí de ella dándole un descomunal beso mientras mis manos agarraban su cintura y acariciaban solapadamente sus nalgas, pues en ese momento habían muchas personas. Me despedí y quedé en llamarla más tarde, no sin antes decirle que tarde o temprano Richard tendría que saberlo, y más aún: aceptarlo.

Mientras me iba quedé pensativo. Efectivamente era la mujer de mis sueños, pero estar con ella suponía perder a un gran amigo. Si hubiera sido escondido no perdería a ninguno, eso es cierto, pero por otra parte el hecho de despertar y no encontrarla a mi lado era ya una letanía que no iba a soportar más. Lo importante es que nos comprometimos y ahora solo había que tener fuerza de voluntad y paciencia.

Pronto volveré con la continuación de este relato, que depara muchas sorpresas más….



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:47) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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