Mónica 15

Mónica 15

Despertaba con un día esplendoroso, ignoro el dato meteorológico pero tenía un sol interno alumbrándome el corazón. Había tenido en los brazos a Mónica y aunque debiese compartirla me conformaba con que ya no era tan lejana e imposible.

No quería pasar un domingo aburrido y decidí pasar por el empleo de Diana, hoy le darían franco y podría llevarla a un hotel para encularla debidamente, el otro día me había dejado con las ganas.
Al tocar la puerta salió un hombrecillo escuálido, era el que imaginaba grandote y fornido pero este alfeñique con ojeras denotando una vida licenciosa, era el portador de los billetes en esta casa. Al decir que venía a buscar a Diana me hizo pasar con gesto adusto, parece que el tipo quería a la mucama para él solito...

Salió la morochita lamentándose que debería esperarla, estaba planchando la ropa del señor que estaba por salir además no podría dejar sola a Laurita hasta que volviese la madre.
Cuando apareció la chiquita vino corriendo a saludarme y la alcé en brazos elogiando su preciosa blusita, así alzada la llevé hasta la sala sentándola en mis piernas mientras le ofrecía unos dulces que había traído. Otra vez el enano maltrecho con su mirada aviesa, tampoco permitiría que me acercase a su inocente hijita.

Al mencionarle que estaba en el tema informática se alivió un poco relatando que tenía una empresa para armar esos equipos, lamentando que todo fuese importado si podríamos fabricar algunas partes nacionales. Al menos el cretino abusador tenía un tema que me interesaba, iniciando una fluida conversación.
La pobre criatura se aburría yendo a sentarse en la falda del padre pidiendo que juguemos, el pobre se ponía de todos colores temiendo que la hija lo delatase y fue a buscar su ropa yéndose con la camisa un poco arrugada.

En cualquier momento volvería la señora de su partida de canasta y Diana anunció que se iría cambiando. Llamé a Laurita para que relatase otras cochinadas de su familia y teniéndola paradita a mi lado preguntó por el otro día, la razón de tener el pajarito en el agujero para hacer caca de Diana.
Sus palabras simples pero de alto contenido erótico me ponían los pelos de punta, debía explicarle que en las parejas adultas aveces nos gustan los orificios alternativos para sentir placer.
Le acariciaba la espaldita bajando lentamente hasta la colita, le decía que algún día los muchachos le pedirían metérsela por allí y le agradaría la sensación.

Contaba en tono confidente que el papito le metía un lápiz por allí cuando era más chiquita pero ahora que era grande ya no. Reflexionaba cuál edad debería llamarse "chiquita" pero no importaba, la tenía a disposición deseando aprender más.
Le pregunté que cosas sentía cuando el padre la toqueteaba, respondiendo cosquillitas lindas y además le prestaba atención, el resto del día la ignoraba como si fuese un mueble.

Me causó inmensa ternura el modo de Laurita para buscar cariño, acariciándole las piernitas y subiendo la mano bajo su minúsculo vestidito. Al llegar al tajito le dije que de ser mi hijita la tendría todo el día en brazos llenándola de besitos, la pobre se emocionaba agarrándose de mi cuello para darme un beso en la mejilla.
Inquiriendo si sabía besar bien, contó que el papito le daba piquitos en la boca pero nada más, solamente quería tocarla en medio de las piernas, pensé que además de alfeñique el tipo era estúpido, cómo podía perderse esos inocentes labiecitos que llamaban para ser besados.

Subiéndola sobre mis piernas ofrecí enseñarle apoyando apenas la boca sobre la suya, sentía el airecito expulsado por su nariz mientras le daba un tenue besito. Tomando su carita entre las manos sugerí que abriese un poquito los labios respondiendo a la caricia y esta vez la besé con más ganas, la chiquita recuperaba la respiración cuando le dije que debería respirar normal por la nariz durante el beso que podría ser mucho tiempo.
Para practicar esta vez me comí su boquita mientras ella respiraba normalmente, mucho mejor y la felicité por ser tan buena alumna.

Por suerte la solté al escuchar la puerta, retornaba la madre buscando a Diana. Salió de su cuarto vestida formalmente pero la señora le comunicó que estaba sin comer pidiendo le preparase algo, le pagaría doble el franco.
No quedó más remedio que ir al cuarto de servicio para al menos verla a Diana desvestirse, la chiquita me seguía pegada como lapa y apreciarla a la chica en bombachita y soutien me la puso dura al instante, tuve que sentarme ante el teclado para disimular mientras Diana compungida me pedía disculpas por no poder salir.

Laurita tenía la manita apoyada en mi pierna preguntando si se me ponía así por verle la bombacha a la empleada, tuve que confesarle que a mi edad se ponía dura al ver a una chica en ropa interior sin necesidad de tocarla.
Al tomarle la mano para apoyarla sobre el bulto la retiró presurosa argumentando que ahora estaba la madre y se enojaría de pescarla haciendo eso, llevándome a sugerir que una situación riesgosa tenía mayor morbosidad, la pequeña no comprendía terminando por decirle que se sentía más lindo temiendo ser descubierto.

La chiquita aterrizaba sus deditos sobre mi erguida humanidad al tiempo que le tocaba suavemente el tajito, el peligro la hacía temblar mostrando lo más parecido a la excitación para su tierna edad.
Vigilando la puerta, se escuchaban los cubiertos en señal que la madre estaría comiendo y aproveché el momento para besarla tiernamente, Laurita transpiraba del susto cuando le aseguré que nadie vendría. Al menos no la madre pero apareció Diana pescándonos en plena faena, ella estaba habituada a esas escenas pero cuando la señora estaba fuera de casa.
Cerrando la puerta asustada me preguntó si estaba loco, como podría hacer esas cosas con la madre dando vueltas, tranquilizándola que escuchaba los cubiertos en el comedor sabiendo que estaríamos solos además era más excitante la situación riesgosa.

Revolviéndome el cabello me dio un beso apasionado, la nenita preguntaba si sabía respirar mientras tenía la boca tapada causando nuestra hilarante risa. La pequeñaja estaba curiosa por aprender y siguió con las preguntas, si le dolía cuando la metí en el agujerito equivocado y que sabor tenía eso que se tragaba al final de los jueguitos.
Era una máquina de hablar y le sellé la boca con mis labios, Diana decía que no duele si se hace despacito y para demostrarlo se sentaría encima del palito. Eso ya me gustaba más, al fin la encularía como tenía planeado y de postre tenía la nenita curiosa.

Abriéndome el pantalón dejé la herramienta apuntando al techo, Diana decía que habría que usar la crema de manos y se puso a embadurnar el gusano para luego pasarse un poco por el ano.
Alzándose el uniforme me extrañó que no tuviese la bombachita que recién le había visto, como fuere, se fue agachando con el trasero desnudo mientras apuntaba el glande a su fruncido huequito ante la mirada atenta de Laurita.
Estando bien lubricada, le dolió poco al entrarle la punta en el culito y lentamente se fue sentando mientras se introducía la barra de carne. Me hacía ver estrellitas sentir esa funda ajustada tragándose el pene, abrazando a la nenita parada a mi lado no podía quitar los ojitos de allí y pasando la mano hasta su colita deslicé un dedo por debajo de la prendita íntima.
La pobre estaba concentrada viendo aparecer y desparecer la barra bajo la empleada y ni se inmutó al tocarle entre las nalguitas y puntear su minúsculo anito.

Tuve que meterme el dedo en la boca varias veces para mojarlo bien antes de metérselo un poco en el culito, claro que no sería un bestia ensartándole todo el dedo, solamente la puntita. Cuando le entraba el invasor por detrás pegó un respingo dándose cuenta lo que le estaba haciendo, le dije que comprobase que no era doloroso y como tenía las manos ocupadas le pedí que se acercase para besarla.

Estaba en eso mientras llenaba de leche el intestino de Diana, sacándole suavemente el dedo del culito para que no le doliese me aferré a la cintura de la empleada para enterrársela a fondo mientras acababa.
Por suerte la puerta estaba con pasador al llamar la señora, estábamos prolijamente sentados mirando la pantalla.

Llegué a casa agotado sin ganas de visitar a la vecina, tenía trabajo pendiente hasta la noche.
Al despertar recordé que se terminaba el fin de semana y había que traer a Mary, la nenita me tenía hipnotizado y necesitaba sentirla alzada en brazos.
Se supone que iría al atardecer pero nada más tomar una ducha salí rumbo a la calle de tierra, en el camino compré unas botellas de vino y golosinas para mi muñequita.

En la casucha estaba el viejo pudiendo comprobar que solamente se le podría parar el pulso cardíaco. El tipo muy contento por las bebidas y Mary vino corriendo a mis brazos, desenvolvía los bombones para tomarlos entre los labios y pasárselos de ese modo, no llegaba a besarla pero rozaba sus tiernos labiecitos.
La madre miraba encantada los amorosos jueguitos y también quería una golosina, a ella si le dí un chupón que casi se atraganta con el dulce.

El tipo bebía directamente de la botella semi-oculto detrás de la cortina que separaba la cama del resto de la casita. Sentada frente mío separaba las piernas mostrando la bombacha nueva que se había comprado, por suerte Mary no se percataba mientras se devoraba las golosinas. Pidiendo permiso para pasar al baño le pasé la hija sosteniéndola por la colita, al sentarla dejé la mano en la entrepierna de la madre para palpar bien su nueva prenda.
El baño era un cuartito en el fondo con un agujero en el suelo y lleno de moscas, casi no pude mear allí.

Al retornar, la madre de Mary sugirió que saliese un rato para jugar en la calle, era de tierra sin tránsito vehicular. Vigilando a la nena por la ventana, me paré detrás de ella haciéndole notar que el padre roncaba borracho. Alzando los hombros en señal de resignación retrocedía la cola buscando mi bulto, esta vez le amasé los pechos pensado que allí se había amamantado mi muñequita pasando mi mano hacia abajo solamente para descubrir que de esa puchita también había salido Mary. Todo llevaba a su personita inquieta que estaba persiguiendo a un huidiza gallina.

(continuará)