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No fuí infiel, hasta que me enteré que mi mujer ¡si!

bareta Relato enviado por : bareta el 27/01/2013. Lecturas: 7774

etiquetas relato No fuí infiel, hasta que me enteré que mi mujer ¡si!   Infidelidades .
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Resumen
No me importó ser infiel, cuando me dí cuenta por una vecina, del tamaño de mi cornamente.


Relato
Me llamo Luís, tengo 26 años, llevo dos años casado con Tania de 24, no había pensado en serle infiel a mi mujer, que como diseñadora, su trabajo lo desarrolla en casa, por lo que ella siempre está arreglada, la casa en orden y la comida preparada, de sexo, una o dos veces por semana, lo más normal que se pueda. Yo trabajo, toda la semana, aunque el sábado, llego a casa alrededor de la 2:00 p.m.
Un domingo, en una reunión entre vecinos, Sofía, de 25 años y divorciada, que vive, justo a un lado de nuestra casa, discretamente, me dijo:
-Deberías de cuidar más a tu mujercita, porque ya nada más te falta rumiar y mugir.
-¿Crees que me pone los cuernos?
-¡No!, no creo, ¡Te lo aseguro!
-¡No es cierto!
-De verdad que eres ¡Buey!, pero no se te notan los cuernos.
-¡No te creo!
-¡Lo quieres confirmar?
-¡Sí!
-El sábado, pides permiso para faltar al trabajo, sales como siempre de tu casa, dejas el coche a unas calles y te regresas a mi casa, te dejo la puerta abierta para que no hagas ruido.
Pasé la semana, entre enojado y dudoso, no mencioné nada. El martes, cogimos como siempre (ella abre sus piernas, mamo, entro, tallo, me vengo, salgo y a dormir). El viernes, pedí el permiso por no dejar, por la noche, busqué sexo con Tania, que se negó diciendo estar cansada y se durmió,
El sábado, hice lo que Sofía, me había indicado, cuando entré a su casa, iba saliendo del baño, con el cabello húmedo, descalza y la toalla enredada en su cuerpo, sonriendo, aclaró: No te enojes conmigo, por ser chismosa, sé que quieres mucho a Tania, pero tú sabrás como continúas la relación, después de ver lo que hace, mientras esperas, ¿quieres un café?
Llegamos la cocina, tomando el café en la mesa con cubierta de vidrio, pude observar, que la toalla se recogía sobre sus piernas y me dejaba ver gran parte de sus muslos, tragué saliva y pregunté:
-Si, ¡como te enteraste?
-La ventana de tu cuarto, esta frente al mío, entre semana, no sé que hace, pero todos los sábados, tiene visita.
-¿Y se ve todo?
-No te espantes, no soy fisgona, pero ya te darás cuenta como lo noté, aparte la taruga de Tania, no cierra las cortinas ni la ventana.
Un rato después, claramente, se escuchó un auto llegar frente a mi casa y sin sonar el timbre, el cerrar de la puerta.
-Ven acompáñame y trae tu banco, para que no te canses.
Subimos a su cuarto, estaba a media luz, por tener cortinas gruesas para la luz, las abrí un poco y pude mirar mi habitación vacía y perfectamente la cama. Esperé algunos segundos, con mis ojos acostumbrados ya a la penumbra, busqué a Sofía para decirle que no se veía a nadie y pude observar su desnudez cuando se ponía perfume y se subía una diminuta tanga, nuestras miradas se cruzaron, sonrió y se oyeron frases y risas en mi casa, rápidamente se enrolló de nuevo la toalla y dijo: -¡Y comienza la función!
Nos quedamos a la mitad de su ventana, entreabriendo escasamente la cortina, mientras yo estaba hincado en el alto banco, ella delante de mí, con su cabeza junto a mi ombligo y nos dispusimos a observar.
Mi mujer, entró al cuarto con un hombre, desconocido para mí, entre risas y besos, le estaba quitando la camisa, él la tenía agarrada de las nalgas, parados a un lado de la cama, le aflojó el cinturón y le bajó al mismo tiempo, pantalones y calzones, apareció su verga, Tania, de inmediato se arrodillo y ¡se la comenzó a mamar!, conmigo nunca había querido. Después de unos minutos, la levantó y la desvistió por completo, la recostó boca arriba sobre la cama y empezó a chupar sus chiches, ella lo atrajo de la nuca y comenzó a vociferar: ¡Así! ¡Ahhhh! ¡¡Así!
Después dobló sus rodillas y le separó las piernas, acopló su pito en el agujero de Tania y de un empujón, se perdió en el interior de ella con un estruendoso grito de ¡Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm!, mi mujer agitaba la cabeza de un lado a otro, mientras el subía y bajaba las nalgas, señal de que se la estaba cogiendo, con mucha fuerza mientras Tania ávida y ganosa, mascullaba ¡Sí! ¡Rico! ¡Dame más! ¡Todo papá! ¡Así!
No lo podía creer, mi mujercita estaba enloquecida y frenética, cogiendo en mí cama con otro hombre, los gritos de placer, retumbaban en mis oídos, de repente, lo abrazó desaforadamente, todo su cuerpo se estremeció y emitió un fuerte, sonoro y largo -Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
En voz alta dije; ¡Que buen orgasmo se acaba de correr la cabrona!
Sofía, volteó a verme fijamente, sonrió y dijo: Luís, por lo que noto, estás más caliente que enojado.
Me agaché a mirarla y contesté: ¡Nooo! ¿Por qué?
Ella respondió: porque ya siento la dureza de tu verga en mi lomo, ya te excitaste viendo coger a tu mujercita.
Era cierto, su espalda estaba pegada a mi bragueta, mi pito estaba parado, pero me comencé a calentar desde que le ví a ella, sus muslos en la cocina. No dije nada, volví a mirar a mi habitación, ella igual.
Nos perdimos algunos momentos, Tania estaba en cuatro patas, dejando todo el trasero a disposición del tipo, uque parado junto a la parte delantera de la cama, se agachó, para que su boca, golosamente chupara y lamiera desde la concha hasta el ano de Tania, mientras ella, con la cara hundida entre los cojines, ahogaba los aullidos de placer.
Volví a decir a viva voz: ¡Se está dejando mamar el culo!
Sin quitar los ojos de entre las cortinas, expresó: ¡Shhhh! Sigue lo bueno.
¿Que? Pregunté ansioso
¡No preguntes y observa!
¡No lo podía creer!, acomodó la cabeza de la verga en la entrada del culo de mi mujer, ví el movimiento de las manos del hombre y escuché un par de nalgadas, un empellón y ¡zaz! El golpeado y colorado trasero de Tania, se había tragado la verga con un fuerte -¡Ayyyyyyyyyyyyy, papaaaaaaaaaaaaaaaaaa!-, -¡Que riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiico!-.
¡Imposible!, mi esposa estaba gozando ser cogida por el culo y yo ni siquiera lo tenía permitido. Los jadeos y resoplidos de ambos, eran perfectamente audibles en el cuarto de Sofía. El hizo mas fuertes las embestidas hasta que se detuvo echando la cara hacia atrás, jalando su cabellera y un fuerte -Ugggggggggggggggggggg-. El hombre se zafó, se encaminó al buró y tomó un pañuelo desechable, pero rápidamente Tania se movió mientras decía ¡No papá, espera!, y dejando la esplendidez de su culo a nuestra vista y su cuerpo tapando las formas masculinas de la cintura para debajo, Sofía y yo, supusimos que se lo limpiaba con sus labios, ¡Ella mamando!, era ¡absurdo e ilógico!, que mi mujer hiciera eso conmigo. Me llamó la atención, como, de su culo abierto y rojizo, comenzaba a salir el líquido pastoso y verde, que le habían proporcionado y que se escurría sobre los muslos.
Se perdieron de nuestra vista, cuando ambos se encaminaron al baño.
Estaba incrédulo, perplejo y pensativo, sentado en el banco, cuando Sofía quedó parada frente a mí y entre mis piernas, dijo: Lo siento Luisito, pero acabas de comprobar que tu mujercita, es en verdad una reverenda puta.
No pude decir nada, estaba mudo y más, cuando abrió el cierre de mi brageta, sacando mi endurecida verga y se inclinó a mamarla. Se levantó, dejó caerla toalla y admirado, pude ver en todo su esplendor sus chiches, cuando dijo: No te preocupes, a todas nos gusta el sexo y yo no tengo ningún compromiso, quiero coger contigo.
Anonadado, deje que me desvistiera todo, se acostó en la cama boca arriba, abrió sus piernas y musitó: ven.
La besé en la boca y poco a poco fui bajando, mi lengua recorrió todo su cuerpo hasta llegar a la inflamada concha cubierta por la tanga, la separé un poco y hundí mis labios en la empapada ranura, ya no aguantaba, así con todo y el roce de la tela de su calzón, acomodé mi verga en la entrada y comencé a clavarla.
Estaba deliciosamente mojada y ansiosa, con toda mi verga adentro, en cada tallón, susurraba -Oh-, -Oh-, -Oh-, yo le apretaba, senos y pezones, se enardeció más y me tomó de las nalgas, enterrando levemente sus uñas en ellas e indicándome el compás de mis movimientos, separando más sus piernas y abriendo la boca llegó al primer orgasmo, emitiendo un tenue pero largo –Ahhh... Ahhhhhh… Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh-, ya no resistí el ardiente coño y la llené con una profusa cantidad de leche, que al sentir el impetuoso torrente, soltó un –Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmm-, nos quedamos recuperando el aliento por unos segundos, luego dijo:
¡Dámelo por atrás!
¿Quieres?
¡Me encanta!
Ella misma se volteó, completamente tendida boca abajo, con los brazos extendidos a los lados, sus piernas bien separadas, lo único que estorbaba para ver por completo culo, era el pequeño trozo de tela encajado entre sus nalgas, sin pensarlo dos veces, rompí las delgadas cintas a los lados de su cadera, al quitar la tanga, provoqué que le raspara su rajadita, con lo que levantó ligeramente su trasero, lo que aproveché para hincar mi cara entre sus nalgas, chupando y ensalivando su ano, acomodé la punta de mi pito en el dilatado hoyo trasero y empezó a perderse en su interior lentamente. Estaba paladeando, deleitándome, con el placer de cogerme a una mujer por el culo, cuando un brusco movimiento de ella, al levantar sus nalgas, hizo que rápidamente se fuera hasta el fondo, con un álgido -Mmmmmmmmmmmmmm-. Pude meter mi mano bajo su vientre y alcancé para sobarle su duro y erecto clítoris, al contacto, levantó la cabeza exhalando un –Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh-, por otro logrado orgasmo, dejándome los dedos completamente empapados de sus líquidos. Seguí tallando, todo mi cuerpo encima del de ella, jalándola de los hombros hacia abajo, produciendo que mi verga entrara a lo más profundo del recinto en que se encontraba, con un –Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-, tuvo otro orgasmo, casi al parejo, la inundé con otra andanada de mi néctar. Por unos minutos, quedamos desfallecientes y agitados, mi cuerpo sobre el suyo. Mientras me vestía, ella ya con la espalda en la cama, aún palpitante, pero con sus brazos y piernas bien separados, pude admirar el magnífico cuerpo que me había cogido, y ver entre el vello vaginal (cortado y bien delineado), el deslizamiento de confusa mezcla hasta gotear sobre una mancha recién producida por lo que me imagino, le salía del culo, cuando dijo:
¿Qué vas hacer ahora con tu mujer?
¡No sé!
Pasó una semana, mi mujer extrañada porque yo no le pedí coger, solicité un nuevo permiso para el sábado.
Ese día volví a salir normal, cuando calculé que aquel tipo ya la tenía ensartada y enloquecida, sigilosamente entré a casa y llegué a la recamara, ¡ni la puerta se preocupaban de cerrar!, la tenía boca arriba sobre la cama, pero con la cabeza colgando en la orilla, frenéticas embestidas que parecía, la iba a tirar en alguna de ellas, ninguno se percató de mi presencia, la única que lo notó fue Sofía desde su ventana. Quedaron anonadados al escuchar: ¡Tania! Al terminar, agarras tus trapos y chingaderas y te vás de esta casa.
No mencionaron nada.
Salí, empujé la puerta abierta de la otra casa y desvistiéndome, llegué al cuarto de Sofía, que ya me esperaba con las piernas abiertas, cogimos desaforadamente un buen rato, al terminar, preguntó: ¿Y ahora?
Sin compromiso, ya tenemos lo que queremos o ¿No?


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Comentarios enviados para este relato
superhot (28 de January de 2013 a las 23:55) dice: Excelente relato pero que mal pex por tu ex mujer, ahora si a desquitarte con la vecina que debe estar muy buena

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:32) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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