imagino la hipotetica situación de observar a una mujer escribir un relato de sexo, cuya construcción la inflama y la hace llamear.Querida gatita cachonda y atrevida:
Me hubiera gustado estar observándote mientras escribìas aquel relato. Ver como alzabas la vista buscando nspiración (tu cuello altivo), ver ese instante (en el que encontrada) bajabas tus párpados y sonreias picaramente, ver como, absorta en ya escrito, mordias tu labio inferior porque una parte de ti, (profunda en tu pensmiento y que ahora no se mostraba) jugaba a que ese labio era piel ajena, imaginada. Ver también cuando te comenzabas a acariciar suavemente tu sexo rozando apenas la fina tela de tus braguitas (la trama que estabas creando comenzaba a inflamar tu deseo y a requerir un goce anticipado).
Me pregunto si te apartaste por unos momentos del relato inconcluso y con tu mano diestra comenzaste a presionar suevemente, decribiendo circulos sobre la parte alta de tu rajita todavía separada de tus experimentados dedos por la fina tela de tus braguitas.
Me pregunto si es ya hábito en tí mantenerlas mientras te excitas, permitirles ser espectador y protagonistas (tal que esas obras de vanguardia y de teatro) y si así es, si lo hiciste aquella vez ( tu cuerpo recostado, la falda levantada, los muslos separados, tu mirada perdida, tu boca abierta suplicando que venga algo muy dulce pero que todavía no, que se demore apenas un instante, porque esto ya es un cielo y tu lo sabes hacer bien. ¿no es así?.
Me pregunto si sigues siendo tan diestra con tu mano diestra, con esos dedos, que ahora ya, cercana al extasis, solias meterlos bajo la braga, y enseguida dentro del sexo, de tu sexo no ya humedecido sino viscoso, no ya caliente sino puro fuego (tu sexo transitaba a flor abierta con inaudito y cálido rocio).
Me pregunto si me hubieras dejado esta vez, de nuevo acercar mi boca, de nuevo quemarme los labios, de nuevo sorber tu inaudito y cálido rocío. Y contemplarte luego, todavía distante, ajena, en otro cielo.