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PERDON AMOR

DULCES.PLACERES Relato enviado por : DULCES.PLACERES el 29/04/2018. Lecturas: 3997

etiquetas relato PERDON AMOR   Infidelidades .
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Resumen
Sabes cuánto te amo, y que eres todo para mí, eres mi vida y sin ti no sabría qué hacer, sé que prometí fidelidad hasta que la muerte nos separe y lo conseguí durante años, evité tropezar con enormes piedras que se cruzaron en mi camino y fui a tropezar con la más pequeña, con la que menos riesgo suponía para mi…


Relato
PERDON AMOR





Carta a mi amor, la persona que amo



Perdón amor, te fallé, no fue premeditado, no lo busqué, solo se dio, juro que no sé por qué lo hice y asumo toda la culpa por ello.

Sabes cuánto te amo, y que eres todo para mí, eres mi vida y sin ti no sabría qué hacer, sé que prometí fidelidad hasta que la muerte nos separe y lo conseguí durante años, evité tropezar con enormes piedras que se cruzaron en mi camino y fui a tropezar con la más pequeña, con la que menos riesgo suponía para mi…

Si ni siquiera es ‘mi tipo’, sabes cuánto me gustan las delgadas como tu…



Tantos años en trabajando en el laboratorio me tienen acostumbrado a los cambios, todo es bastante predecible, nada me sorprende en la rutina, prácticamente puedo adelantarme a cada jugada.

Ya sé que cada dos o tres años la empresa va rotando los jefes, siempre intentan que no se forme camarería para que los sentimientos no influyan, es la política, tú lo sabes, te lo he comentado, y sabes cuánto me molesta porque justamente logran lo que quieren, cada tanto es borrón y cuenta nueva y volver a empezar, volver a cero, a jugar un juego que nunca tiene fin.



También sabes que mi último jefe que llegó hace dos años es mujer, es la primera vez que me pasa, y es bastante más joven que yo, sabes que te hablo de Maira, te he mostrado algunas fotos de ella, y sé que estás tranquila porque como dije antes no es el tipo de mujeres que a mí me hagan suspirar, ni que despierte alguna fantasía en mí, no me llaman las mujeres robustas, además con ese guardapolvos blanco que usa a diario no deja mucho para la imaginación, digamos que lo único que podría haber despertado algo en mi es su largo cabello teñido de rubio brillante, pero ni siquiera eso, tener una jefa no era algo que mi orgullo masculino le cayera muy bien.



Pero no te conté toda la historia, porque con el correr de los días fui bajando la guardia y descubrí que Maira era una muy buena mina, me sorprendió que tuviera las cosas tan en claro, no estaba acostumbrado y sin darme cuenta me empecé a meter en su mundo.

Juro que nunca me pasó, es la primera vez que una mujer no me atrapa por su físico, Maira se transformó para mí en un deseo que mantuve en secreto, me cautivó con su forma de ser, sus gestos, su valor, sus decisiones, es una tremenda mujer y en mi cerebro me imaginaba alguna vez teniendo una aventura con ella, pero tú sabes, eran solo fantasías como todos tenemos, la historia prohibida con mi jefa, diablos, era mi jefa, y yo estoy enamorado de ti, y además, ni siquiera la veo bonita!



Recuerdas un mes atrás, cuando los compañeros del trabajo organizaron una cena y volví a altas horas de la madrugada, bueno, tampoco te conté toda la verdad…

Era una cena laboral, también fueron algunas compañeras, si, mujeres, incluida Maira, lo siento, no podía decírtelo, te conozco y sé que te hubieras puesto celosa, a veces prefiero estas pequeñas mentiras para evitar problemas futuros, ustedes las mujeres tienden a mezclar todo…

Ahora pienso, si te hubiera dicho, seguramente no estaría escribiendo estas líneas…



Esa noche el cielo se presentaba amenazante, estaba encapotado y era evidente que se acercaba una gran tormenta, siempre atenta trajiste mi capa para lluvia, yo no quería llevarla, es molesta y prefería arriesgarme, pero tú insististe y me despediste en la puerta dándome un cálido beso dejando el impermeable en mi antebrazo, te di una palmada en las nalgas y te dejé.

A mi regreso te conté que la noche había sido un tanto aburrida y nos quedamos jugando al póker hasta altas horas por la lluvia reinante… mentiras…



Esa noche fue la primera vez que vi a Maira vestida como una verdadera mujer, su cabello que siempre estaba recogido aparecía suelto con delicados rulos platinados corriendo por su espalda, un atrevido maquillaje pintaba su rostro, y un ceñido vestido negro dibujaba su silueta marcado sus anchas caderas, con un justo escote que dejaba sus pechos asomados en forma insinuante, su carácter fuera del ambiente laboral estaba fresco, distendido, se la veía relajada, femenina, se acercó para darme un beso en la mejilla, normal, como fue saludando a todos, esta vez con sus tacos estaba a mí misma altura, y su perfume me embriagó de inmediato.

El azar quiso que se sentara casi frente a donde yo me había sentado, su pecho aspirando y exhalando fue el centro de atención de mi mirada, trataba de disimular, porque es mi jefa y no quería pasar por un baboso, pero sus pechos se me hacías irresistibles…



Como vos habías anticipado comenzó a llover a mares, la idea era esperar a que menguara pero en verdad más tarde se hacía más llovía, era un diluvio, por lo que algunos resignados comenzaron a irse igual a pesar de la inclemencia del tiempo, y llegó el turno de que Maira se hartara y también decidiera irse.

Recordé la capa para lluvia que vos me habías obligado a llevar, la tenía en el baúl del coche, y como soy caballero de los que ya no quedan le dije a mi jefa que yo la llevaría hasta su casa, y por más que ella se negó yo insistí y lo hice casi a la fuerza, imagina que fui hasta el auto y volví empapado con la capa en la mano, los compañeros de trabajo no me la hicieron nada fácil, abucheándome por mi gesto, dejando ver que solo lo hacía porque ella era mi jefa, no me importó.



Me encargué de que ella no recibiera una sola gota, y te lo juro mi amor que no tenía segundas intenciones, te lo juro por nuestra hija que es lo que más quiero en este mundo.

Cuando llegamos a su casa la acompañé hasta la puerta para que me devolviera el traje de lluvia, Maira me miró y tuvo compasión, me dijo:



No puedes irte así! estás hecho un desastre! Por favor, pasa a secarte, te preparo un rico café!
Gracias… está bien…
Insisto, es un orden!


Su cabeza estaba cubierta por el traje, en la oscuridad de la noche apenas se dibujaba una dulce sonrisa luego de pronunciar esas palabras en torno jocoso, como negarme…



Subimos hasta el cuarto piso, su departamento alfombrado es amplio y acogedor, tiene unos grandes jarrones de adorno, como los que a vos te gustan…

Llevó la capa al baño y prendió el calefactor, aunque hacía calor, me dijo que no sea tímido y me pidió la camisa para ponerla a secar, me sentí un poco incómodo, pero me quedé desnudo desde la cintura hacia arriba, me pidió luego que le diera también las zapatillas y las medias y por último que me acomodara en el sillón.

La vi alejarse hacia la cocina, me dejó solo unos diez minutos en los que revisé discretamente unas revistas de cocina y modas que tenía al alcance de mis manos.

Luego volvió con una rica taza de café, sabía que entraba en un terreno peligroso…



Ella fue a unos metros de donde estaba, encendió el audio de su sintoamplificador, pasó por varias emisoras hasta encontrar un tema de su agrado, era dulce, candente, empezó a moverse al compás de la música, lentamente, con cadencia, meneando sus caderas de una lado a otro, yo tomaba el café a pequeños sorbos con mi vista perdida en su generoso trasero y su rubia cabellera, era todo lo que podía ver.

Tan pronto terminó la canción volvió a mi lado, me miró exhaustivamente y dijo:



Tu pantalón también está mojado, por qué no me dijiste? Dámelo que lo ponemos a secar, no seas tímido…


Hablamos un rato porque se haría evidente mi erección y además tenía los últimos restos de fuerzas para evitar lo que parecía ser inevitable, porque ambos sabíamos que era lo que estábamos haciendo.

Con disimulo le di también el pantalón sin dejar que notara mi bulto, apenas me quedé con el slip. Ella volvió al equipo de audio y buscó otro tema, volvió a la posición anterior, a los movimientos sexis que tanto me estaban enloqueciendo, llevo las manos a su espalda y abrió el cierre de su vestido para luego bajarlo lentamente, centímetro a centímetro, no sé porque te cuento esto…



Al fin su vestido cayó al piso, su enorme trasero quedó desnudo a mis ojos, apenas una diminuta tanga se perdía entre sus cachetes, unas medias de nylon apretaban bien arriba en sus torneados muslos, aún se balanceaba de lado a lado, como si yo no estuviera, aún no salía de mi estupor cuando ella encendió un cigarrillo, dio una pitada, giró para acercarse lentamente, sus pechos son generosos, con unas pequeñas aureolas oscuras y grandes pezones, miré sus ojos, estaban perdidos en mi entrepierna, ya no podía disimular la erección, se arrodilló entre ellas, en su mano izquierda sostenía el cigarro y con la derecha comenzó a acariciar el slip, pasando sobre mis testículos y mi pene duro que se ocultaba hacia un lado, me entregué…



Acercó sus labios y besó sutilmente mi sexo, incluso mordisqueaba dulcemente mi pija, lentamente, poco a poco, solo la tela nos separaba…

Ahora si me desnudé por completo ante su rostro sonriente, ahí estaba para ella, entregado y desnudo.

Maira dio una pitada y como si fuera una reliquia tomó mi pija dura para estudiarla detenidamente, tiró mi prepucio hacia abajo descubriendo mi glande, tan abajo que casi me hace doler, entonces me masturbó lentamente, solo sobre el tronco, siempre bien abajo sin volver a cubrir mi cabeza que parecía explotar en sangre, ella solo miraba, cada tanto daba una pitada y largaba el humo a milímetros de mi glande.

Lo sentí venir, lo hacía demasiado bien, los ojos de Maira parecían viscos apuntando al agujerito de mi cabeza, no paraba, no pensaba parar, solo cada tanto tomaba otra pitada y besaba el glande dejando escapar el humo por sus labios, me enloquecía…



El semen comenzó a fluir lentamente, muy lentamente y una sonrisa se dibujó en los labios de mi jefa que seguía atenta con la mirada en la obra de arte que estaba culminando, mi leche chorreó hacia abajo impregnando su mano que no dejaba de masturbar, solo paró cuando ya nada salió, al tiempo que terminaba su cigarro, le dio un beso a mi glande, sus labios quedaron lubricados con mi semen, reímos pícaramente…

Maira volvió al baile, a danzar nuevamente, sola, a un costado, dándome tiempo a recobrar fuerzas, bastaron unos minutos para volver a la acción, ella parecía tener todo el tiempo del mundo.

Me levanté y fui tras ella, ya no me importó nada, la sorprendí tomándola por la espalda, pasé las manos bajos sus brazos, apreté sus senos, estaban suaves, giró su cabeza y buscó con su boca la mía, nos besamos, pero cambié rápidamente, los besos labios a labios significan compromiso y mis compromisos empiezan y terminan contigo…



La llevé sobre la alfombra y la puse en cuatro patas, sometida, tomé unos minutos para fotografiar en mi mente su amplio trasero, su culo gordote y tentador, ella se arqueaba buscando llegar a mí, corrí al tanga, su culito amarronado se me hizo irresistible separando sus nalgas su centro se abrió del tamaño de un carozo de aceituna, llegué a el con mi lengua, metí dos dedos en su concha jugosa y patinosa, la acaricié por dentro sin dejar de mojar su esfínter con mi lengua, simulé cogerla con mis dedos, cada vez más profundo, cada vez más caliente.

Maira casi me suplica para que la coja, me puse tras ella, se la metí por completo, me moví en su interior, ella se movía al compás, endiablada, la carne de sus cachetes golpeaban rítmicamente en mis piernas produciendo un constante paf! paf! paf!

Mi vista era perfecta, y si algo me faltaba era que mi jefa colara dos dedos en su culo para moverlos al ritmo de mi verga, en un suspirar acabé nuevamente, la llené de leche…



Maira me miró un tanto decepcionada, todo había sido demasiado rápido, al menos para ella, pero como explicarle que esto era todo muy nuevo para mí?

La giré recostándola, fui entre sus piernas, la abrí toda, le saque la tanga para estar más cómodo, su sexo estaba inundado por mis jugos, se dejó llevar, con una mano acarició sus pechos que se levantaban turgentes, con la otra fue hacia su pubis, arriba de su clítoris, masajeándose rítmicamente en una hermosa masturbación, metí ahora tres dedos en su concha que seguía chorreando leche caliente, mis labios fueron sobre su sexo, sobre su botoncito, se lo comí todo, no paré hasta hacerla llegar…



Increíblemente ya estaba con la pija dura nuevamente, no te pongas celosa, sé que contigo esto es imposible, pero sabes que te conozco demasiado y es lógico haber perdido un poco de chispa, iba a cogerla otra vez, esta vez por el culo, levanté la vista y en ese momento me crucé con los jarrones, los jarrones que tanto te gustan…

Mi mente se llenó de ti, mi erección murió en ese instante, miré mis manos, las sentí ensangrentadas, como una asesino se mira luego de cometer el crimen, que había hecho?

No sé si Maira lo entendió, pero ya era demasiado tarde y era hora de volver, no puedo desandar el camino transitado, créeme que lo haría su pudiera hacerlo…

Eres el amor de mi vida, te he fallado…



No imaginas cuanto valor tuve que juntar para escribir esta carta, tal vez ahora deberé tener valor para dártela, tal vez solo la haga un bollo y termine en la papelera…





Si eres mayor de edad y te gustó la historia, puedes escribirme con título PERDON AMOR a dulces.placeres@live.com

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