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Polvazo y cornada

Relato enviado por: Pam el 20/10/2010. Lecturas: 7047
Etiquetas:   Intercambios
Relato completo
Ella sonriendo, desmontó y le comenzó a practicar una cubana. Fue la gloria. El chico en un par de minutos, gritándole a dios como un loco, descargó cuatro chorros de semen en los melones de mi esposa, como no he vuelto a ver...Llevaba tiempo con la fantasía. Deseaba ver a mi mujer follada por otro hombre. Verla mamando y llena de semen que no fuese el mío, verla hacer cubanas a otros, que es su especialidad… pero tampoco me atrevía a decirle nada, pues estaba seguro de que no le iba ha hacer ninguna gracia.
Poco a poco la fui convenciendo para hacerle fotos sexis, y más tarde para enviarlas a páginas a ver qué decían los otros hombres…
Como no podía ser de otra manera, los comentarios hacia ella, no se hicieron esperar y la colocaban a la altura de una diosa, y yo vi que esto le excitaba a sobremanera. Me decidí y una noche le pregunté si alguna vez había tenido la fantasía de hacerlo con otro. Ella se extrañó un poco y me dijo que no. Yo le comenté que yo sí que la tenía a menudo.
“ ¿ Ah, sí ?, ¿ Y a quién te cepillas en tu sueño, si puede saberse ?” me preguntó.
“No me has entendido, mi fantasía es que se te follan a ti”.
Se quedó algo perpleja, pero la curiosidad pudo más y comenzó ha hacerme preguntas…
Le comenté que deseaba verla penetrada por un pene de grandes dimensiones, de más de 20 centímetros a ser posible, y que me gustaría ver si podía comérselo en condiciones…
Ella se calentó mucho, y con tiempo y mucho tacto, la logré convencer para un encuentro.
¡ Qué ganas de entregarla !, no me lo podía creer…
Ella estaba muy caliente y morbosa, pero no estaba decidida al 100% y me comentó que si no le gustaba la idea en el momento, nos marcharíamos. Le dije que se haría como ella quisiese.
Quedamos en un hotel algo apartado de la ciudad. El muchacho era un joven de 24 años y no tenía mucha experiencia, pero gastaba un rabo de 22 centímetros y estaba loquito por unas fotos que había visto de mi mujer. Decía que se masturbaba todos los días con ellas, así que le dimos una alegría y quedamos para que se la follara a gusto.
Todo comenzó muy extraño, pues no sabíamos nadie qué hacer, así que cogí a mi esposa y la desnudé yo mismo, el mozo se despelotó también y le comenté a mi mujer, que podía comenzar mamando aquella verga.
Él se tendió en la cama, estaba más nervioso que nosotros pero cuando se le enderezó el rabo, me quedé perplejo… Vaya mamada… mi mujer salivaba por todos los lados y hacía bastante ruido al chupar (Chup… chup… chup) las chupadas eran largas y sabrosas, muy bien acompasadas, se nota que ella estaba saboreando. El chaval me miraba con los ojos muy abiertos, y yo no podía apartar la mano de mi polla.
Le dije a ella que parara, que el chico estaba a punto de correrse.
“Llevo dos días sin masturbarme” comentó él. “Es que quiero correrme una buena cantidad para vosotros”
Entonces acordamos en que se la follara un poco y terminaran con una cubana para que él pudiera correrse en las tetazas de mi esposa y todos disfrutásemos del espectáculo.
Ella se montó encima del chico, su vergüenza en este punto era inexistente y comenzó a cabalgarlo muy lentamente. Tardó un ratillo pero consiguió introducirse por completo los 22 centímetros del chaval, aunque reconoció que era algo incómodo, pero yo quería verlo. A los pocos minutos, tuvo que parar, pues aquel mozalbete no podía más y se iba a correr como un salvaje.
Ella sonriendo, desmontó y le comenzó a practicar una cubana. Fue la gloria. El chico en un par de minutos, gritándole a dios como un loco, descargó cuatro chorros de semen en los melones de mi esposa, como no he vuelto a ver.
El chaval quedó exhausto, y mi mujer muy satisfecha, aunque yo creo que hubiese querido más…
Yo me corrí tres veces.