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Por Amanda

Relato enviado por: prefacio2009 el 18/10/2008. Lecturas: 6070
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Un chico queda solo en casa, y revisando unas grabaciones se da cuenta de algo que lo deja a mil por revoluciones. Por Amanda, no te lo pierdasQuiero contarles lo que me sucedió. Hasta el día de hoy sigue siendo un secreto. Creo que Amanda nunca se enteró. Y espero que nunca se entere. Éramos amigos, nos confiábamos todo, e íbamos a todas partes juntos, y no había nunca clase de confusiones. Sabíamos lo que queríamos, y lo que queríamos estaba claro. Un buen día, con la confianza que nos teníamos, la grabe con la webcam, para tener un registro de ella y de lo bien que nos pasábamos juntos. Era un día soleado, y vestía una playera blanca, bien escotada. Pero ni siquiera eso despertaba en mi sentimiento alguno. Ese día, mi amiga se marchó, y me dio por mirar el video que había grabado de ella para reírme de las cosas graciosas que ocurrieron durante la filmación. Y, no se porque, luego de verla y reírme, la pasé en cámara lenta. Y noté, con cierto desconcierto, que se creaba una transparencia. Algún efecto con la luz, o la misma cámara, y se le marcaba el pezón. Eso me encendió como nunca me había encendido antes, y sufrí una erección. Quede horas mirando como se marcaba su pezón derecho, sintiendo duro el pantalón. Los bajé, me baje los bóxer, y empecé a acariciarme. El pene lo sentía caliente en mis manos, y empecé a jalarlo hacia arriba y hacia abajo, en lentos movimientos, mirándole el pezón a mi amiga Amanda. No podía creer que mi cámara haya captado eso, y que estuviera mirándole las tetas a mi amiga, que la tenia bien firmes y aparentemente duras. Y eso me éxito aun más, sintiéndome mas y mas caliente y subiendo y bajando, subiendo y bajando el capullo de mi pene, aun erecto, como un signo de exclamación, duro y húmedo. Empecé a sentir, como que algo venia, y supe que era lo que venía, así que me acerque al baño, y continué masturbándome, dirigiendo mi pene al lavamanos, donde frotaba con el borde de este, y brotándole un líquido blanco. Hasta que, sucedió, empezó a salir uno tras otro, el semen, saltando una y otra vez, tiritando mis piernas, mis muslos, y esparciéndose en el lavado, amarillo y espeso, caliente aun. Y sentí un alivio que no podría describirlo en palabras, y también un cansancio. Borré la grabación, sintiéndome culpable. No sabía como podría mirar a mi amiga a los ojos la próxima vez que nos viéramos. Pero, de todos modos, la imagen de su pezón me siguió durante toda la noche, poniéndome cachondo de vez en cuando, pero sin masturbarme y tratando de dominarme con todo el control que pude almacenar. Sin embargo, si pude mirarle a los ojos la próxima vez que nos vimos, seguimos tan amigos como antes. Pero a veces, me encuentro mirándole el escote, cosa que no hacía antes, y encendiéndome cada vez que veo su delantera.