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Por curiosos…

Relato enviado por : Narrador el 19/04/2012. Lecturas: 15003

etiquetas relato Por curiosos…   Intercambios .
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Resumen


Nuestros nombres verdaderos no las voy a usar, ya que aunque mi mujer y yo disfrutamos mucho todo lo sucedido, en el fondo, aunque en cierto sentido por lo menos yo, en parte siento algo de vergüenza, porque como dijo un conocido mío, no es común eso de que un hombre disfrute, el que su mujer se acueste con otro, aunque el mismo se acueste con la mujer de ese otro.



Relato



Digamos que mi esposa se llama Rosa y yo Leonardo, bueno no hace muchos salimos a cenar fuera de casa, como de costumbre. Caminando por el Viejo San Juan nos topamos con un papel pegado en un poste que decía algo así como. Paraíso Swinger, Tragos a medio precio a parejas, durante la hora feliz, Además masajes de pies y un atrayente listado de precio, y quien hacía la invitación firmaba como tío Venoso. Más que todo decidimos buscar y posteriormente entrar a ese local, más que todo por curiosidad, aunque para serles honesto, el bajo precio de los tragos también llamó nuestra atención.

Aunque Rosa y yo sabemos que es eso de Swinger, nunca ni a ella ni a mí se nos había ocurrido ni tan siquiera hablar de ese tema. Eso de intercambiar parejas me parecía algo morboso, de mal gusto y que su único fin en realidad, era el de promover la infidelidad. Pero a pesar de eso entramos al local, que no es nada del otro mundo, si recibimos muy buena atención, y tras mi esposa y yo darnos unos cuantos tragos, se me ocurrió pagar un servicio de masajes en los pies.

A mi esposa le tocó un joven, con cara de ser muy serio, y a mí una chica, con una agradable sonrisa. No bien habían comenzado a darnos los masajes, que vi a un vecino nuestro y a su esposa que entraban, ellos no se dieron cuenta de nuestra presencia, pero como el lleno que estaba el local, me imagino que les debieron indicar que debían esperar a que se desocupase una mesa.

Yo le indiqué a mi esposa que nuestros vecinos se encontraban en el local, y tanto ella como yo supusimos, que al igual que nosotros entraron o por lo barato de los tragos, o por curiosidad. Así que entre Rosa y yo decidimos invitarlos a que tomasen asiento en nuestra mesa. Ellos diré que son Fran y Luisa, más o menos de nuestra edad, y al igual que yo Fran es gerente en otra firma bancaria, de la competencia.

Al vernos y saber que los invitábamos a nuestra mesa, nos lo agradecieron. Así fue que de momento mientras nos estaban dando los masajes, comenzamos hablar sobre el nombre del local, el paraíso del Swinger. Fue cuando con sorpresa nos enteramos que nuestros vecinos, no tan solo son asiduos clientes del negocio, sino que además, son francos practicantes de ese estilo de vida.

Fran y Luisa casi de inmediato comenzaron a contarnos algunas de sus experiencias, y nos decían que eso fortalecía la relación entre ellos, mientras que Rosa y yo a medida que los estábamos escuchando, y recibiendo ese especial masaje en la planta de nuestros pies, quizás por el masaje, la bebida, o las cosas que nos estaban contando nuestros vecinos, nos fuimos envolviendo, y de la manera más discreta posible, comenzamos hacer preguntas, las que nuestros vecinos respondían con una franqueza increíble.

En cierto momento, quizás de manera inconsciente, comencé a imaginarme como sería el acostarme con Luisa, que a pesar de su baja estatura, tiene un cuerpo tremendo, como dicen el perfume bueno y el veneno vienen en frascos pequeños. Además la condenada a pesar de ser chiquita se gasta un tremendo culo y unas hermosas tetas, bien paradas. Es sumamente simpática, además es ese tipo de persona bien confianzuda, que apenas nos conoció a mi mujer y a mí, comenzó a decirnos mi amor. Yo me estaba haciendo un tremendo cerebro con Luisa, pero de momento caigo en cuenta de que si yo me llegase a acostar con Luisa, seguramente Fran se acostaría con mi mujer, y ya esa parte, para serles franco al principio no me agrado.

Aunque no lo planifiqué de esa manera, Fran mantenía una alegre conversación con Rosa, mientras que Luisa y yo hacíamos lo mismo. En cierto momento, justo después de que terminaron de darnos los masajes, Fran sacó a bailar a mi esposa, mientras que yo saqué a bailar a su mujer. A medida que la noche fue avanzando, de parte y parte, nos fuimos tomando más libertades, al punto que en cierto momento mientras yo me encontraba bailando con Luisa, me provocó besarla, pero al dirigir la vista a nuestra mesa, veo que Fran y mi mujer se están besando de manera bien ardiente, tanto que en lugar de molestarme por lo que ellos hacían, como que me excité más y con mayor fuerza comencé a besar a Luisa mientras bailábamos.

Era algo de locura, al regresar a la mesa, yo seguí besando y acariciando a Luisa, mientras que mi mujer y hacían básicamente lo mismo. Ya a eso de las doce de al noche, salimos del local, y nos dirigíamos a nuestros autos, cuando al pasar frente al hotel Casa Blanca, Fran se detiene y nos dice, yo conozco al dueño y gerente de este hotel, acompáñenme. Y sin soltar a mi esposa Fran entró al hotel seguido, por su esposa y yo. Ya dentro en cosa de pocos minutos, nos han dado dos habitaciones. Ya en el ascensor estuve a punto de decirles a todos, que mejor lo dejábamos así, pero al ver a los ojos a Rosa, me pareció que me estaba diciendo, no seas aguafiestas, y antes de que yo pudiera abrir la boca, Luisa me ha estampado un tremendo beso, de esos de lengua y todo.

Yo perdí la concentración, o mejor dicho únicamente me concentré en la pequeña Luisa, en sus bien formadas nalgas, sus esplendidas tetas, en su simpática sonrisa, y maliciosa forma de agarrar mi verga por encima de la tela de mi pantalón. Así que como a becerro que llevan al matadero, la seguí sin otra cosa en mi mente que acostarme con ella.

Apenas entramos en la habitación, en un dos por tres, ya Luisa se había quitado su ajustado vestido, y de un salto me ha caído encima, abrazándome fuertemente con sus brazos y con sus piernas alrededor de mi cintura al tiempo que ardientemente me volvía a besar, al tiempo que yo algo desesperado por quitarme el saco la besaba. Ella se bajó hasta la alfombra de la lujosa habitación, mientras que yo me desabotonaba la camisa, Luisa me soltó la correa del pantalón, ya estaba ella bajándome los interiores y yo quitándome la camisa cuando sentí su pequeña boca alrededor de mi parada verga. Era como si fuera una muñequita, que me estuviera mamando la verga, cosa que mi propia mujer solo en muy raras ocasiones ha llegado hacerme, y eso por lo mucho que le he insistido.

Yo me encontraba súper excitado, pero al mismo tiempo no quería venirme de inmediato en la boca de Luisa, por lo que retiré su rostro de mi verga, y cargándola hasta la cama, la acosté con sus piernas bien abiertas, con la intención de penetrarla de inmediato, pero al ver su depilado y sonrosado coño, no pude menos que dedicarme a mamárselo, con todas las fuerzas que pude.

A medida que yo le chupaba y mordisqueaba su clítoris, Luisa gemía intensamente de placer, moviendo sus caderas, y restregando su coño con fuerza contra mi rostro. Por un largo rato nos entretuvimos, de esa manera, hasta que de momento un fuerte chorro de sus fluidos vaginales fueron lanzados con fuerza contra mi cara, pero no por eso deje de mamar el coño de Luisa, la que prácticamente gritaba de placer a medida que yo seguía chupa que chupa su clítoris y sus labios vaginales intensamente.

Luisa prácticamente quedó desmayada sobre la cama, y al verla me acordé de la primera novia, con la que me acosté. Ya que era una chica de unos quince años, y el cuerpo de Luisa se le asemejaba muchísimo. Mi novia de esa época y yo, nos habíamos estado besando intensamente, cuando de momento ella subiéndose la falda y bajándose las pantis, me ofreció su coño, con apenas unos cuantos pelitos por encima. Yo estaba tan excitado, que apenas y supe que hacer. Pero eso pasó hace más de 15 años.

Ahora tenía a Luisa acostada en la cama de ese hotel, completamente desnuda, con sus piernas bien abiertas y yo deseoso de penetrarla con mi verga bien parada y dura, así que lentamente me fui colocando sobre su pequeño cuerpo, y como dice un dicho popular aquí en Puerto Rico, se le fue como guineo en boca de vieja. A medida que comencé a penetrar a la esposa de Fran, por un breve momento pensé, en lo que Rosa mi esposa estaría haciendo con el marido de Luisa, en la otra habitación del hotel. Pero de inmediato me concentre en Luisa, y a medida que mi verga la iba penetrando, ella comenzó nuevamente a gemir de placer intensamente.

Por un largo rato me dediqué a meter y sacar mi verga del sabroso y apretado coño de Luisa, mientras que ella sin dejar de gemir o dar uno que otro chillido de placer, movía intensamente sus caderas. Pero de momento, fue la misma Luisa la que me propuso que se lo clavase por su culo. No es que mi mujer y yo no lo hagamos de esa manera, es que se queja tanto del dolor que dice que eso le produce, que he terminado por desistir en seguir pidiéndole a Rosa que me deje metérselo por el chiquito. Pero a diferencia de mi mujer, Luisa a medida que más y más la apretaba contra mi cuerpo, una vez que ya tenía toda mi verga entre sus nalgas, continuaba gimiendo de placer, y ella misma colocó una de mis manos sobre su coño, para que con mis dedos hurgase dentro de ella.

Después de que Luisa alcanzó su tercer o cuarto orgasmo, yo ya no pudiendo contenerme más me vine dentro de sus nalgas, salvajemente. Ambos quedamos bien agotados, ya me estaba quedando dormido, cuando mi acompañante de habitación, tomó una toalla humedecida, y limpió mi verga divinamente, luego tras lo cual, sin que yo se lo pidiera o insinuase, se dedicó nuevamente a mamar mi mustia verga. A los pocos momentos de haber comenzado, sentí que mi verga se fue poniendo más dura que una barra de acero. Ya estaba en completa forma nuevamente, cuando a mí se me ocurrió dedicarme nuevamente a mamarle el coño a Luisa, por lo que ambos disfrutamos del clásico 69.

Después de eso, nos besamos y acariciamos nuevamente por un largo rato hasta que nos quedamos dormidos. De no haber sido porque Fran y mi mujer se levantaron temprano, y nos tocaron la puerta, seguramente Luisa y yo hubiéramos seguido durmiendo por un largo rato. Luisa de inmediato, sin tan siquiera ponerse nada encima, abrió la puerta y los dejó pasar. Yo estaba igual de desnudo que ella, pero al ver a mi esposa, les confieso que me sentí avergonzado.

Pero más avergonzado me sentí cuando Luisa saltó a la cama y abrazándome y besándome al mismo tiempo les dijo a su marido y a mi esposa que nos esperasen en el lobby del hotel, que unos quince minutos nosotros dos bajaríamos, realmente bajamos casi tres cuartos de hora después. Ya que apenas cerraron la puerta, Luisa y yo volvimos a enredarnos, y entre besos y caricias, ella me volvió a ofrecer su depilado coño, el que yo sin misericordia alguna atravesé nuevamente con mi verga.

Una vez que nos dimos una buena y relajante ducha, nos vestimos y agarrados de mano bajamos al lobby, Fran y Rosa nos esperaban, besándose acaloradamente, hasta que llegamos. La señora que atendía la recepción se debió quedar pasmada, ya que tanto Rosa y Fran se besaban intensamente, al momento de entregar la llave electrónica de la habitación, mientras que Luisa y yo hacíamos lo mismo mientras esperábamos, y de momento dejamos de besarnos, y volvimos a intercambiar parejas. Yo al ver que Fran besaba a su mujer, como si nada hubiera pasado, y como Luisa le respondía, hice lo mismo con mi esposa, la que al igual que Luisa respondió de idéntica forma o manera. Como nuestro auto se encontraba estacionado en dirección opuesta a la que Fran y su mujer habían dejado su auto, nos despedimos en la entrada del hotel. Ya en el auto fue Rosa la primera en preguntar cómo me había ido, yo realmente lo único que atiné a decirle fue, la pasé muy bien, y ella automáticamente me respondió lo mismo.

En el trayecto a nuestra casa, casi no hablamos de lo sucedido en el hotel, pienso que al igual que yo rosa se moría de vergüenza, pero al llegar a la casa, ya dentro de nuestra habitación, comenzamos a besarnos, y eso nos llevó a que tuviéramos un sabroso encuentro entre nosotros. Posteriormente mi esposa y yo nos encontramos a Luisa y Fran, de compra en el Centro Comercial, de Plaza las Américas, y nos invitaron a que pasáramos el próximo fin de semana con ellos, pero en lugar de ir a un hotel, Fran nos propuso que fuéramos a una retirada finca que tiene en las montañas, con una casa de campo, ríos o mejor dicho quebradas, y sin nadie que nos moleste. Yo aun no había decidido aceptar cuando le vi la cara a Rosa, y me di cuenta de que se moría por volver a tener un intercambio de pareja…

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Comentarios enviados para este relato
castro22 (23 de January de 2013 a las 21:19) dice: Si les platico el mio se quedan bvien asorados..el. de ustede estubo sueve pero el mio esta de doble penetracion

jesusme (20 de April de 2012 a las 09:12) dice: wow sin duda el mejor relato que e leido excelente

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:32) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:05) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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