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Por estar de curiosa, me acosté con un peón… ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 01/10/2015. Lecturas: 15498

etiquetas relato Por estar de curiosa, me acosté con un peón… ( CON fotos)   Infidelidades .
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Resumen

No es que yo sea de ideas socialistas, y miucho menos comunistas, es más se puede decir que soy toda lo contrario. Pero al escuchar a Finita, la sirvienta que trajimos de casa, para que nos ayudase en la fiesta que deba mi esposo, en la finca. Bueno Resulta que yo iba entrando en la cocina cuando escuché a Finita, que de fina no tiene nada, se vanagloriaba y se llenaba la bocota, ante la cocinera, contándole cómo se había acostado, con uno de lo peones de la hacienda.



Relato

Realmente el ecucharla diciendo. Que aquel tipo la había volteado como si ella fuera una media. Haciendole de todo. Me llamó mucho la atención, por lo que me quedé callada tras la puerta, escuchando a mi sirvienta. Que debe pesar por lo menos unos 80 kilos, pero a pesar de eso, y de que es de baja estatura, es una gordita llamativa, como diría mi marido.

Yo de curiosa, me quedé escuchándola sin que ella, ni la cosinera se dieran cuenta de mi presencia, por lo que me enteré que Finita desde el mismo día que llegó, esa noche metió a su dormitorio, a uno de los peones. No a cualquier peón, sino a el flaco, que según me enteré el año pasado, por boca de mi esposo, es pariente de él, un primo lejano o algo así. La cosa es que el tal flaco, y Finita que desde que ella llegó a la finca, han estado teniendo relaciones. Lo que a mi, no me debería importar un comino, de no ser porque también conozco a su esposo, Carlos Juan.

Pero a medida que la seguía escuchando, me fui enterando que el tal Flaco, al parecer es el terror de las camas en la finca, y sus alrededores. Ya que según mi sirvienta, no tan solo está muy bien dotado, sino que además sabe tratar muy bien en la cama, a la mujer que se acueste con él. Yo no salía de mi asombro, ya que Finita le fue contando a la cosinera, detalladamente todo lo que su amante de turno, y ella habían estado haciendo durante las tres noches anteriores. De cómo ella, la primera vez, se dejó desnudar completamente por él, y como le fue besando y acariciando todo su cuerpo, sintiendo los labios de él por todo el cuerpo de ella, y hasta como incluso, él le mamó su todo coño. Arrancandole profundos gemidos de placer. Pero cuando creí haber escuchado todo, me enteré que también la cosinera, a pesar de que ya ronda los sesenta, se había acostado con el tipo ese en varias ocasiones.

Bueno por lo que pude escuchar, Finita hasta dejó que él le diera por el culo. Yo por mi parte a medida que las fui escuchando, a las dos, comencé a sentir algo de envidia, y un calor interno tremendo dentro de mi coño. Yo no lo podía creer, que mi sirvienta, y la cosinera, hablasen como si fueran un par de putas, de sus clientes.

Al finalmizar la fiesta, le pedí a Finita que deseaba hablar con ella. Y cuando le dije que la había escuchado contarle a la cosinera, todo lo que había hecho con el tal flaco. Finita se puso bien nerviosa, y hasta prácticamente de rodillas, y llorando me pidió que por lo más que yo quisiera, no se lo contase a su marido.

Bueno según tengo entendido, Finita si terminó con el Flaco, esa misma noche, pero después de que pasaron nuevamente toda la noche follando. Yo procuré no pensar más, en todo lo que les escuche decir a Finita y a la cosinera, pero desde que regresamos a la casa, cada vez que la veía a ella. O la escuchaba atendiendo el teléfono, de inmediato no se me quitaba de la mente, todas las cosas que le escuché decir sobre aquel flaco peón. Al principio sencillamente me decía a mis misma, que eran exageraciones de las dos. Pero a medida que estando en casa, fueron pasando los días, yo como que no podía dejar de pensar en la descripción tan detallada que le escuche contar a Finita, y de lo mucho que ella la disfrutó, durante el tiempo que compartío con él en la cama. Fue tanta, y tanta mi curiosidad, que sin decirle a mi marido la verdadera razón, le dije que me iba a pasar unos días sola en la finca, para descansar.

A mi esposo de seguro que le pareció bien, ya que ni se opuso, ni me dijo que nada negativo al respecto. La verdad es que cuando llegué a la finca, ni idea tenía de lo que quería hacer. Me había dicho a mi misma, que no me iba poner a averiguar, si todo lo que le escuché decir a Finita, era cierto o falso. Pero por otra parte no dejaba de soñar despierta, con que me sucediera algo semejante. Pero esa tarde despues de llegar me di una refrescante ducha, y nada más me puse mi vestido, mientras reposaba, en la sala de la casona de la finca, se me ocurrió decirle a uno de los peones, que le dijera al tal Flaco que yo necesitaba verlo.

Yo la verdad, es que no tenía ninguna intención de acostarme con él, pero apenas entró a la sala, yo no podía apartar mi vista del grueso bulto que mantenía entre sus piernas, al mismo tiempo que me imaginaba a mi teniendo un sexo salvaje con él, tal y como se lo escuché a Finita contar a la cosinera. De momento como que me entró un mal aire, ya que sin pensarlo mucho, cuando el tal Flaco, se paró frente a mi, con sus manos a la cintura, como si me estuviera retando. Mientras yo me servía, y me tomaba un trago, le dije. Sabes Flaco, Finita te manda muchos saludos. Quizás fue la manera en que se lo dije, o la forma en que continué viendo su paquete, que a él le provocó una sonrisa, y tomando asiento a mi lado, sin que yo se lo pidiera, me dijo, bueno señora si usted gusta, le puede decir a Finita que yo tambien le envió mis saludos. La cosa no fue lo que me dijo sino la manera tan provocativa en que lo hizo.

En realidad, no se en que yo estaba pensando, yo sentía tanta curiosidad por saber si era cierto lo que mi sirvienta y la cosinera habían dicho, que al escucharlo decir esas palabras, como que de inmediato me olvidé de quien yo era, y sin decir nada, al tiempo que me levaté del sofá, y tomandolo de la mano lo llevé hasta mi dormitorio. Apenas entré me quité la falda, me tiré sobre la cama, separé mis piernas, mostrándole de manera descarada todo mi peludo coño, ya que no me había puesto bragas, le respondí. Por que en lugar de enviarle saludos, no me los das en persona, para que yo se los entregue a ella, a penas regrese a mi casa.

Por unos pocos segundos el Flaco se quedó viendo mi tupido coño, y sonriendo mientras colocaba su cara entre mis piernas me dijo. Justo como a mi me gustan, recién lavaditos, y bien peludos. Con sus dedos y su lengua fue separando los vellos de mi coño, senti su boca, lengua, y hasta sus dientes, no tan solo chupando, sino que también, lamiendo, y mordisqueando mi clítoris, y los labios de mi vagina. De una manera que nunca antes, hombre o mujer alguna me lo hubiera hecho. Yo chillaba, gemía, reía, y hasta lloré del placer que me hizo sentir el Falco.

Cuando el Flaco dejó de mamar mi coño, yo estaba exausta, pero sumamente satisfecha, había disfrutado de manera seguida un sin numero de orgasmos, como nunca antes los había sentido. Lo cierto es que les mentiría si les digo que pensé en mi esposo, aunque pensándolo bien creo que si lo hice, cuando comparé no tan solo la verga de su primo, con la de él, sino también su manera de metérmelo, y hacerme feliz.

Aunque no creo que tenga que decirles que mi marido salió perdiendo, y por mucho en la comparación. El Flaco después de que me dio aquella tremenda mamada de coño, y cuando yo pensaba que nada podía superar lo que acababa de disfrutar, colocándose tras de mi, me ensartó su sabrosa verga dentro de mi coño, al tiempo que con una de sus manos me apretó divinamente mi clítoris, arrancándome nuevamente, profundos gemidos de placer.

Esa tarde no hubo que no hiciéramos en mi cama, y seguramente el resto de los peones me escucharon gritando de placer. Ya que no pude contener mis gritos, risas, y llantos de alegría. Sintiendo como su verga , entraba y salía una y otra vez de mi coño, y posteriormente de mi boca, y hasta de mi culo.

El Flaco no tan solo me dejó super satisfecha, sino que deseosa de volvernos acostar. Cosa que estuvimos haciendo de manera descarada, hasta en el patio trasero de la casona, donde seguramente el resto de los peones pudo ver como yo le mamaba su verga y me deje dar por donde a él le dio la gana. Desde luego que mi marido se enteró de todo, no porque yo se lo dijera precisamente. Sino porque alguno de los peones, envidiosos lo llamaron para contarle lo sucedido entre su primo y yo. Pero gracias a Dios mi esposo no es celoso, y si lo fuera eso sería problema de él y no mio. Yo por mi parte maté la curiosidad que tenía, y gracias a eso puedo decir que me encantó ser tan curiosa.



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