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Prostituta - parte7

ADMIN Relato enviado por : ADMIN el 21/05/2004. Lecturas: 3690

etiquetas relato Prostituta - parte7 .
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Resumen
Condecoración, sigue la saga.


Relato
PROSTITUTA (7)


Este relato es continuación de la saga iniciada con Prostituta 1, 2,3,4,5y 6 y es recomendable su lectura para comprender la trama y circunstancias que llevaron a la actual situación narrativa




Se terminó de duchar, y se secó el cabello, se lo arregló (no había problema con él), ya que no era muy largo (hasta el comienzo del cuello), y lo llevaba lacio, tenia un corte muy moderno, y practico, y le quedaba muy bien (pensaba mientras se peinaba), se maquilló con cuidado y en forma muy discreta


Eligió la ropa interior, y dudó, no sabia muy bien que ponerse, si una tanga bien provocativa y transparente muy chica, o una pantaleta negra de encaje, que también era muy bonita, eligiendo la primera.


Se puso portaligas, le gustaba su efecto en los hombres, ellos adoraban eso, y luego las medias negras, caladas y bordadas en forma exquisita.


Y luego el vestido que había adquirido para la ocasión, era hermoso y carísimo, Ricardo le había recomendado que no escatimara en gasto, y ella así lo había hecho, era azul, largo, estrecho, pero con una abertura desde el ruedo hasta el medio muslo, con los hombros al descubierto, y con un escote no excesivo (después de todo, era la mujer de un hombre que recibiría una condecoración Papal), debía estar elegante pero muy sobria.


Se puso los zapatos, que también estrenaba, de tacón alto y fino, azules, haciendo juego con el vestido, y también preparó la pequeña cartera de igual color.


Cuando terminó, Ricardo ya la estaba esperando abajo, con las llaves del automóvil en la mano, ansioso e impaciente.


Cuando bajó, su esposo hizo un movimiento de aprobación con su cabeza, le había gustado su aspecto. Ricardo estaba extrañado con Maria José, notaba un cambio en ella, pero no lo podía definir, ella era demasiada buena actriz para denotar sus sentimientos, y trataba de seguir la normalidad anterior, y lo lograba.


Subieron en el automóvil, él comenzó una conversación, que en realidad era un monólogo, respecto de la importancia del evento, quienes irían, y como debería ser el comportamiento de ella en la presentación, en la cena, y durante su discurso al momento de recibir la condecoración.


La importante reunión, se realizaba en la mansión de un empresario muy ligado al Instituto y al gobierno (era uno de los mas importantes consejeros y laderos del Poder), y concurrían desde el mismísimo presidente y algún ministro, Arzobispos y Cardenales de la cúpula de la iglesia en el País, funcionarios, políticos de la derecha y por supuesto lo mas importante del Opus.


Era una mansión imponente, en un exclusivo country (el mas caro e inaccesible). Estaba edificada en estilo colonial americano, y era inmensa, con un ingreso que a Maria José le hizo recordar películas de Hollywood, esa que tratan historias de la preguerra civil en los Estados Unidos.


Fueron recibidos por el dueño de la casa, que los presentó a cada uno de los invitados, acompañándolos uno por uno, y luego se dio comienzo a la recepción.


En una de las salas laterales al gran salón comedor, mesas de quesos y comidas calientes, caviar, langosta, mariscos, y manjares a probar, mientras camareros recorrían con bandejas en mano ofreciendo bebidas (Champaña, vinos blancos, gaseosas y cócteles).


Se formaron varios grupos que charlaban animadamente, entre los que Ricardo y Maria José rotaban, en uno de ellos el Presidente de la Nación, que la estudió de arriba abajo, con la mirada lúbrica que le es característica a muchos miembros de su ascendencia árabe (producto de la infravaloración al genero femenino. Y considerar a la mujer como objeto, como cosa), a Maria José le causó molestia, pero lo disimuló, mostrando su amplia sonrisa, y tratándolo con el protocolo indicado.


La pareja pasó por otros grupos, entre ellos el eclesiástico, de los que conocía a varios de los sacerdotes, altos prelados, porque incluso habían tenido relación con su familia paterna.


Entre los otros grupos había uno de jóvenes, hijos de familias patricias, entre los cuales había un muchacho en especial que creyó reconocer, y ya a su lado lo hizo, era el joven que había sido su cliente en el primer día, el mismo al que el abuelo como regalo de cumpleaños pagó su visita al prostíbulo, el mismo que se había quedado paralizado al inicio, y luego le pegó una paliza sexual para el recuerdo.


Maria José, le sonrió, gesto que le fue devuelto por el muchacho, que también la había reconocido, y quedado de una pieza, duro, no creyendo lo que estaba viendo, en la conversación el joven, se acercó a ella, y le musito al oído - ¿tu?, y ella asintió con la cabeza, y llevándose como descuido un dedo a su boca, le indicó silencio, discreción. Ella tuvo miedo por un instante, porque no sabia la reacción que pudiera tener él, pero luego se tranquilizó, e inclusive tuvo como satisfacción, placer de mezclar su papel de santa matrona, esposa del caballero a condecorar, con el rol de puta, y se excitó, y sintió humedad, abajo, en su entrepierna, y el sabor de la venganza en su boca, ese sabor dulce y amargo.


Pasaron al salón comedor, donde había preparadas cinco grandes mesas, donde fueron ubicados los invitados, a Maria José y su esposo los ubicaron en la mesa de cabecera, junto a los dueños de casa, el presidente, y el cardenal primado.


Transcurrió la cena, ella tenia a sus lados el presidente y uno de sus ministros, con quienes entablo una conversación muy protocolar, forzada, tratándose de mostrarse lo mas simpática posible, e incluso su rostro no demostró nada, cuando sintió del lado del presidente, como una mano, acariciaba su muslo, y se elevaba poco a poco hasta llegar a la entrepierna, donde quedó un momento y luego fue retirada.


Y se sirvieron exquisiteces, un primer plato muy exótico, luego pescado, luego helado de limón con champaña para cambiar el gusto a la boca, luego predices a la canasta, postre delicioso y luego café, y fueron todos invitados a pasar a un salón adjunto, que estaba preparado para la ceremonia.


Era una habitación muy grande, en la que había preparada una tarima, con equipo de sonido para los discursos, con una fila de sillas, en donde ubicaron a los funcionarios y y a las autoridades de la iglesia, los demás quedaron parados detrás de la misma.


Ella se ubicó en un costado de la tarima, apoyando sus hombros contra una columna, subieron a la plataforma, el Anfitrión, Ricardo y el Cardenal, sentándose estos últimos en dos sillones ubicados a ambos lados.


El Anfitrión, hizo una seña y se apagaron las luces del salón, prendiéndose reflectores que iluminaban toda la tarima, y comenzó su presentación respecto del honor que en ese momento se conferiría, y la trayectoria y meritos del galardonado.


Maria José, estaba mirando hacia el escenario, cuando siente un leve tirón en su brazo derecho, da vuelta la cabeza, y ve que es el joven nieto del anfitrión, que haciendo un gesto pidiendo silencio, le hace señas que lo siga.


Maria José, se deslizo bordeando la columna, siguiendo al joven, quien la condujo a una habitación contigua, en la que al entrar vio que estaba totalmente a obscuras, él cerro la puerta e inmediatamente prendió la luz.


La habitación era evidentemente la sala de Música y TV de la mansión, ya que no era muy grande, y estaba totalmente alfombrada, insonorizada con paneles acústicos, evidentemente preparada para escuchar música o ver películas sin molestias de los ruidos de afuera.


Tenia dispuesto en forma de semicírculo alrededor de un gran pantalla, sillones de tres y cuatro cuerpos levemente curvos, y grandes parlantes rodeaban en los costados para producir el efecto de sonido envolvente.


Ella miró interrogativamente al joven, quien le indicó que esperara, y accionando un botón de una consola, comenzó a escucharse lo que se estaba diciendo en el gran salón conjunto, y por la pantalla, las imágenes de los que estaban arriba de la tarima.


El muchacho la hizo sentar en uno de los sillones, y el a su lado, mirando la pantalla, ella estaba un poco sorprendida, y mas aún cuando el joven se arrimo a su lado con intenciones de abrazarla.


Maria José, no supo bien que actitud tomar, pensó que la situación era un tanto arriesgada, no quería ser descubierta, al menos no aún. Pero mirando la imagen de la pantalla y viendo a su esposo, orgulloso, sentado en el sillón de terciopelo rojo, con mirada altanera y sonriente, y lo que significaba toda esa ceremonia para él, solo sonrió....


Y levantándose, se sacó el hermoso vestido, primero bajándose el cierre relámpago lateral, abriéndolo y sacándose por los pies el mismo, quedando frente al muchacho, solo con su tanga y medias y zapatos, con los hermosos senos al desnudo, erguidos y orgullosos.


El joven se había quedado sentado observando como ella se desvestía, y volvió a ver toda la magnificencia del cuerpo de Maria José al desnudo, bello, perfecto, era un sueño hecha mujer.


Ella luego se sacó la tanga, que dejó junto a su vestido, quedando totalmente desnuda, salvo sus zapatos, el porta liga y las medias a medio muslo, y se acercó al joven, que la esperaba anhelante y totalmente excitado.


Hoy es un día muy especial para nosotros, uno de los nuestros va a recibir el máximo honor otorgado por su santidad, a persona que se destaca por sus meritos como integrante de la Iglesia y de su comunidad, él es el prototipo del caballero católico y de bien, defensor de la fe, adalid de la moral, jefe de una familia católica que debería ser imagen a seguir por todos nosotros y este país, figura inmaculada, poseedor de todos los atributos que hacen a un dirigente de nuestra santa religión..... decía en su discurso el anfitrión a los asistentes que seguían absortos el mismo.


El joven se desvistió en un santiamén, arrojando su ropa a todas partes, y atrayendo al sillón a Maria José, su boca comenzó a besar esas hermosas tetas, que se le ofrecían, calidas y palpitantes, con verdadero frenesí las recorrió con suaves besos, y deteniéndose en los pezones, los mordisqueo suavemente, logrando que ellos se irguieran a su máximo esplendor. Mientras sus manos recorrían el cuerpo de la hermosa mujer que estaba a su disposición en esa circunstancia imposible e ilógica y ahora mágica.


Maria José no intervenía, solo se dejaba hacer, sentía con verdadero placer la boca y las manos recorriéndola, y luego en sus piernas, un feroz pene duro y ardiente en su muslo,


El anfitrión seguía hablando en su presentación. - Días mejores están esperando a nuestra patria, días donde el catolicismo volverá a ser la religión regidora, donde volverá la moral a nuestro pueblo, donde las clases sociales estarán en el sitio donde las puso Dios nuestro señor en su sabiduría infinita, y los destinos fijados por la palabra divina, se acabarán las sucias politiquerías, y la educación malsana, días donde por ejemplo Darwin, estará donde merece, en el tacho de desperdicios, y no ensuciará mas la pequeñas mentes de los niños, días en que la dirección del País, estará en manos de caballeros católicos apostólicos romanos, que gobernaran con justicia cristiana, dura pero justa, días donde la teorías judaizantes y fariseos, estarán en el olvido, donde la administración de justicia será cristiana y apostólica. Días donde las fuerzas armadas, tendrán su justo lugar como en tiempos anteriores a la descomposición supuestamente democrática, Días donde seremos la clase dirigente.


María José fue recostada en el sillón por los fuertes brazos del joven, y él arriba, la mano de ella guió el miembro a su vagina, y él comenzó a penetrarla lentamente, mientras su boca mordía suavemente la boca de ella, y su lengua penetraba, explorándola, gustosa ansiosa, en un beso apasionado y ardiente.


Las manos del joven, recorrían todo el cuerpo de ella, tocando, palpando, en forma ansiosa, como con miedo a perderla en cualquier instante, acariciaba los senos en una forma tan suave y dulce, y a la vez apasionada, los pezones eran torturados una y otra vez, sus flancos, sus nalgas, su vientre, acariciados, mientras la penetración llegaba a su punto máximo, la última frontera del placer.


Ricardo se levantó del sillón, cuando termino de hablar el anfitrión, y comenzó su locución.

Primero menciono a los presentes empezando por Su excelencia Sr. Presidente de la Nación, luego a los dignatarios eclesiásticos, los ministros y los integrantes de la cúpula del "Instituto"


Hoy se me confiere la condecoración otorgada por su Santidad, en realidad la distinción no es para mi, es para todos los integrantes del Opus Dei de nuestro país, hombres y mujeres probos y encomendados a Dios, laicos integrantes de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana , cuyas vidas y obras están dirigidas a cumplir el designio divino, familias cristianas de conducta y moral intachable.


María José, se sentía completamente llena y ocupada por el gran miembro del joven, estaba ya comenzando su estadio de pre-orgasmo, ese gran placer, en que el sexo, es centro absoluto y único, donde todas la sensaciones se concentran en las energías de placer que recorrían su cuerpo, y mientras era sacudida por el bombeo del muchacho, que había comenzado en forma lenta y luego aumentando en intensidad y fuerza el mismo, hacia salir y entrar su pene de la vagina de ella, que lo recibía una y otra vez, mezclando humedades y placer, mientras sus ojos y oídos veían y escuchaban la gran pantalla, donde Ricardo decía:


Familias como en el caso de la mía, son la base de la religión y de la sociedad, integrada por hombres de bien, fieles a su religión y a su moral, y mujeres fieles y absolutamente leales a su familia, a su esposo y a la creencia cristiana, y es por ello que esa condecoración que el santo Padre me otorga, no solo a mí, es para mi santa esposa, y para ustedes mis amigos.


Y cayeron en un orgasmo profundo en forma conjunta, donde los latidos y los espasmos de los dos se confundían en uno solo, donde los cuerpos a compás, daban y recibían y armonizaban los temblores, convulsiones y espasmos, donde el torrente de semen ocupaba la vagina palpitante, y caían los dos rendidos de placer.


Y en la pantalla se veía, como el Cardenal, ponía en el pecho del caballero cristiano la condecoración que venia de Roma en especial para él.


Se vistió apresuradamente, no tuvo tiempo siquiera de tratar de limpiar su entrepierna, se puso la tanga que de inmediato quedó empapada, luego el vestido, se arreglo un poco el cabello con las manos, y salió rápidamente, se deslizó por la columna, justo al tiempo en que terminaban los aplausos, y se encendían las luces, justo a tiempo para cruzar su mirada con Ricardo quien la había buscado con su vista, orgulloso luciendo su condecoración.


Ricardo se le acercó y juntos se despidieron de uno por uno de los asistentes, recibiendo él de parte del Presidente un abrazo, y ella un beso en la mejilla, mientras sentía en su mano como el mismo le deslizaba una tarjeta, y con un susurro la palabra – llamame –


Se despidieron de todos, y se encaminaron a la puerta, mientras caminaba ella sentía como el semen del joven, corría libremente por su muslo, en un hilo delgado, que ya llegaba casi hasta la rodilla.


Ya en el automóvil, él estaba eufórico, pleno de alegría, hablaba y hablaba, en un monologo que ella no escuchaba, su mente estaba en su entrepierna, en la sensación de penetración que perduraba, en el semen que ya manchaba su costoso vestido, en el sabor agridulce de la venganza, y en la tarjeta que estaba en su mano.


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Comentarios enviados para este relato
CIROJVR (3 de April de 2010 a las 06:40) dice: esta buenisimo este relato y quiero saber cuando sale el proximo? Casi ya se como acaba pero quiero poder leerlo.Mandame tu comentario por favor

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:15) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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