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PURO VICIO

Relato enviado por : Lovedrive75 el 15/08/2010. Lecturas: 3835

etiquetas relato PURO VICIO   eroticos .
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Resumen
Como la noche nos transforma y despierta los deseos más profundos, deseos que todos llevamos dentro. Mi mujer y yo nos dejamos llevar por la magia de la noche, en una historia, absolutamente real.


Relato
PURO VICIO

La noche invita al placer y la locura, nos llena de misterio, abre en nosotros caminos al deseo y la lujuria. Nos abraza y nos envuelve, con su manto de especial oscuridad y nos viste con juegos sensuales, en los que las luces sobre nuestros cuerpos, reflejan todo nuestro deseo.

Mi mujer…, María, así se llama ella, una rubiaza de ojos azules, medidas de escándalo, no muy alta y muy manejable en el arte de amar; piernas perfectas y una espalda sensual, toda ella invita a soñar cualquier fantasía, me pone cachondo..., hace arder en mí un fuego que no tiene fin; con ella haría cualquier locura, despierta en mi todo tipo de deseos.

Era una noche fría de invierno, de esas que invitan a no moverse de casa y dejar el frió fuera, en la calle. Una cena especial, un buen vino y la compañía de mi mujer, muy especial para mí.

- ¡Ponte un vestido corto y los zapatos de tacón negros, los que van atados al tobillo del pie y te quedan tan sexy!, la dije con todo mi deseo.
- ¿Sin sujetador y sin bragas?..., me pregunto con mirada de deseo...
- ¡Como me conoces cariño!, respondí excitado, ¡mira como estoy, te deseo, tengo ganas de entrar en ti y desatar este huracán lleno de pasión, de calmar esta sed insaciable, que solo tu piel, es capaz de saciar!

Ella asintió y se fue deprisa a la habitación contigua; al rato salió con un vestido negro de tirantes, sensual, pegado al cuerpo, la espalda al descubierto y del que casi se la veía el culo, tan sensual y hermoso como todo su cuerpo. Sus ojos disparaban a matar, la verdad es que con ella las noches nunca acabarían. Su vestido deja al descubierto sus hermosas piernas; sus piernas son sensuales, despiertan la pasión de cualquiera que las mire.

Nos dirigimos al salón y compartimos una cena íntima y especial, en las que su sonrisa y su mirada, me mataban de emoción. Cuando terminamos de cenar, me pregunto con impaciencia:

- ¿Y ahora qué hacemos?; su voz es cálida y dulce.
- ¡Vamos a la cocina!...; ella me acompaño hasta la cocina y su movimiento al caminar era sutil y perfecto, la coloque junto a la pared, al lado de la ventana.
- ¡Toma ponte esto!; la di una venda para los ojos, estaba tan excitado, disfrutando del momento, que podría correrme simplemente con su mirada, simplemente disfrutando de cada detalle de su cuerpo, de cómo la sentaba aquel vestido.

Se coloco la venda en los ojos y suspiro excitada, a continuación se apoyo en la pared de la cocina.

La persiana estaba medio subida, la luz de las farolas entraba de la calle y como la luz de dentro estaba apagada, hacían que su piel bastara para encender e iluminar la estancia, parecía que su cuerpo cobrara vida, cada poro de su piel hablaba por sí solo, era un momento increíble.

- ¡Vamos ahora tócate!, quiero que te pongas muy cachonda. Tócate, quiero que te masturbes para mí.

Comenzó a tocarse suavemente, empezó por el pelo y fue bajando poco a poco hacia sus pechos, unos pechos perfectos, que a sus 32 años, colmaban el deseo de cualquiera que quisiera beber de ellos; se los apretaba sensualmente y desde ahí, muy lentamente, comenzó a bajar hasta el comienzo de su sexo, un sexo perfecto, suave, depilado, de sabor dulce, un manjar para los dioses.
Con un bello movimiento comenzó a levantarse la falta despacio y empezó a frotarse muy lentamente, de vez en cuando se chupaba los dedos para humedécelos y a continuación volver a frotarse el coño, lentamente, despacio, sin ninguna prisa.

- ¡Eso es!, la dije excitado, mientras me la meneaba despacio, disfrutando del momento; ¡sigue así!, continué diciéndola, ¡no hay prisa!, ¡tenemos toda la noche, quiero que te pongas muy, muy cachonda!, ¿cómo vas?...
- ¡Estoy deseándote mi vida!, respondió ella mientras seguía frotándose...
- ¡¿Pero?, ¿estás cachonda?! Insistí en mi pregunta, parecía que mi polla iba a reventar de gusto.
- ¡Si, lo estoy!, respondió con ganas una vez más...
- ¿Harías cualquier cosa, cariño?
- Lo que tú me pidas, mi vida, porque no vienes aquí y me metes tu polla, quiero sentirte, me muero por tu polla.
- ¡Todavía no!, la dije, ¡quiero que te frotes el coño con fuerza!, ¡vamos sigue!…, ¡puedo oír lo cachonda que estas desde aquí!

Ella estaba cada vez mas excitada y empezó a frotarse más y más fuerte...

- ¡Eso es, así!, continué diciéndola, ahora despacio, frótate despacio; ella obedeciendo, bajo el ritmo y lo ahora lo hacía cada vez más despacio.
- ¡Ahora…, más rápido!, como si te fuese la vida en ello, ¡vamos zorrita!

Tendríais que verla, una imagen que no tiene descripción alguna, en el que las luces de la calle juegan un papel importante sobre su cuerpo, siendo un placer visual inigualable, un juego caprichoso lleno de luces y sombras.

- ¡Así, eso es!, (podía oír el sonido de su flujo de lo cachonda que estaba, súper caliente y muy sensual), ¡espera que te voy a acercar algo!

Cogí una silla pequeña y se la acerque, la puse al lado de ella.

- ¡Vamos zorrita!, ahora…, pon una pierna sobre la silla y abre bien ese coño.
- ¿No te importa que te llame zorrita?, ¿verdad?
- ¡No!, no me importa, al contrario…, pero hazme un favor, llámame zorra, soy tu zorra.

A continuación, ella subió la pierna apoyando el pie en el asiento de la silla, era una imagen increíble, ahí la tenia junto a la ventana, iluminada con la luz de la calle, sexy, el pelo suelto, los zapatos de tacón que no hacían sino darle más erotismo a su cuerpo y acentuar las formas de su figura, adornada con ese vestido negro, que acompañaba cada movimiento que ella muy sutilmente hacia. Los tirantes del vestido parecían querer bajarse enseguida para dejar sus pechos libres. Continúo tocándose para mí, pero mi mente y mi deseo no podían disfrutar de algo así solo, tenía que compartir ese momento con alguien, deseaba que alguien más disfrutara de ese momento, así que la dije:

- ¡Sigue tocándote!, te amo, me pones muy caliente; ahora voy a subir la persiana del todo..., en este momento desearía que alguien más te viese, estas buenísima y cualquiera desearía estar contigo.
- ¡Estás loco, cariño!, pero haz lo que quieras, me pones muchísimo, mira como me tienes. Disfruta de mi cuerpo…, mira como me toco para ti, no te puedo ver pero me imagino lo excitado que estas. Me vuelves loca de amor.

Subí la persiana lentamente hasta arriba y corrí la cortina, quería que desde fuera alguien la viese. A continuación me oculte en la oscuridad de la habitación, dejándola a ella junto a los cristales de la ventana.

- ¡Eso es!, así está mejor, que te vean bien, ¿deseas que te vean?; darías lo que fuera porque alguien te viese así de cachonda, ¿verdad?, porque alguien entrase y se comiese ese coño que tienes, y te metiera su polla en la boca.
- ¡Sí!, me respondió ella, estoy tan cachonda que no me importaría que me viesen y que me follasen aquí mismo, delante de ti, ¿te gustaría?
- ¡Sí!, la dije excitado, vamos, continué diciéndola, ahora bájate el tirante del vestido despacio, pero sigue tocándote.

Ella se baja el tirante despacio, y continúa masturbándose...

- ¡Joder!, exclame lleno de placer, que piernas y que cuerpo tienes, (yo continuaba masturbándome pero tenía que parar de vez en cuando, porque no quería venirme enseguida), ¡mira zorra!, (la dije con tono cálido), en la calle hay un chico paseando al perro y por lo que veo, creo que te ha visto, no para de mirar hacia aquí.
- ¿De verdad?, respondió cachonda perdida, pues déjale que disfrute y que siga mirando. Que mire mis tetas...
- ¡Te gustaría eso puta!, (decirle esto, la pone a mil), té noto excitadísima; vale…, quiero que le enseñes bien esas tetas que tienes, bájate el otro tirante del vestido y enséñaselas. ¡Ábrete bien de piernas y muéstrame tu coñito cachondo, metete los dedos hasta dentro!

Efectivamente, había un chico sacando al perro y por la forma de actuar parecía haberse dado cuenta de la situación, dado que no se apartaba de la valla del jardín.
La casa es un chalet adosado, la ventana de la cocina da al jardín delantero que termina en un pequeño muro rematado con una pequeña valla. Así que, desde la calle se aprecia bastante bien la ventana de la cocina, aunque solamente se puede ver y percibir lo que este cerca de los cristales.

Ella obedeció al instante, tomo con su mano el otro tirante y se lo bajo despacio, dejando caer el vestido lentamente hasta las caderas, dejando sus tetas al aire, desnudas. Siguió frotándose con más gusto todavía, debido a la nueva situación y se metía los dedos todo lo dentro que podía, de vez en cuando los sacaba llenos de flujo y se los chupaba bien chupados para acto seguido volver a metérselos y seguir jugando con su sexo. Se veía preciosa, además su cuerpo es precioso y cualquier prenda la sienta bien, engrandece su belleza.

- ¡Dime mi amor!, ¿qué hace el chico?
- ¡Tú qué crees, zorrita! (respondí casi sin respiración debido a la excitación), disfrutar de ti, té está viendo esas tetas que tienes.
- ¡Hace calor aquí dentro mi vida!, (me dejo caer lo que nunca me imagine), debía estar tan excitada que su deseo no la dejaba ser dueña de sus actos.
- ¿Qué insinúas?, ¿quieres que abramos la ventana?
- ¡Si tú me lo pides, lo que quieras mi vida!

Ahora ya sí que no podía mas, estaba tan excitado que no cabía en mí y a la vez sentía ese miedo y ese pudor que te hacen por momentos, echarte atrás, ¿por qué seguir con esto y dejar que un desconocido o conocido, viese las tetas a mi mujer?
Ya sé que de igual modo el chico ya estaba viendo bastante, pero abrir la ventana era verla sin ninguna barrera. Me quede un poco pensativo y al final me acerque junto a mi mujer y sin decir nada apreté el cierre de la ventana para comenzar a abrir la hoja de la ventana. El ruido al apretar el cierre, debería ser suficiente para que ella dijese que no continuase, pero no fue así, al contrario, se excito aun más.

Estaba preciosa y no paraba de tocarse el coño y las tetas, así que sin pensarlo abrí la hoja de la ventana del todo y me aleje al fondo de la cocina, desde mi lugar de retaguardia la veía a ella y al chico de fuera. No le podía ver la cara, llevaba un abrigo ancho y relleno que le cubría del frío, una braga en la cara, con lo que solamente se le podían ver los ojos brillar, llenos de deseo.

- ¡Ya está zorra!, todo tuyo, estas tan caliente que puedo ver tu fluido resbalar por tus piernas. Venga sigue así, sóbate bien las tetas; ella no paraba de tocarse las tetas y mostrárselas al nuevo invitado.
- ¡Estoy muy cachonda!; mientras decía esto se llevaba los dedos a la boca y se los lamía y relamía para a continuación volver a metérselos al coño.

Se ve que el espectáculo era irresistible, porque el nuevo invitado hacia un movimiento con la mano cerca de sus genitales. Como se ve que no podía mas, se bajo la cremallera de abrigo e intuí el gesto de abrirse la cremallera del pantalón y comenzó a masturbarse.
No podía verlo claro, porque el muro le tapaba por encima de la cintura.

- ¡Joder, que buena eres!, (la dije a mi mujer), has conseguido que se empiece a masturbar.
- ¿De verdad?, que gusto me está dando cariño, tengo el coño al rojo vivo, si sigo así me voy a correr.

El espectáculo estaba servido, no podía hacer otra cosa que seguir masturbándome e imaginarme todo lo que aquel individuo estaría imaginando. También me excitaba lo que estaba pensando mi mujer, lo que sentía, debía de ser muy bueno puesto que no paraba de jadear como una perra en celo.

Seguimos así durante unos cuantos minutos y de repente note que aquel individuo se estaba corriendo de gusto.

- ¡Joder, que buena eres, zorra!, ¡se acaba de correr!, la dije a mi mujer, has hecho que se corra de gusto.

Entonces el individuo dijo algo a mi mujer:

- ¡Qué gustazo me acabas de dar!, me he corrido a gusto, tengo la mano llena de esperma. ¿Me dejarías untártelo en las tetas, putita?

Nos quedamos de piedra, no sabíamos cómo reaccionar, entonces mi mujer me pregunto:

- ¿Qué quieres que haga mi vida?, soy tuya, haré lo que quieras.

- ¡Lo dejo en tus manos, zorra!, ¿qué deseas tu?, la cancela de la verja está abierta, si quieres se puede acercar a la ventana y ya está.

Entonces mi mujer consintió a aquel individuo a abrir la cancela y acercarse a la ventana.

- ¡Joder que buena estas!, ¡de cerca estas de muerte, ¿por qué llevas los ojos vendados?! pregunto extrañado, pero al percatarse de mi presencia al fondo de la cocina no hizo falta respuesta.
- ¿Quieres restregarme tu semen en las tetas?, le pregunto mi mujer.
- ¡Por supuesto!, ¡toma!; con la mano en la que llevaba la corrida que acababa de echar, comenzó a restregársela por las tetas a mi mujer, se las estuvo tocando a conciencia, con las dos manos.
- ¡Así!, bien untadita, ahora…, tócate tú, putita!

Mi mujer empezó a tocarse las tetas manchadas de semen, se lo restregó bien la muy puta, hasta tal punto que el nuevo invitado ya no podía más y la dijo.

- ¡Llévate los dedos con mi corrida a tu boca, vamos putita, dame ese gustazo!
- ¡Eso quieres!, respondió ella, pues mira como la saboreo.

Con los dedos y las manos manchadas por el semen de aquel individuo, comenzó a subir hasta su boca, donde se fue metiendo uno por uno todos los dedos de las manos y cuando se los chupo todos, empezó a lamerse las palmas de las manos.

- ¡Qué gustazo me acabas de dar!, así me gusta, aunque más me hubiese gustado darte lo tuyo y acabar dentro de ti, te follaría todas las veces que pudiese, y me correría en todo tu cuerpo, guapa.

En ese momento le comenzó a sonar el móvil a aquel extraño, que al momento respondió y tras un pequeño cruce de palabras, termino colgando y nos dijo que sé tenía que ir. Que era una pena, pero no podía quedarse allí, de todas formas no descartaba la posibilidad de volver algún día a disfrutar de la belleza de mi mujer.

Una vez se hubo marchado, cogí una silla y me acerque hasta donde estaba ella, me senté con una erección sin límites, desafiando la gravedad, deseaba metérsela enseguida, deseaba poseerla.

- ¡Ven aquí!, la tome de la mano, la abrí bien las piernas y comencé a sentarla sobre mí, poco a poco su coño, bien lubricado iba alojando mi polla llena de flujo preseminal.
Tengo que decir que ella no está tomando nada y la posibilidad de dejarla preñada era alta, pero ella no decía nada, solamente se dejaba caer y se la metía bien adentro, bien clavada.
- ¡Ahhh!, (exclamo llena de placer), que ganas tenia cabron de sentirla.
- ¡Pues aquí la tienes, toda para ti!, ¡disfrútala!....; la cogí de las caderas y empecé a moverla suavemente de arriba abajo. Poco a poco fuimos subiendo el ritmo y no tenía todas conmigo a la hora de aguantar mucho más y no correrme dentro de ella.
- ¡Qué gusto cabron!, ¡voy a correrme enseguida!; su coño se deslizaba por toda mi polla con una suavidad increíble, estaba bien mojado, inundado de placer, cálido, que gustazo.

La agarre del pelo y comencé a tirar suavemente de ella hacia atrás, sus movimientos eran cada vez más fuertes, su cuerpo brillaba debido a los restos de semen del individuo anterior y lo hacía gracias a las luces de las farolas de la calle. Cuando me quise dar cuenta, empezó a convulsionarse llena de placer, gemía con gusto, se apretaba a mi polla como si la fuese la vida en ello. Seguramente en ese momento, no la importaría que me corriese dentro de su coño, dejándola preñada. En ese instante comenzó a tener un orgasmo increíble.

- ¡uhhhh!, ¡que gustazo cariño!, no podía aguantar más, te toca, vamos, ¡follame por detrás!; se levanto de la silla, apoyo sus manos en el marco de la ventana y se excito aun más al rozar sus senos el frió de la noche.
- ¡Venga cariño!, continuo diciéndome, ¡tienes una polla increíble, me encanta, haz conmigo lo que quieras!

Me levante de la silla y me puse detrás de ella:

- ¡Vamos, abre bien las piernas!, (la dije fuera de mí), estoy a punto de correrme, nena.
- ¡Pues córrete!, ¡follame, y échame tu semen dentro!, ¡vamos cabron!...

Estas palabras me ponían a cien el corazón y mi polla no aguantaba más la situación parecía que tenia pulso propio. Ella se abrió todo lo que pudo, la luz de la calle bañaba su espalda y sus piernas perfectas no tenían fin. De un golpe se la metí hasta dentro y comencé un movimiento de vaivén, suave y profundo, mis embestidas eran cada vez más profundas y sus gemidos y jadeos mas continuados. Con los ojos vendados, (supongo que la fantasía la tenia desbordada), seguramente sé estaba imaginando, que cualquiera, menos yo, se la estaba tirando.

- ¡Qué piensas zorra!, la dije excitadísimo, ¿piensas que alguien que no soy yo té esta follando?, ¿Piensas en el chico que te acaba de untar las tetas con su semen?
- ¡Sí!, respondió sin dudar, pienso en el chico de fuera, en sus manos y en cómo me tocaba las tetas.
- ¡Naturalmente!, ¿te pone verdad?, vamos a hacer una cosa, (pare de follarla un momento pero mantenía mi polla dentro de su coño), mientras te follo no te voy a decir nada, quiero que imagines que es ese chico el que te folla, como le gustaría tenerte así, con su polla dentro de ti, a punto de venirse dentro de ti, sin importarle dejarte preñada, solamente llenarte el coño de semen, solamente tener el egoísmo de su placer. Imagínate…, si la corrida ha sido tan grande como para restregártela en las tetas, como tendría que ser en tu coño.
- ¿Te gustaría que me follara, mi vida?, pregunto con voz irónica.
- ¡Sí!, porque no…, eres increíble y más de uno tendría que disfrutar de esta belleza, no es justo que sea toda para mí, tienes un cuerpo de escándalo.
- ¡Ahora me callare y tu piensa en él!, ¡disfruta!...

La cogí de nuevo de las caderas y comencé de nuevo el movimiento de vaivén, cada vez el ritmo era más rápido, la notaba cada vez más caliente, lo sé porque no paraba de tocarse las tetas y chuparse los dedos, estaba disfrutando muchísimo con lo que acababa de ocurrir.

Mientras la follaba mis manos se deslizaban por su espalda y la cogía del pelo tirando suavemente hacia mí. Me quedaba poco tiempo para llenarla de semen y la agarre de los hombros, mi polla entraba y salía de su coño lubricado, mis envestidas eran cada vez más profundas, creo que debido a que en mi mente no paraban de pasar imagines de ella siendo follada sin compasión por aquel individuo, me hacía querer llenarla el coño de semen, me gustaba la idea.

Que escena tan erótica, detrás de ella, con el vestido enrollado en sus caderas, el pelo suelto descansando sobre su espalda, sus ojos vendados, y sus piernas perfectas sobre esos zapatos negros de tacón, atados al cuello del tobillo.

Sentía que me venía, que gusto, pero la pregunta era, ¿me corro dentro de ella? estaba deseando inundarla, llenarla de semen, además a mí me sale bastante y ella con lo fértil que es, (ya tenemos 3 niñas), se quedaría enseguida embarazada, eso contando, que no lo esté ya, porque tal y como iba la cosa, estábamos llenos de flujo.

- ¡Cabron como me pones!, ¡córrete ya!, me decía cogiéndome mis piernas por detrás y apretándome fuerte contra ella.
- ¡Me queda poquísimo!, ¡te voy a llenar el coño de leche!

Las embestidas eran más y más fuertes, tenía que decidir rápidamente, en ese preciso momento note que ya empezaba a venirme:

- ¡Me corro zorra!, ¡dame tu boca, rápido!...

Ella se dio la vuelta, se arrodillo y abrió su boca todo lo que pudo.

- ¡Así, toma!, ¡tómatelo todo!; empecé a correrme en su boca, rápidamente y sin parar de salirme semen de la polla, se la introdujo dentro de la boca, dejándome sin respiración del gusto que me proporcionaba, me corrí todo lo que pude y bien dentro de su boca y ella según lo recibía se lo fue tragando, no dejaba escapar nada.

Qué pena no haber echado más semen, la ocasión la merecía, estaba arrodillada, con los pechos desnudos, los ojos vendados, el pelo suelto y los zapatos de tacón negros... puro vicio...

Lovedrive75.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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