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¿Qué haces mi amor? Trabajando… ( CON fotos)

Relato enviado por: narrador el 5/2/2016. Lecturas: 8667
Etiquetas:   Lesbianas
Relato completo
Eso fue lo que le respondí, con voz cansona, a mi esposo, en una ocasión que por motivos de mi trabajo, tuve que quedarme horas extras a trabajar.
Evelio mi esposo, es sumamente anticuado. Aparte de que no le agrada que yo trabaje, siempre le incomodó que el encargado de la oficina fuera un jefe. Pero cuando le dije, que debido al alto rendimiento que yo había generado en el departamento. La junta directiva unánimemente, me había promovido a Directora de la división.

Lo que aparte de tener una mayor responsabilidad, también me procuró un sueldo muchísimo mayor, formar parte de la mesa directiva, además de ciertos beneficios marginales, como Directora.

Pero como hay ocasiones en que hay que dar del ala, para comer de la pechuga, como decía mi abuela. Y una de esas ocasiones era cuando por motivo de la alta productividad, o empleaba a unas diez personas más, o simplemente me quedaba sacando el trabajo junto con una de las empleadas, opción que yo recomendaba preferiblemente.

Bueno no hay que ser una genia en matemática, para darse cuenta, que por la segunda opción me ahorraba además del sueldo de cerca de ocho empleados, me evitaba el aumento de costos, planes de salud, lidiar con más gente. Aparte del beneficio de las horas extras, que nunca están de más. Por lo que cuando llevé la propuesta a la mesa de los directores. Con los números en blanco, y negro.

De inmediato aparte de aceptar la segunda opción, me felicitaron. Y me ofrecieron un aumento en mi bono semestral. Así que una de las cosas que hice fue dedicarme a escoger, a una de las empleadas, que al igual que yo fuera altamente productiva.

Una vez que la localice, le informé lo de las horas extras y la chica de inmediato acepto. Así que durante varias semanas, después del horario regular, tanto ella como yo nos quedamos trabajando.

Hasta el momento en que recibí la llamada de mi esposo, y tras responder que trabajaba. Él me indicó que iría al cine con nuestros hijos adolescentes. Mientras que yo me quedaría en la oficina por lo menos hasta las once de la noche.

Apenas colgué, se me acercó Edna la chica con quien estaba trabajando, y parándose a mi lado, se me quedo viendo de una manera poco usual. Yo me di cuenta de inmediato, que tanto ella como yo estábamos ya hastiadas, de revisar tantos papeles. Así que le propuse que ambas, descansáramos un momento.

Edna sonriendo me dijo. La verdad es que ya me duelen las piernas de tanto estar de pie, frente a los archivos. Pero al tiempo que dijo eso, se subió la falda, para mostrarme sus agotados muslos.

Yo la verdad es que en mi vida, había sentido por Edna, lo que comencé a sentir en esos momentos. No es que estuviera enamorada de ella, no que va. Pero su cuerpo me atraía, sentí la necesidad de acariciar sus muslos, de abrazar su cuerpo, de hasta besarla.

Cosa que me asustó, la verdad es que nunca había sentido algo así por otra mujer. Pero al levantar la mirada, me encontré con los fulgurante ojos de Edna. Mirandome de una manera seductora, yo me puse de pie, al tiempo que no se de donde me salió, ofrecerme para darle un masaje.

Sin esperar su consentimiento, me coloqué tras ella, y con mis manos comencé acariciar sus muslos, y el resto de su joven cuerpo. Cuando mis dedos tocaron sus parados senos, la escuché gemir de una manera, que para mi fue como si me hubiera dicho que continuase.

Al poco rato ambas nos besábamos, y acariciábamos mutuamente, como nunca antes lo había hecho con otra mujer. Lo cierto es que cuando comencé en la empresa, la manera en que fui escalando ciertas posiciones, fue por medio, y gracias a mis ex jefes. Que siempre se aprovechaban de su situación. Motivo por el que a Evelio, aunque nunca le dije que me había acostado con varios de mis jefes, quizás se lo sospechaba, aunque nunca le di motivo para que sospechase de mi.

Pero volviendo con Edna, las dos nos dejamos llevar por el placer que mutuamente nos estábamos produciendo la una a la otra. Yo sentía su lengua dentro de mi boca, y sus dedos dentro de mi vulva, así como yo también de manera bien salvaje, por un largo rato me dediqué a mamar su peludo coño, así como ella también mamo por largo rato, mi depilada vulva.

Lo bonito de todo, es que fue algo que surgió. Sin que ni ella ni yo lo buscásemos. Edna me pasaba su sabrosa lengua, por encima de mi inflamado clítoris, haciendo gemir, y casi llorar pero de placer. Tanto ella como yo perdimos la cuenta de cuantos orgasmos disfrutamos en esos momentos. Yo no perdía oportunidad de besar, lamer y chupar sus parados pezones. Ambas disfrutábamos al máximo la una de la otra. Hasta que ya super agotadas, y extremadamente satisfechas, apenas y podíamos permanecer de pie.

Cuando regresé a casa, lo cierto es que estaba tan agotada, que no caso le hice a mi esposo. Para él seguramente pensaría que mi trabajo me estaba matando, lo que Evelio ignora es que si me está matando pero de felicidad.

Bueno Edna y yo seguimos trabajando horas extras juntas, además ya la nombre mi asistente personal. Y no es que nos la pasemos, teniendo sexo en la oficina, como un par de locas lesbianas, ya que como ambas somos bien profesionales, lo de nuestros encuentros íntimos, es únicamente cuando alcanzamos una de las metas, que nos hemos auto impuesto, para terminar el trabajo.