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Quiente tiene una amiga, tiene...

Relato enviado por : eustaquio el 09/02/2009. Lecturas: 2829

etiquetas relato Quiente tiene una amiga, tiene... .
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Resumen
Un día fui a recoger a mi amiga Cris a la salida del trabajo.


Relato
Mi amiga Cris trabajaba como cajera en un centro comercial que está un poco apartado de la ciudad. Trabajaba con turnos, unas semanas de mañana y otras de tarde. Cuando iba de tarde, salía a las 22.30 de la noche, y normalmente siempre había alguna compañera que la llevaba a casa en coche, pues a esas horas la calle estaba muy solitaria y le daba miedo ir andando, aparte que hasta su casa tenía casi una hora caminando.

Cris tiene 28 años, es rubia, pelo muy fino, ojos verdosos, entradita en carnes (algo jamona), mide como 1,65 más o menos, piel fina y blanquita, culito gordo y pechos grandotes, tiene una 105.

Desde que la conocí (estudiábamos en el mismo sitio) siempre nos habíamos llevado muy bien, y hablábamos de muchas cosas sin ningún pudor. La verdad es que Cris inspira confianza. A veces le contaba lo mal que me iba con las chicas, así que estaba bastante puesta al día de mis líos amorosos. Ella estaba sin pareja porque decía que así estaba muy bien, y que no tenía prisa por encontrar a nadie.

Un viernes cambió el turno para ir de tarde, con la mala suerte de que no coincidía con la chica que normalmente la llevaba a casa. Como yo ese día no había quedado hasta tarde, le dije que si quería iba a buscarla y la acercaba a casa, que no me importaba, a lo que Cris contestó que si no me causaba mucha molestia que me lo agradecía mucho si podía ir. Alguna vez ya la había llevado al trabajo o habíamos ido juntos a estudiar, unas veces en su coche y otras en el mío.

Ese día cené y salí de casa a eso de las 10 de la noche. Cris salía a las 10 y media, pero me dijo que intentaría estar sobre y veinte para no hacerme esperar. Llegué al centro comercial a y diez, aparqué el coche y subí a esperarla a la puerta. Apenas pasaban de y cuarto apareció. “No me he cambiado porque tengo que lavar el uniforme y me lo tengo que llevar de todas formas, así no te hago esperar” me dijo.

Nunca la había visto fuera de la caja con el uniforme. Llevaba una falda un poco por encima de la rodilla, medias negras, una camisa y un pañuelo alrededor del cuello. Nos saludamos con un par de besos y fuimos hacia el parking. Por el camino íbamos charlando, y mientras hablábamos se quitó el pañuelo. Como he dicho, Cris está algo “potente”, y ya sabemos lo que pasa con las tallas únicas de los uniformes, que no a todo el mundo le quedan igual, por lo que cuando se quitó el pañuelo quedó en entre dicho que los botones de la camisa aguantaran su 105 de pecho, y un canalillo apareció en su escote.

Bajamos por la rampa mecánica y no pude evitar dejarla pasar delante, para mirarla entera disimuladamente. La falta le hacía na bonita figura con su culete ahí enfundado, y la camisa le daba un punto al asunto.

Alguna vez ella ya me había comentado cómo era el uniforme y tal, hablando por el messenger, y hasta le dimos rienda suelta a la imaginación con alguna cochinada, pero ambos sabíamos que eso terminaba allí. Desde luego yo distaba mucho del tipo de tío que Cris buscaba, pero como también sabía que mi situación era un poco desesperada en temas de sexo, a veces me daba rienda suelta y hablábamos de cosas así. Yo creo que le gustaba darme el calentón.

El coche lo había aparcado cerca de la puerta, pero pegado a una pared, estaba un poco arrinconado y no muy iluminado. La verdad es que quedaban ya pocos coches allí, todos muy separados unos de otros. Llegamos y cuando nos íbamos a montar me dijo: “espera, vamos a montarnos atrás, que te tengo que contar una cosa y estaremos más cómodos”. Eso me dejó algo pillado, pero bueno, supuse que querría hablar de algo del curro, ya que otros días me había contado sus problemas con las compañeras y la jefa, así que abrí las puertas de atrás y nos montamos.

Cuando ya estábamos allí, me empezó a preguntar por una amiga en común que teníamos y con la que me lié una vez, y que si había hecho algo más o no. Mientras me preguntaba bajé la vista, y pude ver que la falda, al sentarse, se le había subido un poco, y dejaba al descubierto casi medio muslo.

Es que no tienes que pensar tanto, tú dile lo que sientes y quién sabe lo que pasará – me dijo.
Ya, pero no sé, me da mucha vergüenza.

Mientras le decía esto Cris se acercó a mi y me pasó un brazo por los hombros, acercó su boca a mi oido y me susurró:

Tranquilo, que la vergüenza te la voy a quitar yo. Relájate.

Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando ya me había metido una mano por dentro de la camiseta y había empezado a acariciarme, al mismo tiempo que me daba mordisquitos en la oreja. Cris estaba descalza, de rodillas en el asiento y rodeándome con sus besos y toqueteos. A pesar de la poca luz, se veía bastante bien dentro del coche, y no pude evitar mirar a su escote. En la posición en que estaba se le habían soltado un par de botones y se le veía buena parte de sus tetas, sujetas por un sujetador blanco. Yo estiré el brazo para palpar su culo, metiendo la mano debajo de su falda. A pesar de estar gordita su culo estaba prieto, me ponía a mil. Sentí curiosidad y pasé la mano por su coño, no llevaba bragas ni tanga y estaba rasuradita.

“Tranquilo, que lo único que me he quitado en el vestuario ha sido eso”

Mientras me decía esto me quitó la camiseta y se puso sobre mi, abierta de piernas, una a cada lado. Mi erección era ya tremenda, y ella apretaba su almeja contra mi pantalón, al tiempo que me besaba por el cuello y me apretaba sus tetas contra mi pecho. Como pude metí mis manos por su espalda mientras la fundía a besos para desabrocharle el sujetador. La verdad es que soltó bastante fácilmente, y mientras seguíamos sobando, acaricié sus tetas con mis manos. Eran grandes, duras, preciosas, y sus pezones estaban como clavos. Cris empezaba a gemir un poquito. Se apartó de mi y me abrió el pantalón. Mientras, yo le desabroché la camisa. me sacó la polla y los huevos por un lado del slip y empezó a pajearme. Mientras estaba en la faena le quité la camisa y el sujetador, aquello era precioso. Se agachó y empezó a chupármela. Nunca me la habían chupado así. Casi me corro en su boca.

Cris estaba supercachonda (bueno, yo también). Toqué su almeja y estaba toda empapada. Le empezaba a escurrir ya por las piernas, era una brutalidad. En ese momento se volvió a incorporar, se alzó un poco, se subió la falda y metió mi polla en su coño. Estaba tan cachonda que entró sin que lo notara. Se apoyó en mi pecho y empezó a cabalgar. El coche se movía como un barco en altamar. Sus tetas acompañaban el vaivén y deleitaban mi vista. Mi polla disfrutaba en su coño húmedo y apretadito. Apenas a los 3 minutos de cabalgarme noté que me apretaba, yo ya no pude más y me corrí, y ella conmigo. Un gemido se escapó de su boca y resonó por todo el parking.

Seguimos besándonos y manoseándonos otro rato. Salimos del coche, ya no había nadie. Nos vestimos y nos fuimos.





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Si te ha gustado Quiente tiene una amiga, tiene... vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Quiente tiene una amiga, tiene.... eustaquio te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:45) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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