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En la carcel de mujeres....

Relato enviado por : charly_bo el 15/04/2012. Lecturas: 39630

etiquetas relato En la carcel de mujeres....   relato .
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Resumen
...“¡Ahora méteme tu pájaro, méteme de una vez maldito!”.
Me levanté, acomodé mi erección en su vulva y se lo hundí todo.
En parte por lo tragos y la excitación, no mencioné usar un condón. Fui imprudente, lo acepto. Pero de todos modos fue un rico coito, se notaba que Gloria estaba tiempo sin un pene en su vagina. Estaba nomás apretita.
Le hice terminar una vez más de frente y me dijo.
-“¡Ahora tírame como a perra. Yo seré tu perra y tú serás mi perro!”...



Relato
Esta historia se remonta a mi último año de cadete en la Academia de oficiales de Policía cuando ostentaba el grado de brigadier y estaba a poco de ser subteniente.
Uno de esos fines de semana de franco, nos fuimos con unos camaradas a una disco. Debo confesar que lo mío no eran los tragos, sino más bien las mujeres. Aunque este mal que yo mismo lo mencione, tengo mi atractivo físico que me sirvió de mucho con ellas.
Esa noche fue una pesadilla, nos pusieron píldoras en las bebidas y yo reaccioné el día lunes en un alojamiento de mala muerte, desnudo y sin nada. Fue fatal, tardé en encontrar amigos y reportarme a la Academia, lo cual hice con 15 horas de retraso.
El comandante estaba considerando mi baja, pero al ver mi historial decidieron darme una sanción nomás. Yo les imploré diciendo que estaba presto a hacer lo que sea para evitar mi expulsión, y así conseguí no quedar fuera faltándome tan poco.
Mi castigo consistió en irme de comandante de guardia a una cárcel de mujeres; funciones que por lo general desempeña un suboficial primero o suboficial mayor. No tuve más que aceptar.
Al llegar ahí vi que el 90% del personal administrativo, de servicio y guardia; eran mujeres, más el 100% de reclusas, hacían que no lleguemos ni a 10 los varones.
Ahí conocí a Gustavo, un sargento que pronto se hizo mi amigo. Le dije que no eran necesarias formalidades entre nosotros, salvo cuando estemos en frente de los demás.
-“Aquí hay mujeres sedientas de sexo. Muchas están tiempo sin probar hombre”.-Me dijo como uno de los primeros comentarios.
-“¿Enserio. Tanto así?”.-Le pregunté yo.
-“Yo tengo mis hembritas. Cuando las veas no vas a creer. Tienen su día y hora para que les de su tranquilizante sexual”.-Acotó Gustavo.
Me di cuenta que tenía razón, cuando la gobernadora, una teniente coronel me presentó a la población.
-“¡Papacito lindo. A ti te estaba esperando!”, “¡Que bello muñeco, yo me lo voy a comer!”.
Eran algunas de las cosas que me gritaron antes que la gobernadora ordene callarse.
Gustavo me enseñó los por menores, para mi suerte, el sabía todo lo que desempeñaba el comandante de guardia.
Una de las labores que me correspondía hacer era revisar las celdas dos veces por semana, para detectar objetos filosos, drogas, alcohol y otro tipo de elementos prohibidos de tener.
La primera vez que lo hicimos, con Gustavo y tres celadoras, me sorprendieron algunas cosas. Algunas tenían vibradores, consoladores enormes, una de ellas tenía dos y me dijo:
-“Muñeco, este es para aquí adelante, este es para atrás; pero si quieres te dejo libre alguno para tu….”.- Ahí me señaló la bragueta y me dejó pensativo. Una de las celadoras la reprendió ordenando más respeto.
Luego de la revisión, Gustavo me dijo:
-“Mi brigadier, necesito hablar con usted a solas”.
-“Vamos a mi oficina sargento”.-Le respondí, correspondiendo a la formalidad hecha en presencia de las celadoras.
-“¿Qué pasó Gus?”.-Le dije estando ya a solas.
-“Me dieron esto para ti”.-Me dijo alcanzándome un sobre.
Lo abrí y encontré fotos de reclusas desnudas, eran tres en diferentes posiciones y con mensajes como este:
-“Aquí te espero muñeco con las piernas abiertas”.
-“Pero, ¿quién te dio esto?”.-Le dije a Gustavo.
-“Ahí están las fotos. Son tres reclusas detenidas por narcotráfico, no pasan de 22 años y están buenísimas”.
Mi amigo tenía razón, las de las fotos estaban lindas, cuando vi sus rostros a detalle, tenían rasgos muy atractivos.
Gustavo se salió y me dejó pensando en ellas, me imaginaba que podía tenerlas sin que se entere nadie.
Al día siguiente se apareció una celadora corriendo:
-“Mi brigadier, ¡rápido a las duchas, se están peleando!”.
Salí corriendo sin pensar bien en el lugar que me había dicho, “las duchas”.
Entré al lugar y habían dos reclusas ensangrentadas, parecía que se habían peleado a puño limpio.
-“¡Estas dos a aislamiento. Primero a sanidad, de inmediato!, ¿alguien más tiene problemas?”.-Entré en plan de hacer notar mi autoridad.
Cuando vi bien mi alrededor, noté que la mayoría de internas se habían tapado con sus toallas, mientras que tres de ellas se quedaron desnudas totalmente. Está de más decir quiénes eran.
Se las veía lindas, con pechos bien firmes, buenas piernas, buenos culos, bellas mujeres.
-“Las demás, sigan duchándose. O retírense”.-Fue lo único que pude decir al final.
Gustavo estaba de día libre y no podía contar a nadie lo que me pasó.
La segunda en la penitenciaría, era una mayor de policía con un carácter algo feo; no le gustaba la idea de que le cayera bien a la gobernadora. En ese momento me hizo llamar a su oficina.
-“Me llamaba mi mayor”.-Entré y dije luego de cuadrarme.
-“Siéntese brigadier”.
Me senté y la escuché.
-“Me dijeron que está desempeñando un buen trabajo”.
-“Hago lo mejor que puedo mi mayor”.
-“¿Puedo invitarte un trago, a modo de pedirte que me llames Gloria sólo mientras estemos solos?”.
Casi me caigo de la impresión, pero acepté y me alcanzó un vaso de ron.
-“Micaela (la gobernadora), se fue y no vuelve hasta mañana. Ya ordené que no me interrumpieran”.
-“Aún me quedan obligaciones, mi ma…, digo Gloria”.-Le dije.
-“Tú tranquilo, sólo acompáñame un rato”.
Nos pusimos a tomar, y como conté de principio, lo mío no eran los tragos, así que me “giré” rápido.
-“Se que todo mundo dice que soy una amargada y no se qué. Pero sabes ¿Por qué?”.
-“No Gloria, no tengo idea, te conozco poco”.
-“Por tontos. Qué saben de orden y subordinación. A mí me tiraba mi comandante cuando era teniente. He mamado algunas vergas para ascender y no me arrepiento”.
Ahí me di cuenta que estaba con las copas subidas. Me empezó a dar miedo de que nos denuncien las celadoras o los otros guardias.
-“Gloria, tranquilízate”.-Le dije.
-“No pasa nada, nadie nos oye. Quiero que entiendas, que soy una mujer que en lo posible, logra lo que se propone. Y ahora te he citado porque necesito un buen polvo desde hace mucho. Y tú me lo vas a dar. Ahmmm, y antes que te niegues, debes saber que tengo los medios para hacer parecer que no cumples bien tu sanción, y hacer cambiar de opinión sobre tu baja”.
Me dejó helado pese a los tragos que me habían “trepado”.
No me quedó más que tomar a gloria de la cintura y meterle tremendo beso en la boca. Realmente los tragos ayudaron, de una le estaba desabotonando la blusa del uniforme hasta dejarla en brasier.
Tenía unas tetas ricas, grandes y redondas, se las empecé a tocar.
-“Ahora me las vas a mamar suavemente, quiero estar mojada para tu verga dura”.-Dijo en tono muy sucio.
Se desabrochó el sostén y con las manos en mi nuca, guió mi boca a sus pezones y se los empecé a chupar alternadamente.
Ella ya gemía.
-“Que rico, que rico mamas perro de mierda. Cómemelas, no dejes ni un pedazo sin chupar”.
Con la sensación de las tetas Gloria en mi boca, pronto mi pene se puso rígido. Ella me lo tocó sobre el pantalón del uniforme.
-“Ahora, ¡sácate el pantalón maldito!”.
Me lo bajé y tenía una “carpa” formada con mi bóxer.
-“Lo tienes bueno infeliz, estoy de suerte. Hace mucho quiero uno de esos perforando mis entrañas”.
Se subió la falda, se bajó las medias nylon y su calzón.
-“Más vale que sepas usar esa lengua bien. Acércate y cómeme la concha”.
Gloria se subió en su escritorio, se sentó en uno de los bordes y abrió las piernas dejando su concha algo peluda al descubierto.
No me quedó más que demostrarle mis habilidades en sexo oral y me le fui a su clítoris con la lengua.
Casi enloquece, creo que terminó 3 o 4 veces.
-“¡Ahora méteme tu pájaro, méteme de una vez maldito!”.
Me levanté, acomodé mi erección en su vulva y se lo hundí todo.
En parte por lo tragos y la excitación, no mencioné usar un condón. Fui imprudente, lo acepto. Pero de todos modos fue un rico coito, se notaba que Gloria estaba tiempo sin un pene en su vagina. Estaba nomás apretita.
Le hice terminar una vez más de frente y me dijo.
-“¡Ahora tírame como a perra. Yo seré tu perra y tú serás mi perro!”.
Se reclinó en el escritorio dejando su culo hacia mí. Así por detrás, le penetré la vagina que seguía caliente y apretaba rico. Ahí ya empecé a sentir ganas de eyacular.
Gloria terminó una vez más y al sentir que yo estaba por terminar, me dijo:
-“Alto, espera”.
Me detuve estando cerca del polvazo.
-“Dame por el culo, ahí vas a vaciar tu leche, ¿entiendes?”.
Yo solo pude mover la cabeza.
Se puso de nuevo en el escritorio.
.”Metela despacio desgraciado, de a poco vas a hacerlo más rápido”.
Apunté con mi glande a su culo y de a poco lo fui abriendo hasta meter la punta.
-“Auch”.-Dijo ella.
Quise sacarlo, pero me volvió a hablar:
-“¡No te atrevas a sacarla maldito, te dije que la metas toda de una vez!”.
De esa manera seguí empujando hasta tenerla toda en su culo. Poco a poco empecé a frotar, hasta que noté que ya no había resistencia. La estaba culeando rico. Ella enloquecía.
-“Ahh, ahh, ohh, que bien, no aguanto más”.
Ahí si sentí como que mi glande se hinchó e iba a estallar sin que pueda evitarlo.
-“Gloria, me vacío, no se si puedo hacerlo dentro de ti”.
-“Ya te dije maldito que sí puedes, lléname de leche el culo, hazlo”.
El oírle decir eso me excitó más y no resistiendo bote a borbotones mi semen en su culo, a tiempo que ella terminaba una vez más.
Quedamos exhaustos.
-“Espera aquí”.-Me dijo.
Se metió en el baño y regresó.
-“Ve a lavarte la verga y a arreglarte”.
Me metí en el baño, me mojé, me lavé el pene con jaboncillo, me peiné y vestí.
Cuando salí ella estaba ya vestida de la cintura para arriba.
-“Eres bueno con los polvos. Nos vamos a llevar bien. Puedes retirarte. Yo debo asearme”.
Salí de su oficina y para mi sorpresa, “no había ni un alma cerca”. Volví a la mía y no reaccionaba, la verdad fue intenso el polvo. Pronto me metí a lavar los dientes y salí por unos chicles, no quería que nadie se de cuenta que había bebido.
A eso de las 19:00, me volvió a llamar Gloria a su oficina; esta vez me dijo que iba a hacer lo que le faltaba. Me hizo una mamada de pene alucinante. Quedamos en que volvería a esperar a que me mande llamar a su despacho.
A Gloria la culeaba hasta 5 veces por semana mientras estaba en la penitenciaría. Lo de las 3 reclusas queda pendiente para otro relato, pero adelanto que a las tres al mismo tiempo me tiré con detalles que escribiré en él. También tuve sexo con alguna que otra celadora y reclusa, pues como mencioné, lo mío eran las mujeres.



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Me levanté, acomodé mi erección en su vulva y se lo hundí todo.
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Si te ha gustado En la carcel de mujeres.... vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar En la carcel de mujeres..... charly_bo te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
richard6969 (30 de March de 2014 a las 15:11) dice: Que delicia seria estar en un lugar en el que la verga tien e un gran valor y te piden que se las metas. La tengo bien parada y dura por esta vivencia y mojandose

EL_tipico (3 de June de 2014 a las 16:33) dice: BUEN RELATO, MUY BUENO.

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:07) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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