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Soy reputa

Relato enviado por : vicioso el 08/06/2004. Lecturas: 23938

etiquetas relato Soy reputa .
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Resumen
A mis 36 años veo mi vida y no hay otra forma de catalogarla.


Relato
Soy reputa



Antes de comenzar con esta deliciosa "anécdota sexual", quisiera presentarme.


Llegué a México hace ya 14 años, soy extranjera, latina, hoy con estupendos 36 años y modestia aparte y según lo que "dicen por ahí", muy buenota; tengo "cuerpo de deseo" con unas espléndidas, unas soberbias nalgas.


Fue en mi país en donde tuve mi "primera vez" y no fue nada grata. A partir de ahí, y ya "abierto el camino", tuve muchas otras experiencias, algunas que merecen recordarse y otras, no tiene caso. Yo sí reconocía en mí que necesitaba sexo y lo deseaba mucho, aunque "algo" me faltaba. De hecho, antes de venirme para México, una amiga me invitó a trabajar en una agencia de "escorts" en mi país, para acompañar a ejecutivos de alto nivel que visitaban mi patria, yo accedí y encontré muy ricas experiencias.


Fue hasta mi llegada a México, específicamente a Cancún, Quintana Roo, cuando comencé a trabajar para el "famoso" gremio, que dicen, el más importante de este bellísimo lugar. Ahí, tuve la oportunidad de conocer a muchísima gente, en especial hombres, no solo mexicanos, también a muchos extranjeros, pero, ¡honor a quien honor merece!, fue un hombre maduro, mexicano, quien realmente me enseñó lo que era el sexo, pues me enseñó a conocer mi cuerpo y a identificar mis sensaciones. Él me enseñó a disfrutar y a vivir intensamente mi sexualidad, a explorarla cada vez que lo tuviera, a conocer nuevas cosas, fue él quien "destapó" eso que hace que mi actual esposo me diga que soy "sexualmente incontrolable"...


Honestamente, dicen y dicen bien, que las mujeres de mi país somos muy calientes, pero a decir verdad y sin pena alguna, soy muy puta. Cuando trabajaba para ese gremio, podría decirse que era "puta fina", ya que tenía al alcance hombres de fuertes recursos que podían brindarme cierta "calidad de vida". Hoy día y ya fuera completamente de ese círculo, realmente acepto las proposiciones del hombre que venga, claro, al menos me fijo en el aspecto.


Siempre supe que era identificada en Cancún como una puta y que ya me había ganado ese calificativo y realmente no me importaba, yo estaba disfrutando de mi sexualidad sin represiones y lo que más me llamaba la atención, es que todos esos hombres que "hablaban" de mí, eran los que siempre andaban como perros, buscándome para acostarse conmigo. Era gracioso, me podía dar el lujo de despreciar a tan "afamados" y "reconocidos" hombres en Cancún mientras ellos hablaban todo lo mal de mí que podían, pero no quitaban el dedo del renglón y querían llevarme a la cama a como diera lugar, irónico ¿verdad?.


En esa "época dorada de sexo", tuve grandes amantes, de mucha experiencia y entre ellos, conocí lo que eran las "dimensiones fuera de lo común". Hablando de lo largo fue un extranjero con el que pasé doce inolvidables y deliciosos días en Atlanta, teniendo sexo las 24 horas. Él estaba dotado de una herramienta sumamente larga, la más larga que jamás haya tenido, hasta me quedaba dormida ya por verdadero agotamiento y no pasaba mucho tiempo en que sentía esa rica estaca penetrar en mis entrañas.


Por lo que corresponde a lo ancho, fue un conocido político en Cancún del que fui amante por casi un año y aunque todavía él no estaba casado, nunca hizo pública nuestra relación como algo formal. Su daga era tremendamente gruesa, la más gruesa en mi vida sexual y con él fue con quien descubrí que con las vergas gruesas es como más satisfacción encuentro y ese amante me hizo "adicta" a ellas. Días después de haber cogido con él, todavía mi cuerpo resentía con dolor, esos inolvidables momentos que pasábamos en la cama.


Todavía recuerdo una mañana en que me invitó a salir en una lancha rápida, pues la detuvo justo frente a la playa y aunque a distancia, nos podrían ver muy bien y ahí me cogió, acompañado del vaivén de las olas y la fuerza de sus penetraciones, me hizo sentir cosas inenarrables, deliciosas... Ambos amantes han sido los mejor dotados y lo mejor, excelentes y diestros en el arte del sexo. Días después de haber tenido sexo con ellos, mi cuerpo todavía resentía esas magníficas sesiones de sexo, pues esa deliciosa mezcla de dolor y placer, la convirtieron en un verdadero delirio para mí.


Los años pasaron y me casé por vez primera con un asco, no digo ni hombre, ni ser, ni persona, ni ente; simple y llanamente era un asco, y a tan solo seis meses de eso, me divorcié; por cierto, como amante, él era un completo fraude y de lo "demás", no había nada... Todavía sin el divorcio en la mano, comencé una relación con el que ahora es mi actual marido. En ese entonces, él era casado, pero la "calentura" por mi "cuerpecito" pudo más que todo y cayó rendido, yo nunca tuve inconveniente por los hombres casados, realmente no buscaba una relación formal con ninguno de mis amantes, solo deseaba sexo y tranquilidad económica.


Los años han pasado pero, siempre hay un pero, o un pedo, como quieras decirle...


De mi actual esposo les puedo decir y sostener que es un gran hombre, extraordinario, único, ejemplar, con errores, como todo ser falible, pero sus altísimas bondades hacen ínfimos esos errores. En todos los aspectos es el hombre que cualquier mujer podría anhelar tener por esposo. Desgraciadamente, solo puedo decir que tiene dos cosas bastante malas para mí, en lo personal: su virilidad es de escasos 14cm, tiene problemas de erección, eyaculación precoz ó sumamente precoz y la más nula experiencia en lo que al sexo se refiere; y yo siendo una cabrona, simplemente me frustra hacerlo con él.


Ante esto, en los ya siete años que llevamos juntos, siempre que he podido darme una "escapadita", he tenido que buscar amantes. Unos nuevos y otros, ya conocidos. Me encanta coger, me encanta que me cojan, me fascina el sexo, necesito siempre de una buena verga, mi cuerpo demanda sexo todos los días y en mi cama en casa, definitivamente no lo hay.


Un día y sorpresivamente para mí, mi esposo me confesó que le interesaba mucho lo que hoy día se llama movimiento "swinger", que reconocía que él no me podía dar el sexo que yo necesitaba y quería y que deseaba que yo tuviera relaciones con otros hombres. Unas, estando él presente y otras, que yo me fuera con ese amante y que regresara bien cogida a contarle todo lo que habíamos hecho; pues, independientemente de su "incapacidad" para satisfacerme, le excitaba mucho saberme en la cama con otro y más aún, verme bien empalada por otro hombre. De hecho, esto ya tiene cuatro años y siempre mi respuesta ha sido evadiendo la situación, le doy lo que se llama "cuerda", le sigo la corriente, pero he encontrado la salida para no concretar ese día.


Ustedes me preguntarán que por qué siendo reputa, me niego… No sé, me da miedo que llegada la hora, eso sea motivo de que termine nuestra relación y principalmente mi tranquilidad y estabilidad económica. Pienso que al verme gozar con otro, al verme totalmente desenfrenada y entregada a la pasión y en una entrega total con otro macho, le puede causar un daño que desencadenaría nuestro final. Además, me excita mucho darme esas "deliciosas escapadas", pretextando que me salió algún trabajo e irme con algún amante a escondidas de mi esposo; porque cuando tengo sexo en esas condiciones. Mi pasión se desborda, soy aún más sexualmente incontrolable, soy más ardiente y me entrego de una manera incontenible, me convierto en una auténtica perra con mi amante en turno.


Ahora, les voy a contar sobre una de esas "deliciosas escapadas" que me di hace pocos días:


Actualmente estoy haciendo un trabajo para un desarrollo inmobiliario y hace dos días, me habló uno de mis más recientes amantes, es simplemente conocido de mi esposo y vecino de la súper manzana contigua a la de nosotros. Hace ya casi un año me lo encontré con unas copas encima y se atrevió a decirme que desde que me vio, la primera vez en que nos presentó mi marido, me había deseado como a nadie. Esas palabras fueron una increíble melodía para todos mis sentidos y con el pretexto de que necesitaba ir a la casa de mi madre, me escapé con este hombre para coger todo el día.


Tenemos aproximadamente un año de amantes y aunque no nos vemos muy frecuente, la hemos pasado sensacional. Él también es casado y no tiene mucha oportunidad de escaparse conmigo. De hecho, un día entramos mi esposo y yo a cenar a un conocido restaurante de la ciudad. Él estaba con su esposa, y tontamente, no nos saludó como siempre, además como yo puse cara de "culpabilidad", la atmósfera era pesada. Mi amante ya conocía a mi esposo, ya conocía al cornudo que hacía berrear a su mujercita cuando le clavaba la verga, y yo por mi parte, no conocía a su esposa. Ella era una mujer muy alta, guapa, de cuerpo sencillo y entendí por qué lo traía loco "esta chaparrita".


Así, en todo este tiempo, hemos tenido muy ricos encuentros a escondidas y cuando me llamó, me dijo que quería, que necesitaba urgentemente verme y hacerme suya, que ya teníamos tiempo de no "darnos una buena revolcada"; y yo por mi parte, también andaba sumamente urgida de una muy buena "encerrona", así que acepté de inmediato. Quedamos de vernos al día siguiente a la hora de la comida.


Para continuar con esta historia, me permitiré utilizar las palabras indicadas y que, además, en mi país se utilizan de la forma más común. Aquí, en México, me topé con que se tomaban de manera vulgar y soez, pero algo que me gusta mucho y me excita, es utilizarlas y que las utilicen mis amantes cuando cogemos.


Esa mañana, me "arreglé", me "decoré", me "retoqué" mi deliciosa rajita, pues desde que empecé a tener relaciones con mi actual esposo, fue él quien me pidió que me depilara el pubis y como nunca ninguno de mis amantes me lo había ni siquiera sugerido, ni yo misma lo había pensado, le di gusto y fue maravilloso el resultado. A todos los amantes que he tenido desde ese día, les ha fascinado mi cuevita depilada, dejando nada más un pequeño triangulito de vello en la parte superior, creo que le deberían dar las gracias a mi marido, por la petición que me hizo. Además, las sensaciones son totalmente distintas, pues sentir las caricias de los dedos y de la mano, sentir el calor y la humedad de una lengua, sentir la caricia de la cabeza de una verga, es totalmente distinto, es muy rico y sentir las penetraciones con mi vagina "pelona", es algo indescriptible, ¡se los recomiendo!...


Elegí, para ese día, un minivestido de lycra en color fiusha que me queda sumamente entallado, unas medias color humo (me encanta usar medias de las que tienen liga de silicón y no necesitan liguero) y de hecho, fue también mi actual cónyuge quien me compró todos esos prodigios de lencería y ropa muy atrevida que hoy uso normalmente cuando salgo con él. No llevaba brasier, aunque estoy bastante chichona, aún no lo necesito. Elegí una microtanga en color rojo y mis zapatillas de tacón muy alto, cerradas de la punta, en color fiusha también; seguramente a mi amante le iba a encantar encontrarme así para él. En una bolsa, me llevé otra ropa para cambiarme y que mi esposo no fuera a darse cuenta que su adorada mujercita le saca brillo a sus cuernotes.


Le hablé a mi marido para decirle que comería en la casa de una amiga dentista que tengo, y como ya conozco que su corazón "le avisa de las cosas", estuve cubriendo muy bien sus actividades y vigilando que no fuese a salir de su oficina e irse a parar afuera de la mía. Le hablaba insistentemente, preguntándole la menor estupidez que se me ocurriera y le marqué a la 1:50 de la tarde para asegurarme que estuviera en la zona hotelera, a buena distancia de la súper manzana 15 en donde yo estaba. Todavía le volví a marcar a las 2 de la tarde en punto y cuando me contestó el teléfono, le colgué.


Inclusive, hice que escuchara los sonidos de mi celular cuando indica que ya está descargado y le comenté que no traía el cargador conmigo, ¡pobre de mi marido!, pero creo que en el fondo se lo merece por tener una esposa tan puta. Todo estaba saliendo muy bien, no había manera de que me estuviera marcando y me fuese a salir con alguna situación que terminara de improviso con mi cita. Ahora ya podría irme con mi amante a disfrutarnos en la cama de nuestro acostumbrado hotel.


Salí y ya mi amante me estaba esperándome, se bajó del coche, me tomó por la cintura y con fuerza me jaló hacia él, para darme un urgido beso en la boca, y apretarme las pompas, que es como me saluda; luego me abrió la puerta del coche y yo me subí, dejándolo ver muy bien lo que llevaba puesto bajo el vestido. Arrancamos y me dijo que si tenía hambre, podíamos comer algo ligero antes de ir al hotel y yo le contesté:


Sí, tengo y mucha hambre pero de verga… Por favor papito, llévame ya a nuestro hotel que te necesito, quiero que me des una estupenda cogida... –


Mi amante me empezó a acariciar las piernas al tiempo que me decía que le encantaba que usara medias y que era raro que aquí, en Cancún, las usaran las mujeres. Yo le dije que era por el calor pero que por eso, yo usaba las especiales para el calor y para muchas cosas más... Entonces él llevó su mano hacia arriba subiendo mi vestido un poco, nada más para poder ver la liga de mis medias y me dijo que le encantaban mis muslos pero que con medias lo excitaban demasiado. Yo puse mi mano sobre el bulto que se le formaba bajo el pantalón y sentí que esa verga que tanto me encantaba que me penetrara, estaba ya lista para mí, pero no pensé en sacarla de esa prisión porque estábamos ya muy cerca del hotel.


Los dedos de mi amante llegaban a mi entrepierna y yo me resbalé un poco del asiento, para separar mis piernas y facilitarle las ricas maniobras que sabe hacerme. Sus dedos acariciaban mis labios ya hinchados y se daba cuenta de que mi tanga ya estaba empapada, mi cueva destilaba sus jugos. Yo deseaba llegar ya para que me hiciera suya y él también lo deseaba… Aún con la puerta del cuarto sin abrir, nuestros cuerpos de reclamaban uno al otro y nos abrazábamos y nos besábamos. Entramos al cuarto y fui yo la que tomó la iniciativa de las acciones y no por otra cosa más que porque deseaba urgentemente esa vergota ya.


Mientras mi amante me abrazaba, me besaba y agarraba mis nalgas con fuerza repitiéndome hasta el cansancio que estoy muy nalgona, que le encanta lo culona que estoy y que adoraba estar mordiéndome el culo; yo desesperadamente solté la hebilla de su cinturón, abrí su pantalón, tiré de sus bóxers hacia abajo y tomé con fuerza esa maravillosa macana ya parada, que tanto me hacía enloquecer. Su verga es una verdadera proeza viril: es sumamente gruesa (no tanto, ninguna como la de mi examante, el político que ya les conté), con una gran cabezota que parece champiñón; es muy larga y tiene algo que me encanta sentir y que son esas venas tan saltadas y gruesas que tiene, me hace enloquecer, cómo me estimulo con esa vergota tan venosa, dura y fuerte que tiene, es único…


Me puse en cuclillas para intentar metérmela a la boca (simplemente imposible) y con mi lengua recorría toda esa cosota tan deliciosa; él aprovechó eso para sacar mi vestido por arriba y dejarme solamente en medias, tanga y zapatos. Después de unos minutos, me levantó y abrazados y besándonos, me llevó a la cama y me hizo sentarme con cuidado. Luego se hincó entre mis piernas, lamió mi raja por encima de mi tanga y con habilidad, su lengua hacía de un lado a otro mis hinchados labios vaginales. Esto me hacía estremecerme, era lo que tanto necesitaba y poco a poco, fue bajando mi tanga hasta quitármela, dejándome exclusivamente las medias y los zapatos. De hecho, en una de las anteriores ocasiones que hemos estado en el hotel, y que yo llevaba medias, mi amante me dijo que le excitaba mucho metérmela así, sin quitármelas.


Así hincado como estaba, él me tomó de las manos y al tiempo que se dejó caer de espaldas al suelo, hizo que yo me fuera encima de él y mis labios buscaron los suyos, mientras que sus manos agarraban fuertemente mis torneadas ancas.


Son mías, estas nalgotas son mías, me enloquecen... -, me decía.

Son tuyas, papito, y su dueña también, mi rey… -


Y así inclinada sobre él, llevó su verga a la entrada de mi gruta y de un fuerte pero maravilloso brinco, me la clavó haciéndome gritar como una perra, y se mantuvo ahí sin moverse, para dejar que los músculos de mi vulva se adaptaran a su tamaño; y como mi cosita estaba sumamente empapada, su verga me penetró deliciosamente con toda facilidad; me sentí la mantequilla ante el cuchillo. Me tomó de las nalgas para llevar el ritmo y así, elevando y bajando sus caderas, me metía y me sacaba la verga, regalándome un intenso orgasmo.


Recuperándome poco a poco, me fui enderezando quedando así, completa y totalmente empalada en su magnífica tranca, luego me detuve para deleitarme con esa medida y con esa dureza, mientras lo veía y le sonreía "desquiciándolo", aún más de lo que siempre lo lograba. Puse luego mis manos en mi cintura y comencé a hacer ese delirante movimiento de rotación con mis caderas y mis nalgas que tanto enloquece a mis amantes. Hacía unos espléndidos "círculos de placer", con su verga muy bien aprisionada en mi cueva; esos círculos que me identifican perfectamente bien entre mis amantes.


¿Quién es tu padrote, hija de la verga?... -, me decía.

Tú mi vida, tú eres el macho que me enloquece y que hace de mí lo que quiere… -, decía yo mientras mis efluvios escapaban de mi ser, bañando su vibrante ñonga.


Suspendí ese ritmo y lo cambié por subir y bajar, subir y bajar y con mis manos en la cintura. Le demostraba seguridad de que lo estaba volviendo loco de placer y a la vez, eso lo provocaría a "tomar revancha" y a propinarme una inolvidable cogida… No me equivoqué, pues cuando llevé a mi amante a la desesperación, entre su ego atropellado y el placer extremo que yo le estaba propinando, me hizo desenvainarme de su verga, luego me sentó en la orilla de la cama y él hincado. Me metió su falo de un fuerte empujón, haciéndome retorcerme ante el enorme empellón. Parecía como si estuviera furioso "contra mí", pero no era así, estaba furioso pero "por mí", por la ardiente putona que tanto lo hace delirar.


Sus embestidas eran muy fuertes y profundas, me hacía gritar y gemir, al grado de que todo el hotel sabría perfectamente que me estaba dando una cogida formidable… Después de un rato de estarme taladrando de esa tan maravillosa manera y haberme hecho alcanzar orgasmos tan intensos, él se salió de mí y me puso en la posición que más me gusta, la que me lleva al placer máximo y me refiero "de perrito".


Yo le grité desesperadamente:


¡Métemela, encúlame si quieres, sabes que me encanta!... ¡Cógeme con todo lo que tengas, métemela ya!... -, me dio dos sonoras nalgadas para acomodarme a su manera, mientras yo retozaba enseñándole mi redondo culo ansioso de verga.


Me acarició mis hinchados labios y la entrada de mi goteante horno, con la cabezota de la reata, me daba también fuertes golpes en mi clítoris con esa rica manguera que tiene, eso me encanta, me fascina, me enloquece… Él ya me conoce muy bien y sabe lo que más me pone loquita, me gustan mucho esos golpes pero me urgía tenerlo dentro de mí y cuando sentí que esa endurecida cabezota estaba acariciando la entrada de mi raja, con un movimiento fuerte y certero, me hice para atrás y me ensarté yo sola.


Te encanta la verga, cabrona… -, dijo mi amante volviéndome a nalguear.

Si cariño, me encanta la verga y me fascina que me cojan, pero ahora, me encanta "tu" verga, me encanta que "me" cojas… Cógeme, papacito, dame duro, dame con todo… -


Ese delicioso vaivén comenzaba suavemente e iba aumentando de intensidad, pues me satisface mucho que cuando me están cogiendo, me meten la verga con fuerza, con decisión, con sabor… Conociéndolo, sé que él no tiene llenadero, tiene un control superior y sabe satisfacerme al máximo. Así que pasaban largos minutos y mis gritos y mis gemidos eran ya incesantes. Sus manos acariciaban con fuerza mis senos, mis pezones estaban más extensos que nunca por los fuertes jalones que me daba en ellos, bajaba sus dedos hasta encontrar mi clítoris, que parecía estallar, y que tampoco se libró de ser "estirado" al máximo.


De lo más profundo de mi ser salía el grito de:

¡Cógeme!... ¡Métemela hasta el tronco!... ¡Me encantas, papito, me encanta tu verga!... ¡Cógeme, más, más, más, soy tu piruja, tu putona!... -, eso excita demasiado a mi amante y yo me daba cuenta como su macana crecía aún más adentro de mi ser.


Sentí también el aumento de intensidad en sus embestidas. Lo mejor es que no termina, es sumamente controlado, me da todo lo que necesito tanto, a diferencia de mi esposo que en tan sólo dos minutos, eyacula, dejándome en una inmensa crisis en todos sentidos. Bueno, y ni hablar de la otra diferencia entre mi amante y mi esposo, la verga de mi amante es realmente una verga, la "otra", no sé...


De pronto él se salió de mí, se puso de pie y me ayudó a levantarme, pues las piernas no me sostenían, luego me cargó y me recostó suavemente bocarriba, en la cama. Sentí su cuerpo caer sobre el mío y sus labios comerse mi boca, fundiéndonos en un verdadero duelo de lenguas, de entrega total, de pasión, de deseo, pero el orden natural de mi sexualidad separaba mis piernas y mi amante ya estaba entre ellas. Su verga conoce muy bien el camino, conoce muy bien su funda y le encanta. Supo en dónde estaba mi ansiosa gruta y muy despacio fue penetrando en mí, hasta llegar al fondo y ahí se quedó.


Abrí mis ojos y lo encontré mirándome, le sonreí y le pregunté:


Úsame papito, soy tuya, solo tuya… -

Eres maravillosa en la cama, me satisfaces totalmente, me encanta tu cuerpo, me encantan tus nalgas, me encantas toda tú… Nena, siento que la verga me quema al estar junto a ti-, yo lo besé recibiendo la más deliciosa reciprocidad, al tiempo que cerraba mis piernas en su cintura para no dejarlo escapar.


Poco a poco, él comenzó a limarme muy suavemente, llevándome al éxtasis indescriptible, la intensidad y ritmo aumentaban y yo también correspondí, brindándole ese movimiento que enloquece a mis amantes; éramos los amantes ideales, tal para cual. El tiempo transcurría, y yo deseaba más y más y mi amante me daba con todo. Luego otro orgasmo llegaba y recorría todo mi ser, todo mi cuerpo, a toda la mujer y ponía mis piernas sobre sus hombros y sus penetraciones llegaban hasta mi garganta, así como mis gritos llegaban hasta la calle.


Nuevamente él sabía lo que me gustaba, así que se salió de mí y rápidamente, me volvió a poner "de perrito". Su rica estaca penetró de un solo empujón en mi raja y me penetró unas cuantas veces; me la sacó y sentí luego cómo se postró en la entrada de mi culo… ¡Me enloquece eso, me encanta que me metan la verga por el culo!, y es otra cosa que mi amante ya conoce muy bien de mí, y también es otra cosa que mi esposo nunca ha podido hacer, pues se queda en el intento, ya sea porque se vuelve flácida o porque se viene antes de lograrlo, nunca me ha enculado.


Con suavidad y sabiendo qué y cómo hacerlo y ya que todos mis líquidos habían empapado mi culo. Me abrió las nalgas tanto como pudo, acomodó la esponjosa cabezota en la entrada de mi ano, que a pesar de conocerlo muy bien, se negó a darle cabida; aunque me puse "flojita", no cedió al primer intento, y es que es mucha verga. Volvió a intentarlo con mayor ímpetu, eso me dolió, pues es muy gruesa. Yo estaba con los codos y la cabeza hundidos en el colchón, con mi redonda grupa en todo lo alto, ansiando mordisquearle la verga con mi culo, así que lo incité a que no tuviera compasión, que me enculara a como diera lugar. La sacó y repitió la operación, sabía tan bien dilatar mi esfínter que, además, deseaba ser penetrado por esa estaca. Poco a poco, fue ganando distancia hasta que me la metió toda y no se movió, ahora le tocaba a mi culo adaptarse a la verga de mi amante.


Momentos después, comenzó a darme una cogida realmente inolvidable, su mano derecha pasó por delante de mi cuerpo y cubrió completamente mi vulva. Esa sensación me hizo contraer los músculos de mi culo y apretar su verga aún más, ordeñándola con ansias. De inmediato reaccionó diciéndome que mi jugosa almeja y mi rico culo aprietan como bocas sedientas… Sus dedos acariciaban mis partes haciendo deliciosos círculos alrededor de mi clítoris y apretándolo fuertemente por momentos, luego sus embestidas comenzaron a ser fuertes empellones, que yo amortiguaba con mis abultadas nalgas, mientras él y sus dedos continuaban trabajándome.


Mis gemidos y mis gritos eran inauditos, pero no me importaba, no nos importaba que nos escucharan; de hecho, me excita mucho que me escuchen cuando me están cogiendo. Sentí que su respiración se aceleraba tremendamente y la velocidad y la fuerza de sus embates aumentaba también y él comenzó a gemir deliciosamente, de su boca salía el grito de:


Eres mía, mía… -


Mi culo sintió unas maravillosas contracciones, adivinando que mi amante se correría en mi recto, y ambos queríamos terminar juntos, era lo mejor, era increíble cuando mi orgasmo llegaba y él se venía dentro de mi ano. Las contracciones de su verga no cesaban, me estaba inundando el culo con su quemante semen, las contracciones de mi anillo estrangulaban su garrote, extrayéndole y ordeñándole la verga. Mi amante siempre estaba "bien cargado" para mí, así y sin salir de mí, todos los ritmos disminuían poco a poco, estábamos agotados pero plenos de sexo, plenos de placer, total y deliciosamente satisfechos.


Caímos juntos en la cama y nos abrazamos, nos besamos… Pasamos minutos sin pronunciar palabra alguna, solamente besos y caricias y mi mano no perdía la oportunidad de acariciar su miembro, su cuerpo. Comenzamos a platicar y me preguntó que si alguna vez había sentido remordimiento por estar con él, a lo que yo le hice la misma pregunta. Él me dijo que no, que yo lo llenaba al máximo y que como mujer, yo había sabido borrar toda posibilidad al arrepentimiento o al remordimiento, que a diario sentía un incontrolable deseo por hacerme suya. Yo le dije que por lo que a mí tocaba, siempre le fui franca y le había confesado que no tenía sexo en mi cama, en mi vida marital; que yo necesitaba más de lo que recibía, más en todos sentidos y que mi ardiente cuerpo, que la puta que llevo dentro lo demandaba por encima de muchas cosas y que también le había dicho que él no era mi primera infidelidad, que tenía más amantes por doquier y que lo disfrutaba mucho.


Mi mano seguía acariciando esa "bella pieza de ingeniería viril" al grado de lograr que me respondiera, nuevamente comenzaba a crecer y a ponerse dura, como me gusta tanto. Comenzamos nuevamente con el "preludio sexual", nos abrazábamos, nos besábamos pero también, nos decíamos cosas muy calientes, nos preguntábamos o afirmábamos cosas muy excitantes…


Independientemente de que tu esposo no te llene y no te satisfaga, no me puedes negar que te encanta la verga, cabrona... Yo creo que aunque tuvieras "en casa" lo "necesario", no te hubieras negado a acostarte conmigo, ¿estoy en lo cierto?... –

Así es corazón, no estás muy equivocado, recuerda que ya te lo había dicho, recuerda bien que ¡¡me encanta la verga!! Me fascina que me la metan y que me den muy ricas cogidas, me encanta el sexo y tú, eres maravilloso... -, añadí, - y tienes razón, aunque mi esposo me llenara siempre necesitaría más y más hombre; de hecho, te he de confesar que cuando mi esposo y yo nos platicamos cosas "calientes", fue él mismo quien me dijo que yo era "sexualmente Incontrolable", pues me conoce muy bien… Sabe la clase de hembra que tiene por esposa; el muy cornudo sabe que me encanta la ñonga y siempre se lo he dicho, sabe que su mujercita es una puta, sabe que su esposa es una perra en celo… -


Luego, yo me atreví a preguntarle si su esposa cogía como yo, si su esposa lo llena y lo satisface como yo, y si él le hace todo lo que me hace a mí. Me dijo:


Nadie, escúchame bien, ninguna mujer coge como tú y no hago con mi esposa lo que hago contigo, no me motiva tanto como lo haces tú... –


Mientras esa conversación avanzaba y subía de tono, su verga dejaba patente su excitación, pues ya estaba lista para mí de nuevo y yo no me iba a negar, por supuesto. De pronto, vi el reloj y me percaté que la hora de salida de mi marido se acercaba y me empezaría a buscar. Se lo comenté a mi amante diciéndole:


¿Sabes papito?, ya va a salir mi marido de su oficina pero yo no me quiero ir todavía, voy a aprovechar "esto" que se está poniendo justo como me encanta y la quiero nuevamente para mí. Le voy a llamar y continuamos, ¿ok?... –


Tomé el teléfono y le marqué a mi esposo a su oficina, le pregunté que si iba a pasar a la casa de su mamá y me contestó que no; yo le dije que tenía que ir urgentemente a la notaría, dado que se iba a firmar una escritura y como mi esposo sabe muy bien, eso puede llevarse horas, mismas que aprovecharía muy bien con mi amante.


Mientras yo hablaba, mi amante se sentó en la cama quedando frente a mí y me fue jalando hacia él hasta dejarme hincada, yo le hacía la señal de que me esperara, pero en mi rostro se denotaba una sonrisa con una extraña mezcla de excitación y deseo. Delicadamente levantó una de mis piernas a quedar montada pero esa no era su intención, luego me hizo sentarme sobre sus rodillas y sacó mi otra pierna, recorriéndome hacia él hasta que mis dos piernas quedaran adosadas a su cuerpo quedando por encima de sus piernas.


Yo seguía hablando con mi marido entrecortadamente, mi mente estaba en otro lado y regresaba a la plática haciendo lo imposible porque no se diera cuenta de nada, mientras que mi amante me levantó de las nalgas llevando la verga a la entrada de mi pucha, restregó la punta amoratada de su verga y yo sentí que esa cabezota me traspasó, pero logré ahogar en mi interior el grito que necesitaba lanzar. De pronto, mi amante me soltó de las nalgas al tiempo que elevó con fuerza sus caderas, clavándome esa estaca hasta el fondo, dejándome completamente empalada y haciéndome lanzar un profundo gemido de placer.


Mi marido me preguntó que qué me pasaba y yo le dije que me había pegado en una espinilla y que me había dado muy fuerte, pero lo que realmente fue fuerte fue la penetración de esa verga. Después, los labios de mi amante comenzaron a besar mis senos y a succionar mis pezones y con una de sus manos se fue a mis nalgas y su dedo penetró mi culo, luego fueron dos hasta completar tres... Era riquísimo lo que me estaba haciendo sentir, pero indudablemente era "un todo", pues mi esposo estaba en la línea y yo, montada y totalmente empalada en la verga de un amante, era verdaderamente excitante eso.


Tomé el control de la situación y me dije a mí misma "¡hazlo!, ¡gózalo!, ¡disfrútalo!" y mis caderas se movieron señalándole a mi amante que "quería verga" y él respondió exactamente como yo esperaba, pues con sus manos agarró mis nalgas y me empezó a subir y a bajar de su tronco. Yo me movía para tragarme toda esa maravilla pero no dejaba de conversar con mi marido. Lo "estaba" disfrutando mucho, lo "estábamos" disfrutando mucho, es decir, mi amante y yo porque mi esposo, para nada.


Luego, colgué y le dije a mi amante, en el tono más dulce y lujurioso que me podía salir:


¡Mira que cabrón!... Te estas cogiendo a la esposa del señor con el que estaba yo hablando y eso te encanta, ¿verdad?... Te fascina meterle la verga en la cuca y los dedos en el culo a la honorable esposa del señor que conoces y que estaba en la línea, ¿verdad, mi rey?-, dije en el tono más meloso y excitante que fui capaz.

Eres una hija de la chingada… Me encanta saberte infiel, me encanta cogerme a la esposa de ese cornudo, me encantas tú, casada o soltera, me enloquece tu cuerpo, tus nalgas, toda tú… Me enloquece tu manera de coger, me enloquece el quemante calor de tu vagina y de tu culo, elevas mi deseo como nadie...".


Nos besamos y yo fui recogiendo mis piernas porque quería quedar hincada para hacerle ahora yo el sexo a mi amante; me lo quería coger y cuando por fin, estuve en esa posición, nuevamente comencé a enloquecerlo como solo yo lo sé hacer y sé que le vuelvo loco.


Después de unos minutos así, yo fui quien se desclavó de su garrote y me bajé de la cama, luego me paré extendiéndole mi mano en señal de que se levantara. Él obedeció a mi demanda y lo llevé al sillón, pero sin dejar de mover las nalgas como a él tanto le gusta. Le dije que se sentara y me giré hasta quedar de espaldas a él, luego giré mi cara viéndolo por encima de mi hombro y le dije:


¿Te encantan mis nalgas, verdad?... Te encantan las culonas y "eso" que tienes ahora frente a ti, esto que te estoy poniendo en la cara, está ansioso de que te lo vuelas a coger, quiere verga papito, quiere "tú" vergota… -, me incliné sin dejar de verlo, me abrí las pompas y le dije. - ¡Mira cómo te invita, observa como se abre y se cierra, invitándote a que lo penetres!... ¿Lo harás, verdad cariño?... ¡Tómame por donde quieras, soy tu pinche perra… -, dije fuera de mí.


Entonces caminé hacia atrás y fui descendiendo lentamente, restregando mi almeja sobre su fierro que estaba totalmente parado y esperando a penetrarme en ese lugar que sabe propio y con mis manos en las coderas del sillón, fui bajando poco a poco, degustando cada centímetro de esa deliciosa ñonga hasta quedar totalmente empalada en ella. Así me quedé, lanzando un profundo suspiro de placer.


Luego, mi amante acariciaba con fuerza mis senos con una mano y con la otra, acariciaba mi clítoris. Yo subía y bajaba a placer y rotaba mis caderas y mis nalgas haciéndolo gozar y yo también estaba disfrutando de esa verga, de esa cogida, de esa llamada telefónica, de esa necesaria infidelidad...


Después, él me desclavó de su macana y me levantó, se puso de pie atrás de mí y me levantó una pierna y como mis piernas ya no me sostenían realmente después de esa sesión de sexo, me detuve del respaldo del sillón. Así, con la pierna levantada, él dirigió su miembro hacia mi coño y la metió de un solo fregadazo, eso me hacía sentir estupendo, me encanta esa posición y me la clavaba y me la sacaba sin detenerse, hasta que se salió de mí y bajó mi pierna.


Cambiamos de posiciones a placer y me regaló intensos y deliciosos orgasmos, se vino a chorros pero ahora le pedí que fuese dentro de mi papaya. Esa indescriptible sensación de sentir esos riquísimos golpes del semen de un hombre en el fondo de mi cuevita, son inigualables, me encanta que se vengan dentro de mis entrañas y que mi "perrito" les ordeñe la verga.


Terminamos, desgraciadamente terminamos, pero había que regresar a la "casa conyugal", a la "insatisfacción", pero eso sí, con un "buen hombre".


Nos metimos a duchar, yo cuidando de no mojarme el cabello para no levantar sospechas y ahí, en la regadera. Nos abrazamos, nos besamos y nos prometimos seguir viéndonos cada vez que nuestras parejas lo "permitieran", pero esa gran verga se levantaba nuevamente, amenazante y mi rajita y mi culo aceptaban encantados la amenaza. Él me giró y así, de pie e inclinándome, mi amante me la metió por la cuca desde atrás y tomó mis caderas con fuerza. Unas veces él iba a mí y otras, con sus manos, llevaba mis caderas al encuentro con su verga. Se movía muy rápido, haciéndome gritar pero yo sabía que el tiempo estaba encima y que él deseaba hacerme terminar y terminar él, lo más pronto.


Eso es una lástima pero aunque fuesen esos minutos, yo lo deseaba. Dije que teníamos poco tiempo, pero por mucho que mi amante hacía, mi vagina quería más y más… Afortunadamente se extendían esos minutos de la manera más deliciosa, y por fin, los dos gemíamos desenfrenados. Yo gritaba incontrolablemente y la respiración de mi amante era impresionante por el esfuerzo, mi raja sentía lo propio y las contracciones de su leño, hasta que su verga descargó nuevamente todo su semen, estallando en el fondo de mis entrañas y regalándome esa maravillosa sensación.


Terminamos de bañarnos y nos vestimos, por supuesto, yo con la ropa que llevaba en una bolsa para despistar y salimos. Le pedí me dejara en cualquier calle para tomar un taxi y llegar a mi casa sin problemas. Nos despedimos con un rico beso mientras mi mano agarraba su verga por encima del pantalón y diciéndole:


Estuviste grandioso, como siempre, gracias mi vida y espero que me hables muy pronto… Recuerda que te necesito, necesito "esta cosa rica-, a la vez que le apretaba la verga y todavía añadí. - Por cierto, en nombre de mi esposo, muchas gracias porque voy a andar bastante "tranquilita" cariño... –


Luego me bajé del coche y él se arrancó, mi "realidad" estaba a unos minutos, mi esposo ya estaría en casa, ese gran hombre estaba a unos minutos, gran hombre pero que no me satisface en la cama... Me queda esperar a que nos volvamos a ver, para irnos corriendo al hotel a coger o bien, esperar a algún otro amante que me haga suya.


Gracias por leer esta larga historia y espero que les haya gustado. Mil disculpas si piensan que las alabanzas a mi persona son propias pero, honestamente, es lo que me han dicho todos mis enamorados. Si alguien me logra identificar, sabrá que lo que he escrito aquí es verdad absoluta.


Hasta la próxima…


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