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TODO COMENZO POR UN MASAJE....

Relato enviado por : Narrador el 27/11/2009. Lecturas: 61971

etiquetas relato TODO COMENZO POR UN MASAJE....   Amor filial   masajes   sexo oral   mamadas .
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Resumen

Un día mi madre, con la que vivo solo desde hace ya más de quince años, me pidió que le hiciera un favor. Consistía simplemente en que le diera un masaje con aceite en los pies, me acordé que de pequeño, en ocasiones yo se los daba, pero después de un tiempo, no me los volvió a pedir. Como no tenía nada que hacer realmente, no me quedó más remedio que ponerme a darle el masaje.



Relato


Mi madre es una mujer que dentro de un par de años cumplirá los cuarenta, pero no representa su edad y no lo digo por ser su hijo. Ella siempre se ha cuidado y se ha sabido arreglar bastante bien, ya que como corredora de bienes raíces, según ella misma dice debe tener una buena presencia. Bueno pero esa noche, recién ella había llegado bastante cansada, por lo que tras servirse un trago ligero, me pidió que le hiciera el favor de darle ese masaje en sus pies.

Mi madre tomó asiento en la butaca reclinable que tenemos en la sala, levantó los pies, mientras que yo agarré el frasco del aceite que ella me había dado y tras colocarme frente a ella, comencé a pasar mis manos completamente mojadas en ese aceite, por sus pies.

Al principio no me di cuenta, porque tenía mi mirada fija en sus pies, pero de momento al levantar la mirada, me encuentro con que mi madre mantenía sus piernas ligeramente separadas, como les dije ella viste y se arregla muy bien, en esos momentos estaba usando una minifalda, por lo que al yo colocarme frente a ella, sin mucho esfuerzo le podía ver su coño apenas cubierto por el tanga que estaba usando como ropa intima.

Como ella se encontraba completamente reclinada hacía atrás, no se dio cuenta de que mis ojos se encontraban clavados en su coño. Al principio, me sentí algo incómodo, trataba de no fijar mi vista dentro de su corta falda, pero era como una especie de imán que aunque yo no quisiera atraía mi mirada. A medida que masajeaba con mis manos sus pies, mi miembro se comenzó a poner duro. Yo realmente trataba de no pensar en el coño de mi madre, apenas cubierto por ese pequeño pedazo de tela blanca casi transparente, que se le enterraba por completo dentro de sus labios vaginales. No fue hasta que mi madre me dijo que ya estaba más que bien, que me vine a dar cuenta de todo el tiempo transcurrido.

Antes de que ella se levantase, de inmediato me dirigí a mi habitación, procurando que no se diera cuenta, de la tremenda erección que yo tenía en esos instantes. Apenas llegué a mi cuarto, cerré la puerta con llave y sin poder aguantarme las ganas me comencé a masturbar, el solo recuerdo en mi mente, del coño de mi madre, de sus labios y sobre todo del color rosado de su piel, fue más que suficiente como para continuar mi excitación. Hasta que en cosa de pocos segundos, me vine por completo entre mis dedos. Después de limpiarme, me recriminé a mi mismo lo que había hecho, como era posible que me masturbase, pensando en el hermoso coño de mi propia madre.

Bueno a la siguiente noche cuando mi madre me volvió a pedir que le diera otro masaje en los pies, no bien había terminado de decirlo, cuando ya me encontraba frente a ella con todo y la botella de aceite. Básicamente al día siguiente sucedió lo mismo y así estuve casi a diario, aplicándole el masaje a los pies de mi madre. En ocasiones mis manos subían hasta sus rodillas y en ocasiones hasta la parte inferior de sus muslos. Pero de ahí en adelante no me atrevía a seguir, además con todo lo que podía ver y tocar me bastaba por esos momentos. Pero al mismo tiempo comencé hacer cosas, que hacía tiempo que no realizaba, como el acostarme completamente desnudo y dejar la puerta de mi habitación abierta de par en par. O salir del baño usando únicamente una pequeña toalla, que apenas y me tapaba el miembro y los testículos, o simplemente no me ponía ropa interior.

Cierto día mi madre me comentó que debía ponerme algo al irme a dormir, no fuera a ser que se diera un incendio y que por la prisa de salir de la casa, quedase desnudo en medio de la calle. Eso quería decir, que me había visto durmiendo sin ropa, pero al parecer no le dio mayor importancia, creía yo en esos momentos.

Un día mi madre llegó bastante agotada, había pasado casi todo el día de pie, mostrando una propiedad industrial. Fue cuando me comentó que le vendría de maravilla un masaje por todo el cuerpo, sin decir más nada tomó el teléfono y llamó al gimnasio, a ver había un turno disponible con la masajista. Cuando escuché su desilusión cuando le dijeron que no había turno disponible, le dije al momento que colgó. ¿Por qué? No te doy el masaje yo y lo que vas a pagar a esa señora, lo usamos para salir los dos el domingo para el cine. A mi madre como que la idea no le resultó desagradable. Por lo que apenas vi que tenía intenciones de decir que si, le dije. OK, vamos a tu cama, te preparas que yo te voy a dar un masaje como nunca te han dado, como si yo supiera mucho de eso.

Al entrar a su habitación, después de que busqué en el baño el aceite, la encontré en su cama acostada boca abajo únicamente cubierta con una toalla sobre sus bien formadas nalgas. El nada más verla así acostada, me provocó una tremenda erección, que traté de ocultar de su vista, no fuera a ser que se sintiera incomoda o se asustase. Mi intención realmente era simple y llanamente el acariciar su cuerpo mientras le daba el masaje. A medida que comencé a poner el aceite sobre sus piernas, sentí o mejor dicho me pareció escuchar, un ligero gemido de su parte. Eso me impresionó, por lo que casi de manera automática, continué masajeando sus muslos con mayor insistencia, casi hasta la punta de sus nalgas. Fue cuando me dijo que mejor continuase con su espalda, lo que me sacó de mi concentración.

De inmediato le hice caso y continué dándole masaje en su nuca y parte de sus hombros, al comenzar de nuevo a pasar mis manos llenas de aceite sobre su piel, me pareció escuchar otro gemido. Por lo que con un poco más de calma, continué masajeando su espalda lentamente, hasta que después de un buen rato llegué hasta la parte superior de sus nalgas. Sus gemidos fueron haciéndose más fuertes, en ese momento le pregunté si le dolía algo, a lo que ella me respondió, que sí que parte de sus caderas, indicándome con una de sus manos el área que se encontraba parcialmente oculta por la toalla. Como si me hubiera dicho que continuase, yo retiré la toalla y de inmediato seguí acariciando sus caderas y gran parte de sus nalgas.

A los pocos momentos me comentó que ya se sentía mejor, pero que deseaba que volviera a masajear sus piernas. Al tiempo que pasé de sus nalgas a sus muslos, mi madre abrió ligeramente sus piernas, por lo que pude observar nuevamente su lindo coño. De alguna forma mientras apretaba sus muslos con mis dedos, rocé la parte externa de su vulva. Pensé que se molestaría por eso, pero al contrario, gimió de una manera tan particular que entendí que había sido de su completo agrado, por lo que nuevamente volví a pasar mis dedos por el mismo lugar, generando nuevamente la misma reacción, de su parte. En esos instantes mi verga parecía que se quería salir de mi pantalón, por lo que me producía algo de incomodidad, Así que metí mi mano dentro del pantalón y la coloqué de manera que ya no me molestase tanto.

Fue cuando escuché a mi madre decirme. Sí quieres quítate el pantalón, para que te sientas más cómodo. En ese instante me acordé que no estaba usando ropa interior, pero lejos de detenerme, de inmediato me lo quité, quedando con mi verga al aire y completamente erecta. Mi madre volteó a verme y al notar mi erección se quedó asombrada y como si estuviera hipnotizada, se me quedó viendo mi verga. Fue estirando uno de sus brazos, hasta que la punta de sus dedos tocó mi miembro. Mi madre en años se había convertido en una adicta al trabajo, por lo que yo estaba más que seguro, que tenía mucho tiempo sin acostarse con nadie.

Al ver la forma en que observaba mi verga, me fui acercando a ella lentamente, sus dedos ya no tocaban mi verga sino que la agarraban sutilmente casi acariciándola. Sin decir nada, me despojé de mi camiseta y me acosté a su lado. Sin soltar mi verga su boca buscó la mía y nos dimos un beso como nunca me lo habían dado en la vida, yo introduje mi lengua dentro de su boca, nos abrazamos con fuerza, al tiempo que mi miembro comenzó abrirse camino dentro de su coño, el sentir el calor y la presión de su húmeda vulva, como envolvía por completo todo mi miembro, fue algo que jamás en la vida me pude haber imaginado.

Aún mientras nos besábamos acaloradamente y nuestros cuerpos chocaban uno contra el otro, yo no dejaba de sentir la suavidad de toda su piel, su rico aroma que me volvía loco. Mi madre movía sus caderas tanto de lado a lado como de adelante para atrás, era algo increíble lo que nosotros dos hacíamos sobre su cama. Mi boca se clavó en sus parados y oscuros pezones y como cuando niño los chupé hasta el cansancio. Tanto para mi madre como para mí, la experiencia era algo única, ni ella ni yo habíamos tan siquiera llegado a pensar en que eso pudiera suceder entre nosotros dos.

Sus gemidos, la manera en que me decía que siguiera eran tan excitantes que yo procuraba seguir moviéndome de la manera en que lo estaba haciendo. Hasta que tanto ella como yo alcanzamos un glorioso clímax. Los dos nos quedamos agotados por todo el esfuerzo realizado, tanto mi madre como yo nos quedamos dormidos. No sé cuantas horas pasaron, ya que estaba amaneciendo cuando nos comenzamos a despertar, en ese instante me sentí confundido, al ver a mi madre a los ojos, no pude mantener su mirada, me moría de la vergüenza, fue cuando ella tapándose la cara y llorando me preguntó ¿Por qué lo había hecho? Yo me quedé más confundido todavía, ya que sentía o sabía que yo solo no hubiera hecho nada.

Mi madre y yo nos sentíamos muy mal por lo que habíamos hecho los dos juntos, ella por ser mi madre y yo por ser su hijo. No nos cabía en la cabeza, que ambos hubiéramos disfrutado todo lo que habíamos hecho. Ella no dejaba de regañarme, mientras que yo me defendía a la vez acusándola de haberlo permitido. Estuve a punto de irme de la casa, ya que en lugar de hablarnos más bien parecía que nos gruñéramos. Pero finalmente mi madre me sentó en la sala y se puso a charlar conmigo, nos dimos cuenta que los dos habíamos sido completamente responsables de todo lo sucedido. Así que llegamos al acuerdo de no volver a caer en lo mismo nuevamente. Aunque me sentía como un loco, apenas la veía recordaba todo lo sucedido, pero me controlaba, como ella me lo había pedido. A los pocos días mi madre regresó de trabajar, bastante agotada. Yo aunque pensé en que le hacía falta un buen masaje y algo más, no me atreví ni siquiera a sugerírselo, por miedo a que se molestase.

Pero de momento escuché su voz llamándome a la habitación, al entrar la conseguí completamente desnuda, con la botella de aceite entre sus manos y al verme me dijo. ¿Bueno que esperas? Desde ese instante los dos volvimos a besarnos y acariciarnos mutuamente, mientras que ella me quitaba toda la ropa. Tanto ella como yo sabemos que no debemos hacerlo, pero que rico es. Ambos como que ya nos perdimos toda la vergüenza que pudimos tenernos, hace poco le insinué que me dejase darle por el culo, pero cuando se lo dije de inmediato me dijo que no, por lo que lo único que se me ocurrió fue invitarla a ver varias páginas de relaciones anales en internet. Apenas las vio la impresión que le causó fue de efecto inmediato.

Ya que sin perder tiempo fue al baño tomó el frasco de vaselina y de inmediato regresó a donde yo estaba, se quitó la poca ropa que tenía puesta y tras colocarse en cuatro patas, se puso un poco de vaselina entre sus nalgas y tras hacerlo me dijo, bueno hijo vamos a probar para que no nos cuenten. Poco a poco comencé por introducir mis dedos dentro de su esfínter, con la idea de dilatárselo un poco, hasta que ella misma me dijo que siguiera. A medida que colocaba mi glande contra su hueco, comencé a presionarlo y poco a poco sus nalgas se fueron tragando por completo toda mi verga.

En ocasiones amanezco mamándole su coño, cuando no es ella la que me chupa la verga. La verdad es sabemos que se nos ha ido la mano, pero como ya he dicho anteriormente, que rico es eso.

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Si te ha gustado TODO COMENZO POR UN MASAJE.... vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar TODO COMENZO POR UN MASAJE..... Narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
juliuscaesar06 (29 de November de 2009 a las 01:59) dice: Muy bueno. Linda mamita tenes. Me hiciste calentar mucho.

lobocalientee (2 de February de 2011 a las 01:47) dice: MUUUY BUEN RELATO SI TE LA COGES DE NUEVO CUENTAMELO

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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