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Todo lo suyo es mental…

Relato enviado por : narrador el 09/09/2008. Lecturas: 3301

etiquetas relato Todo lo suyo es mental… .
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Resumen
En fin no es que yo fuera mal pensado, pero a mi edad una de las peores cosas que uno puede hacer, es hacer el papel de pendejo. Por lo que de inmediato sospeché, que mi Eli me estaba siendo infiel.


Relato
Ya me imagino las cosas que pueden llegar a decir o pensar, después de que se lean esto, y puede que la mayoría sean ciertas. Mi nombre es Jorge, y entre mi mujer (Elisabeth) y yo tenemos más de cuarenta años de edad de diferencia. En fin yo tengo un poco más de setenta, mientras que Elizabeth tiene treinta y tantos, pero sin exagerar pareciera ser no mayor de veintiocho.

Cuando nos casamos ella apenas y había cumplido los dieciocho, mientras que yo ya rebasaba los cincuenta, y desde ese entonces, nunca faltó quien me dijera o mejor dicho me insinuaran, o que yo era demasiado viejo para Eli, o que Eli era muy joven para mí. Pero después de casi veinte años de casados, nunca tuve que preocuparme por eso.


Pero recientemente, eso sí comenzó a preocuparme ya que comencé a darme cuenta de ciertos cambios en la manera de actuar de Elisabeth. Aunque ella siempre se ha distinguido por vestir de manera elegante, cosa que me enorgullecía mucho, de repente comenzó a usar ropa mucho más juvenil, tanto que cuando asistíamos a alguna actividad social, no faltaba uno que otro chico que me pidiera permiso para bailar con mi hija e incluso hasta pensaban que yo era su abuelo. Lo peor de todo, eso era la cara de inocente alegría que ponía Eli.

Como les dije, mi mujer se arreglaba de manera diferente, pero no tan solo se trataba de eso, sino que se la pasaba más tiempo en la calle, sin dar explicación alguna. En ocasiones se la pasaba charlando por teléfono por largas horas, riéndose y hablando en voz baja. En fin no es que yo fuera mal pensado, pero a mi edad una de las peores cosas que uno puede hacer, es hacer el papel de pendejo. Por lo que de inmediato sospeché, que mi Eli me estaba siendo infiel.

Para colmo de males, quizás por culpa de esos morbosos pensamientos, cuando teníamos relaciones, me ponía sumamente ansioso, cosa que nunca me había sucedido antes. Es más yo me enorgullecía y me llenaba la boca, hablando sobre mi gran capacidad, de poder estar con cualquier mujer y no venirme hasta que a mí se me diera mi real gana. Por lo que en ocasiones cuando Elizabeth regresaba, y yo le insinuaba que nos fuéramos a la cama, nada más comenzaba a metérselo cuando sin poder hacer nada, me venía o peor aún, había días en que ni se me paraba, por muchas ganas que yo tuviera.

Claro que mi mujer se dio cuenta de eso, y de mi cambio de carácter, y me sugirió que fuera a ver un psiquiatra o un psicólogo. Lo que a pesar de que la idea, nunca me agradó, finalmente acepté, ver a una psiquiatra. Y ya después de la quinta cita, y de haber sido referido a un urólogo y haberme hecho todos los condenados exámenes, que me hicieron, la doctora, me dijo.

Don Jorge todo lo suyo es mental, físicamente me indica el urólogo, que usted se encuentra extremadamente bien, todo su aparato genital funciona mejor que el de algunos jóvenes de 20, tomando en cuenta su edad. Lo que puede estarle sucediendo, son ataques de ansiedad. El motivo de su ansiedad, definitivamente son los celos, por lo que aparte de la siguiente medicación, le recomiendo ampliamente que hable de ello con su esposa. Verá que una vez que ella, hable con usted, se sentirá mucho mejor, y su actividad sexual será tan grata como normalmente lo era.

Pues bien, eso hice, me tome las condenadas pastillitas, y ese fin de semana salí a bailar con mi mujer, pero antes de eso decidí hablar sinceramente con ella. En ese instante solamente me dijo secamente, que ella no me era infiel y que de serlo el primero en saberlo lo sería yo. Fue cierto volví a funcionar casi como de costumbre, pero todavía había algo que no me terminaba de convencer.

No se me había hecho tantas ideas en mi mente sobre la posible infidelidad de Elizabeth, que como que en parte me sentí defraudado. Sé de sobra que eso que digo, suena raro, que debería estar bien contento porque mi esposa no me fuera infiel, pero algo en mi no se encontraba conforme. Finalmente se lo dije a mi psiquiatra, la que me indicó que eventualmente esas ideas irían desapareciendo con el tiempo, a medida que mi confianza fuera tomando cuerpo nuevamente.


Después de eso fuimos a una fiesta, donde como de costumbre, no faltó algún jovencito que se acercase, a pedirme permiso para bailar con mi hija. Por lo general, la misma Elizabeth, los sacaba de su error, pero esa noche fui yo quien quizás por impulso o quien sabe que, le dije a uno de ellos, si como no, puedes bailar con mi hija, y de inmediato me dirigí a mi esposa y le dije. Hijita mía el jovencito desea bailar contigo, complácele y baila con él aunque sea una pieza. El rostro de mi mujer se quedó como congelado, ya que yo nunca le había dicho algo semejante.

El chico quela sacó a bailar, como que no se dio cuenta de eso, ya que iba de lo más feliz. En cuanto vi a los dos en la pista de baile, y como él la tomaba a Elizabeth por la cintura, me sentí bien raro, y a medida que seguían bailando, como de manera casi indecente restregaba su verga contra el cuerpo de mi mujer, me fui sintiendo sumamente excitado. Tanto que esa misma noche al llegar a casa, no esperé a llegar a la cama, sino que en la misma sala de nuestra casa, comencé a besar a mi mujer, y a medida que lo iba haciendo la comencé a desnudar. Hasta que finalmente nos recostamos en la alfombra de la sala y separando sus hermosas y largas piernas me dediqué a darle una tremenda mamada de coño, como solo a ella le gusta que yo se lo haga, mordisqueándole su clítoris al tiempo que como loca mueve sus caderas y me restriega su vulva contra mi rostro.

Después de lo cual, yo tremendamente excitado, dirigí mi verga a su peludo y sabroso coño. El que a medida que la iba penetrando, visualizaba como ella y ese jovencito bailaban. Esa noche fue como en mis mejores momentos, mi excitación era tal, que a medida que le daba verga de la buena a mi mujer, Elizabeth gritaba del placer, el ver como mi verga entraba y salía de su coño, me excitaba y calentaba más aun. Por su parte Elizabeth, movía sus caderas al tiempo que yo sentía como su vulva, prácticamente se chupaba mi verga. En medio de mi excitación, en medio de mi desespero, saqué mi verga de su coño y sin detenerme rápidamente se lo clavé en medio de su sabroso culo, cosa que ya tenía cierto tiempo que no disfrutaba, por mi condición.

Sus gritos de placer me enardecían más, por lo que con una de mis manos busqué su coño, y a medida que yo continuaba metiendo y sacando mi verga de su apretado culo. Con mi mano me dediqué a apretar su clítoris, al tiempo que Elizabeth, en medio de un orgasmo, me pedía que le diera más y más duro, hasta que ambos alcanzamos un tremendo clímax. Al terminar los dos nos quedamos tirados sobre la alfombra de la sala, y fue cuando mi mujer bastante sorprendida me comentó que esas pastillitas eran fantásticas. Fue cuando le dije que no las había tomado, que lo único que hice fue pensar en el momento que ella bailaba con aquel joven.

Al principio ella parecía no entenderme, pero al darse cuenta que yo le estaba confesando que me excitó tremendamente, el recordar como ese tipo, él que la sacó a bailar, y apretaba su cuerpo contra el de ella, restregando su miembro. Elizabeth, me preguntó que sentiría yo si ella me llegaba a ser infiel, la sola pregunta me molestó, por lo que no seguimos con el tema. Pero posteriormente me dijo que si en lugar de serme infiel realmente, se inventaba algo. Aunque tampoco esa idea me agradó mucho, decidimos hacer la prueba, pero quizás por el conocimiento que yo tenía que todo era falso, el resultado no era el mismo. Y como a las dos semanas, volví a sentirme sumamente ansioso, y eso que Elizabeth se dedicó a mamar mi verga, pero con el triste resultado que nada más se la introdujo en la boca yo me vine como un perfecto pendejo.

Así que inevitablemente, volvimos a tocar el tema de la infidelidad. Fue cuando Elizabeth me confesó que ella se estaba comenzando a sentir mal conmigo, a pesar de lo mucho que me amaba. Por el hecho que cuando yo actuaba de esa manera en la cama, ella se quedaba frustrada y molesta. Deseando volver a tener una buena verga, dentro de su coño. El nada más escucharla, quizás para otro hombre por lo menos lo hubiera hecho pensar en divorciarse. Pero en mi caso, eso me hizo ver algo que no quise aceptar en principio, y era que el pensar o saber que mi mujer me podía ser infiel, me excitaba tremendamente.

Por lo que a pesar de mi manera de pensar, entre los dos decidimos que haríamos una prueba. Nada que fuera real, simplemente era algo así como que Elizabeth, comenzara algo, con algún tipo, pero no lo llegase a terminar. Así que después de pensarlo mucho, fuimos a uno de los hoteles que tienen salón de baile. Mientras que yo me ubiqué en una mesa, mi mujer de lo más seductoramente provocativa, simplemente se dejó caer en la barra. En cosa de segundos ya tenía un par de tipos rondándola, bailó con ambos, que al parecer se conocían. Y estando en la pista me di cuenta, que mientras que ella bailaba con cualquiera de ellos dos, prácticamente le acariciaban sus nalgas bajo la falda. Además la manera de beber de mi mujer, me comenzó a preocupar, pero al mismo tiempo comencé a sentir tal excitación, que ya me sentía como en mis mejores tiempos. Así que esperé que regresara a la barra, para hacerle una llamada a su teléfono celular, como habíamos quedado previamente.

De momento comenzó a llegar más y más gente, tanto el salón como la barra se abarrotaron. Cuando traté de localizar a Elizabeth con mi vista o por lo menos a uno de sus acompañantes, no tuve suerte, algo desesperado, llamé a su celular, y simplemente salía el mensaje de que el teléfono se encontraba fuera de servicio. Ante tal circunstancia me quedé en la mesa bebiendo a ver si los podía encontrar. Cuando casi a las dos horas, de estar todavía buscándolos, apareció Elizabeth.

Se notaba diferente, me dio la impresión de que estaba avergonzada, así que cuando se acercó a la mesa, de inmediato me pidió que nos marchásemos, sin decir más palabras. Al llegar al auto mientras yo comenzaba a conducir, estalló en llanto, diciéndome. Me han violado esos dos desgraciados me han violado. Yo he pegado un frenazo, al escucharla decirme eso, que casi hasta me salgo de la carretera. Desde ese instante, lo único que hizo fue llorar hasta llegar a casa, ya en nuestro hogar, le pedí que me dijera que había sucedido, si la idea era que después de bailar un rato, se despidiera al recibir mi llamada. Fue cuando comenzó por decirme, que esos dos tipos eran hermanos, y que cuando ella ya estaba recogiendo su cartera para marcharse, ya que eso de que los dos, le estuvieran tocando sus nalgas, mientras bailaban, frente a todo el mundo no era de su agrado. Al parecer por lo que mi mujer me contó, apenas se levantó de la mesa, uno de ellos la tomó por el brazo, y amenazándola con un arma, la condujo acompañados por el otro hasta el ascensor.

A punta de pistola la llevaron a una de las suites del hotel, y ya dentro, le ordenaron desnudarse completamente, bajo la amenaza del arma. Mientras que uno de los tipos comenzó a besarla salvajemente, y prácticamente metiendo completamente su mano dentro del coño de ella, el otro se colocó a su espalda tras bajarse los pantalones. Después de eso, me dijo que no quería seguir hablando, pero yo en medio de mi ansiedad le pedí, o mejor dicho le ordené que continuase. Aunque me advirtió que después de escucharla lo más probable era que decidiera divorciarme, yo le aseguré que eso no pasaría. Después me dijo que me contaría todo lo sucedido con lujo de detalles, ya que ella se sentía mal por haberme sido infiel, aun cuando fue algo que sucedió en contra de su voluntad.

Yo bien desesperado, le pedí que siguiera hablando, y me dijo. Que al estar completamente desnuda, y sentir la mano de uno de ellos prácticamente dentro de su cuerpo, al principio trató de rechazarlo, pero la manera en que ese tipo la tocaba y besaba la hizo sentirse mareada, además por lo mucho que había tomado en la barra. Por un buen rato entre los dos hermanos se dedicaron a chupar sus senos, acariciar todo su cuerpo, y decirle que por puta los dos se la iban a meter al mismo tiempo. Aunque Eli, también me confesó que ante tal situación terminó por rendirse a sus atacantes, y después de un buen rato de estar tocando y magreando todo su cuerpo, uno de ellos se recostó en la cama, después de desnudarse completamente, mientras que el otro la obligó a que se le colocase encima. Cosa que ella me aseguró que terminó haciendo en contra de su voluntad, solamente por el arma con que le apuntaban.

Mi mujer, aun entre llantos me dijo que comenzó a sentir como el tipo ese la penetraba, y quizás por lo ebria que estaba, y lo mucho que la habían tocado por todas partes de su cuerpo, casi de manera inconsciente, comenzó a mover sus caderas. A medida que fue sintiendo como esa verga se abría paso dentro de su vulva. En cierto momento ya no pudo evitar sentir lo que sentí y continuó moviendo sus caderas como si en ello le fuera la vida. Fue cuando sintió que un par de manos separaban sus nalgas, y casi de inmediato, como otra verga la penetraba de manera salvaje por el culo. Uno de esos tipos, no se cansaba de apretar sus senos, mientras que el otro le chupaba la nuca dejándole varios pequeños morados por todo su cuello y espalda.

En ese instante tapándose la cara, Elizabeth me confesó que a pesar de haber sido obligada a recibir en contra de su voluntad, ese par de vergas dentro de su cuerpo, ella se dio cuenta de que en cierto momento, estaba disfrutando todo lo que le estaba sucediendo. Y a medida que ellos la insultaban, diciéndole lo puta que era y sabrosa que estaba, Ella más se movía, hasta que alcanzó un orgasmos tremendo, lo que la hizo sentirse avergonzada conmigo al confesármelo. Pero los tipo a pesar de que se vinieron dentro de su cuerpo, y que ella pensó que ya todo había terminado, uno de ellos aun con su verga votando leche, la agarró por la cabellera y la obligó a que se lo mamase. Tras lo cual cuando ese tipo sació sus bajos instintos y aun ella no se había recuperado de lo sucedido, el otro sin perder tiempo la obligó a hacer lo mismo al tiempo que mientras ella se lo mamaba a él, él nuevamente comenzó a introducir una de sus manos dentro del coño de ella, obligándola nuevamente a sentir otro tremendo orgasmo.

Al salir de la suite, ellos le dijeron. De nada vale que vayas a la policía, ya que sería la versión de una puta, contra la de dos honorables hombres honorables de negocio. Ya que el cantinero seguramente dirá que tu aparte de que aceptaste nuestra bebida, prácticamente no hacías otra cosa que hablar de sexo. Yo realmente no me sentí con ganas, de que fuéramos a la policía a poner una denuncia. Ya que ellos hasta le habían preguntado cuanto cobraba. Después de eso Elizabeth se desnudó completamente, y aun sobre gran parte de su cuerpo se notaban sin mucho esfuerzo las marcas y manchas de semen que uno de ellos le había dejado, sobre su cuerpo

Yo no sé que me pasó en el momento en que Elizabeth, después de darse una ducha en el baño, algo dentro de mí, prácticamente me obligó a saltarle encima. Tal y como nos encontrábamos en esos momentos, ella completamente desnuda y yo completamente vestido. Como pude saqué mi verga, y ante la cara de asombro de mi mujer, sin pérdida de tiempo, busqué su coño con mi verga y la penetré. Era tal mi excitación, que nada más de visualizarla o imaginarme como se la estuvieron clavando ese par de desgraciados, me enervaba más y más, pero sin llegar a venirme. Por su parte Elizabeth, al principio, pareció estar bastante confundida, pero a medida que yo seguía penetrándola insistentemente con mi verga, ella comenzó a mover sus caderas, de una manera salvaje, al tiempo que me comenzó a contar todo lo sucedido nuevamente.

Yo estaba que ni yo mismo me reconocía, era tal mi estado de ánimo, una mezcla entre rabia, coraje y excitación, que en mi desenfreno, saqué mi verga de su coño, y sin dilación en la misma posición en que nos encontrábamos se la clave dentro de su culo. Los ojos de Elizabeth, parecieron querer salirse de sus orbitas, en ese instante. Pero aun y a pesar del dolor que pudo haber sentido continuó moviéndose bajo mi cuerpo, mientras que una de mis manos finalmente la pude acomodar sobre su coño, y con mis dedos apretaba una y otra vez su clítoris, hasta que logré arrancarle un profundo grito de placer.


Cuando finalmente justo antes de venirme, la escuchaba decirme nuevamente, como esos tipos la habían puesto a mamar. Sin pensarlo mucho, saqué mi verga de entre sus apretadas nalgas, y la dirigí directamente a su boca, con la que Eli, se dedicó a mamarla completamente, hasta no dejar ni una sola gota de semen. Después de eso mientras los dos descansábamos tendidos sobre la cama, Elizabeth, me preguntó que me había sucedido, y no me quedó más remedio que aceptar que el estar consciente de todo lo que a ella le sucedido, me excitó de manera bárbara. Además también le confesé, que no tenía la menor idea del porque yo había disfrutado tanto todo lo que ella me había contado.

Desde esa fecha, aun ella y yo continuamos viviendo juntos, en ocasiones la acompaño a algún salón de baile y espero que se lleve a la cama a algún tipo, para luego en casa, mientras ella me da los pormenores de lo sucedido, yo por mi parte me la voy clavando salvajemente.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:15) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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