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Todo sea por las negociaciones….

Relato enviado por : narrador el 07/04/2017. Lecturas: 5148

etiquetas relato Todo sea por las negociaciones….   putas .
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Resumen

Cuando Raúl mi actual esposo, y yo aún éramos novios, una de las primeras cosas que me dijo sobre su trabajo, como Subgerente de Relaciones Públicas de la Multinacional para la que trabajaba, era que en ocasiones debía salir con alguno de sus clientes, y asegurarse de proporcionarles cualquier cosa que ellos quisieran, siendo la mayoría de las veces, mujeres.



Relato
. Por lo que después de casarnos, y que al poco tiempo lo nombraron Gerente de Relaciones Públicas, ya estaba acostumbrada a que saliera con los clientes de la empresa, a putear. Hasta que un día, a última hora, una de las chicas a las que había llamado, devolvió la llamada, diciendo que no podía asistir a la cita. Lo que aunque era un contra tiempo, no era nada que Raúl no pudiera resolver, ya que esa chica era la que iba acompañar a mi esposo. Fue cuando jugando le dije, que bien podía acompañarlo yo. A Raúl le brillaron los ojos, y de inmediato me dijo que me pusiera el vestido más elegante, con alguna peluca. Yo al principio no pensé que hablase en serio, pero tras su insistencia, lo complací. Realmente fue una cena, algo aburrida, aunque su cliente, y la chica que había contratado para él, se divirtieron bastante. Bueno desde ese momento, cada vez que a mi marido le hacía falta una acompañante, me llevaba a mí. Lo que por una parte significaba, una buena cantidad de dinero, exclusivamente para mí. Mientras que por otra parte, mi esposo, y yo por lo general nos quedábamos disfrutando de la habitación del hotel, hasta el siguiente día, como si estuviéramos de luna de miel. Fue en una de esas salidas, con los miembros de la mesa directiva de una empresa asiática. Que mi esposo me dijo, bien contento, cuando llegamos a la habitación del hotel, que de cerrarse ese contrato, recibiría una bonificación de alrededor ocho dígitos. Ya que la transacción original, era por unos cuantos billones, o millardos. Los dos nos encontrábamos tan contentos, que hasta abrimos una botella de champan, y a medida que nos la fuimos bebiendo, comenzamos a tener relaciones. Pero la excitación era tal, que apenas terminamos, y tras lavarme, al regresar a la cama, me puse a mamar su verga. Por lo que apenas me insinuó que me dejase dar por el culo, yo gustosamente acepté. Nada más pensando en la gran cantidad de dinero, que eventualmente iba a engrosar nuestra cuenta de banco. Así que sin ningún tipo de pudor, le ofrecí mis nalgas, a Raúl. Aunque no era la primera vez que él me daba por el culo, pero como era algo tan especial, para ambos era como una especie de premio. Por lo que cuando comencé a sentir la cabeza de su miembro, presionándola contra mi esfínter, procuré relajarme lo más posible, hasta que mi marido terminó de enterrarme todo su miembro. Al tiempo que con una de sus manos me agarraba el coño, apretándolo divinamente. Mientras que yo movía mis caderas, a medida que él no paraba de meter y sacarlo, una y otra vez de mi culo. Esa noche la pasamos de rechupete, hasta que un rato después de que habíamos terminado, y ambos nos encontrábamos tirados en la cama. Sonó su celular, era el gerente de ventas, de la empresa para la que Raúl trabaja, llamándolo para agradecerle a nombre del presidente de la empresa, el buen servicio que le había prestado a la compañía. Por lo que vi lo, orgullosos que se encontraba Raúl. Pero apenas terminó de felicitarlo, le dijo que varios de los invitados, estaban deseosos de acostarse con su acompañante, o sea conmigo. Sin saber que era lo que le estaban diciendo a mi esposo, vi como su cara se transformó en una mueca de tragedia, y frustración. Raúl en esos momentos, lo único que se le ocurrió decirle al gerente de ventas fue. Que su acompañante, o sea yo estaba dormida, después de que habíamos estado disfrutando como unos salvajes en la cama. A lo que el otro, le respondió diciéndole. Bueno despiértala, y dile que le pagaras el doble, por ir a la suite de los chinos. Pero eso sí, que se dé una buena ducha, antes. Cuando terminó la llamada, Raúl me contó todo, lo que el gerente de ventas le había dicho. Cuando lo terminé de escuchar a mi marido, me quedé estupefacta. Y de inmediato me puse a pensar en la cantidad de dinero, que ya no íbamos a tener en nuestra cuenta del banco, si mi esposo, o mejor dicho, si yo no complacía a sus clientes. Raúl se me ha quedado viendo, sin decir palabra. Como diciéndome con los ojos, que dijera que sí. Mientras que yo sentí sobre mi persona, todo el peso, por el satisfactorio cierre de las negociaciones. Sin decir una sola palabra, me dirigí al baño, donde rápidamente me di una buena, y profunda ducha, pero a medida que me fui vistiendo, sin ninguno de los dos decir una sola palabra, terminé de tomarme, lo que aún quedaba del champan. Raúl ya en camino a la habitación de su cliente, lo único que me dijo fue. Pase lo que pase, hagas lo que hagas, procura divertirte, y pasarla bien. Yo la verdad es que como que no registré eso, si sé que mi esposo me dijo eso. Pero no pensé en lo que eso significaba, al momento de estar en la puerta de la suite. Por lo que cuando Raúl tocó la puerta de la habitación donde estaban celebrando, la persona que nos abrió la puerta fue un obeso guardaespaldas chino. O por lo menos eso parecía, yo entré, mientras que mi esposo, dio la vuelta, y sin decir más nada, se marchó en silencio. Ya dentro de la suite, se encontraban un grupo de asiáticos, acompañado por varias de las chicas contratadas, en su mayoría estaban completamente desnudo. Apenas uno de ellos me vio, dirigiéndose a mí en español, con un marcado acento chino, diciéndome. Quitate toda la lopa, lo que yo sonriendo, y procurando actuar como se espera que actué una acompañante profesional, comencé hacerlo. Mientras que las otras chicas, sin prestarme mucha atención, seguían atendiendo a sus respectivos acompañantes. Aunque había más de uno de esos chinos, que se encontraban acompañados por dos mujeres. Algunas de las chicas, tenían rasgos asiáticos, otras definitivamente eran latinas, y había hasta dos negras. Pero no fue hasta que terminé de quitarme las pantis, que la mayoría de ellos, se fijaron en mí, la única blanca, rubia natural, de ojos azules. O mejor dicho en mi peludo coño rubio, ya que las demás mujeres presentes, todas lo tenían muy bien depilados. En esos momentos en lo único en que yo pensaba, para no caer en una crisis de pudor, era en la cifra de ocho dígitos, que recibiría Raúl al terminar las negociaciones. Casi de inmediato, varios de ellos me rodearon, y aunque no les entendía ni papa de lo que entre ellos se decían, sabía de sobra que entre ellos hablaban de mí, o mejor dicho de mi peludo coño. Ya que en todo momento lo señalaban, riéndose entre ellos lujuriosamente. Yo procuraba mantener la calma, sonriendo, y dejando que sus manos acariciaran todo mi cuerpo, en especial, mis muslos, mis tetas, mis nalgas, y hasta mi rubio coño. Yo estaba de lo más concentrada en no meter las patas, que ni cuenta me di cuando uno de esos chinos, un viejecito bien delgado, totalmente desnudo se me acercó. Y agarrándome por la mano me condujo hasta una de las habitaciones. Mientras que los demás, de inmediato nos abrieron paso. Ya dentro de la habitación, ni tan siquiera se molestó en cerrar la puerta, aunque el resto, sin que él les dijera nada, se quedaron observándonos. Yo permanecí de pie frente a la cama, mientras él comenzó a caminar lentamente a mi alrededor, con sus manos agarradas tras su espalda, lo que en medio de todo me produjo algo de risa, que procuré disimular, ya que como él era mucho más bajito que yo, se veía bien gracioso. En ese momento, colocó sus manos sobre mis hombros, y al presionarme ligeramente, mientras le decía algo en chino a sus compañeros, hizo que yo me fuera arrodillando ante él. Al tiempo que él tomaba asiento sobre aquella enorme cama. Como se lo podrán imaginar, no había que ser una traductora, para saber, qué era lo que el viejito deseaba. Por lo que yo sin dejar de pensar en la cifra de ocho dígitos, agarré su mustio miembro, y tal como si fuera un helado comencé a pasar mi lengua por todo su tallo, hasta su glande. Yo creo que no le había llegado a dar ni tres lengüetazos, cuando aquel pedacito de carne, me sorprendió tonificándose entre mis dedos, adquiriendo una gran proporción. Cuando levanté la vista, vi su sonriente rostro, por lo que en lugar de seguir lame que lame, comencé a mamar su ya erecto miembro. Mientras que sus compañeros, seguían diciéndole cosas en chino, y él se sonreía. Yo pensé en ese instante, quizás si lo hago venirse, bien rápido, más pronto regresaré con mi esposo. Pero me equivoqué, ya que a medida que yo intensamente, seguía mama, que mama, el condenado viejo, nada que se venía. En esos momentos me dio un pequeño golpe en la cabeza, y diciéndome algo que no supe que fue, sacó su verga de mi boca, al tiempo que me señaló la cama. Yo sin borrar la sonrisa de mi cara, me recosté con mis piernas bien abiertas, y a los pocos segundos aquel vejete chino, me penetró por el coño. Yo la verdad es que no pensé que el condenado viejo, resistiera tanto sin llegar a venirse. Pero a medida que yo movía mis caderas, él continuaba penetrándome, una y otras vez. Mientras que sus compañeros, no dejaba de decirle cosas a él. En cierto momento sacó su verga de mi coño, e hizo que me diera vuelta, para de inmediato volver a metérmelo. Yo dejé de pensar en los ocho dígitos, y a cada empellón que él me daba, disfrutaba de ese intenso placer, que me producía. No tengo idea de por cuanto tiempo permaneció sobre mí ese viejo, lo que si se es que por primera vez en mi vida, que disfrute de más de un orgasmos a medida que él continuaba clavándome una, y otra vez toda su parada verga. No bien el viejo terminó conmigo, yo me dirigí al baño para asearme, pero al regresar a la sala me encontré con que varios de ellos estaban esperando en fila para que yo los atendiera. Yo sin dejar de sonreír, y mientras me tomaba un trago, pensando en los ocho dígitos, me dirigí nuevamente a la cama. Solo que en lugar de uno, fueron tres los que me acompañaron. Así que mientras uno me comenzó acariciar mi culo, para casi de inmediato penetrarme, otro le dio por comenzar a tocar mi peludo coño rubio, antes de meterme su parada verga, y un tercero apenas pudo me puso a mamar. Así que frente a los demás, aquellos tres chinitos hicieron conmigo lo que les dio la gana, para finalmente dejarme completamente agotada sobre la cama, pero tremendamente satisfecha. El resto de la noche, otros cuatro chinos, se acostaron conmigo, pero de uno en uno. Así que ya había comenzado a amanecer, y la mayoría de ellos después de acostarse conmigo, se habían ido a dormir, cuando al salir del baño después de asearme, y justo cuando pensaba recoger mí ropa, y vestirme. El gordo guardaespaldas, me agarró suavemente por el brazo. No hizo falta que me dijera nada, ya que por su manera de mirarme, supe de inmediato que era lo que él deseaba. Así que frente a la me agaché, y tras sacar su verga del pantalón me dediqué a mamársela, por un corto rato, hasta que él mismo me dijo, en un muy claro español. Ahora quiero darte por ese rubio coño. Aunque me sorprendí al escucharlo, no me hice de rogar, por lo que apoyándome contra la pared, sentí su enorme miembro penetrando mi vulva. Cuando él terminó conmigo, regresé al baño me asee, y tras vestirme. Salí de la suite, con rumbo a la habitación donde me esperaba mi esposo. Apenas entré, Raúl no me dijo nada, solamente comenzó a besarme de manera desesperada. Y aunque yo me encontraba súper agotada, cuando comenzó a quitarme la ropa, yo lo dejé que continuara. No fue hasta que ya me había penetrado, que me preguntó que me habían hecho. Yo al principio no quería decirle nada, pero insistió tanto, que le conté todo con lujo de detalles, a medida que él no dejaba de penetrarme, ya fuera por el coño o por el culo. Yo le fui diciendo todo lo que hice en la suite, le conté todo desde el principio hasta el final, incluyendo lo del guardaespaldas. Después de ese momento, no hemos vuelto a tocar el tema, aunque si les diré que los de los ocho dígitos, finalmente fueron seis, aunque que la negociación se cerró efectivamente. Hoy en día Raúl, ocasionalmente me lleva a sus reuniones de negocio, presentándome como su esposa. Pero también ocasionalmente yo termino metida en la cama del cliente, manteniendo un salvaje trio, con su pareja y él, claro que con el consentimiento de Raúl, mi esposo….

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:08) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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