Mi despertar sexual ya venía haciendo estragos hacía rato en mí, pero a pesar de lo avanzado de mi edad nunca había tenido una experiencia sexual y no puedo negar que algo me pasaba con ese sujeto borracho y especialmente con lo que ocultaba en su entre-pierna. Siempre con el grupo de amigos jugábamos futbol en la cancha del barrio. El tipo borracho tenía que cruzar por ahí para llegar a su casa. Cada vez que pasaba lo molestaban por su bamboleo propio de un ebrio y él reaccionaba agarrándose el bulto y ofreciéndolo como una forma de insulto para todos.
. Cada vez que se agarraba el bulto lo hacía a dos manos, se notaba que el pedazo de carne que se ocultaba bajo el pantalón era abundante y eso despertaba mi morbo y me prendía imaginando como sería ser poseído por él.
Ese día hervía de calentura, y no aguantando más me arme de valentía y me dirigí a la casa de ese hombre que por lo demás vivía solo. Me asome por la ventana para espiar y lo veo sobre su cama durmiendo, aparentemente ya estaba bebido por la forma desparramada en que se había estirado. Abrí su puerta sin mayor dificultad y me dirigí hacia dónde él dormía. El tipo roncaba, pero al parecer soñaba algo sexual pues se notaba su miembro algo erecto bajo el pantalón. Confieso se me hizo agua la boca, y sin pensarlo dos veces comencé a sobarle el bulto, inmediatamente el sujeto suelta un quejido de placer, lo cual me alentó a ser más osado y atreverme a sacarle la verga del pantalón. Mientras desabrochaba para liberar el miembro, podía constatar que efectivamente era un vergón grueso, y de seguro cuando estuviera en su erección máxima alcanzaría dimensiones monstruosas. Comencé a pasar mi lengua por alrededor de su glande rojizo, el tipo sin despertar comenzó a agitarse de placer, luego seguí lamiendo su tronco venoso hasta conseguir una erección enorme. Mi culito se comenzó a contraer y lubricar tentado por la posibilidad de ser penetrado por ese vergón de proporciones. Después de lamer por completo el pichulón me dispuse a montarme sobre él para ser incrustado. En ese instante el borracho despertó y me dice: - “que estái haciendo maricón” – Yo solo atiné a bajar hasta su entre-pierna y darle un mamón a su miembro. Al parecer con eso bastó para ganarme su venia. Él se levanta y me toma por atrás y sin ninguna consideración manda a guardar su pichulón en mi culo. Confieso fue un dolor desgarrador, pero una vez que sentí que comienza a bombear hasta llegar al fondo, ese dolor se comenzó a transformar en placer. Fueron un par de minutos que me envistió hasta que retiró su fierro de mi ano y me vuelca con fuerza haciendo que me beba todo el moco que escupía, tras bramar de placer con un grito ensordecedor.
Sin mediar palabras, yo me vestí y salí corriendo con una sensación de temor y un satisfactorio placer. Ahora cada vez que el sujeto borracho pasa por la cancha de futbol y hace el gesto de agarrarse el bulto, me mira y sonríe con malicia.