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Un buen trabajo.

Relato enviado por : elcapi5 el 16/01/2011. Lecturas: 3473

etiquetas relato Un buen trabajo.   Infidelidades .
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Resumen
Una rubia es follada sin miramientos por dos trabajadores de una obra. No dejarán agujero sin tapar para hacer un buen trabajo.


Relato


A veces, el duro trabajo de albañil puede ser tan gratificante como el que más. Hace ya unos meses, trabajábamos duro en la reforma de una casa rural mi compañero Pepe y yo, junto con un pobre peón llamado Yuri, el cual era realmente el único que trabajaba. De este trío, sólo yo era español, pues Pepe no era tal. Se trata de un camerunés de nombre y apellido impronunciables, al cual rebautizamos con el nombre de Pepe en la pequeña empresa para la que trabajábamos. Era un buen tipo, se escaqueaba de sus obligaciones como el que más, pero no trabajaba mal; Yuri era el más joven de los tres y sobre quien recaía las culpas de nuestros desmanes, pues él no entendía muy bien el español y poco o nada podía hacer para defenderse de nuestras acusaciones. Tampoco hablábamos mucho con él, precisamente porque su nivel de español era nulo, así que nos las teníamos que arreglar mediante gestos.

En pleno mes de Agosto, poco antes de terminar la faena del día, apareció una mujer, que tenía que ser la dueña de la casa rural, la cual habría venido para supervisar el trabajo que andábamos terminando. Mientras el negro Pepe y yo nos apurábamos las cervezas rápidamente para que la jefa no nos pillara, el pobre Yuri terminaba de limpiar las herramientas para irse pronto. Podíamos ver por una de las ventanas la esbelta figura de Martina, nuestra jefa, saliendo del todoterreno con unas bolsas en las manos. Haciendo un leve gesto con las latas, brindamos a la salud de aquel chochito que venía hacia nosotros, sin decir ni una palabra y con los ojos entornados por la sonrisa disimulada.

Apuradas las birras, sonó el timbre y nos apresuramos a esconderlas. En breves instantes llegaría hasta nosotros, pues le abrió Yuri, y para dar mayor realismo a nuestro papel de currantes dedicados, Pepe se quitó la camiseta -dejando el torso al descubierto-, mientras ambos golpeábamos una pared para terminar de echarla abajo… y así sudar un poco. De esta forma, Martina apareció silenciosamente, apoyándose en el quicio de la puerta, y portando una de las bolsas en las manos.

-Hola,-dijo, exhibiendo una sonrisa de oreja a oreja-. ¿Creí que ya estaríais terminando por hoy?

-Sí, -contesté-, pero es que nos queda un par de cosillas por hacer. Ya le hemos dicho al chico que se vaya, que no hace falta que siga esta tarde.

-Veo que estáis agotados, -observó, mientras miraba con descaro las abdominales de Pepe y sus pectorales-, os he traído unas cervezas por si queríais refrescaros.

Pepe y yo nos miramos, sin saber muy bien qué decir. Podría ser una trampa, pues de ella no conocíamos más que el nombre y no teníamos confianza, pero si no la aceptábamos podría pensar que ya estábamos bien servidos… así que aceptamos con mucho gusto, como si no hubiésemos probado algo líquido en toda la tarde. Mientras bebíamos, se hizo un silencio incómodo, pues ella no paraba de mirar el torso desnudo de Pepe y de vez en cuando me sonreía con malicia. Pepe y yo nos volvimos a mirar, como repitiendo el brindis anterior a la salud del chochito que ahora nos estaba observando casi con deleite.

Para romper el hielo, Martina dijo que todo estaba quedando muy bien, pero que necesitaba un buen trabajo que sólo nosotros dos podíamos hacer. Ambos respondimos al unísono que había buen material y que nos esforzábamos todo lo posible para dejarla satisfecha. Con una leve carcajada, seguida de una amplia sonrisa, Martina se acercó un poco más a nosotros a la vez que entornaba la puerta.

-No me refiero a la casa, bobos, -apuntó, mientras nos quitaba las cervezas de las manos-. Me refiero a mí. Necesito que me hagáis un buen trabajo los dos, aquí y ahora.

Mi compañero y yo nos quedamos estupefactos, sin palabras, no sabíamos si estábamos soñando o si era otra trampa. Sin embargo, nuestras dudas se disiparon cuando la jefa empezó a acariciar el pecho de Pepe a la par que acercaba sus labios a los míos, y, justo cuando fui a decirle que no me parecía correcto, su lengua se abalanzó sobre mi boca y me dejó sin voluntad alguna, excepto de follármela. No pensé en nada más que en quitarle la poca ropa que llevaba, comerle los pezones empitonados y empezar a meterle mi falo por todas partes. Pero éramos tres, no dos, y ella deslizó su mano desde el pecho de Pepe hasta su negra y cada vez más dura polla, sacándola con dificultades del pantalón. Apenas me hubo sacado la lengua, ya se había metido la polla de mi amigo en su boca, empezando a chuparla lentamente, observando con morbo los latidos de la misma y viendo cómo crecía rápidamente. Cuando la vio en su máxima extensión, empezó a succionarla como si la vida le fuera en ello. Por mi parte, yo tenía el rabo tan tieso que casi me dolía, y necesitaba follármela cuanto antes. Al ver que ya estaba preparado, se puso en posición, ofreciéndome todo su culo y su precioso chochito. Como no me la había chupado todavía, me escupí en la punta de los dedos de la mano derecha para cogerla bien fuerte por detrás, pero no podía imaginarme que aquél coño estuviese tan mojado, así que entró con facilidad, a la par que se sacaba brevemente la polla de Pepe para soltar un alarido de placer.

La cara de Pepe era un poema, con las rodillas flexionadas, hacía todo lo posible por no correrse. En cambio, yo le estaba follando el coño de lo lindo al mismo tiempo que le cogía las tetas, para agarrarla mejor y que no se moviese demasiado a cada embestida, pues podía llegar a salírseme la polla. Todo iba perfecto, sin embargo, Martina decidió que la boca de Pepe sería mejor aprovecharla para que le comiera su almejita y, de camino, devolverle el favor que ella le había hecho a él durante aquel primer asalto. Para ello, la jefa se sentó en la silla que teníamos allí al lado, se abrió los labios de su cuevita, y le indicó a mi amigo que se lo merendase. A mí me puso a un lado sin dejar de cogerme la verga, y mientras me dirigía una mirada viciosa con sus ojos azules, empezó a chupármela a un ritmo frenético; era como si quisiera que me corriese rápido en su boca. Yo no quería, pero lo hacía tan bien que tampoco podía impedirle su estupenda labor.

Por fortuna, Pepe se lo estaba comiendo estupendamente bien mientras le pajeaba el coño, a juzgar por los espasmos y alaridos que la obligaron a parar de chupármela. Fue entonces cuando se percató de la extrema calidez y de los latidos de mi corazón… de la punta de mi verga. Lejos de cambiar de postura o de dejar definitivamente la mamada, empezó a masturbarme y a succionar con frenesí, hasta que no pude más y me corrí en toda su boca. Las fuerzas me flaquearon y mis piernas se flexionaron varias veces hasta que no quedó ni gota de leche en mis huevos.

Entonces, cogió la cabeza de Pepe y le encomendó otra tarea… ahora debía romperle a base de bien su rosado coñito. Obviamente, mi negro amigo no se hizo de rogar y la levantó de la silla con poco esfuerzo, ella se encaramó a él, y éste la dispuso poco a poco sobre su negro, negrísimo falo. Ella echó la cabeza hacia atrás, como dando gracias al cielo, a la par que abría la boca sin llegar a articular sonido alguno. Se concentraba en cada centímetro que iba penetrando en su vagina. Aquella zorra estaba disfrutando de nuestro trabajo.

Yo me senté en la otra silla –pues teníamos dos, para descansar un poco durante la jornada- , y me serví otra cerveza a la espera de que mi morcillona aliada se pusiera otra vez en pie de guerra, para lo cual le dedicaba placenteros masajes. La escena era espectacular, mi amigo y compañero Pepe, que antes se había comido el coño de Martina repleto de los jugos de mi verga, ahora le comía la boca… Opté por seguir mirando, a la espera de mi turno.

No tardó mucho Pepe en quitarse de encima a la jefa, bruscamente, para correrse brutalmente en las tetas de la rubia. Ella se las cogía y apretaba para ofrecerle una estupenda fricción a su polla, y una magnífica estampa a ambos. Todo lo cual, me hizo ver que yo estaba más que listo para retomar el trabajo iniciado.

Así, me acerqué con mi falo completamente erecto, se lo di nuevamente para que lo lubricara bien, y me dispuse a darle una sorpresa. Ahora sería yo quien tomara la iniciativa.

Ella no se esperaba este cambio de roles, pero no pareció desagradarle y se dejó llevar. Decidí tumbarme en el sucio suelo, me agarré la polla con fuerza, y la invité a sentarse. Al principio dudó un poco, mas yo estaba convencido de que no rechazaría mi proposición, y no me equivoqué. Se notaba que tenía el culo bien entrenado en todos los sentidos, y poco a poco fui notando el cálido y prieto contacto con su ano, hábilmente humedecido por ella misma. Yo no podía ver su cara, pues me ofrecía su espalda y su espléndido trasero. Tras meter y sacar, lentamente, mi falo, consiguió llegar hasta mis huevos. Pepe observaba, borracho por la cerveza y el éxtasis del momento, sentado en la silla. Sabía que en poco tiempo le tocaría su turno, mas yo no estaba dispuesto a correrme fácilmente. Mientras mi amigo miraba y se pajeaba, Martina me bailaba encima, primero de adelante atrás y luego con movimientos circulares, los cuales me hacían girar lo ojos de placer. De pronto, sentí la espalda de Martina tumbada casi completamente sobre mí… allí estaba Pepe, clavándole toda su polla en el más que dilatado y lubricado coño. Empezó a embestirla, y yo logré levantar un poco a nuestro juguete para acompañar bien en el movimiento.

-¡Me gusta así! -exclamó la rubia- ¡Lástima no fuerais tres!

Pobre Yuri, pensé yo. Deberíamos portarnos mejor con él. Pero Yuri no estaba allí, ni lo esperábamos. Al decir eso, mientras teníamos bien clavadas nuestras pollas, y embestíamos con más dureza, alcancé el clítoris de nuestra jefa, pero se lo acaricié suave, en contraste con la brutalidad de nuestras acometidas. Pareció surtir efecto, pues su cuerpo se estremeció con movimientos eléctricos, un calor súbito se apoderó de ella, y se quedó sin fuerzas. Lejos de parar, endurecimos nuestros embates, tal y como ella nos hizo a nosotros con anterioridad, pero parecía un juguete roto. Al dejar su peso completamente sobre mi polla, tuve que sacarla de allí e incorporar a Martina para que nos fuese útil. La tumbamos boca abajo, para que Pepe pudiera seguir rompiendo, pero ahora lo hacía por el culo; yo, por mi parte, me senté de tal forma que le ofrecí toda mi polla para que la chupara y succionara.

Ya no lo hacía con tanto vigor como cuando empezó la faena, pero al menos lograba darme placer y mantenía la dureza de mi miembro. Pepe no tardó en correrse, pero lo hizo sobre el suelo, sacándole la polla del culo a Martina, la cual lo miró con desagrado. Yo sabía bien que ella esperaba un poco de leche caliente en su recto para aliviar el tremendo escozor que debería estar sintiendo. Así que la puse a cuatro patas, le abrí bien el ano, y empecé a metérsela lentamente, pero sin dificultades. Aproveché para sobarle bien las tetas, pues no esperaba poder volver hacerlo, y empecé a incrementar el ritmo, metiéndosela hasta el fondo, hasta chocar con mis huevos, al mismo tiempo que empecé a masajear su coño. En poco tiempo, sentí cómo le venía de nuevo ese espasmo y mantuve el ritmo para que le viniese el orgasmo, momento en el que se echó hacia adelante mientras soltaba un alarido brutal de placer. Mientras caía totalmente derrotada aún con mi polla dentro, con las manos puestas para no golpearse la cara, me corrí de forma que casi caigo encima de ella, de no ser porque logré poner mis manos en forma de puente.

Después de un rato, más o menos repuestos, y completamente borrachos, Pepe y yo nos despedimos. Al abrir la puerta, vimos restos de semen. Supusimos que eran de Yuri, en quien no habíamos reparado durante nuestro affaire.

Al día siguiente, nos echaron de la empresa a Pepe y a mí. Por lo visto, Yuri había convencido a una prima suya para tendernos esa trampa y aprovechar para hacernos fotos y mandárselas a nuestro jefe. Aquél hijo de puta nos la había jugado bien, pero al menos nos quedaba el consuelo de un trabajo bien hecho.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:19) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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