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Un rico palito inesperado...

Relato enviado por : Anonymous el 13/09/2016. Lecturas: 4100

etiquetas relato Un rico palito inesperado...   Gay .
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Resumen
Cuando acudí a la oficina de mi cliente, no me imaginé la rica tarde de sexo que me iba a tocar.


Relato
Hola, yo soy un hombre madurito, en sus cuarentas, muy atractivo, con canas en las sienes, y muy guapo, me han dicho, a pesar de que tengo unos kilitos de más, sigo teniendo mucha suerte con las damas y con otros chicos, y a mi bella esposa aún le encanta tener sexo conmigo todas las noches.

Una tarde, hace cosa de dos años, el jefe de la oficina de contabilidad donde trabajo, me envió por una documentación importante que un cliente había dejado firmada en su oficina; a mí me gustan mucho las salidas así, ya que me distraigo un poco de la monotonía del escritorio, y además aprovecho para darme mis pequeñas escapaditas sexuales, con amigas y amigos, pero esa tarde no tenía nada planeado, y la idea era ir sólamente por la documentación, así que subí al auto de la compañía y me dirigí a la oficina de mi cliente.

En mi ciudad, los veranos son de un calor sofocante, y al llegar a mi destino, nadamás bajar del auto, me recibió una ola de calor monstruosa, por lo que me despojé del saco y me arremangué la camisa y aflojé la corbata; con ese look tan fachoso, toqué el timbre, informando que iba de la oficina de contabilidad por el comunicador, a lo que me respondió la voz dulzona y afeminada de Carín (no es su nombre real), un chico con el que hablaba un par de veces al mes por teléfono y bromeábamos mucho, tirándonos indirectas sexuales muy divertidas, a pesar de que realmente nos habíamos saludado en persona muy poco, hasta ese momento.

Me abrió el portón de manera remota y atravesé la nave industrial, que se encontraba vacía en ese momento, por lo que el sonido de mis zapatos resonaba y hacía eco mientras sentía que por el molesto calor, el sudor hacía que mi camisa se pegara a mi pecho, dejando traslucirse mi abundante vello corporal. Saludé con un apretón de manos firme a Carín, e intercambiamos las consabidas frases de cortesía.

Carín es un chico precioso de 20 años, delgado, de facciones muy delicadas y modales suaves, y un cuerpo realmente parecido al de una porrista adolescente; cinturita, nalgotas que forman una cadera bastante digna de voltear a ver, y unas piernas torneaditas, enfundadas en ese momento en unos coquetos y ajustados jeans (que por lo que ví, eran de mujer).

- Licenciado, qué galán anda Ud. hoy -, me dijo.

- Gracias, tú también luces muy bien, chiquillo -, repuse, a lo que se puso rojo de placer. A mí me gusta coquetear con él, se siente rico despertar admiración en un chico tan lindo y jóven. Le pregunté por sus compañeros de trabajo o su jefe, a lo que me dijo que el Don había salido fuera de la ciudad, por negocios, y volvería hasta la semana siguiente, y sus compañeros, dijo, estaban haciendo vueltas de mantenimiento, así que él se había quedado solito toda la tarde; eso, no necesito decirles, me exitó mucho, pero disimulé mi entusiasmo.

- ¿Y qué tal el partido de futbol del sábado? Me imagino que fuíste con tu novio.

- Ay, Licenciado, ni me recuerde a ese cabrón -, dijo amargamente, - acabo de terminar con él -.

- Pero, ¿cómo? Si la última vez que platicamos me dijiste que lo ibas a celebrar porque cumplían un año de noviazgo -, le contesté.

- Mire, yo la verdad estoy harto de batallar con él, no me hace caso, no me regresa llamadas, no contesta mis inbox, y me llegó el rumor de que el cabrón está saliendo con una chava, por complacer a los papás -, me dijo, con una sonrisa triste.

- Pues, Carín, la verdad si es eso, entonces te salvaste de vivir tu vida con un tipo malo -, le dije, intentando consolarlo, a lo que respondió abanicando las pestañas y sonriendo plenamente.

- Entonces... Supongo que tienes rato sin coger -, le dije directamente y viéndolo a los ojos.

- Uy, sí, Lic, aquél ya ni me hacía caso, tengo meses sin tener algo de movidita -, me dijo, sonriendo pícaramente, así que me quedé en silencio y luego extendí la mano, como haciendo un gesto de despedida, él extendió la suya, pero en vez de darle un apretón, la tomé y la puse encima de mis 21 centímetros, los cuales estaban duros como piedra y abultaban enormemente el pantalón. Él abrió los ojos como platos, se puso rojo y sonrió agachando la mirada, pero no soltó mi verga; al contrario, comenzó a acariciarla suavemente por encima del pantalón.

- Licenciado, qué vergón está Ud., ¿me deja verla? - Me dijo con voz aniñada.

- Claro, Cariño -, respondí, y me quité el cinto y bajé mi pantalón, y dado que nunca llevo ropa interior, mi verga saltó, hinchada, roja, y llena de venas. A Carín se le hizo agua la boca, y de inmediato se agachó y comenzó a pasear la lengua por toda la extensión de mi verga, metiéndose el glande y un poco más a su pequeña boquita de putita. Al estar agachado, yo aproveché para acariciarle las carnosas nalgas, y darle pequeños azotes con mucho cariño.

- Qué buen culo tienes, Cachorrito -, le dije con voz ronca.

- Es suyo, Licenciado, para lo que Ud. guste -, me respondió, entre lamidas, mamadas y suspiros.

Lo enderecé con firmeza, y le besé la boca, a lo que él de inmediato me comenzó a mamar la lengua desesperadamente, mientras a ciegas yo desabotonaba sus jeans y los bajaba con mucha dificultad, ya que estaban muy apretados. Carín, me ayudó a aflojarme la corbata y quitarme la camisa, y deslizó sus dedos por mi velludo pecho, murmurando cosas que no entendía, pero que sin duda eran expresiones de placer.

- Qué bueno está Ud., Lic, qué rico -, dijo, mientras se terminaba de quitar los jeans y la playera, quedando en una pequeña tanguita de mujer, que se veía fenomenal en ese precioso cuerpo de zorrita. - Lic, siéntese aquí -, me indicó un sofá, a lo que accedí de inmediato. Carín aprovechó para mirar por la pantalla del circuito cerrado; la calle seguía sola, ni rastro de sus compañeros. - Es lo bueno de cuando el jefe sale; estos cabrones aprovechan para pasearse las horas -, me explicó. Acto seguido, se puso de rodillas enfrente de mí y siguió mamando mi verga un buen rato.

Cuando ya iba yo a medio camino al orgasmo, le detuve la cabeza con ambas manos, y le dije:

- Quiero estar dentro de tí.

- No pierda tiempo entonces, Licenciado, cójame como a la puta que soy -, me dijo con voz de niña chiflada.

Se levantó, me dió la espalda y se quitó lentamente la tanguita, dejando ver un delicioso culito perfectamente lampiño; estaba tan rico que cualquiera que lo hubiera visto, lo habría confundido con una adolescente en sus quince. Fue al escritorio y sacó un pequeño bote de crema hidratante, y se embarró un poco en el ano, volteando a verme y sonriéndome. Luego caminó hacia mí, dejandome admirar su hermosa desnudez; su vientre planito y rosado se asemejaba al de una bella chica, estaba completamente lampiño, y su pene era curiosamente pequeñito, pero estaba bien erecto y destilaba miel. Me dió un rico beso y escupió un poco sobre mi verga, luego me dió la espalda y se acomodó entre mis piernas, sentándose sobre mi verga e introduciéndola lentamente, hasta que sus testículos se embarraron sobre los míos.

Se quedó quieto y tenso durante unos instantes, acostumbrándose a mis 21 cms., sentía que su culo me apretaba fuertemente, y era delicioso el calorcito y la suavidad de su recto, yo me moría de ganas de comenzar a bombear su delicado culo, pero esperé a que él hiciera el primer movimiento, y mientras lo acaricié y besé suavemente en la espalda y el cuello, para relajarlo.

- Lic, está enorme, aquél no estaba tan vergón, siento que se me va a salir por el ombligo -, me dijo, con la voz enronquecida por el dolor y el placer.

- ¿Te duele mucho, Nene? ¿Quieres que te la saque? -, le pregunté.

- No, no, déjemela adentro, me encanta sentir su verga en mis tripas -, dijo, meneando suavemente la cintura, lo que me indicó que podía comenzar a bombear suavemente, así que lo tomé de la pequeña cinturita y comencé a hacerlo subir y bajar a lo largo de mi verga.

- Aaaahhhh, aaaayyyyy, Papacito, qué rico me estás cogiendo... Aaaaayyyyy, sí, dale verga a tu nena brincona -, gemía de placer, dejándose caer en sentones cada vez más rudos.

- Cabroncito, tenía muchas ganas de comerme este rico culito -, le dije entre dientes.

- ¿Sí, Papi, tenías ganas de estas nalguitas?

- Muchas, desde que te ví la primera vez, te quería coger, Cachorrito.

- Me lo hubieras pedido, Papito, tú a mí me vuelves loca desde que te saludé la primera vez.

Eso me excitó mucho, así que hice que se levantara y se acomodara en cuatro en el sofá, recargando sus codos en el respaldo del mismo. Tomé el frasquito de crema y me embarré un poco más en mi hombría, y volví a taladrar ese pequeño agujero rosadito, ahora un poco más rudo.

- Síiiii, síiiiiii, Papiiiiii, cógete a tu nena, cógete a tu putita, tu nena quiere mucha verga, dale, dale más verga a tu zorritaaaaaaa -, gemía y ondulaba deliciosamente la cadera. Ese chiquillo cogía como todo un experto, se me hacía increíble que lo hubieran cambiado por una chica, por muy bella que fuera.

- Cachorro, qué rico culo tienes, que rico aprietas -, le dije, mientras bombeaba más fuerte, y Carín se movía hacia adelante y hacia atrás, para que las estocadas fueran más profundas. - Voy a hacer que cagues semen toda la semana, Putito -, le prometí entre dientes. Después, le saqué mi verga y lo acosté boca arriba, acomodándome sus piernas en mis hombros. Él guió mi verga hasta su apretado culo, y yo empujé de un golpe, a lo que hizo un gesto muy caliente de dolor.

- ¡Aaaahhhh, Papi, rómpemelo, rómpele el culo a tu putita! -, me dijo, con los ojos lagrimeantes, a lo cual respondí bombeando aún más duro, mientras acariciaba su pequeño y hermoso pene. Después de una cogida muy ruda, Carín empezó a gemir y comenzó a eyacular, chorritos de leche caían en su hermoso pubis y su ombligo, mientras apretaba fuertemente los ojos. Entonces le volví a sacar la verga de su culito, lo tomé de la cintura y lo giré como si no pesara, para que quedara acostado boca abajo, me encaramé sobre su magnífico trasero, y volví a metérsela, despacito y suave.

- Aaaaahhhhh, aaaaahhhhh, dueeeleeeee, Papito, dueeeleeeee -, decía el cabrón con una fingida voz de mujer, pero no dejaba de menear deliciosamente la cintura, así que ya no pude más y mi verga comenzó a escupir chorros y chorros de leche en sus entrañas.

- Aaaauuuuu, Papitoooooo, qué calientita está, qué rico siento el chorro, préñame toda, Amor, hazme un bebé en la colaaaaaaaa -, decía mi bello compañerito. Conté como cinco o seis chorros abundantes, y me dejé caer sobre su espalda, intentando recuperar el aire. Carín, a ciegas, alzó la mano para acariciar mi cabello, mientras seguía apretando y aflojando su ano, tratando de ordeñarme hasta la última gota de mecos. Después de un buen rato, me salí de él, y caminé hacia el WC a limpiarme un poco. Mi pene tenía restos de crema y mecos, así que lo lavé con jabón y lo sequé bien con servilletas. Al salir, Carín ya se había colocado la tanguita de mujer, y me veía con expresión agotada, pero cachonda.

- Papi, siento bien rica tu lechita en mi trasero, la siento calientita y burbujeando -, me dijo.

- Pues te la doy cuando tú quieras, Nene, es tuya -, le respondí. Se levantó y caminó hacia mí, meneando sus hermosas nalgas, y me dió de recompensa un delicioso beso. Nos vestimos, quedamos en volver a vernos el siguiente sábado a mediodía en la misma empresa, y salí de ahí con una enorme sonrisa y con la verga adolorida por el apretado culito que había disfrutado instantes antes.

Cabe mencionar que nos seguimos viendo con mucha frecuencia desde ese día, a veces en su trabajo, a veces en el mío, en una ocasión en su casa, cuando su mamá no estaba, pero siempre, siempre le he dejado las tripas llenas de semen, cosa que a él le encanta, pero esa es otra historia que les contaré más adelante.

Excelente noche a todos.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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