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Un viaje d enegocios 9. Una justa continuación.

Relato enviado por : NuriayPascual el 08/04/2009. Lecturas: 5314

etiquetas relato Un viaje d enegocios 9. Una justa continuación. .
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Resumen
El viaje de Nuria y Pascual encara su recta final.


Relato
Al filo del medio día y tras una larga travesía entre montañas espectaculares, paisajes vírgenes y desfiladeros impresionantes, llegamos a Brasov, eso si no sin dejar atrás otro agotador viaje a través de las infernales carreteras rumanas y haber tenido la suerte de observar al menos desde coche varios de los sobrecogedores castillos de Blade Tapes el conocido “hijo del demonio”: Drácula.
Era la hora para que un buen español coma, así que tras dejar nuestros ligeros equipajes (sinceramente los de los chicos bastante más ligeros que los de las chicas ¡más que una noche parecían ir a pasar una semana!) en el hotel despedimos al chofer emplazándole para que regresase como peatón dos horas más tarde dispuesto a realizar su doble labor de guía. Aunque los franceses nunca acabarán de entender la hispana costumbre de comer a medio día, todos demostramos buen apetito e hicimos realmente amena la conversación.
Recién follado me encontraba hambriento y pletórico, Nuria se encontraba más animada por minutos y una vez superada su preocupante oscuridad de ánimo de los primeros días parecía empezar a disfrutar del viaje y lo que a mi me satisfacía aún más se revelaba como una auténtica zorra viciosa e insaciable.
El chofer-guía regreso y dedicamos la tarde a visitar el centro histórico de la ciudad, un lugar maravilloso y monumental, relativamente mal conservado y con un sentido de la explotación turística un tanto anárquico, la imagen de Drácula estaba por doquier, cafeterías y restaurantes, pero sobre todo infinidad de tiendas de souvenirs, pequeños museos dedicados a distintas personalidades o momentos de la historia rumana, multitud de iglesias y monasterios donde el temible “vampiro” es considerado un santo y sobre todo una imagen del mito absolutamente romanizada y tremendamente alejada del cliché occidental. Era sábado la tarde caía y nos habíamos dado un buen tute a andar siguiendo las indicaciones de nuestro guía con su desgarbado uniforme azul, que no podía dejar de recordarme a un conductor de la MT, las chicas se encontraban muertas sobre sus tacones y yo decidí encuestar a nuestro Cicerón entorno a las posibilidades de la noche transilvana.
- Perdona Gheorge- inquirí al guía usando el rumano que tan solo entendía Pierre, atento a mi lado- las señoras están cansadas ¿queda mucho?
- Bueno señor- contestó también en rumano , dejando de lado el tosco francés que había empleado durante toda la jornada- el hotel no está muy lejos y prácticamente hemos visto todo, la pena es que no vayan a ver el parque Drácula.
- ¿No nos dará tiempo mañana por la mañana?
- Quizá si, pero lo ideal es alojarse en su hotel y pasar al noche en los restaurante temáticos y en su “castillo del terror”.
- Bueno...eso no es problema ¿verdad Pascual?- atajó el francés- podemos cambiar nuestras reservas y alargar un día más la estancia para alojarnos mañana en ese parque ¿no?
- Por mí no hay problema, lo que me queda de estancia lo tengo reservado para turismo.
- ¡Ah! Perfecto, entonces esta misma noche les tramitaré sus reservas.
- ¿Y para esta noche?- seguí preguntando- ¿que se puede hacer en Brasov?
- Aquí hay muy buenos clubes para turistas, hoy es sábado así que seguramente estén animados, yo les reservaré mesa en el que prefieran.
- ¿Cual nos recomiendas?
- Uno con chicas cariñosas- intervino el francés animado.
- Ummm...¿pero las señoras...?- el rumano se quedó algo descolocado.
- Tranquilo-corté yo-uno en el que ellas puedan entrar, por lo demás no te preocupes, ellas son muy comprensivas.
- Hay uno muy exclusivo, donde pueden ir caballeros y señoras, normalmente solo lo frecuentan extranjeros o rumanos de elevado nivel, es bastante caro, pero tiene fama de ser un lugar excelente: La Mazmorra de Drácula.
- ¡Suena bien!- Pierre lanzó una risotada- vámonos entonces al hotel, son casi las siete, hay que cenar y cambiarse.
Una vez en el hotel despedimos a Gheorge que quedó con el encargo de hacer todas las reservas y de recogernos a las diez con el vehículo para llevarnos al club. Cada cual subió a su habitación emplazándonos una hora más tarde en el comedor para cenar ya cambiados y en perfecto orden de combate para la noche.
- ¿Que vamos a hacer esta noche cariño?- preguntó Nuria mientras subíamos la escalera, pues a penas habíamos comentado nuestra intención de alargar la estancia para visitar el parque Drácula.
- Saldremos por ahí de copas, nos han recomendado un lugar muy exclusivo, así que ponte en plan leona que tienes que tirar de culo a la “creme” de las rumanas.
- Eso es fácil-contestó Nuria con arrogancia- ya tengo caladas a las zorritas de por aquí, todo consiste en: Tacón muy alto, falda muy corta y escote inversamente proporcional al tamaño de las tetas.
Nuria se duchó y mientras yo lo hacía ella se cambió. Cuando salí del baño desnudo y secándome con una toalla no pude evitar que mi polla diera un respingo: se había puesto un conjunto que todavía no había visto (luego resultó que lo había comprado por correo, en un sex shop antes de salir de España y no me había dicho nada porque quería darme una sorpresa). Consistía en un corpiño de cuero con un escote en forma de corazón que dejaba ver su profundo canalillo y que tapaba justo por encima de los pezones; llevaba cosidas las mangas por la parte de las axilas, con lo que dejaba al descubierto los hombros. Por delante iba unido con unas tiras de cuero trenzadas, por lo que podías dejarlo más o menos abierto según el gusto de cada uno (su gusto parecía ser algo más de dos dedos que mostraban perfectamente su ombligo). En la parte de abajo llevaba una minifalda (también de cuero) con una raja en el lado derecho. Se puso unas medias negras de blonda, sujetas con un liguero también negro que le había regalado en año anterior. Botas negras altas con tacón metálico de trece centímetros y un tanga de hilo dental, también negro, terminaban su vestuario. El sujetador no era necesario porque el corpiño elevaba sus tetas mucho más incluso que el mejor wonder bra. Se colgó un elegante y delicado bolsito-billetera y su abrigo largo de cuero negro del brazo y esperó unos instantes fumando un cigarrillo, con cuidado de no estropear la pintura de sus labios, mientras yo acababa de encajarme, sin ropa interior, en mis vaqueros más ajustados y me abrochaba una entallada camisa negra que mostraba gran parte de mi pecho meticulosamente depilado. Tomé también mi abrigo en el brazo y salí tras Nuria, camino del comedor, observando como el contoneo de su culo, al ritmo de sus tacones, mostraba, a cada paso, la blonda de su media derecha a través de la pronunciada raja de la minifalda.
Nuria estaba espectacular, pero no pudo evitar una mueca de envidia al ver a la fantástica francesa que nos esperaba junto a Pierre en la entrada del comedor.
El Francés estaba entallado en un elegante traje negro sin corbata, mostrando sus anchas espaldas y su paquete prominente, ceñido con un culo perfectamente proporcionado, sin embargo era su hembra la que más destacaba en el cuadro. Denisse llevaba una fina blusa, semitransparente, de gasa totalmente ajustada a su cuerpo. No llevaba sujetador, y los botones que dejó abiertos permitían ver casi al completo sus espectaculares pechos. Sus desafiantes pezones parecían estar diciendo “cómeme”. Su falda era de lycra negra, unos siete centímetros por encima de la rodilla. Llevaba medias negras cuya blonda, de encaje, se marcaba bajo la falda y unos zapatos de tacón bastante altos. Lo ajustado de la falda permitía comprobar también que no llevaba bragas.
Cenamos con abundancia de vino, mientras que el comedor no perdía de vista a nuestras espectaculares chicas. Los papeles volvieron a repartirse y Nuria comenzó su habitual y animada charla con Pierre que acariciaba sin embarres su brazo sin perder de vista los dos globos que parecían querer escapar del corset, mientras Denisse y yo manteníamos una charla más banal al ritmo que marcaba la puntera de su zapato por mi pantorrilla sin que yo pudiese despegar mi mirada de sus ojos y, seamos sinceros, de los dos pezones arrogantes que se transparentaban pidiendo ser liberados de aquella insignificante tela.
Después de la cena unas copas, más risas y por fin un camarero comunicándonos que nuestro chofer esperaba en la puerta.
Gheorge llevó el monovolumen hasta el centro histórico de Brasov, donde en una semipeatonal se detuvo frente a un edificio de varios pisos. El bajo mantenía, como el resto del edificio, la fachada de piedra vista, pero mostraba además una profusa iluminación en la fachada en la que se repartían media docena de faroles de forja, las ventanas no dejaban ver más que unos tenues reflejos de luz tras las cortinas, pero el imponente portón de madera maciza, aunque cerrado, esperaba a los clientes con un par de metros de alfombra roja, una antorcha a cada lado y dos inmensos gorilas de elegante abrigo negro y cabeza pelona. El chófer nos abrió la puerta y se dirigió a los porteros a los que indicó nuestra reserva,; la puerta se abrió, nosotros entramos y Gheorge volvió al coche garantizándonos su plena disponibilidad para el momento en que lo llamásemos al móvil.
En el pequeño vestíbulo, recortada contra unas cortinas rojas, tras las que se escuchaba música bastante animada, nos esperaba una sonriente aparición. Una de las criaturas más hermosas que había conocido hasta ese momento era la relaciones públicas que había de confirmar nuestra reserva, morena, de larga y lisa melena negra como sus ojos, casi de mi altura gracias a los aproximadamente 12 cm de tacón de sus sandalias, enfundada en un entalladísimo traje blanco que recordaba a la estética de las películas de vampiros de los 70, con dos pechos, sorprendentemente erguidos para su tamaño y la evidente carencia de sujetador, y una alta raja en la falda que permitía ver su pié derecho y su fibrosa pierna cubierta por la rejilla negra de una media. Mientras comprobaba nuestra reserva, y nos invitaba a dejar los abrigos y pasar, yo no podía perder detalle de sus carnosos labios maquillados de negro y de sus perfectas uñitas de manicura francesa. La seguimos a través de las cortinas con el cadencioso contoneo de un culo perfecto y entramos en un amplia sala levemente iluminada y con una decoración entre medieval y barroca, antorchas artificiales y amplias cortinas colgando de gruesos pilares repartidos por todo el local. Balaustradas de algo más de un metro de piedra y madera confeccionaban pasillos y reservados por doquier al gusto de los clubes rumanos. Acompañamos a nuestra anfitriona por la purpúrea moqueta del local hasta un reservado junto a un pilar cerca de la pista principal a la que todos los reservados se enfocaban garantizando a sus ocupantes que sus vecinos no se inmiscuirían en su intimidad más allá de la observación de sus nucas. Alexia, que así se llamaba la hermosísima vampiresa, se retiró y nos dejó en una sólida mesa baja de nogal entorno a la que se colocaban dos cómodos sillones de contundente madera cubiertos de almohadones granates y un sofá de dos plazas de la misma factura. Para hacer más dinámica la conversación, optamos por sentarnos Denisse y yo uno frente a otro en los sillones, dejando a Pierre en el sofá, a mi lado, y a Nuria junto a él en el lado de Denisse. La conversación volvió a animarse y las copas se llenaron gracias a otra vampiresa, Tara, que así se llamaba nuestra camarera, una belleza de largos cabellos rubios y bamboleantes pechos, mayores que los de Alexia e igual de libres bajo un uniforme similar, solo que con la peculiaridad de que la falda se hallaba cortada a medio muslo y la raja era más pronunciada con lo que se observaba a la perfección, a través de ella, el liguero que sujetaba la blonda de las medias de rejilla negra.
La música cambió y en la pista aparecieron dos bailarinas, parecían gemelas, altas, esbeltas, con el pelo recogido bajo una máscara de cuero que se lo tapaba a modo de casco al tiempo que les servía de antifaz, corsets de cuero negro tan entallados y escasos que me pareció observar los pezones brotar por encima coronando dos pares de pálidos y magníficos pechos, cintas de cuero al cuello, botas de similar tacón al de Nuria, pero encordonadas por delante y pantys de rejilla con un minúsculo triangulo opaco en la entrepierna. Cada una enarbolaba un largo látigo de tul con los que se enrollaban mientras se devoraban en un baile frenético a ritmo de House , se lamían y acariciaban al tiempo que yo notaba crecer un bulto en mi muslo derecho, desvié mi mirada a mi derecha y observe a Nuria ensimismada con el espectáculo, mientras la entrepierna de Pierre crecía y pasaba su mano por sus hombros desnudos. Me di cuenta de que tenía la mirada clavada en Denisse, ajeno al espectáculo, y observé entonces a la francesa relajada en el sofá con la falda por la blonda de sus medias , humedeciendo sus labios con la lengua y acariciando con una mano su pezón bajo la camisa y con otra el interior de su muslo, momento en el que comprobé como con su continuo movimiento de piernas nos mostraba a los dos hombres que tenía enfrente, su coñito rasurado y hambriento.
Un nuevo cambio en la música y saltó a escena un tercer personaje mientras las dos dóminas se desenredaban de sus respectivos látigos. Entre las dos hermosas hembras apareció un negro, brillante de aceite, con unas sandalias de cuero negro trenzadas hasta la rodilla, un diminuto tanga de látex que apenas podía contener un bulto desmesurado y una máscara similar a la de sus compañeras. El negro, más alto que Pierre, comenzó a bailar haciendo alarde de una musculatura definida y proporcionada hasta la perfección, mientras las dos chicas lo acariciaban y lo enredaban en sus látigos. En un momento una de las dóminas se colocó tras el moreno, y comenzó a pasarle las manos por el torso, mientras, su compañera, se arrodillaba frente a él. El negro comenzó a mover la cintura y la chica que tenía delante le soltó los cierres del tanga liberando una serpiente negra más morcillona que dura de unos buenos 20 centímetros por más de cuatro de diámetro. Ni corta ni perezosa, la chica, se metió aquella polla en su boca mientras su compañera pasaba desde atrás la mano por los huevos del negro. La música cambió a un ritmo de streeptease y yo volví la mirada a mis compañeros, para comprobar como Denisse no perdía comba de la actuación mientras su mano había recogido la falda ostensiblemente y empleaba la mano, que su pezón dejaba libre, en acariciar los aledaños de su coño. Nuria y Pierre se morreaban descaradamente y mi novia paseaba su mano sobre la montaña de la entrepierna del francés, a lo que este correspondía pasando la suya por el muslo y elevando la minúscula minifalda de cuero. Con la polla todo lo dura que mis pantalones permitían devolví la mirada a al pista donde el negro se había sentado en una silla bien abierto de piernas mientras su mamadora seguía aplicándose en sus enormes y afeitados huevos y pajeando la descomunal polla que ya había alcanzado su completa erección: más de 25 cm de, negra, venosa y extraordinariamente gruesa carne. La otra chica hizo entonces un alarde de flexibilidad y se colocó a horcajadas sobre la polla del negro, dejando esta a escasos centímetros de su coño y su culo a disposición del gogó. El negro agarró a al chica de las nalgas y con un potente tirón destrozó el panty dejando plenamente al descubierto un culo pálido , duro y sudoroso. El chico comenzó a pasar su mano por la entrepierna y el culo de la bailarina que se retorcía como una buena profesional; pasó después una mano por su hombro y de un solo golpe hizo ceder sus piernas y la ensartó con aquella pedazo de polla dejándola con los ojos casi en blanco. El negro y la chica empalada comenzaron el bombeo, mientras la otra se ponía de pié para que su amiga se garrase a sus nalgas y le lamiese los pezones que ya se encontraban completamente fuera del corset. Un nuevo giro y el negro se volvió a levantar mientras las dos chicas se arrodillaban ante su polla aprestándose a lamer hasta que con los últimos acordes de la canción calló sobre sus caras un baño de leche digno de un surtidor. La música acabó, el negro se retiró y, mientras al luz bajaba, las dos dóminas dominadas siguieron lamiéndose leche de cara y tetas mientras una música más movida comenzaba a sonar.
Me giré y encontré a Denisse bebiendo y recomponiendo a duras penas su falda, pero Nuria y Pierre no se interrumpieron hasta que llegó a la mesa una nueva vampiresa. De unos 40 años, con el uniforme de vampiresa en negro y sobreceñido con un corset del mismo color que elevaba dos grandes melones, largo pelo negro con peculiares canas y una mirada inteligente enmarcada por unas incipientes arrugas se presentó la dueña del local. Hilarianna, que así se llamaba, era tremendamente sensual y educada, pero emanaba autoridad, alta sin excesos (no debía haber más de 1.70 sobre los 13 cm de aguja de sus sandalias) y estilizada por una evidente actividad física, tras las presentaciones nos ofreció los servicios del club.
- ¿Entonces disfrutan de la velada?
- Oh, si, el espectáculo ha sido maravilloso- dijo Pierre que había llevado la voz cantante en las presentaciones y que no dejaba de acariciar el cuello y el muslo de Nuria, que por otra parte no se enteraba, como Denisse, de nada de lo que decíamos.
- Bien, entonces permítanme informarles de todos los servicios que ofrece el club, supongo que como la mayoría de nuestros clientes desearan que su velada sea aun mas excitante.
- Perfecto- corroboré yo.
- Cualquier cosa que necesiten no tendrán más que llamar a Tara, su camarera, si está a su alcance los servirá ella y si no avisará a Alexia o a Stefanía, que son nuestras encargadas de relaciones públicas, que los atenderán encantadas en todo lo referente a los servicios especiales que ofrece el club.
- Que son...- el francés se impacientaba.
- Pues son...prácticamente todo lo que pueda desear: podemos ofrecerles acompañantes masculinos o femeninos para que hagan su velada más agradable, podemos ofrecerles una “mazmorra” acondicionada con baño y cama giratoria gigante, así como con un gran surtido de “juguetes” para que liberen su fantasía.
- Mis fantasías pueden ser muy retorcidas- el francés seguía picajoso mientras las yemas de sus dedos exploraban bajo el corpiño de Nuria en busca de su pezón
- Tranquilo señor, creo que quedará completamente satisfecho, pues podemos ofrecerles bailarines y bailarinas eróticos para ofrecerles espectáculos privados y a la carta en su mazmorra; podemos darles paso a una sala abierta en la que podrán encontrarse con otros clientes; si lo prefieren podremos proporcionarles acompañantes especializados en dar o recibir castigos, o simplemente adiestrados para proporcionar placer indiferentemente del sexo, tenemos empleados y empleadas de raza negra, empleadas orientales, acompañantes entradas en carnes, adolescentes y con la cuarentena pasada; hay también mazmorras temáticas, para homosexuales, para voyeurs, para exhibicionistas, para exhibición de infidelidades, para amantes del bondage y del sadomaso, tenemos animales, serpientes, grandes daneses machos y hembras, un caballo incluso. Creo señor, que como vera, estamos preparados para satisfacer sus deseos.
- Uffff...parece que si-incluso Pierre parecía impresionado.
- Bien..bien estará perfecto...-aquello superaba mis expectativas.
- De acuerdo señores, aquí les dejo el catálogo de precios, espero que gocen de la velada.
- ¿Y bien?- fue todo lo que atiné a preguntar al francés que seguía acariciando a mi novia, mientras esta seguía correspondiéndole sobre el pantalón al tiempo que me lanzaba una mirada maliciosa ignorante aún de lo que nos acababa de proponer Madamme Hilarianna.

Para cualquier cosa :

pynrelatos@hotamil.coom

Nuria y Pascual

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:54) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:28) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

coronelwinston (10 de April de 2009 a las 03:43) dice: Me parece increible que una serie como la vuestra haya tenido tan pocas visitas. Quizá sean las que aprecian las buenas historias. De todas formas, vaya mi felicitación, pues escribir exige un gran trabajo y una gran imaginación. De nuevo os felicito. Saludos desde Madrid.


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