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UN VIAJE DE NEGOCIOS

Relato enviado por : NuriayPascual el 07/03/2009. Lecturas: 4353

etiquetas relato UN VIAJE DE NEGOCIOS .
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Resumen
Este relato inicia la serie que cuenta nuestra iniciación en el mundo hard-swinger, durante un viaje a Rumanía que iremos contado alternativamente ambos, a menudo ostrando las dos perspectivas de cada capítulo. Inicia el relato la ZORRA de Nuria.


Relato
Era mi segunda salida de España. Hacía ya unos cuantos años que había viajado a Grecia; fue un viaje de estudios con la Facultad y nada tenía que ver con lo de ahora.
Mi novio ha montado una Orgánica de Caza en Rumania con un socio y en uno de sus viajes decidimos ir juntos: él iría de viaje de negocios y yo a hacer turismo.
Salimos de Barajas sobre las cuatro de la tarde y llegamos a Rumania tres horas después. Habíamos decidido descansar esa tarde-noche y salir al día siguiente hacia el coto donde debía reunirse con los cazadores españoles que habían contratado sus días de asueto allí.
Reservó una habitación doble en un hotel, y ¡qué hotel!. No le faltaba detalle: cama con dosel, chimenea, alfombra simulando una piel de oso polar, jacuzzi, etc.… En la entrada de la habitación había como una especie de salita de pequeñas dimensiones con una mesita de té y dos sillas bastante blanditas que ofrecían muchas posibilidades.
La enorme cama estaba situada entre dos enormes ventanales cubiertos con unas cortinas de terciopelo verde. A ambos lados de la cama sendas mesitas de madera de roble daban una sensación de acabado perfecto al conjunto de la habitación. En la pared de la derecha un cuadro de un retrato femenino daba la bienvenida a la estancia, y enfrente de la cama una cajonera con un gran espejo. A la izquierda un espejo ocupaba casi toda la pared, y en lo que quedaba de ésta había una chimenea encendida junto a la enorme alfombra y un sofá bastante considerable. La tele se encontraba a la izquierda de la chimenea disimulada dentro de un mueble de madera macizo que simulaba una alacena.
El baño solo tenía una pega: había que compartirlo. Pero en recepción nos dijeron que no era mayor problema porque la habitación contigua estaba vacía. Mármol blanco en las paredes y los sanitarios, y un jacuzzi al que se subía a través de dos escalones situado en el centro; dos puertas, una para cada una de las habitaciones, y espejos tanto en el lado de los lavabos como en el lado de enfrente.
El problema de la gente como yo se basa principalmente en que como apenas si salimos a ningún sitio todos nos impresiona y más si vas en compañía de alguien a quien consideras tu pareja; si ese alguien es para ti lo único importante y no puedes pasar las veinticuatro horas del día con él. Hasta la fecha tenemos que conformarnos con vernos bastante poco y con follar aún menos, porque entre la distancia, y la falta de una casa donde hacer realidad nuestros deseos, bastante es que follamos cada quince días más o menos.
Nada más llegar al hotel y después de despedirnos de Michel y Daniela entramos a la habitación. Dejamos las maletas a los pies de la cama y Pascual se tumbó en el sofá mientras yo entraba en el baño. Habían encendido la calefacción dos horas antes de que llegáramos por expreso deseo de mi novio que no quería que me resfriara nada más poner el pie en Rumania.
El baño estaba calentito y no pude resistir la tentación de poner a llenar el jacuzzi. Estaba enjuagándome la boca frente al espejo cuando entró Pascual:
- ¡Menuda habitación! En las fotos no le hacen honor al hotel, dijo.
- Lo que más me gusta es la cama y el jacuzzi.
Me cogió de la cintura y mordisqueándome el cuello y las orejas me sugirió un bañito para estrenar el jacuzzi. Sin moverme del lavabo empezó a subir la mano y me cogió una teta, mientras que con la otra mano iba subiéndome la camiseta hasta atrapar mi pezón con sus dedos. Me encanta que me pellizque los pezones con los dedos, solo con pasarme las palmas de las manos sobre ellos consigue que mi coño chorree de gusto. Al mismo tiempo que no dejaba de sobarme los pezones, bajó una mano hacia la cremallera de mis pantalones y con un rápido movimiento desabrochó el botón y me bajó la cremallera.
- Este conjunto es nuevo. Sabes que los encajes me ponen a cien.
- Es tu regalo de San Valentín, le contesté con voz temblorosa por lo caliente que estaba ya.
Empecé a notar sobre mi culo como su polla estaba cada vez más dura, lo que me impulsó a agacharme delante de ella y bajarle los pantalones y los boxer dejando que apareciera ante mi aquel aparato que tanto placer me causaba. La cogí con una mano por la base, mientras que con la otra acariciaba groseramente sus huevos. Me relamí de gusto al ver la cara de placer que ponía Pascual imaginando cómo sería cuando su polla entrara en mi boca. Después de varios meneos decidí que había llegado la hora y metí su polla en mi boca mientras con la lengua iba dándole pequeños lametones en la punta. Baje un poco más y le pasé la lengua por los testículos y por la base de la polla mientras dejaba escurrir su punta entre mis dedos. Me cogió la cabeza con las dos manos y movía mi cabeza al tiempo que embestía contra mi boca. Seguí chupando hasta que parecía que iba a reventar y entonces paré.
- No me seas zorra y termina lo que has empezado, me dijo mientras me sujetaba por una muñeca.
- Hoy vamos a terminar de otra manera, le contesté.
Empecé a desnudarme y fui entrando en el jacuzzi mientras que Pascual se quitaba la ropa con el rabo a punto de estallarle. Me puse de pie dentro de la bañera, cogí un poco de jabón entre los dedos y empecé a acariciar mi coño mientras miraba a Pascual que estaba sentado dentro. Estaba tan cachonda que no tarde ni dos minutos en tener un orgasmo mientras mis dedos entraban y salían de mi coñito empapado. Pascual estaba a cien, pero yo quería más. Me senté en el borde, y abrí las piernas ofreciéndole mi chochito limpio para que se lo comiera como él sabía. No tuve que decirle nada. Me sonrió como solo él sabe hacerlo y se acercó poco a poco. No entiendo como soy capaz de correrme varias veces y seguir excitadísima, pero por fortuna me suele pasar bastante, sobre todo cuando pienso en la lengua de Pascual comiéndome el coño o cuando lo veo hacerse una paja mientras me mira con cara de excitación. Pasó su lengua por mi coñito de abajo a arriba y cogió mi clítoris entre sus dientes pellizcándolo con suavidad. Lamió varias veces y después introdujo dos de sus dedos en mi coñito. Ahora estaba de rodillas frente a mí, y mientras me metía los dedos en el coño, me pasaba la lengua una y otra vez.
- ¿Te gusta esto, verdad, puta? Era lo único que decía cuando paraba de lamer.
- Sabes que me encanta que me comas el coño, era solo lo que yo podía contestarle.
Y cuando oyó que me corría de nuevo, se puso de pie y me dijo:
- Pues ahora vas a terminar lo que te has dejado a medias.
Después de dos corridas estaba dispuesta a intentar darle todo el placer del que fuera capaz, por lo que cogí su enorme polla entre mis labios y empecé a saborearla con mi lengua. Mis dedos rozaban sus huevos y poco a poco se escurrían hacia su ano. Pascual respiraba cada vez más fuerte, y como tenía los dedos empapados de agua y jabón, me resultó bastante fácil meterle un dedo por el culo mientras seguía succionando su polla. Mi dedo entraba y salía de su agujero cada vez más rápido y yo sabía que no iba a tardar mucho en correrse, pero cambió de idea:
- ¿Nunca lo has hecho debajo del agua? Pues hoy va a ser tu primera vez.
Sin darme tiempo a contestar me puso de rodillas apoyando mis manos en el borde del jacuzzi; el agua me llegaba hasta la cintura, por lo que me metió un dedo en el culo para ver si estaba a punto, y como vio que lo estaba, agarró su polla y la metió en mi culo. Comenzó a moverse despacio; con una mano cogía mi cintura, y con la otra me acariciaba un pezón. Me estaba viendo reflejada en el espejo mientras mi novio me la metía por detrás y cada vez estaba más cachonda. Dejó mi pezón y metió sus dedos en mi coño que estaba totalmente empapado y no era solo por el agua que lo cubría. Empezó a moverse más rápido, iba a correrse en mi culo, pero yo fui más rápida y moviéndome sin que él pudiera evitarlo conseguí que la sacara de mi culo, le hice ponerse de pie y conseguí que se corriera en mis tetas. Le limpie su preciosa polla con mi boca y le dije que tenía que hacer lo mismo con mi coño. Me sonrió y volvió a comerme el coño al tiempo que metía sus dedos por mis agujeros. Me corrí una vez más y decidimos descansar un poco mientras se enfriaba el agua del jacuzzi.
Bajamos a cenar al comedor del hotel porque hacía bastante frío y estábamos un poco cansados del viaje y de lo que vino después. Yo llevaba un vestido negro, corto a medio muslo, ceñido y con un escote de vértigo. No llevaba sujetador porque con el escote se me veía; medias negras con una blonda de encaje y unas botas negras con un tacón de 8 cm.
Ya en el ascensor, cuando Pascual apretó el botón del bajo le dije que no llevaba ropa interior. Me sonrío y metió la mano debajo de mi vestido. El solo contacto de sus dedos en mi coño provocó que me pusiera a cien. Llegamos al comedor y el maître nos ofreció una mesa cerca de la chimenea decorada con dos velitas rojas. El mantel blanco llegaba hasta casi el suelo, por lo que si metíamos las manos debajo de la mesa nadie se iba a dar cuenta. De todas formas solo había dos mesas ocupadas por hombres que parecían hablar de negocios.
La cena fue bastante ligera; los postres fueron un poco más fuertes y después tomamos un par de copas en la misma mesa en que habíamos cenado.
Yo notaba que Pascual tenía prisa por subir, y decidí hacerle la espera un poco grata. Metí mi pie entre sus piernas y toqué su polla que empezó a ponerse dura con el contacto de mi bota. Me cambié de silla y me puse al lado de él. Dejé caer mi mano sobre su bragueta y comencé a tocar su polla por encima del pantalón. El camarero se dio cuenta y nos miraba con cara de envidia.
- Te está mirando el escote, fue lo primero que dijo Pascual.
- El escote y la mano que sabe que está tocándote la polla.
Acabamos nuestras bebidas y subimos al ascensor. En cuanto la puerta se cerró, Pascual se dio la vuelta y mientras metía su lengua en mi boca me subió la falda hasta casi la cintura para acariciar mi clítoris con las yemas de sus dedos. Después me dio la vuelta contra el espejo y sacó mis tetas por el escote del vestido. Acariciaba mis pezones contra el frío cristal y metía sus dedos en mi coño y en mi culo.
- Cada día eres más zorra, cariño, me dijo al oído.
- Y por eso cada día crees que soy mejor follando. ¿o acaso no te gusta?, le contesté al tiempo que me daba la vuelta y cogía su polla con mis manos.
Por fin llegamos al piso y me metí corriendo las tetas en su sitio. No había nadie en el pasillo, por lo que hasta que llegamos a la habitación fuimos metiéndonos mano. Cerramos la puerta tras nosotros y de un empujón lo tumbé en la cama. Saqué su polla del encierro y comencé a lamerla de abajo a arriba. ¡Me encanta chuparle la polla!, he llegado a tener orgasmos solo con chupársela. Una vez que la tenía bien ensalibada, saqué mis tetas y comencé a hacerle una cubana. Sé que le gusta, y a mi me encanta hacerle las cosas que le ponen a cien. Después de unas cuantas subidas y bajadas me acerqué a mi maleta a por mi “amiguito” y lo uní a la fiesta. Abrí de piernas a Pascual; le coloqué una almohada bajo los riñones y comencé a chuparle el culo y los huevos; froté mis tetas contra su capullo, y cuando vi que lo tenía a mi merced le metí el consolador por el culo mientras succionaba su polla con mi boca. Se corrió enseguida diciendo que era una zorra tramposa y que no le había dejado hacer nada.
Lo dejé tirado en la cama, cogí mi maleta y fui al baño a cambiarme mientras él se recuperaba. Cuando salí se quedo con la boca abierta. Él no lo sabía, pero me había aficionado a ir a un sex-shop que me piya cerca de casa y poco a poco había ido comprando una serie de material que sabía que le iba a poner a cien. Me había puesto un corpiño de látex muy corto, unos guantes negros por encima del codo, medias negras y unos zapatos comprados para la ocasión con un tacón que apenas me dejaban andar. Como complemento elegí una fusta de cuero negro con un mango-consolador enorme.
Me acerqué a él sin decir nada y le enseñé unas esposas forradas en piel negra que llevaba escondidas detrás. Sin mediar palabra lo esposé a una columna del dosel y lo obligué a ponerse de rodillas en el suelo. Verlo reflejado en los espejos y a mi completa merced me hizo humedecer mi coñito. Me abrí de piernas, y apoyándome en la columna le obligué a poner su cabeza entre mis piernas para que me comiera el chochito al tiempo que poco a poco iba golpeando su culito con la fusta. Tenía la polla tiesa, podía vérsela cuando tirándole del pelo le obligaba a separar su cabeza de mi coño.
- ¿No es esto lo que te gusta? Le pregunté. ¿no decías que yo no servía para dominar?.
- Nunca podía pensar que fueses capaz de hacer algo así. Con lo modosita que parecías. Fue lo único que pudo contestarme.
Dejé que me comiera el coño hasta que me corrí en su boca. Me temblaban las piernas y tenía los pezones tan duros que creía que iba a romper el corpiño. Le obligué a ponerse de pie y me puse detrás de él. Empecé a pasarle el mango de mi fusta por los molletes de su culo y eché mano de la vaselina que tenía encima de la mesita. Su polla estaba cada vez más dura. Unté de vaselina la punta y le metí la puntita por el culo mientras que con la otra mano empecé a hacerle una paja. El contacto de mis guantes contra su polla y el sentir que tenía un consolador dentro de su culo hizo que gimiera de placer mientras repetía que le gustaba, que le diera más, que quería estar siempre así y que yo, SU NOVIA, era la puta más grande del mundo.
Quise cambiar de postura y le dije que si se portaba bien la cosa seguiría bien, pero fallé. Cuando lo solté para tumbarlo en la cama y seguir teniéndolo a mi merced, me cogió y ahora fue él quien me ató a mí a la columna. Me cogió las tetas y comenzó a chuparlas, a pellizcar suavemente mis pezones, y casi sin darme cuenta tenía dentro de mi coño aquel enorme consolador. Seguía chupando mis pezones mientras aquel trasto entraba y salía de mi coño. De pronto paró, y dándose la vuelta me metió su enorme tranca dura como una piedra por mi culo. Me cogió de improviso, y la falta de lubricación hizo que me doliera, pero después del primer impacto, la sacó, la untó de vaselina y comenzó con un mete y saca frenético: su polla en mi culo y el consolador en mi coño. Se corrió en mi culo e hizo que me corriera sin dejar de mover aquel enorme cacharro.
Nos dimos una ducha rápida y nos fuimos a dormir porque al día siguiente teníamos que madrugar ya que este no era un viaje de placer si no de negocios.
A las cuatro de la mañana me desperté. Tenía sed, y la luz del baño estaba encendida. Pascual no estaba en la cama. La puerta del baño estaba entreabierta, y cuando llegaba a ella oía jadear dentro. Muy despacio me acerqué y miré por la rendija que quedaba. No podía creerlo: ¡PASCUAL SE ESTABA FOLLANDO A DOS TÍAS!.
Al principio me quedé inmóvil, petrificada en la puerta. Una de las chicas, una morenaza impresionante estaba sentada en el lavabo con las piernas abiertas mientras que la otra chica, castaña y con unas tetas enormes le comía el coño. Pascual, ante la visión de un culo que se le ofrecía totalmente abierto, no pudo resistir la tentación y empezó a encularla de una forma salvaje. La chica no dejaba de comerle el coño a la morena que debía estar pasándolo de vicio por la cara que ponía. Cuando se corrió, se bajo del lavabo y se acercó a Pascual, a ¡MI PAS!, que no dejaba de menearse dentro del culo de la castaña. Le obligó a sacar su polla de allí, y lo llevó hasta el borde del jacuzzi.
Yo no sabía si entrar y joderles la fiesta, si unirme, o si echarme a llorar porque mi novio se estaba tirando a dos tías delante de mis narices, pero me estaba poniendo cachonda, por lo que decidí quedarme un rato más a mirar.
La castaña sentó a Pascual en el borde del jacuzzi y empezó a cabalgar sobre su polla. La rubia lo tumbó y se sentó en su cara para que le comiera el coño. No tenía ganas de “quedar mal” con unas chicas tan monas, así que comenzó a chupar aquel coño sin dejar de mover su cintura para que su polla entrar completa en el coño de la castaña. Las tías se tocaban las tetas y decían cosas que yo no entendía, pero que podía imaginar por el tono; se movían como profesionales y, se notaba, que le estaban dando un placer insuperable.
Después de un buen rato en esta postura decidieron que era hora de terminar. Se levantaron mientras que yo había tomado la determinación de no participar en aquella pequeña orgía porque estaba de más. Se pusieron una frente a otra y empezaron a sobarse groseramente las tetas y el coño. Se arrodillaron delante de Pascual que ya estaba de pie y empezaron a chuparle la polla por turnos. No dejaban de tocarse las tetas, el coño, el culo, igual que no dejaban de chupar y acariciar los huevos de mi novio. Pascual se corrió en la cara de aquellas zorras a las que dejó comiéndose el coño. Yo corrí a la cama, y cuando él salió del baño yo ya estaba dentro.
Por la mañana me despertó con un beso de satisfacción de buenos días y yo no quise comentarle nada.
El resto en el próximo capítulo.


Nuria y Pascual

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Comentarios enviados para este relato
coronelwinston (5 de May de 2009 a las 19:57) dice: Lo prometido es deuda. Pero en este caso, cobro yo. Empiezo por orden a leer vuestra serie. Y os dejare un comentario en cada capítulo.Perfecto. Escenas sublimes.!De verdad me gusta coño! Un abrazo pareja.

katebrown (18 de October de 2022 a las 22:06) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:40) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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