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Una cena casera para seis, celebrando la noche de brujas…

Relato enviado por : Narrador el 14/11/2009. Lecturas: 13146

etiquetas relato Una cena casera para seis, celebrando la noche de brujas…   Intercambios   anal   sexo oral   mamadas .
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Resumen


Mi nombre es Tomas aunque mis allegados me dicen Tomy, de lo que les voy a hablar es algo que al principio pensé que se había dado de manera natural, es decir, nadie lo provocado, o por lo menos así pensaba yo al principio, pero luego me di cuenta de mi error. Mi esposa Clarisa y yo habíamos invitado a dos matrimonios amigos nuestros a que cenaran en casa, a modo de celebración, ya que tanto ellos como nosotros ya llevábamos diez años de casados. No pensé jamás, que nuestra cena terminaría convertida en una especie de orgía.



Relato

A Ricardo y Lourdes yo personalmente los conocía desde que fuimos niños, así que cuando se convirtieron en novios me sorprendió, ya que ella era la hermanita menor de Juancho, a quien también conocía desde esa época, y se casó con Mercedes, una chica extranjera. Así que Clarisa mi esposa y Mercedes, se podía decir que eran las ajenas al grupo.

Realmente la cena fue fabulosa, nuestras mujeres vestían de lo más hermosa y seductora cada una. Mientras que los chicos y yo, como era algo casero, nos vestimos de manera sencilla. Después de la cena, vino lo que llaman la sobre mesa, es decir la conversación, mientras disfrutábamos de unas cuantas botellas de un buen vino chileno.

Por un buen rato todo se fue desarrollando de lo más normal y corriente, ellas tres hablando de quien sabe quien, pero ocasionalmente nos veían las tres y se reían entre ellas, mientras que mis amigos y yo hablábamos de política y del tremendo culo de la nueva esposa de Jesús, otro amigo nuestro que no asistió a la cena, por encontrarse de luna de miel. En fin todo se estaba poniendo de lo más aburrido, cuando nuestras mujeres, después de que Clarisa prendió el equipo de música, nos sacaron a bailar. Lo cierto es que nos comenzamos a divertir, además era mucho mejor que hablar del tremendo culo de la mujer de Jesús.

Algo raro sentí en el ambiente, ya que tanto mi esposa como las otras dos, por lo general las tres son muy recatadas, pero quizás ese vino chileno se les había subido a la cabeza, ya que a medida que Clarisa bailaba conmigo, de manera bien seductora en ciertos pasos de baile, por decirlo de alguna manera, me restregaba sus preciosas nalgas contra mi cuerpo, generando de inmediato que mi verga se pusiera a millón.

Pero al fijarme en la manera en que Lourdes bailaba con Ricardo su esposo, me di cuenta de que ella, hacía algo similar a Clarisa, solo que de frente. Claramente podía ver como mi amigo se encontraba de satisfecho por la manera en que su esposa, sin vergüenza alguna frente a todos nosotros, prácticamente se le estaba encaramando encima, al tiempo que continuaban bailando un sabroso bolero.

Instintivamente busqué con la mirada a Juancho, el hermano mayor de Lourdes, y su mujer Mercedes, para mi sorpresa prácticamente acariciaba su miembro por encima de la tela del pantalón, al mismo tiempo que los dos continuaban bailando. Aunque las cosas que vi en parte me sorprendieron, decidí no darles importancia. Pensando que sería el efecto del vino en ellas.

Al terminarse el CD que sonaba en el equipo de música, mi mujer volvió a poner más música mientras que yo repartí a todos los presentes más vino. A medida que cada uno de nosotros continuaba bailando con su respectiva pareja, tanto sus dos amigas como mi esposa seguían bailando con nosotros de manera muy sensual, calentándonos descaradamente. Cosa que a mí me encantó que hiciera, ya que por lo general mi mujer es demasiado recatada, pero en esos momentos su manera de actuar era bien excitante.
De momento mientras bailaba con mi esposa, discretamente ella dejó que yo deslizase mi mano por la parte trasera de su falda sin oponerse, me di cuenta de que Lourdes la mujer de Ricardo, a medida que bailaba con su esposo, se fue desabotonando su blusa dejando prácticamente sus hermosos melones al aire. Por aquello de no ser considerado un ligón, cambié la mirada a la pareja de Juancho y Mercedes, que para mi sorpresa, ella le tenía una de sus manos metidas dentro del pantalón, seguramente agarrándole su miembro a mi amigo.

Claro que al ver esas dos cosas, me excité un poco más todavía y comencé a pasar los dedos de mi mano derecha, por sobre la raja de las nalgas de Clarisa que sabrosamente, dejaba escapar un tentador gemido de placer. Pero al dejar de sonar la música, nuevamente mi mujer volvió a poner otro CD, yo no entendía por qué razón no lo había puesto en automático y que siguiera sonando la música sin detenerse. No me preocupé mucho por eso y volví a repartir vino.

Lourdes había aprovechado el momento para ir al baño, así que cuando comenzó nuevamente a sonar la música, Mercedes en lugar de seguir bailando con Juancho su marido, prácticamente se lanzó a los brazos de Ricardo su concuñado.

Juancho no hizo comentario alguno, y sin decirme ni tan siquiera permiso, tomó en sus brazos a mi mujer Clarisa y se dedicó a bailar con ella, así que apenas regresó Lourdes. Después de ver a su marido bailando con mi mujer, se sonrió y sin que yo dijera nada, se puso a bailar conmigo.

No habíamos dado los primeros pasos, cuando sentí que Lourdes, a la que conocía desde niña, de momento me apretó con fuerza contra su cuerpo, restregando su plano vientre contra mi verga. Eso me dejó en parte algo cortado pero bien excitado, pero al dirigir la vista a las otras parejas, me di cuenta de que mis amigos al igual que yo se encontraban en situaciones muy similares.

Mercedes sin vergüenza alguna, restregaba no tan solo sus nalgas contra el cuerpo de Ricardo, que bastante cortado y sudando miraba para todos lados, sino que ella llevó las manos de él, prácticamente hasta sus bien formados senos. Y para mi sorpresa mi Clarisa, prácticamente hacía lo mismo con Juancho. Quien también algo cortado, por la conducta de mi esposa se limitaba a medio mover los pies como si realmente estuviese bailando. En esos momentos pensé en dejar de bailar con Lourdes, pedirle una explicación a Clarisa, pero mi pareja me apretó con mayor fuerza contra su delgado cuerpo, y pude sentir el calor de su coño aun por encima de la tela de mi pantalón, contra mi pierna derecha.

Yo estaba confundido, realmente no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, cuando Mercedes, seductoramente comenzó a pegar sus labios sobre la oreja derecha de Ricardo, quien aparte de estar colorado como un tomate, continuaba viéndonos a todos igualmente de asustado. Era una situación entre incomoda y morbosamente excitante, no éramos nosotros quienes, atacábamos a la mujer de nuestro mejor amigo, eran nuestras esposas quienes lo hacían, atacándonos a nosotros.

Asustado voltee a ver a mi mujer, quien en esos momentos sin vergüenza alguna, se quitó la chaquetilla que era parte de su vestido, dejando prácticamente al aire sus hermosos y grandes senos apenas cubiertos por una semitransparente blusita. Yo hasta ese instante no me había percatado, pero Clarisa no estaba usando sostén alguno. Los ojos de Juancho al igual que los de Ricardo, al otro lado de balcón donde bailábamos, se clavaron en las tetas de mi mujer.

No bien me di cuenta de lo que Clarisa estaba haciendo, cuando Mercedes, de igual manera se quitó lo que llevaba puesto, o sea un suéter de lana, frente a Ricardo con la escusa de que se moría de calor, pero con la pequeña diferencia de que se quedó en un diminuto sostén negro de seda y encajes, que contrastaba hermosamente con la blanca piel de sus llamativos y parados senos. No bien terminé de mirar a Mercedes, que algo asustado sin comprender que era lo que estaba sucediendo, dirigí la mirada a mi pareja Lourdes. La que simplemente dejó caer al piso, la pieza de lycra que cubría su cuerpo desde los senos hasta un poco más debajo de sus paradas nalgas. Quedando simple y llanamente con un diminuto hilo dental puesto, sin más nada encima.

Lourdes me tiro los brazos, y casi de manera automática, la volví a abrazar. Sin realmente pensarlo. Pero al voltear a ver a Clarisa, ella sonriéndome hizo un gesto como que diciéndome. No te preocupes disfruta. Lo que me dejó aun más confundido, debido a lo celosa que es mi mujer, pero en esos momentos parecía no importarle nada, ya que en un dos por tres sin separarse de los brazos de Juancho, dejó que su falda fuera a dar al suelo del balcón. Al tiempo que aun seguía bailando con Lourdes, me preguntaba qué carajo estaba sucediendo. Fue cuando vi como Mercedes y Ricardo se comenzaban a besar de manera salvaje.

Yo no lo podía creer, pero cuando iba a dirigir mis ojos a mi mujer, Lourdes me plantó un tremendo beso de lengua, y sintiendo prácticamente su desnudo cuerpo entre mis brazos, continué besándola y acariciándola como si más nada en el mundo existiera. Al tomar un corto respiro, vi a mi mujer prácticamente desnuda en los brazos de Juancho, pero ya no bailando sino recostados en el sofá de la sala. Mercedes y Ricardo, prácticamente habían desaparecido de mi vista, pero al fijarme en el piso del balcón ahí se encontraban los besándose intensamente, mientras que el mismo Ricardo ayudaba a Mercedes a quitarse el resto de su ropa.

Yo la verdad dejé de fijarme en los presentes, en mis brazos tenía a Lourdes a la que desde que se convirtió en la novia de mi amigo Ricardo, le había tenido unas ganas tremendas, pero como era su novia y la hermanita de mi otro mejor amigo, simplemente dejé de pensar en ella como mujer hasta ese instante en que la tuve entre mis brazos y nuestras lenguas se unían dentro de nuestras bocas.
De reojo le di una mirada a Clarisa y claramente la vi dándole tremenda mamada Juancho, eso me molestó mucho no tanto porque lo estuviera haciendo y de manera desvergonzada frente a todos, sino que eso a mi ella nunca me lo había hecho, diciendo cuando se lo pedía que esas eran cosas de animales.

Una morbosa sensación me fue invadiendo, el ver a mi mujer, en semejante situación me excitó a tal grado, que tomé a la pequeña Lourdes entre mis brazos y mientras la besaba intensamente, prácticamente la cargué hasta una de las butacas, la senté, y sin la menor resistencia de su parte le retiré el pequeño tanga que usaba, sin pérdida de tiempo separé sus piernas, y dirigí mi rostro contra su depilado coño. Apenas mi lengua tocó la piel de su coño, Lourdes dejó escapar un profunda y largo gemido de placer. Mientras que yo continuaba pasando toda mi lengua por el interior de su raja.

Ricardo y Mercedes aparte de que se besaban como un par de desesperados, ella ya se encontraba completamente desnuda, y mi amigo se deshacía de las pocas prendas de vestir que aun él tenía puestas. Mercedes lo masturbaba mientras que los dedos de Ricardo exploraban el coño de ella.

Yo dejé de ponerle atención al resto de los presentes y me centré cien por ciento en la pequeña Lourdes, sus manos restregaban sabrosamente mi rostro, contra su sabroso coño, mientras que seguramente éramos observados por los demás, mientras que sin tapujo alguno yo me fui quitando rápidamente toda mi ropa. Lourdes a medida que más profundamente le mamaba el coño, sus gritos eran mayores, y cuando de momento se quedó en silencio con los ojos en blanco, me imaginé que había hecho disfrutar de un tremendo orgasmo, así que sin demora alguna, retiré mi cara de su coño y de inmediato le clavé mi verga, que se deslizó completamente dentro de su lubricado coño, mientras que ella no dejaba de decirme una y otra vez. Dame bien duro papi.

Por un corto instante soñé despierto, en que rico sería que yo me quedase con Lourdes para siempre. No me culpen, aunque Clarisa apenas y recién cumplió los treinta y cinco, no es lo mismo que acostarse con una nena de veinticuatro como Lourdes, quizás en gran parte a eso se debía mi gran excitación, ya que mi mujer es lo que llaman una yegua americana, alta rubia, con tremendas caderas y enormes senos, mientras que Lourdes es todo lo contrario, no es alta, es delgada, sus pequeños senos caben dentro de una copa de champan, rostro angelicalmente infantil, su depilado coño me daba la impresión de que fuera menor que una quinceañera, además como dicen en mi tierra, vaca pequeña siempre es ternera.

Lourdes movía sus caderas como si fueran una batidora, en mi vida jamás había disfrutado tanto, mi verga entraba y salía una y otra vez de su mojado coño, mientras ella daba constantes exclamaciones de placer. Su manera de mirarme a medida que yo continuaba penetrándola, era como si me retase a seguir clavándole mi verga con mayor fuerza. Definitivamente me sentía un salvaje sobre su pequeño cuerpo, su manera de moverse es única, y cada vez que yo dirigía mi boca a sus pequeños pezones, la hacía gritar de placer.

Cuando Lourdes alcanzó otro divino orgasmo, y yo me vine dentro de ella alcanzando un éxtasis sin igual, al poco rato, dirigí mi vista a mi mujer, a la que Juancho sin parar la tenía clavada claramente por el culo. Clarisa estaba definitivamente disfrutando de lo que mi amigo le estaba haciendo, una de las manos de Juancho la mantenía prácticamente dentro de coño de Clarisa, mientras que él la penetraba una y otra vez, ella se movía, como solo ella sabe hacerlo. En medio de todo, me alegré que mi mujer disfrutase de lo que mi amigo le hacía a ella. Lourdes por su parte se levantó después de darme un zendo beso, y se dirigió al baño, supongo yo que para asearse.

Al poco rato Juancho repentinamente se detuvo, apretando con fuerza su cuerpo contra el de Clarisa, mientras que ella entre risas, daba grito tremendos gritos de placer. Por curiosidad voltee a ver a Ricardo como le iba con Mercedes la mujer de Juancho, y entre los dos mantenían un increíble 69. Solo que los dedos de ella, exploraban las nalgas de Ricardo. Mi mujer al terminar con mi amigo, rápidamente se levantó del sofá donde se encontraban ellos dos y sin demora se dirigió al baño. Apenas Clarisa entró, Lourdes salió y en lugar de regresar donde yo me encontraba, se dirigió directamente donde su hermano mayor, y ante mi sorpresa y la de el mismo Juancho tomo su verga y sin escrúpulo alguno después de limpiarla con una toalla húmeda se dedicó a mamarla. Mientras tanto mercedes y Ricardo habían terminado, ella pasó frente a mi mirándome de manera seductora, mientras que mi mujer, al salir del baño de inmediato se dirigió donde Ricardo. Que aun se encontraba tirado en el piso del balcón.

Clarisa abrió sus piernas y prácticamente tomó asiento sobre el rostro de mi amigo. No pasaron ni unos cuantos segundos, cuando era evidente que ella restregaba su coño contra el rostro de mi otro amigo, quien definitivamente le estaba dando una magistral mamada al coño de mi mujer. Yo ya estaba por incorporarme cuando regresó Mercedes del baño, se acercó lentamente a mí, cuando estuvo a mi lado colocó sus labios sobre los míos al tiempo que con una de sus manos comenzó a masturbar mi mustia verga. Por unos instantes dejo de besarme, se sonrió y su mano aceleró el movimiento, provocando casi de inmediato, que mi verga se volviera a poner bien dura, ante la vista de su marido, que de paso se clavaba salvajemente a Lourdes su propia hermana menor.

Nuevamente seguimos besándonos, y al poco rato yo me encontraba mamando su coño y ella mi verga. Cuando nos separamos, Mercedes se colocó en cuatro patas ofreciéndome abiertamente su hermoso y apretado culito, que sin pérdida de tiempo, rellené de inmediato con mi verga. Realmente no se por cuánto tiempo estuve clavándome a la mujer de Juancho por el culo, pero definitivamente ella sabía muy bien lo que estaba haciendo. Moviendo sus nalgas de un lado a otro sin detenerse. Mientras que yo sujetándola por sus caderas, no dejaba de apretarla divinamente contra mi cuerpo. Hasta que finalmente y tras un gran esfuerzo volví a venirme.

Clarisa mi mujer por su parte, seguía cabalgando sobre la cara de Ricardo, hasta que de momento se dio la vuelta y sin pestañar siquiera, se tragó completamente la verga del esposo de Lourdes. Ellos dos fueron ellos últimos en terminar, ante la mirada del resto de nosotros.
Al final los seis estábamos desbastados, sin decir palabra comenzamos a recoger nuestra ropa y a ponérnosla. Yo esperaba que alguien dijera algo respecto a lo sucedido, pero no fue así, y yo al igual que el resto me quedé en silencio, sin saber que decir. Solo ya al momento de marcharse, fue que comenzamos a despedirnos como si nada hubiera sucedido. Nuestras mujeres, actuaron como si recién terminasen de cenar, y hasta no se cual fue la que dijo, espero que se vuelva a repetir.

Una vez que me quedé a solas con mi mujer, ella desapareció entrando al baño, no dijo nada, al salir se acostó y en cosa de unos segundos se quedó dormida profundamente, yo me duché, y al igual que ella al acostarme quedé como si fuera un tronco. Pero en la mañana me desperté sintiendo que me daban una deliciosa mamada a mi verga. Al abrir los ojos, lo que encontré casi frente a mi rostro, fueron las grandes nalgas de Clarisa. A la que sin demora alguna comencé a pasar mi lengua entre sus nalgas, hasta su coño.

A medida que fuimos poniéndonos más en calor, Clarisa me preguntó que me había parecido la noche de brujas, fue que caí en cuenta que la noche anterior era la noche de brujas, y a medida que seguimos teniendo sexo, mi mujer me fue diciendo como se fue sintiendo a medida que tanto ella como yo manteníamos sexo con otra persona. Sus palabras me excitaron más de lo que pude haberme excitado la noche anterior. Yo le hablé del morboso sentimiento que disfruté al verla siendo penetrada por Juancho por el culo, y como me impresionó verla cabalgar sobre el rostro de Ricardo.

Después no hemos vuelto a tocar el tema, hemos vuelto a ver a nuestras amistades sin hacer comentario alguno al respecto, pero de seguro y conociendo a Clarisa, espero que pronto eso se vuelva a repetir. Sino ya nos las arreglaremos para disfrutar de otra desenfrenada noche se sexo así sea con otras personas.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

camadedu (14 de August de 2012 a las 08:30) dice: genialllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll,soverbioooooooooooooooooooooooooo,felicitacionessssssssssssssssssssss


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