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Una consulta muy excitante 3 (Terapia sexual a domicilio 1)

Recaredo Rey Relato enviado por : Recaredo Rey el 27/09/2011. Lecturas: 5505

etiquetas relato Una consulta muy excitante 3 (Terapia sexual a domicilio 1)   General .
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Resumen
Haciéndome parar por médico hago un tratamiento sexual a domicilio a una chica y a su madre para bajarles su ardor sexual


Relato

Iba camino de casa de mis pacientes para hacerles una terapia sexual e intentar disminuirles el apetito sexual. A la hija ya la había tratado en la consulta de la doctora Solano. Era un tierno yogurcito, estaba buenísima y siempre caliente. Seguro que había follado ya cientos de veces. Las dos pensaban que yo era médico. Con un poco de suerte les gustaba mi terapia y me recomendaban a sus amigas. El día anterior, además de follarme a la chica, estuve haciendo guarrerías con la doctora. Estuvimos más de una hora practicando el coito en distintas posturas para ver si sentía alguna molestia. Despues de corrernos seis veces le dije que se me empinaba con dificultad. "Hay que observar esa anomalía" me dijo mientras me la meneaba. "Tienes que venir todos los días durante un mes y asegurarnos de que tu potencia sexual responda al cien por cien". Menos mal que ya estaba recuperado del ajetreo de ayer y llamé al timbre de la casa. Me abrió la puerta la madre. Detrás estaba la hija. Las dos iban con pantalón corto y camiseta.

- Pase, doctor. ¿Con quién va a empezar primero?

- Si le parece empezamos con usted. Pasemos al dormitorio. Me acerqué al oído de la hija y le pedí:

- Tú mientras tanto te vas a masturbar todo el rato y luego me dices cuántas veces te has corrido.

Mientras íbamos hacia el cuarto, la madre me dijo que se llamaba Pili y tenía 38 años.

- Una edad muy bonita -le dije-. Ya no hay prejuicios y se vive el sexo con más libertad. Además te mantienes muy bien, aparentas menos años. Y ahora que estamos solos vamos a desnudarnos los dos, para que no estés cortada.

Conforme se iba desnudando mi excitación aumentaba enormemente. Era muy sensual y tenía un cuerpazo, con unas tetas pequeñas pero preciosas, como su hija. Cuando se quitó las braguitas entendí cómo su hija tenía ese coñito tan suculento. Su chochito era un auténtico placer para la vista. Desnuda ganaba mucho, era más guapa y apetecía follarla en todas las posturas. Yo también me quedé en pelotas. Ella, al verme, exclamó:

- ¡Doctor, vaya nabo que tiene! ¿Me lo va a meter?

- Sí, forma parte de la terapia -le contesté excitado-. Voy a introducirle el pene en su vagina y vamos a ver cuántos orgasmos le provoco. La idea es ir controlando diariamente el número e intentar reducirlo progresivamente hasta dejarlo en dos o tres, que es lo normal. Y ya que vamos a follar, yo creo que lo mejor es que nos tuteemos, ¿no te parece, Pili?

- Me parece. ¡Metémela ya, que no aguanto!

Mi palo era una estaca, estaba bastante excitado, y ella tenía el chumino muy mojado, así que entró rápida y suavemente.

- ¡Cada vez que te corras dímelo para ir contando, Pili!

- ¡Vale! ¡Aaaaaaahhh! Uno... ¡Aaaaaaaaahhhhh! Dos...

La muy cachonda tenía un orgasmo detrás de otro. Se corría como una guarra, se retorcía de gusto, el coño lo tenía mojadísimo, y yo tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para no correrme. Así estuvimos media hora exacta. Pili gritaba como una cerda, debían escucharla hasta los vecinos. Exactamente en su orgasmo 105 explosionó mi polla dentro de su coño y un manantial de leche caliente le inundó todo el chumino. Se la saqué antes de que se corriera de nuevo.

- ¡No me dejes así, quiero más! -me suplicaba agarrándome con fuerza la polla.

- Mañana lo haremos de nuevo, y hay que procurar bajar de cien orgasmos. Ahora le toca a tu hija.

- Oye, ¿a mi niña también te la vas a follar como a mí?

- ¿Por quién me has tomado? Claro que no. Es virgen todavía y hay que respetarla. Sólo voy a estimularle el clítoris con la mano y la lengua para provocar los orgasmos.

- Yo quiero también que me chupes el clítoris con tu lengua.

- Bueno, mañana antes de penetrarte te chupo un poco el chochito.

Pili se vistió y me acompañó a la habitación de su hija. Yo ya iba directamente desnudo. La niña estaba también desnuda. Se alegró mucho al verme entrar. Pili nos dejó solos.

- Doctor, tiene la polla con restos de semen, déjeme que se la limpie.

No me había dado cuenta de que la tenía manchada de tanta leche como solté en el coño de su madre. La niña me agarró la verga y se la metió en la boca. La chupó y relamió hasta dejarla bien limpia.

- ¿Cómo te llamas, putilla? -le pregunté mientras me la sacaba de su boca.

- Me llamo Raquel, ¿y tú?

- Aureliano, te la meto por el coño y también por el ano... jajaja. Bueno, yo te voy a llamar putilla, para humillarte un poco. ¿Cuántos orgasmos has tenido mientras me ventilaba a tu madre?

- Creo que he contado 60.

- Tú eres una auténtica guarrilla, niña. Bueno, vamos a intentar aplacar un poco tus bajos instintos. Ponte cómoda, que te voy a lamer el coñito.

Mientras le daba con mi lengua en sus apetitosos y blanditos labios vaginales y en su hinchadito y jugoso clítoris, ella se retorcía dando gritos de placer. Se corrió varias veces. A mí me gustaba sorber sus fluídos y tragármelos, estaban asquerosamente ricos. Raquel me tenía cogida la verga con ansiedad, como para que no se escapara.

- ¡Quiero que me la metas ya, y que te corras bien dentro, para aprovechar hasta la última gota de leche.

- Vale, pero antes me apetece metértela por ese culito tan bonito que tienes.

Efectivamente, tenía un culito extremadamente sensual, pequeño y de una suavidad extrema. Le metí la lengua en el agujerito de atrás y dejé caer un poco de saliva para que mi verga entrara con más facilidad. Se la metí sin dificultad, como si la sodomizaran todos los días. Era muy excitante follar ese culito que envolvía y apretaba todo mi cipote. No quise eyacular para follarla en condiciones por delante. Así que al rato de estar cabalgando a tan fogosa yegüita se la saqué del culito y se la metí por el coño. Lo tenía chorreando. A los cinco minutos la niña había tenido diez orgasmos, y mi excitación era tan grande que me corrí como un cerdo llenando de semen su precioso chochito. Estábamos exhaustos. Cuando nos recuperamos un poco, nos acariciamos y besamos por todo el cuerpo. Me recuperé y la penetré nuevamente. El segundo coito duró unos veinte minutos, aunque cambiamos tres veces de postura. La segunda eyaculación fue tan impresionante como la primera. Tanta leche tenía en su coñito Raquel que se le salía y le fluía por las piernas. Ella se lo cogía con la mano y lo chupaba.

- ¡Lo quiero todo! ¡Está de rechupete!

Luego se metió mi verga en la boca y nuevamente me la dejó reluciente. Nos vestimos, salimos del cuarto y me despedí de las dos hasta el día siguiente. Así estuvimos con la terapia durante ocho días. Lo que pasó el noveno día lo contaré en otro retato. Fue un día inolvidable.

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Comentarios enviados para este relato
verla (27 de September de 2011 a las 01:44) dice: jajajajajajaja oye esto esta buenisimooo...muy cachonda la historia

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:51) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:16) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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