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Una tarde inolvidable

Relato enviado por : cubanofeliz el 22/11/2011. Lecturas: 4451

etiquetas relato Una tarde inolvidable   Tríos .
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Resumen
Esa tarde la habías invitado a casa para que nos acompañara a jugar dominó y compartiera unas cervezas con nosotros. Tal como habíamos acordado a las 2 de la tarde ella llegó. Las cervezas estaban bien frías e invitaban a ser tomadas, esa tarde de agosto era muy calurosa. Ella vestía un pantalón de color azul bien ajustado a su cuerpo y una blusa semitransparente de tirantes, muy fresca para esa temporada del año, calzaba unas sandalias de color marrón que hacían juego con su vestimenta y su cabello se deslizaba sobre los hombros con una flexibilidad envidiable.


Relato
Una tarde inolvidable
Esa tarde la habías invitado a casa para que nos acompañara a jugar dominó y compartiera unas cervezas con nosotros. Tal como habíamos acordado a las 2 de la tarde ella llegó. Las cervezas estaban bien frías e invitaban a ser tomadas, esa tarde de agosto era muy calurosa. Ella vestía un pantalón de color azul bien ajustado a su cuerpo y una blusa semitransparente de tirantes, muy fresca para esa temporada del año, calzaba unas sandalias de color marrón que hacían juego con su vestimenta y su cabello se deslizaba sobre los hombros con una flexibilidad envidiable.
Entre risas y besos nos saludamos los tres. Yo estaba muy informalmente vestido, con short y camiseta. Tú vestías una saya corta y un tope semitransparente que sugería una imagen encantadora de tus pechos. Tu cabello rojizo caía sobre tus hombros como un río de lava ardiente.
De inmediato le brinde una cerveza a ambas y comenzamos a jugar nuestra partida de dominó. Sugeriste que fuera un juego de castigos y quién ganara le impondría un castigo al otro miembro, estuvimos de acuerdo. La primera partida transcurrió muy alegre, entre risas y comentarios picantes, fuimos avanzando en el tiempo y nuestra ronda de cervezas ya era la tercera.
Por fin había un “perdedor o ganador” en nuestro juego, era ella. Tú tenías la misión de imponerle el primer castigo y así lo hiciste. Le pediste que se fuera desnudando lentamente a lo que ella respondió que sentía pena conmigo pero fuiste muy autoritaria y le dijiste que tenía que cumplir su castigo. Ella se levantó y te dijo -pues bien pero con la condición que tú me ayudes a desnudarme- lo cual te dejo perpleja. Nos miramos y asentimos con la mirada.
Ambas se levantaron de la mesa y yo me dirigí a poner una música instrumental para acompañar aquel momento mágico. Ninguna de las dos se atrevía a dar el primer paso hasta que me acerque a ambas y con una de mis manos, por detrás de cada una de sus cinturas, las acerqué una a la otra hasta que sus pechos y los tuyos se encontraron. Ya podías sentir su aliento, y eso te motivo de forma involuntaria a acercar una de tus manos a su seno, lo acariciaste por encima de la fina tela, y pudiste percibir que no tenia sostén, su pezón de inmediato reacciono, irguiéndose como una roca, y dejando que tus dedos percibieran su dureza. Continuaste avanzando hasta que rodeaste con tus brazos su cintura, abrazaste su cálido cuerpo y recorriste su espalda con tus manos, ascendiendo hasta los hombros. Tus dedos jugaban con su piel debajo de los tirantes y fuiste deslizándolos hasta que ambos cayeron a cada lado sin resistencia alguna. El resto de la blusa cayó por su propio peso, mostrándonos unos senos bien formados, de color blanco, con una aureola rosada y unos pezones más oscuros, endurecidos, de tanta erección. Ahora tus dedos recorrían en forma de círculo sus senos, los acariciabas con suavidad mientras ella cerraba sus ojos y se dejaba llevar por la excitación que tus dedos provocaban sobre ellos, jugabas con los pezones, los estirabas hasta llevarlos a su punto máximo y los soltabas nuevamente para acercarte y besar con cautela su cuello, lo recorrías con tu lengua y acariciabas su cintura, la atraías hasta ti y mordías con la punta de tus dientes sus orejas, lamias su parte posterior y acariciabas su abdomen con tus manos.
Colocaste tus manos detrás de su cuello, alzaste su cabello y fuiste atrayéndola hasta tu boca, sus labios y los tuyos se encontraron y sentiste cada una de sus comisuras unidas a las tuyas. Con una ligera presión hiciste que ella los entreabriera y entonces tu lengua la penetro suavemente, recorrías su boca caliente y jugosa, chupabas su lengüita y mordías sus labios con delicadeza, ella te correspondía y sus manos te acariciaban la espalda, tu cintura y tu culo, estaba bien excitada. Mientras esto sucedía yo me acerque por detrás de ti y acaricié tu cuerpo, mis manos recorrían tus senos grandes y endurecidos, tus pezones y tu cintura. Con delicadeza absoluta fui haciendo descender tu saya y me arrodillé sobre un cojín en el piso, acariciaba tus nalgas y el interior de tus piernas mientras ustedes seguían fundidas en un ir y venir de lengua, de una boca a la otra, sin poder ni querer separarse. Deslice tu tanga hacia abajo y ahora podía besar tu culo, entreabrí tus nalgas y con una ligera presión de mis manos separé tus piernas. Mi lengua recorría el interior de tus cachetes, lo lamia y sentía el calor de tu agujero anal, bien depilado y sabroso, esto hacia que tu excitación aumentara al punto de mover tu cintura hacia adelante y hacia atrás, en un vaivén como las olas del mar.
Con lentitud te fuiste separando de ella y distes la vuelta hasta colocarte detrás de su espalda y de nuevo la besaste mientras tus manos comenzaron a jugar con sus senos, ella levantaba su cuello y su cabeza se reclinaba sobre tus hombros mientras la besabas. Ahora estaba de frente a mí y de rodillas aún podía ver aquella excitante escena. Deslicé mis manos hacia su abdomen y comencé a acariciar su fina piel, era suave y delicada como la tuya pero más blanca, mis dedos jugueteaban con su cintura y erizaban cada poro de su cuerpo. Me pediste que la desnudara y entonces ella me miró con una sonrisa reflejada en sus ojos que denotaba su aprobación. Mis dedos soltaron el botón de su pantalón y mis manos fueron colocándose en sus caderas. Tiré suavemente hacia abajo y comenzó un descenso lento y ardiente, sentía que mi pinga se quemaba debajo de mi short, vislumbré su tanga de color negro que contrastaba con su piel blanca y de un tirón hice descender aquel pantalón, lo saqué completamente y quedó ante mí, solo vestida con su diminuta tanga.
Ahora mis manos recorrían sus piernas las cuales entreabrí rápidamente sintiendo el calor del interior de sus muslos, los acariciaba de arriba abajo y de abajo a arriba hasta llegar a los límites de su chochita. Ya no podía contenerme más y deslicé su tanga hasta abajo dejando al descubierto su hermosa chocha.
Estaba depiladita, como la tuya, era de color rosado y de labios muy bien formados. La acaricié con la punta de mis dedos y dio un respingo hacia atrás, pero tú la contuviste con tu cuerpo. Al separar sus piernas fui acercando mi boca a su chochito, fui introduciendo mi lengua en su interior y ella se retorcía de placer, jadeaba y besaba tu boca, se la mamé profundamente, lamia su clítoris y separaba con mi lengua sus labios vaginales hasta sentir el calor de su orificio vaginal, lo penetraba con la lengua que entraba y salía de forma lenta y después más rápidamente, sentía como sus jugos vaginales descendían, se humedecía rápidamente lo cual denotaba su excitación, jadeaba intensamente y pedía más ,asiiiiiiiiiiii, rico, mamamelaaaaaaaaa másssssssss, asiiiiiii, gritaba y separaba más sus piernas hasta que decidí introducirle mi dedo en su vagina. Estaba ardiendo de tanto calor, humedecida y palpitante, solo lo introduje dos veces y sentí como se deslechaba, sus jugos corrían por mi manos y sus piernas se aflojaron, su cuerpo entero se relajó ante tal orgasmo, saqué mi dedo y con mi lengua le lamí su chochito dejándolo brillante de nuevo.
Nos separamos y entonces ella terminó de desnudarte, acarició tus senos y mamaba tus pezones como una loca desesperada. Sus manos jugaban con tu chochita y notaba como insistía en meter sus dedos en tu vagina para masturbarte. Te tumbaste encima del sofá y le dijiste –ven mami, mámamela rico como esta vagina se merece. Ahora fui yo quién te ayudó a colocarte con las piernas bien abiertas mientras ella en cuatro patas empezaba a mamar tu chocho. Primero recorrió los laterales de tus muslos interiores y su lengua subía y bajaba rápidamente mientras tus ojos reflejaban lo rico que estabas sintiendo hasta que puso su lengua en tu vagina, con sus deditos separó tus labios morados y te penetró, primero con la lengua, y después con dos de sus dedos, te pajeaba sabroso mientras tú te retorcías de placer y le pedías que te clavara toda asiiiiiiiiiiii, ricooooooooooooooo, mamameeeee, asiiiiiiiiiiii, cogemeeeeeeeeeee. Yo por mi parte disfrutaba aquel espectáculo y ahora la tenía a ella frente a mí en cuatro patas. Me desnudé y mi pinga parecía un poste, me acerqué lentamente y le mamé su culito, sus nalguitas, mordía los cachetes de su culito y acariciaba su chochita por debajo, estaba bien húmeda y caliente, la pajee un poco y ella gemía rico. Me acerque lentamente a su vagina y froté mi pinga con sus labios vaginales –ohhhhhhhhhhhhh que sensación tan placentera sentir su caliente crico- mi pinga estaba al reventar y suavemente, sin dificultad, pues estaba bien húmeda la fui penetrando por su chochita –que ricooooooooooooooo mamiiiiiii, asiiiiiii, ricooooooooooo, se la metía hasta el fondo y ella movía sus caderas mientras tu me decías –cogeselaaaaaaa, asiiiiii papiiiiiiiiiiiiiiiii, singatela rico y nos meneábamos los tres.
Su mamada te tenía loca y rápidamente te deslechaste en su boca, sentía como ella lamia tu chocho y saboreaba tus juguitos calientes. Estaba a punto de reventar mi leche contra su interior cuando tú te erguiste y saliste de debajo de ella, te acercaste a mi espalda y con tus manos acariciaste mis huevos y el tronco de mi pinga cuando entraba y salía, hasta que por fin la sacaste, nos separaste un poco y de rodilla mamaste su culito, lo ensalivaste rico hasta dejarlo rojito de tanto mordisqueo. Tomaste de nuevo mi pinga en tus manos y la acercaste a su ojete de culo y presionaste la cabeza del pingo hasta que sentiste como entraba bajo presión. Ella se apretaba su chocho y se masturbaba el crico mientras yo la penetraba por el culo hasta que la cabeza entró y entonces lanzó un grito –hay coñoooooooooooooooo me duele, asiiiiiiiiiiii que pingaaaaaa másssssssssssss rica, hay cojonessssssssssss y tu empujaste el pingo hasta dentro y ella lanzó otro grito, esta vez de dolor por la barra de carne que tenia metida en su culo, gemía y sollozaba mientras tú le decías -coge puta, no querías pinga por el culo, asiiiiiii, singate a mi marido putaaaaaaaaaa y ella singaba, ya se meneaba lentamente hasta que cogió su ritmo y sus caderas se movían hacia adelante y hacia atrás tragándose toda la pinga por el culo. Mientras, tú te masturbabas tumbada a su lado, no tardé mucho en explotar y un río de leche caliente inundó su culito virgen, salía por su orificio anal y bajaba hasta los labios vaginales, así estuvimos un buen rato, trabados hasta que mi leche terminó de salir y mi pinga bajó un poco.
Se volteó hacia mí y le dije mámala ahora para que mi esposa la pueda disfrutar, se arrodillo frente a mí como una virgen en promesa y entreabrió sus labios dejando entrar mi pinga en el interior de su boca, yo entraba y salía con mi pingo y su lengua chupaba la cabeza, lo mordisqueaba suavemente, la hice tragar toda aquella barra de carne hasta que sus ojos se aguaron de tanta pinga. Tú la mamabas por el culo y se lo dejaste brillante de nuevo, pero esta vez estaba bien dilatadito y tomaste un consolador, lo ensalivaste, y de nuevo a cogerle su ano, se lo metiste hasta el fondo y mientras la veías como me mamaba la pinga te la singabas por el culo con tu arnés bien puesto, era como otro macho detrás de ella y en unos minutos ya la muy puta se había venido de nuevo. Cambiaron el consolador y ahora tu me mamabas mi pinga y ella te daba por el crico, hasta que le pediste que te mamara el culo para que yo te lo singara. Así lo hicimos y esta vez tú estabas en cuatro patas frente a mí y ella con su crico bien abierto frente a ti, tu se lo mamabas de nuevo y metías dos de tus dedos en su culito rico hasta que yo te mandé toda mi pinga por tu culo sabroso, te meneabas bien rico y saboreaba tu ojete hasta que no pude contenerme más y de nuevo mi leche inundó tu culo mientras tu gemías de placer y te venias como loca, ella se arrebataba por la mamada que le estabas dando y los tres al unísono explotamos en un fenomenal orgasmo.
Nos quedamos tumbados uno junto al otro planificando como sería nuestra próxima cita.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:08) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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