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Viñales: Infidelidad, Pasión y Lujuria

Relato enviado por : Anonymous el 14/02/2011. Lecturas: 8177

etiquetas relato Viñales: Infidelidad, Pasión y Lujuria   Infidelidades .
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Resumen
Carmen: la preciosa vasca se aventura en Cuba con un caliente chico, siéndole infiel a su esposo y disfrutando de lo rico con los calientes cubanos y cubanas que se ponen al alcance de su espléndido culo.


Relato
Viñales: Infidelidad, Pasión y Lujuria. Primera parte.
Una muy querida amiga al referirse al sexo y la naturaleza expresó: Considero que el sexo es lo que es, el instinto más básico de los seres vivos y por mil leyes que nos quieran imponer, no se puede frenar esa gran fuerza natural. Y la gran ventaja de los humanos es que podemos gozar del sexo por el sexo independientemente de la procreación. La Naturaleza ha premiado la sexualidad con el orgasmo, el máximo de los placeres. Y la Naturaleza nos regala el orgasmo, ya sea en el sexo hetero como en el homo ¿por qué no ir con la Naturaleza, lo mismo que un rio sigue su curso natural?

Pensando en esta hermosa reflexión decidí invitarla a visitar mi país y llevarla a conocer los lugares donde la naturaleza se ha recreado en su creación de espacios naturales de belleza insospechada “El Valle de Viñales”, en Pinar del Río, Cuba.

Un día Sábado llegó su vuelo muy temprano en la mañana. La recibí en el aeropuerto José Martí entre besos y sonrisas. Nos mirábamos devorándonos con la mirada. Nos conocíamos de Internet y nuestras conversaciones casi siempre giraron acerca del sexo, nuestras pasiones y deseos. Nos habíamos prometido este encuentro y el hecho de tenerla frente a mi me causaba gran inquietud. Salimos del aeropuerto y mi amiga “Carmen, la hermosa vasca”, me invitó a pasar por el hotel reservado previamente para descansar unas horas antes de partir hacia nuestro lugar de ocio.

Durante el camino al hotel me comentó que su esposo había quedado con muchas dudas acerca de este viaje y que le había manifestado su intención de visitar la isla junto con ella y conocer el calor de sus chicas morenas. Carmen había desplegado todas sus habilidades para convencer a Manuel de que fuera en otra oportunidad pues quería dejar para su exclusivo disfrute este momento de infidelidad conmigo. En un futuro muy cercano Manuel podría saborear el néctar de las vaginas y las vergas del Caribe.

Llegamos al hotel y atentamente un carpetero nos subió las maletas a la habitación. Una esplendida vista del litoral norte de La Habana se abría ante nuestros ojos. Yo observaba la entrada de un bello yate de paseo cuando sentí que unos brazos rodearon mi cuello, era ella. Sus manos eran de una fina piel blanca, muy delicada y sensual, acariciaban mi cuello suavemente y sentía como las yemas de sus dedos recorrían cada uno de mis poros. Su cuerpo se había pegado a mí tal como una hiedra lo hace con una roca y eran ahora sus senos firmes y duros los que causaban un delicioso cosquilleo en mi espalda. Su abdomen, endurecido por el ejercicio físico se acercaba a mi cintura y sus caderas se apretaban contra mí. Ya sentía el aliento delicado de su boca y el olor suave y fresco de su cabello, me besaba delicadamente con la ternura de una diosa.

Al voltearme pude observar su picara sonrisa y como su ondulado cabello negro caía sobre sus hombros como lo hacen las olas del mar sobre la arena. Nuestros rostros se fueron acercando a un ritmo lento, con temor de romper sus finos labios acerqué mi boca a ellos y por fin pude saborear la miel de su boca. Nada tan dulce como su lengua que recorría el interior de mi boca, exploraba cada espacio y se retorcía causándome una sensación de calor en mi interior. Sus manos recorrían mi cuerpo y descendían y ascendían alternativamente provocando en mí la sensación de estar gravitando sobre nuestro planeta. Su cuerpo, ahora frontalmente, se apretaba contra el mío y nos separaba la fina tela de su vestido rojo, contrastando con su blanca piel y su negro cabello.

Mis manos recorrían su cintura, su espalda y mi lengua no se podía apartar de su boca. Descendiendo por su espalda fui descubriendo cada una de sus curvas, su cintura se estrechaba dando paso a unas nalgas dibujadas por la mano de un ángel, sus caderas excitaban mi espíritu y su vestido comenzó a descender bajo la ligera presión de mis manos. Ella se alejó con mucha ternura y me pidió que me sentara en un cómodo butacón en el centro de la habitación. Comenzó a moverse suavemente contorneando cada uno de sus músculos delante de mí, se volteaba y con sus manos acariciaba su cuerpo mientras yo observaba aquella idílica imagen delante de mí. Los tirantes del vestido comenzaron a descender y entonces se fue revelando aquel mágico secreto, su cuerpo, mi anhelado tesoro. Ya caía sobre su cintura pero no podía descender por sí mismo, sus caderas lo impedían. Al ritmo de una excitante música y con gran destreza sus manos hicieron descender el vestido, pasando por debajo de sus nalgas y cayendo rendido ante sus pies. El espectáculo no tenía precedentes, sus nalgas eran sublimes y su cabello descansaba sobre su espalda. Sus bragas de color negro contrastaban con la piel blanca y hacían una preciosa combinación con su cabello. Aun de espaldas a mí, ahora con sus deditos colocados en los finos tirantes de sus bragas las hizo descender suavemente hasta que cayeron también rendidas a sus pies. El canal que se abría entre los cachetes de su culo era impresionante, perfectamente delineado, mostraba ante mí un fino y delicado trasero, imponente, moldeado por los dioses mismos de la creación humana.

Girando al ritmo de la música y con sus manos alrededor de su nuca se fue dando vuelta. Solo los inmortales pueden darse el lujo de disfrutar de una belleza sublime como ella, es un manjar de los dioses y ahora su hermoso rostro se combinaba con sus majestuosas tetas, duras, con unos pezones bien redondeados y sus curvas guiaban a mis ojos hacia la puerta del paraíso, su vagina. Un manto delicado de vellos muy negros custodiaba su entrada y me hacía saber que debía luchar contra ellos para acceder al tesoro prometido.

Mi erección era sin precedentes y ella lo sabía. Mientras se acercaba a mi logré soltar mi calzado y ella se me arrodilló delante. Sus rodillas reposaban sobre la roja alfombra y sus manos jugaban con el cinto de mi pantalón. Lo desabotonó y bajó el zipper con rapidez, quería saber que había debajo de aquella tela. Me alcé mientras Carmen deslizaba sus manos por mis nalgas y bajaba mi pantalón y mi calzoncillo al mismo tiempo. Aproveché y saqué mi pulóver de aquel escenario antes que se incendiara con tanto calor.

Ambos estábamos completamente desnudos, ella de rodillas frente a mí se fue inclinando hasta que su boca rozó la punta de mi capullo. Una descarga eléctrica recorrió mi espina dorsal y erizó mis pelos, su boca me producía la sensación de estar en contacto con una línea eléctrica de 33 000 voltios. Se entreabrieron sus labios, sus mandíbulas se separaron y el calor de su boca abrazó mi pinga, comenzó a succionarla tan suave que yo viajaba sobre una nube. Su mamada provocaba en mí una ola de calor insospechado y su ritmo iba en aumento, ahora mamaba con más fuerza y su mano acariciaba mi pinga mientras sus dedos la apretaban sin consideración alguna. Mis manos se entrelazaban con su cabello y la oprimían con mayor fuerza haciendo que tragara aquella pinga hasta el final, su boca se llenaba de mi carne ardiente y hacía que sus dientes la mordisquearan con dulzura, exploté en una descomunal venida, un río de leche inundó su boca y tragaba golosa, sedienta, sentía el chasquido de su lengua con mi pinga húmeda y las comisuras de sus labios dejaban salir un fino hilo de leche, no dejaba de mamar y ascendía y descendía sobre mi pinga con su lengua dejándola brillante de nuevo, pero esta vez más dura que antes.

Nos separamos solo unos segundos y caímos revolcados en la alfombra, esta vez estaba entre sus piernas las cuales abrió sin temor alguno ofreciéndome un bello espectáculo, eran sus labios vaginales de color rosa que se encontraban muy hinchados de sangre, cubiertos con un fino vello negro se mostraban como melocotones ansiosos de ser comidos y eso hice, los comí, uno a uno, saboreaba su carnosidad, los chupaba y mis dedos jugaban con su vagina, entraban y salían de su interior con rapidez, su interior quemaba. Mi boca se comía aquel coño con glotonería y ahora mi lengua jugaba con su endurecido clítoris, lo mamaba sin piedad y lo mordisqueaba sabrosamente, notaba su excitación y como sus caderas se levantaban de la alfombra. Escuchaba sus gemidos metemelaaaaaaaaaaaaaa yaaaaaaaaaaaa por favorrrrrrrrrrrrr y mi pinga gritaba que la deseabaaaaaaaaa ya, ascendí un poco sobre su torso desnudo y la punta de mi pinga estaba a la altura adecuada con su vagina pero mi boca se antojó de mamar sus pezones que duros como pelotas de beisbol pedían a gritos ser mordidos, los mamé hasta la saciedad, sentía como crujían bajo mis dientes, cual nueces al ser cascadas. Mi pinga no soportaba más y las manos de Carmen fueron a mi cintura empujándome violentamente hacia ella. Esta acción física hizo que mi pinga avanzara sin obstáculos hacia su interior comenzando un rápido mete y saca que provocaba gritos y alaridos de ambos, cogemeeeeeeeeeeeeeeee asíííííííí, fóllameeeeee, y mientras más gritaba ella más entraba y salía yo de su vagina, mordía sus labios, apretaba sus tetas y singabamos con locura, dábamos vueltas sobre la alfombra y de pronto ella estaba sobre mí, su movimiento y contoneo en círculos hacia que mi pinga estuviera a punto de explotar de placer, subía y bajaba rápidamente y me pedía más pingaaaaaaaaaaaaaa asíiiiiiiiiiiii ricoooooooooooooooooooooooooooo hasta que sus ojos se perdieron, giraban sin control y sus uñas se clavaban en mi pecho , sangraba de placer mi pecho, ella se retorcía, y de pronto ambos explotamos en una deslechada única, cayó sobre mi pecho mientras su culo se empinaba y el aire refrescaba aquel volcán que era su vagina, sentía mis cojones empapados con su venida y sus labios reposaban sobre los míos, sentía su respiración y su suave jadeo sobre mi boca, nos abrazamos y así nos dormimos un rato, uno sobre el otro. Al despertarnos nos duchamos y en unos minutos tocaban a nuestra puerta, era nuestro taxi que ya había llegado.

Con gran alegría en nuestros rostros comenzamos un largo viaje hacia Pinar del Río, la más occidental de las provincias de Cuba. Observábamos en el camino las bellezas de la naturaleza y su mano acariciaba mi pinga con frecuencia hasta que logró ponérmela bien dura. El taxista observaba discretamente por el retrovisor como nos besábamos apasionadamente y nuestro calor fue aumentando hasta el punto de meter su mano en mi pantalón y sacar mi pinga, comenzó una larga mamada que se extendía llevándome al cielo y dejándome caer desde las alturas. El taxista, discretamente aparcó en un lugar muy bello y solitario frente a un hermoso embalse de agua, abrió la puerta del auto e intentó salir, digo intentó por que le pedí que no se fuera y su cara de asombro nos hizo soltar una carcajada a ambos.

Le dije: ¿me puedes ayudar con esto?, y él aún sin comprender me responde: ¿con qué?, le dije: con mi chica española. Acércate -le dije- por la puerta del auto y ábrela. El obedeció y abrió la puerta. Carmen le dijo: bájate el pantalón –de nuevo el me miró sorprendido- yo asentí con la cabeza y no se decidía. Carmen –casi desnuda- se acerco en cuatro patas a la puerta del taxi y comenzó a desnudarlo mientras, desde atrás, yo observaba por primera vez una majestuosa vista de su culo. El chasquido de la saliva de su lengua me indicaba que la mamada que estaba recibiendo era impresionante, su cara estaba transformada y se retorcía de placer mientras Carmen mamaba furiosamente aquella pinga. Le abrí sus grandes nalgas y comencé a jugar con su ano mientras mi lengua se deslizaba por su ojete, lo ensalivaba y mis dedos jugaban con su vagina, aparté sus bragas y comencé a penetrarla por la vagina, se movía a mi ritmo y la pinga entraba y salía de su vagina y su boca hasta que decidí darle un rabazo por el culo, la saqué y la penetré sin pedir permiso, ella gimió y reculo hacia mi mientras veía como sus manos se cogían los cojones del taxista. Le daba por el culo y sus nalgas bailaban de placer, ya estaba a punto de arremeter con mi leche en su interior cuando se viró hacia mí y me dijo: dale de mamar al taxista. Confieso que me sorprendió y él se quedó en una pieza, cambiamos, ella salió del taxi y yo me adelanté hacia la puerta. Se le acercó por detrás al taxista mientras sacaba una toalla de su bolso que arrojó al piso. Le dijo arrodíllate, él obedeció y cuando yo me acerque con mi pinga embarrada de su culo ella la tomó en sus manos y le abrió la boca al muchacho mientras colocaba mi trozo de carne en su boca diciéndole al oído: mámasela rico a mi macho. El muchacho comenzó a mamar con timidez y yo perdí el control al saberme mamado por un tipo. Carmen se arrodilló por detrás de él y tal como supuse le comenzó a mamar el culito, pero sus intenciones iban más allá, quería cogérselo.

El de rodillas soportaba mi gordo pingo en su boca y yo entraba y salía de ella con rapidez, oprimía su cabeza contra mi pelvis y el acariciaba mis cojones hasta que de pronto soltó mi pinga y dio un grito de dolor, lo habían cogido por el culo, sin dejarlo pensar lo atraje de nuevo a mí y le puse mi carne en la boca. Carmen le había metido dos de sus dedos entre las nalgas, primero y después en su ojete, la veía sonreír y saborear sus labios mientras lo pajeaba por el culo, me hizo una seña y metí una de mis manos en su cartera y le lancé el arnés que tanto le gustaba. Se lo colocó y esta vez el grito fue más potente, pero no había nada que hacer, aquel chico había perdido su virginidad con ella y yo le rellenaba la boca de pinga sin dejarlo escapar. Carmen comenzó un rico movimiento detrás de él y sus ojos giraban en blanco de tanto éxtasis al meterla y sacarla de su culo, se movía rítmicamente y sus manos apretaban las tetillas del chico hasta hacerlo gritar de placer. Así estuvimos un buen rato hasta que me hizo otra señal para cambiar de posición. Nos rotamos y ella se acostó en el asiento trasero del taxi mientras abría sus piernas y le dijo al taxista que se la mamara y le metiera dos dedos en el culo, el lo hizo y rápidamente estaban bien calientes de nuevo, él se comía su coño y ella se masturbaba frenéticamente su clítoris con una mano y con la otra se masajeaba las tetas. Yo di la vuelta por detrás del auto y ante mi apareció aquel muchacho, de rodillas, desnudo y con el culito en pompa. Me acerque suavemente y acaricié sus caderas, el soltó el chocho de Carmen y me miró, ya sabía lo que iba a pasar, entreabrí sus nalgas y pude apreciar un ojete de culo hermoso, velludito, bien redondeado y un poquito abierto por la penetración anterior, lo ensalive abundantemente y lo masturbé un poquito con mis dedos mientras acariciaba por debajo sus cojones duritos y calientes, lo excitaba y él le estaba dando una gran comida de coño a Carmen, ella gritaba como loca de tanto placer. Acerqué mi pinga a su ojete y presioné contra su esfínter que me dejó entrar, gritaba como loco, noooooooooooooooo, me dueleeeeeeeeeeeeeeeee aayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy coñooooooooooooooooooo, pero sin detenerme se la mandé entera hasta el fondo y mis huevos chocaron con sus nalgas. Comencé el mete y saca y mientras más se la metía más me gustaba y él se fue relajando poco a poco, notaba que le gustaba por su discreto movimiento, hasta que dejó de ser discreto y entonces ambos nos meneábamos bien rico y yo la metía hasta el fondo y sus gritos dejaron de ser de dolor para ser de placer ayyyyyyyyyyyyy queeeeee ricoooooooooooooo asíiiiiiiiiiiii dameeeeeeeee masssssssssssssssssssshayyy me vengoooooooooooooooooooo y entonces soltó un gran chorro de leche que inundó la alfombra del auto mientras Carmen explotaba en un orgasmo desenfrenado y gritaba como loca, mi semen se desbordó en su culo y sus tripas recibieron un baño de lechita caliente que lo dejó desplomado del placer, lamia el crico de Carmen, se lo limpiaba de sus fluidos, los chupaba, lo volví a mi y le di de mamar su propio culo, mi pinga embarrada de semen y culo macho, mamó como loco y de nuevo estaba bien dura. Nos vestimos y él se sentó con gran dificultad en el asiento del auto mientras Carmen y yo reposábamos después de una gran aventura en el taxi.

Al cabo de dos horas llegamos a mi ciudad y tomamos la carretera que conduce a Viñales. De nuevo apreciamos las bellezas de mi país y se las mostraba orgulloso a mi chica. Por fin llegamos a nuestro Hotel, se llama “Los Jazmines” y tiene dentro de sus atractivos un hermoso mirador con vista al Valle de Viñales. Nos dimos una recuperadora ducha y de nuevo disfruté de una esplendida mamada de Carmen, mi pinga casi revienta de tanto placer, mis venas estaban rebosadas y de nuevo mi leche se fue a parar a su glotón estómago. Nos acostamos a descansar de nuestra faena de viaje.

Después de la cena, ya recuperados, decidimos dar un recorrido y en un lugar llamado Cueva del Indio conocimos una pareja de jóvenes que enseguida se acercaron a nuestra mesa y nos pidieron que si podían compartir con nosotros, aceptamos gustosos y ellos se quedaron también felices. Este lugar es muy hermoso ya que es una cueva natural atravesada por un hermoso río subterráneo que recorre varios kilómetros, por supuesto que uno de los mayores atractivos es recorrer esta caverna en bote.
Nuestros nuevos amigos formaban una bella pareja. Ella es morena, de unos 1,70 m de pelo rojizo y un cuerpo en el que destacan unos pechos grandes y duros, unas caderas bien delineadas y unos labios carnosos muy bien dibujados que invitan a chuparlos toda una noche. El chico no se quedaba detrás y alto como ella. Era trigueño, un cuerpo atlético, una sonrisa muy picara con ojos expresivos y un gran bulto debajo de su pantalón.

Con estos atributos físicos solo faltaba conocer si se aventurarían con nosotros en aquella tenebrosa y caliente cueva. Personalmente los invité a dar un paseo en bote y aceptaron gustosos. Ya eran cerca de las 10 de la noche y no había turistas en la cueva, accedimos a ella por un sendero de rocas resbaladizas y el muchacho aprovechó para ayudar a Carmen a ascender mientras la empujaba por sus nalgas, esto la puso muy cachonda. Yo en cambió me dediqué a ayudar a la chica y no perdí oportunidad para tocar su culo y rozarme de vez en vez con sus deliciosas tetas. Por fin llegamos al lugar donde se encuentran los botes y tomamos uno de ellos, subimos, y yo arranqué el motor subiendo río arriba. Al rato detuve la embarcación en un recodo del río solitario y casi en penumbras, allí sacamos una botella de Ron Habana Club 7 años y brindamos por nuestra amistad, así estuvimos un buen rato hasta que el calor de la cueva comenzó a hacer efectos, más el alcohol de nuestro delicioso ron.

Carmen fue la primera en proponer quitarse la ropa y sin pensarlo dos veces se despojó de la blusa y el short quedándose solo en bragas y sin sostenedor para sus bellas tetas. Nuestros amigos se quedaron boquiabiertos y él no apartaba su mirada del culazo de Carmen que a su vez no dejaba de apreciar las bellas tetas de nuestra amiga Camila.

Ellos después de mirase decidieron desnudarse con cierta timidez y Camila se quedó en ropa interior a lo que Carmen le dijo que por favor se quitara todo, ella miró a su amigo Manolo y él asintió con la cabeza. Los tres que faltábamos nos desnudamos completamente. El ron nos seguía acompañando y desinhibiendo a nuestros ricos amigos. Al rato ya nos habíamos bebido dos botellas y las risas se escuchaban por todos lados, ya era la hora.

Carmen se acercó a Manolo y sin pedir permiso se inclinó sobre su pinga, preciosa, y comenzó una rica mamada mientras mostraba a Camila y a mí su rico culo, su chocho y sus vellos deliciosos. Camila la miraba fijamente y con una mano en su nuca la fui inclinado hacia el culo de Carmen, lentamente sentía como su cabeza bajaba hasta que se encontraron, culo y cabeza, unidos, le susurré al oído que la mamara y ella lo comenzó a lamer con cautela. Rápidamente los labios vaginales de Carmen se llenaron de sangre, se hincharon y Camila disfrutaba aquellos ricos filetes con pasión mientras Manolo era mamado por Carmen. Por mi parte decidí jugar con las tetas de Camila y me coloqué debajo de ella para mamarle su chocho. Que sabor más rico, que delicia de chocha esa de Camila, la chupaba sin parar y ella se restregaba contra mi boca mientras se comía el coño de Carmen. Así estuvimos hasta que Manolo explotó y le llenó el rostro a Carmen de leche caliente y espesa, entonces cambiamos y ahora Carmen mamaba a la chica Camila su coñito y esta a su vez me mamaba la pinga. Por su parte Manolo cogía a Carmen por el culo y disfrutábamos de lo rico.

En el interior de la cueva solo se escuchaban gemidos y gritos de placer con el olor de semen y el calor que estábamos generando, nos singabamos rico y de nuevo cambiamos y ahora yo singaba el culito de Camila mientras se la mamaba ella a Manolo y Carmen le acariciaba sus nalgas.
Ambas chicas montaron sobre nosotros y se apretaban las tetas una a la otra y se mordían los labios frenéticamente. Yo sentía el culazo de Camila sobre mis cojones y Carmen se venía de lo rico sobre Manolo, el chico y yo nos venimos con gran placer dentro de ellas y después, las dos, nos lamieron las pingas dejándolas limpias y brillantes.

Salimos de la cueva felices y contentos, saciados de sexo, con ellos, pues de inmediato vimos una parejita de chicas, muy jóvenes, preciosas que nos hizo una seña después de conversar un rato con Camila. Las invitamos a la discoteca del hotel, pero eso será otra historia, donde os contaré qué pasó con aquellas bellas chicas en la noche.

Os agradeceré los comentarios.

cubanofelixx@gmail.com


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:12) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

renzo69 (15 de February de 2011 a las 23:14) dice: buen relato caliente y exccelente ese par de putas carmen y camila


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