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¿Violación?

Relato enviado por : Anonymous el 20/07/2022. Lecturas: 2965

etiquetas relato ¿Violación?   No consentido .
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Resumen
Una madre de familia y sus dos hijas, sufren de un asalto en su propio hogar, el cual, al no encontrar cosas de valor suficientes, termina convirtiéndose en una violación que las tres hembras disfrutarán como nunca en sus vidas.


Relato

Digamos que, un 25% de lo que están a punto de leer, es real, el otro 75%, es ficción, una exageración producto de una imaginación febril, caliente, y demasiado activa, ya que por motivo alguno promuevo el abuso de ningún tipo, y mucho menos la degradación de las mujeres, por lo que recomiendo que este relato, se vea como eso, “un relato” erótico y de ficción, y que sirva meramente para entretenerlos a todos ustedes.

La siguiente historia le ocurrió a una familia común y corriente, radicada desde siempre en la ciudad, o tal vez, ni tan común, y por supuesto, que para nada corriente, al menos, así pensaban la matriarca y las hijas del matrimonio.

El padre, hombre de cincuenta años, de 1,72 M, algo fornido, de cabello entre cano, cuyo nombre es Sergio, la madre, mujer de cuarenta y ocho años, ligeramente más alta que su marido, 1,75 M, de pechos grandes y turgentes a pesar de tener dos hijas, unas nalgas grandes y firmes, con unas piernas largas, y bien torneadas debido a las caminatas diarias, de cabello corto al hombro y negro, y de cara bonita, todas estas características la hacían parecer más joven de la edad que realmente tiene, y que responde al nombre de Estela.

Las hijas eran, y digo que eran, porque después de lo que pasó, cambiaron mucho su actitud, antes de esto, eran un par de princesitas debido a que sus padres se habían dedicado a darles todo y a cumplir todos y cada uno de sus caprichos, la mayor de veinticuatro años, mide 1,70 M, y sacó el cuerpo de su madre, tetas grandes y turgentes debido a su juventud, delgada, con un trasero medianamente grande, con piernas bien torneadas debido al ejercicio, de cabellera negra y larga, de ojos bonitos al igual que de cara, y de nombre Diana, la menor, es todavía demasiado menor, con apenas 18 años, de tetas grandes para una chica de su edad, con el trasero igualmente grande, y piernas ejercitadas debido a que corría a menudo, de ojos pequeños pero bonitos, y de cara bonita, es una chica que debido a su cuerpo, fácilmente pasaría por una joven de 20 o 22 años, y por ese motivo, a su corta edad, pinta a que cuando por fin deje de desarrollarse, tendrá mejor cuerpo que el de su madre y hermana, y lleva el nombre de Gabriela.

Todo sucedió en semana santa, para ser más específicos, fue el Viernes santo, la pequeña familia había decidido salir a dar un paseo aprovechando que eran vacaciones de las dos jóvenes, y que la ciudad estaba más o menos vacía, debido a que era plena primavera y que hacía mucho calor, Estela ese día decidió ponerse un mini vestido veraniego, con estampados de flores y cortito, un poco entallado de la parte de arriba, parecía que el vestido aprisionaba sus suculentas y redondas tetas, y con un poco de vuelo por abajo, y que le llegaba hasta media pierna, junto con unas sandalias de tacón alto.

Diana, se puso una camisetita blanca de tirantes que mostraba generosamente una parte de sus tetas y del canalillo en medio de ellas, también un short cortito de mezclilla, y unos zapatos de medio tacón, pero que la hacían verse más alta, Gabriela o Gaby de cariño, traía una playerita de color rosa demasiado ajustada a su cuerpo como si fuera una calcomanía, junto con un short de color blanco que dejaba descubiertas sus piernas por completo, y con tennis, y el padre traía algo clásico, un pantalón blanco de gasa, y una camisa a juego.

Salieron de su casa desde a las 10:00 A.M, primero fueron a desayunar, al medio día, fueron a un pequeño parque para pasar el tiempo, a eso de las 2:00 P.M. el teléfono celular del padre comenzó a vibrar insistentemente.

-Amor, por favor, no contestes, prometiste que estarías con nosotras todo el día-, dijo Estela al ver que Sergio tenía el móvil en la mano.

-Pero es del trabajo Estela, ¿y si es algo importante?-, argumentó él mirándola a los ojos.

-Haz lo que quieras entonces-, dijo Estela visiblemente molesta, y lo dejó ahí en el lugar, mientras caminaba a donde sus hijas, que estaban a la orilla de un pequeño lago.

-¿Qué sucedió?, te vez molesta-, le dijo Diana a Estela en voz baja mientras Gaby daba de comer a unos patos.

-Lo de siempre, el trabajo de tu padre, al parecer terminaremos solas este día-, comento Estela fijando su mirada en el horizonte, y no se equivocaba mucho, a los pocos minutos, Sergio llegó a donde estaban las tres mujeres.

-¡papi!-, gritó Gaby mientras corría a sus brazos.

-Mi pequeña-, le dijo abrazándola y alborotándole el cabello, después, mirando a donde las otras dos, agregó, -Diana, Estela, ¿podemos hablar?, Gaby, sigue dando de comer a los patos mientras hablo con tu madre y tu hermana-, y los tres se alejaron unos metros mientras que Gaby se les quedaba viendo.

-¿Qué pasa?-, preguntó Diana mientras Estela se cruzaba de brazos visiblemente molesta.

-Salió una emergencia en el trabajo, soy el responsable del área donde surgió el problema, y tengo que estar para ver que sucedió-, dijo Sergio dirigiéndose a las dos mujeres.

-Diana, ve con tu hermana y distráela un poco-, dijo Estela sin dejar de mirar furiosa a su esposo, la chica obedeció de inmediato, y se llevó a la más pequeña a comprar dulces, Estela miró a donde se dirigían sus hijas, y después volteó a ver a su marido.

-Tu prometiste que te quedarías con nosotras todo el día, y ahora me sales con que tienes que ir al trabajo, ¿qué no hay nadie más que pueda atender ese asunto?-, dijo Estela sin dejar de verlo.

-Ya les dije que yo soy el jefe de área, y por eso tengo que estar ahí, además, tu, Diana, y Gaby quieren dinero para comprar todos sus caprichos, y para tener dinero tengo que trabajar, si no, no hay caprichos, así que deja de hacer dramas-, dijo Sergio ahora ya molesto por aquella situación, y después de esto, se dio la media vuelta y fue a donde sus hijas dejando a Estela ahí de pie.

-Puto… cabrón… de mierda…-, dijo Estela entre dientes, -pero un día de estos te daré una lección que nunca olvidarás-, repuso mirando la espalda de su marido.

-¡Diana!-, gritó Sergio cuando iba a medio camino, la chica volteó y fue al encuentro de su padre dejando a Gaby comprando más dulces.

-¿Qué pasa?-, dijo Diana al interceptar a Sergio.

-Tengo que ir al trabajo, ¿entiendes verdad?-, Diana asintió, -bueno, entonces tú te encargas de llevar a tu madre y a Gaby a la casa-, dijo Sergio mientras le entregaba un juego de llaves, -solo conduce con cuidado ¿de acuerdo?-.

-Si -, dijo ella viendo las llaves que tenía en la mano, -¿llegarás temprano a casa?-, repuso Diana ahora mirándolo.

-trataré de hacer todo lo posible-, y diciendo esto, Sergio se fue dejando a las tres mujeres solas en aquel parque sin imaginar lo que las tres vivirían aquel día sin él.

Todo siguió su marcha como había sido planeado, las tres mujeres continuaron recorriendo aquel parque durante dos horas más, alrededor de las 4:30 de la tarde salieron en el automóvil de la familia rumbo a un restaurante para comer, como era de esperarse, Diana era la que iba al volante, con Estela del lado del copiloto, y Gaby en el asiento trasero. Después de comer, se dirigieron a una plaza comercial, en la que estuvieron viendo los aparadores de todas y cada una de las tiendas, hasta que decidieron ir al cine, entraron a la función de las 7:00 P.M. y salieron hasta las 9:00, al salir fueron a cenar, para a las 10:00 estar en el camino de regreso a casa.

-Parece que ya llegó papá-, dijo Diana mientras estacionaba el auto frente a la casa ya que las luces de adentro estaban encendidas.

-No lo creo-, dijo Estela, -tu padre me mandó un mensaje hace rato, que llegaría tarde y que no lo esperáramos despiertas-

-Bueno, ¿pero y que tal y acabo antes de lo planeado y decidió llegar a casa?-, dijo inocentemente Diana, -a lo mejor, quiere redimirse por dejarnos solas-

-Sí, eso espero-, comentó Estela mientras volteaba en su asiento para despertar a Gaby que se había quedado dormida debido al cansancio.

Cuando por fin despertó Gaby, las tres se apearon del auto y se dirigieron a la casa, abrieron la puerta principal, y al entrar, esta se cerró de golpe, las tres mujeres brincaron del susto, pero se aterraron al notar a varios hombres frente a ellas, todos vestidos de negro y con la cabeza cubierta, de pronto, tres pares de brazos fuertes las aprisionaron a cada una.

-No nos hagan nada por favor, llévense todo lo que quieran, pero no nos hagan nada-, dijo Estela con la voz a punto de llorar.

-Por supuesto que lo vamos a hacer, no necesitamos tu permiso-, dijo el que parecía el jefe de todos ellos.

-¡Auxilio!, ¡ayuda, nos están robando!-, comenzó a gritar Diana como desesperada, y las otras dos le siguieron en los gritos.

-¡Cállense!-, dijo el jefe, entonces los tres que las tenían sujetas, les taparon la boca con una mano mientras las sujetaban con el otro brazo, otro de ellos improvisó mordazas para las tres, y una a una las fue amordazando.

-Amárrenlas-, dijo el jefe señalando a los tres que las tenían sujetas, las tres mujeres se revolvieron en los brazos de sus captores, pataleando y gimiendo debido a las mordazas, otros tres trajeron sillas, en las cuales a duras penas las pudieron amarrar.

-¿Y ahora que jefe?-, dijo uno de ellos.

-Mono, toma a tres hombres, y termina de revisar la casa, los demás nos quedaremos cuidando a estas tres-, dijo el jefe señalando a las mujeres.

-De acuerdo jefe, Rasta, negro, y…, enano-, dijo señalando, -síganme, vamos arriba a ver que encontramos, revisen a conciencia-, dijo el mono, y se marcharon dejando a Estela, Diana, y una asustada Gaby con el jefe y dos hombres más.

Todo en la sala se quedó en silencio, en la parte de arriba se podía escuchar como los hombres buscaban y rebuscaban en las habitaciones, después de un buen rato de tiempo, los cuatro hombres bajaron sin nada visible en las manos, cuando llegaron a la sala sacaron de los bolsillos de sus chaquetas algunos objetos.

-Esto fue todo lo que encontramos arriba-, dijo el negro, había sido el primero que había bajado, y en la mesita de centro los demás colocaron varias esclavas de oro y plata, anillos, gargantillas, y alrededor de diez mil pesos en efectivo.

-¿Qué es eso?-, dijo el jefe tomando una pulsera de oro.

-Como le dijo el compañero, fue todo lo que encontramos-, dijo el enano haciéndose para atrás.

-¿eso es todo lo de valor que tienen aquí?-, dijo el jefe mirando furioso a las tres mujeres, Diana y Estela asintieron sin poder decir nada.

-Lo que sí, es que estas tres tienen un chingo de ropa-, dijo el Rasta.

-¡No seas pendejo!, ¿a mí de qué diablos me sirve la ropa de tres putas?, yo quiero alhajas, dinero, todo lo que sea de valor-, dijo el jefe furioso, y volteándose a las tres, agrego, -¡las computadoras!, ¿Dónde están las computadoras?, al menos deben de tener dos o tres, también tabletas electrónicas y celulares, ¿Dónde están?-, como ninguna podía hablar, Estela solo movió la cabeza con dirección a las escaleras, indicando que se encontraban arriba, -¿Están arriba?-, Diana y Estela al mismo tiempo movieron la cabeza afirmativamente, -Ustedes tres nos van a llevar a donde están, porque me supongo que están escondidas, ya que mis hombres no las vieron-, y dirigiéndose a tres de sus hombres, dijo, -desátenlas y quítenles las mordazas, y vamos arriba, ustedes dos se quedan aquí abajo por si llega el hombre de la casa-, dijo al Rasta y al negro, y mirando de nuevo a las tres, agregó, -y hagan alguna tontería y todas se mueren-.

Cuando subieron, se dirigieron inmediatamente a la habitación matrimonial, al entrar, Estela se quedó de una pieza, toda la estancia estaba revuelta, su ropa, zapatos, todo estaba por los suelos, solo no habían registrado un cajón, y cuando el jefe se dio cuenta, inmediatamente le ordenó a uno de sus hombres que lo abriera como fuera, después de algún forcejeo, lograron abrir el cajón, Estela se moría de la vergüenza, ya que al vaciarlo en la cama, de él salió su ropa interior, en su mayoría tangas, brasieres muy pequeños, y dos consoladores de un tamaño considerable.

-Hmmm, eres toda una puta-, dijo el jefe acercándose a Estela, -¿por qué o para qué usas esos consoladores?-.

-Yo…, yo…-, dijo Estela visiblemente nerviosa.

-Contesta puta-, dijo el jefe mirándola a los ojos, -y hazlo fuerte para que te oigan tus hijitas-, agregó.

-Los uso cuando estoy sola o cuando mi marido no me satisface completamente-, dijo Estela con la voz algo más fuerte que un susurro.

-y esta de aquí también-, dijo el mono señalando a Diana, -a ella también le gustan las tangas, y tiene varios vestiditos de puta, que parada en una esquina muchos harían fila para cogérsela-.

-Entiendo-, dijo el jefe algo pensativo, -pero hoy solo venimos por cosas de valor, así que ¡a buscarlas!-.

-Mire señor-, dijo Diana haciendo acopio de valor, y dirigiéndose al jefe, -usted no sabe quién es mi papá, él es alguien muy importante, y ustedes no son nada más que unos simples raterillos, y si no se van rápidamente de aquí y nos dejan en paz, entonces…-.

-¡entonces ¿qué?!-, preguntó el jefe interrumpiendo a Diana con un brillo especial en los ojos, ella había conseguido enfurecerlo, él la tomó fuertemente del mentón, y en tono amenazante agregó, -estás pendeja, a mi me vale madres si tu padre es el mismo presidente, aquí mando yo, y se hace lo que yo digo y como lo digo-.

Estela hizo amago de acercarse a donde estaba diana, pero uno de los hombres que le llamaban jaguar, le impidió el paso, mientras que otro apodado el loco, se colocaba en frente de Gaby, y el mono sacaba una pistola apuntando a Estela y Gaby, ella regresó a donde estaba, y se quedó ahí de pie, mientras que el enano se colocaba cerca de la puerta.

Las tres mujeres estaban en verdad llenas de pánico, a estas alturas, Gaby ya lloriqueaba, y Estela trataba de consolarla sin dejar de lanzar miradas de cólera a todos, Diana por su parte estaba pálida, muy tarde se había dado cuenta de que la había regado, para colmo, Estela terminó de complicar las cosas, en un momento de distracción, le pateó la entrepierna al jaguar, y cuando este cayó al suelo, fue a donde el jefe y Diana, y de una cachetada logró que soltara a su hija, el mono que traía la pistola al ver esto, lanzó un disparo al techo, dejando una marca, y silbó dos veces en dirección a la puerta.

El jefe una vez repuesto del repentino arrebato de furia de Estela, tomó a esta por el cabello, y de un tirón la obligó a ponerse de rodillas, Diana quiso ayudar a su madre, pero el jaguar, que había recibido la patada en la entrepierna ya estaba recuperado, así que la agarró por el cuello, y se apartó un par de pasos, Gaby llena de miedo, trató de salir corriendo, pero apenas un par de metros después de la puerta, el mono le dio alcance y la regresó a la habitación jalándola de los cabellos.

-Para que veas lo que se siente-, le dijo el jefe a Estela al mismo tiempo que le regresaba la cachetada, a ella se le salieron las lagrimas, ya no se le veía tan encolerizada, su marido nunca le había pegado, pero al sentir aquel golpe, Estela sabía que aquel hombre le daría una paliza al menor motivo, de pronto, a la habitación se sumaron el Rasta y el negro que se habían quedado en la planta inferior.

-Llegaron -, dijo el jefe volviendo a dirigir su atención a Estela, -tú eres una puta que necesita que le den una lección, y yo te la voy a dar-, dijo esto mientras se bajaba el zíper del pantalón, y sacándose la verga, dijo, -para estar grandecita, estás muy malcriada, ya veo porque tus hijas son así, te voy a enseñar, ¡mámamela!-

Estela, Gaby, y Diana, abrieron los ojos como platos, no podían creerlo, nunca imaginaron el cauce que estaba tomando aquella situación, la verga del jefe era enorme, aún flácida se veía bastante respetable, larga, y gruesa, se semejaba en su aspecto a una trompa de elefante, aunque claro, ésta mucho más pequeña, o bueno, ni tanto, eso sí, guardando las proporciones, el jefe dejó caer el pantalón a los tobillos, y acercó un poco más la verga a la cara de Estela.

Estela espantada vio aquella verga bamboleándose a escasos centímetros de su cara, y haciendo un gesto de repugnancia, volteó la cabeza para otro lado, pero el jefe la jaló del cabello, la volvió a abofetear, y apuntaló su verga en aquellos rosados labios, a ella no le quedó de otra más que abrir la boca y comenzar a mamar, aunque con bastante dificultad, por el tamaño de la verga del jefe.

-¡Por favor!-, empezó a gritar Diana, -¡deja a mi mamá en paz!-, ella lloraba y forcejeaba por soltarse del jaguar que la aprisionaba, aunque lo único que conseguía era restregar sus nalgas contra la verga de este, quien ya encaminado, comenzó a masajearle las tetas, al tiempo que la mantenía quieta.

-Todo esto empezó por ti putita-, dijo el jefe viendo a Diana, mientras que Estela no paraba de mamarle la verga, -ya verás cómo te va a ir-, y le dijo al que la sostenía, -jaguar, vele dando una buena chinga en las nalgas a esa puta malcriada, vamos a educar a este trío de putas, el jaguar ni tarde ni perezoso, se sentó en la cama matrimonial de la habitación, inclinó a Diana, y comenzó a darle fuertes nalgadas.

Mientras tanto, el mono, que tenía a Gaby por el cabello, y que hasta ese momento se había conformado con arrastrarla de un lado para otro, se la puso de espaldas frente a él, y comenzó a manosearla, al mismo tiempo que restregaba su verga contra sus nalguitas paraditas, Gaby no oponía resistencia, estaba como abandonada llorando desconsolada, mientras que el mono la manoseaba.

Con una mano, el mono le apretujaba sus tetas, y con la otra le acariciaba salvajemente la vagina, lo hacía de una manera tan ruda, que a veces la levantaba, separando sus pies del piso, sin dejar de restregarle su dura verga, y todo sin perder de vista la mamada que Estela le hacía al jefe, le hablaba al oído, diciéndole lo puta que era su madre, y como se la cogería él, después le metía la lengua en el mismo, luego le metía los dedos en la boca, la pequeña estaba ida, ya ni siquiera lloraba.

El jefe hizo que Estela dejara de mamarle la verga, la aventó a un lado, y se dirigió a donde estaban Diana y el Jaguar, este se recreaba dándole de nalgadas, el jefe la tomó del brazo, la levantó, y la llevó al centro de la habitación, de entrada le propinó un par de bofetadas, luego la obligó a hincarse en el piso, y repitiendo lo que antes había hecho con Estela, le dio su verga a mamar, entonces el jaguar se acercó al mono, y el enano, el Rasta, y el negro, rodearon a Estela, mientras que el loco se quedó en la puerta por si intentaban escapar de nuevo.

-Más les vale portarse bien o sino aquí mismo las matamos-, dijo el jefe en voz alta para que las tres escucharan, -veníamos por cosas de valor, pero al no encontrar más que las chingaderas que están allá abajo, nos conformaremos con esto, así que más vale que contribuyan, en especial tú putita-, le dijo a Diana, al mismo tiempo que le daba un fuerte jalón de cabellos, -que has sido la causante de todo, ya verás la lección que te vamos a dar, después de esto, serás la mujer más educada y sumisa del mundo, ya lo verás-

-Está bien, yo soy la culpable-, dijo Diana jadeando, que en un acto de valentía, logró sacarse la verga del jefe de la boca, -a mi háganme lo que quieran, pero a mi mamá y a mi hermanita déjenlas tranquilas-, todos se carcajearon, ni locos se conformarían con una, teniendo ya a las tres en bandeja de plata, el jefe volvió a enterrar su verga en la Boca de Diana silenciándola.

Estela sabía dos cosas, en primer lugar, que nada podía hacer por detener todo aquello, se había salido de control, y su vida junto con la de sus hijas peligraba, y segunda, que pasara lo que pasara, irremediablemente las iban a violar, eso no le importaba, no pasaría de un mal rato, y de que a ella y a Diana les hicieran un poquito más grandes los agujeros, pero Gaby aún no tenía experiencia en esos menesteres, y a ella se los abrirían por primera vez, inaugurándola, así que pensó en protegerla.

-¡Hey!-, dijo Estela haciéndose oír, -si quieren, háganos lo que sea a mi hija Diana-, la señaló con la mano, -y a mí, pero a la más chica déjenla en paz, ella aún es virgen-, el decir aquello, fue un grave error por parte de Estela.

El jefe apenas escuchó aquellas palabras, y le brillaron los ojos, jalando a Diana del cabello la aventó a un lado, -que bien…, que bien…-, dijo al mismo tiempo que se acercaba a donde estaba Gaby, -así que aquí tenemos una virgen-, se frotó las manos, -se merece un trato especial, así que a esta me la cojo yo antes que nadie, voy a desvirgarla-

-¡No!, ¡ ella no!-, gritó Estela tratando de hacerse obedecer, -¡te dije que a ella no!-, volvió a decir mientras hacía el amago de acercarse al jefe, pero el negro y el enano la sujetaron por los brazos, comenzando a manosearla, mientras que el Rasta se aproximaba a donde estaba medio sentada Diana.

El jefe se sumó al mono y al jaguar que estaban manoseando a Gaby, y Diana se quedó sola con el Rasta, quien ayudándola a hincarse de nuevo, ocupó el lugar que antes tenía el jefe, dándole a mamar su verga, mientras tanto, el negro y el enano seguían manoseando a Estela, y a los pocos minutos, la empezaron a desnudar, quitándole el vestidito que traía, dejando ver que no llevaba brasier, y a pesar de eso, sus tetas permanecían en su lugar, firmes y turgentes, de pezones algo grandes, y muy duros, y también, que portaba una tanguita blanca, la cual arrancaron de un manotazo.

Con el paso del tiempo, las tres mujeres ofrecían menos resistencia a lo que pasaba y lo que les hacían, al ver y tener a Estela de esa manera, el negro y el enano se quitaron la ropa inmediatamente, y no tardaron en tenerla en sándwich, el negro se tiró en la alfombra de la habitación, y con las piernas abiertas, se la montó encima, penetrándola por la vagina, mientras que el otro, detrás de ella, le abría las nalgas, y apuntando su verga a su culo, la penetró sin detenerse, lo que le provocó un gran dolor a Estela, ya que no estaba acostumbrada a que se la metieran por el culo, después de un par de minutos, el enano comenzó un bombeo duro y constante.

El loco que se había quedado en la puerta, podía ver toda la función, por allá, cerca de la cama pero en el suelo, la madre en doble penetración, del otro lado, en la cama, la hija más chica con tres, besándola y manoseándola por todos lados, preparándola para su inauguración, los que más cerca estaban de él, apenas a dos o tres pasos, eran el Rasta y Diana que le hacía una mamada espectacular, todo eso hizo que su verga reaccionara, y creciera hasta ponerse a tope, eran muchas las imágenes que estaba viendo, y demasiado morbosas como para permanecer impávido.

Los gemidos que comenzó a soltar Estela llenaron la habitación, el negro que estaba debajo de ella, se la cogía con todo, mientras apretujaba sus tetas y se las mamaba, al mismo tiempo, el enano que estaba incrustado entre sus nalgas, la penetraba moviéndose como un pistón, cogiéndosela sin clemencia por el culo, a la vez que la nalgueaba dándole fuertes azotes en el trasero.

A Gaby, el jefe, el jaguar y el mono le seguían metiendo mano por todos lados, y hacían que ella les tocara las vergas por encima de los pantalones, entonces al ver lo que le hacían a Estela, la empezaron a desnudar poco a poco, el jefe le quitó su playerita rosada, dejando ver un brasier blanco, el jaguar le bajó y quitó el short, mientras le acariciaba las piernas, y entre el mono y el jefe le terminaron de quitar la ropa, el primero le quitó el brasier, revelando unas bonitas tetas, de pezones chiquitos, y rosaditos, y el segundo le bajó sus braguitas blancas, dejando a la vista de todos, su rajita virgen, y apenas con algunos brotes de vello púbico.

Al mismo tiempo que a Gaby, el Rasta que estaba con Diana, le sacó la verga de la boca, se hincó frente a ella, y le empezó a quitar la ropa, levantándole la playerita, hasta que se la sacó, dejándola tan solo con un brasier blanco, de media copa y sin tirantes, la tela apenas le alcanzaba a cubrir los pezones que estaban erectos y se marcaban, Diana se arrojó a su cuello, y el Rasta como pudo le desabrochó el short, bajándoselo, y sentándola en el suelo, se lo quitó, acariciando sus piernas, dejando ver una tanguita azul.

El Rasta se quedó quieto un momento admirando a aquella mujer, y sintió como la verga le dolía de lo dura que la tenía, él se quitó la ropa quedándose desnudo por completo, dejando ver una verga dura y algo gruesa, Diana se reincorporó de rodillas, y se volvió a arrojar a los brazos de su violador, este sin perder el tiempo, le desabrochó el brasier, liberando sus grandiosas tetas de pezones grandes y rosaditos, y volviéndola a tirar en la alfombra, le quitó la tanguita, revelando una rajita mojada, y sin un solo vello púbico, al instante el hombre la abrió de piernas, y colocándose entre ellas, acomodó su verga en la entrada de aquella cuevita, y se preparó para cogérsela.

Al desnudar a Gaby, tres pares de ansiosas manos comenzaron a recorrer su cuerpecito, sin que ella hiciera o dijera nada, y sin dejar de tocar las vergas, pero al ver así a aquella chiquilla, el jefe, el jaguar y el mono se quitaron la ropa lo más rápido que pudieron, revelando sus vergas que estaban muy duras, siendo la del jefe la más grande, si en reposo imponía, totalmente erecta imponía aún más, y esa cosa sería la que desvirgaría a Gaby.

Entre los tres pusieron a Gaby de rodillas, el mono y el jaguar hicieron que los masturbara con sus manos, una verga en cada una de ellas, mientras que el jefe le ponía su miembro en la boca, como lo había hecho con su madre y hermana, y después de un par de segundos, la más pequeña de las tres abrió la boca lo más que pudo, y se metió aquel aparato, comenzando a mamar, al mismo tiempo que los dos hombres que masturbaba se deleitaban tocando y apretujando sus tetas y jugando con sus pezones, a lo que ella movía sus manitas con rapidez para hacerlos terminar lo más pronto posible, tenía la esperanza de que se vinieran y ya no la desvirgarían, pero las caricias en sus tetas le estaban haciendo tener sensaciones que le gustaban.

Cuando el Rasta puso la punta de su verga en la entrada de la vagina de Diana, tuvo un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, la penetración era inminente, y para su propia vergüenza, estaba excitada y esperaba con ansia que ese tipo la penetrara, quería disfrutar un poco, y que todo aquello terminara, las dejaran en paz, se fueran de su casa, y poder olvidar todo aquello, solo le preocupaba una cosa, pero perdió el hilo de sus pensamientos cuando por fin él la penetró de un solo movimiento, claro, le dolió un poco, pero aquel tipo tuvo algo de compasión, y cuando sus huevos tocaron las nalgas, se quedó quieto un par de segundos.

Cuando esperó lo suficiente, el Rasta comenzó a moverse lentamente en el interior de Diana, empezó a gemir por lo bajo, pues lo estaba disfrutando, él comenzó a incrementar la velocidad de las penetraciones, se la estaba cogiendo con singular alegría, y la velocidad en que entraba y salía era vertiginosa, al mismo tiempo, le amasaba las tetas y las retorcía, mamaba, lamía o mordisqueaba sus pezones erectos, le besaba en la boca, en su blanco y elegante cuello, , mordía sus labios, y metía toda su lengua o sus dedos en ella.

Después de algunos minutos de aquella brutal cogida, Diana ya se encontraba perlada de sudor, con los ojos cerrados y las mejillas encendidas debido a la excitación que crecía en su interior, por el tratamiento que estaba recibiendo, sus gemidos ya eran un poco más sonoros, a pesar de haber iniciado su vida sexual activa desde hacía un par de años, ella no estaba acostumbrada a ser cogida a ese ritmo, muy a su pesar, estaba disfrutando como nunca de la fuerza, la brutalidad y el vigor con que él se la estaba cogiendo.

-No seas pendejo Rasta-, dijo el jefe al ver como se cogía a Diana, -esa puta que te estás cogiendo, es mucha vieja para una sola verga, así que apóyate con la del loco, ese güey no es de piedra, y se ve que también quiere coger-

El loco no perdió el tiempo, y se despojó de la ropa tan rápido como pudo, dejando su endurecida verga al aire, el Rasta se salió del interior de Diana, la levantó y la puso de a perrito, el hombre se acercó, se hincó frente a ella, apuntó su miembro a la boca, mientras que el Rasta se disponía a cogerla por el culo, ella levantó la vista para ver al loco a los ojos, en ellos había lujuria y deseo, a esas alturas, sabía que el jefe tenía razón, solo quería verga, la del Rasta a pesar de darle placer, no le bastaba, necesitaba otra.

Después de aquella breve pausa, Diana abrió la boca, y se metió la verga del loco todo lo que podía, se tragó la mitad a la primera, lo que hizo que él cerrara los ojos por el placer de sentir su lengua jugando en el glande, entonces el puso sus manos en la nuca de ella, y le empujó la otra mitad hasta la garganta. Al ver esto, el Rasta empezó a buscar su culo con la punta de la verga, hizo que Diana lanzara un quejido al sentir aquello, como pudo se sacó la verga que tenía en la boca, y se reincorporó dejando que el loco viera un primer plano de sus tetas con los pezones erectos y su rajita mojada.

-Por favor-, dijo con un hilo de voz al sentir como el loco se abalanzaba sobre sus tetas, apretujándolas y mamándole los pezones, -no me la metas en el culo, nunca lo he hecho por ahí-

-Que ricas tetas-, dijo el loco separándose un poco sin quitar sus manos de ellas.

-La verdad es que si-, dijo el Rasta, -ahora querido loco, siéntate en el suelo, y recárgate en la pared, esta puta te va a hacer la mejor mamada de tu vida-

El loco le hizo caso y una vez sentado, el Rasta inclinó a Diana otra vez, y con ayuda de las manos del loco en la nuca de ella, volvió a comerse su verga por completo, mientras que el Rasta volvía a buscar el culo virgen de Diana, cuando lo encontró, hizo presión para entrar en él, pero estaba tan cerrado que no pudo, entonces le metió la verga en la vagina, y al sacarla, estaba llena de sus jugos, con esa lubricación, el volvió a hacer el intento, y por fin entró la cabeza en aquel virginal ano, y ella sintió un dolor indescriptible, pero nada podía hacer, el loco la tenía bien sujeta de la nuca, así que se dedicó a mamar la verga que tenía en la boca.

Poco a poco el Rasta fue perforando aquel culito que le apretaba la verga tan deliciosamente, cuando sus huevos volvieron a tocar aquellas hermosas nalgas, se detuvo lo suficiente para que Diana se acostumbrara a tener aquella verga dentro de ella por aquel orificio, después la fue sacando con lentitud, y antes de sacarla por completo, la volvió a enterrar hasta el fondo, hizo esto varias veces más, al sentir que se acostumbraba, comenzó a bombear con vigor aquel culo antes virgen.

La verga del loco estaba enterrada por completo en la bonita boquita de Diana, mientras que el Rasta metía y sacaba su verga incrustándola entre el redondo par de nalgas de Diana, el loco no sabía si era su imaginación o que era, pero la mamada que estaba recibiendo de aquellos carnosos labios, le parecía la mamada más rica y deliciosa que hubiera recibido en su vida entera, al parecer el Rasta tenía razón, aquella putita sí que sabía mamar una verga, en verdad la estaba disfrutando, la disfrutaba tanto, que no tardaría en venirse.

Las embestidas salvajes del Rasta en el culo de Diana, marcaban al mismo tiempo el ritmo y la intensidad de las succiones a la verga del loco, para él era riquísimo sentir como se deslizaba a todo lo largo del tallo, desde la punta hasta la base dentro de su boca, mientras ella hacía sonidos guturales, que lo prendían a más no poder, le estaban rompiendo el culo, y ella se estaría quejando por el dolor, pero debido a su boca llena de carne varonil, apenas se distinguían sus quejidos de molestia, o ¿tal vez serían de placer?

Dos o tres envestidas más del Rasta a aquel culo, y por consiguiente dos o tres estocadas más del loco hasta la garganta de Diana, y estalló entre gritos y gruñidos en la venida más grande, abundante y fenomenal de la que este se acordara, fue tanta la fuerza de su venida, que sintió sus piernas debilitarse a pesar de estar sentado, poco le faltó para desmayarse ahí mismo. Diana se tragó todo el esperma que salía de aquella verga, en parte porque no podía separarse ya que el loco aún la sostenía por la nuca y no la soltaba, y en otra parte, porque el Rasta seguía pegado a su trasero bombeando como un perro a su perra, sosteniéndola de las caderas o de las tetas.

Ella no se separaba del loco, su nariz aún tocaba sus vellos púbicos, y su verga semi erecta aún estaba dentro de su boca, ella se sentía mal, a pesar de la situación, estaba disfrutando como nunca, había sido su primera vez anal, porque ni a su novio le había dado aquella parte, y haciendo a un lado el dolor inicial, era lo mejor que había sentido, y la forma de moverse de aquel hombre, la estaba llevando al cielo, ya había tenido dos orgasmos, que no pudo gritar por la verga que tenía en su boca, y hablando de eso, tampoco quería dejar de mamarla, y después de algunos segundos, obtuvo su recompensa, y aquel pedazo de carne volvió a ponerse duro dentro de ella.

Cuando la verga del loco ya estaba dura nuevamente, y Diana comenzaba a jugar con su lengua a todo lo largo de su tronco, el Rasta comenzó a rugir, señal de que terminaría pronto, pero él no quería llenarle el recién estrenado culo a Diana, así que en un movimiento rápido, sacó su verga, erguida, llena de las secreciones y jugos de Diana, y la volteó de frente a él y de nalgas al loco, con la clara intensión de venirse también en su boca, en eso ocurrió algo que le causó un gran deleite al loco, el Rasta al hacer la maniobra, empujó a Diana para atrás, logrando que su verga se incrustara por completo en el culo abierto y dilatado de ella.

Al perderse la verga del loco en el culo de Diana, él se sintió como en otro mundo, aquel lugar le apretaba el miembro tan rico y delicioso, que perdió la cabeza por un rato, y a pesar de quererla tomar de sus caderas para cogérsela, el deleite era tanto que no pudo, el Rasta se dio cuenta del estado de su compañero, y tomó el control de la situación.

El violador de Diana puso una de sus manos en su hombro, y con la otra, la agarró del cabello por la nuca, así la jalaba o la empujaba, marcando el ritmo de la mamada en su verga, al mismo tiempo que de la cogida en el culo, así fue como el loco se pudo coger a aquella mujer por ese lugar durante un rato. En la oportunidad que tuvo cuando el Rasta la jaló enterrándole toda su verga en la garganta, y por consiguiente separándola del loco, Diana aprovechó, y metiendo una mano por entre sus piernas, tomó la verga, y la dirigió a su vagina.

Cuando el hombre sintió que su verga abandonaba el culo de Diana, regresó a la realidad, y entonces su verga se perdió en la vagina de ella, aquello en vez de molestar al loco, le encantó, de esa forma podría cogerse a aquella puta por sus tres agujeros, el Rasta siguió marcando el ritmo, y el loco disfrutando de las sensaciones de aquella cálida y húmeda vagina, alojando y envolviendo con aquella tibieza su erecta verga, Diana al sentir aquello, tuvo otro orgasmo, era el tercero, y aún quería más, por primera vez se sentía como una verdadera puta, y no quería que se terminara, quería más, ni siquiera con su novio gozaba tanto, pero su cuerpo le empezaba a pasar factura, porque ya se sentía cansada.

Entonces, y sin aviso previo, el Rasta comenzó a venirse, pero al contrario que el loco, el lo hizo en cantidades industriales, Diana empezó a hacer sonidos de estarce ahogando, no podía tragarlo todo, así que hizo una seña al Rasta, y este se separó un poco de ella meneándose la verga, de esta manera, el siguió disparando su semen el cual se fue a impactar a sus tetas, su cara, y su cabello. Mientras el Rasta se venía en la cara de Diana, le escupía en ella, el loco al ver esto, también lo imitó, lanzando sus escupitajos a esas hermosas y blancas nalgas, y su semen caliente en su interior, el Rasta al ver aquello, solo le sonrió a su compañero en complicidad, y no dijo nada.

Diana cayó rendida al piso, estaba muy agotada, había disfrutado con aquello, pero aún seguía caliente. El loco y el Rasta se dedicaron a ver lo que pasaba con Estela y Gaby, el último comenzó a menearse la verga para levantarla nuevamente, su intensión era cogerse a las tres, y estaba pensando con cuál de las otras dos continuar, una vez que a Diana ya se la había cogido por sus tres orificios. El loco seguía sentado en el suelo, súper agotado, y con la verga al aire, sin que él hiciera mucho, se había cogido a una de esas tres putas, y por los tres agujeros, y lo había dejado sin fuerzas para algo más, nunca antes le había sucedido aquello.

Mientras el Rasta con ayuda del loco se cogían tan ricamente a Diana, la situación de Gaby y Estela había cambiado. Poco después de que Diana le empezara a mamar la verga al loco, el jefe sacó su verga de la boquita de Gaby, y sin que ella dejara de masturbar al mono y al jaguar, él se arrodilló, y le empezó a mamar las tetas a Gaby, junto con sus pezones, eso la hizo sentir que se iba al mismísimo cielo, y por consiguiente comenzó a mover más rápido sus manos en las vergas que tenía en cada una de ellas, el mono antes de venirse, se separó de Gaby, quitando su verga de aquella manita que lo masturbaba tan bien, tomando un pequeño respiro.

El jefe no dejó de mamar las tetas de Gaby, y al pasar su lengua por aquellos pezones rosaditos, Gaby soltó un pequeño gemido, él llevó una de sus manos a la rajita de ella, notando que estaba algo mojada, y para que se mojara bien, comenzó a masturbarla, preparándola para su inauguración, al instante Gaby empezó a gemir un poco más sonoramente, pero fue acallada cuando el mono volvió al ataque, metiendo la verga en su boquita medio abierta, quien comenzó a mamar lo que se le ofrecía, mientras masturbaba la que tenía en la mano.

-Esperen-, dijo el jefe mientras dejaba en paz las tetas y la rajita de Gaby y se ponía de pie caminando a la cama, -es hora de desvirgar a esta putita-, y se sentó en la orilla.

El mono sacó la verga de la boca de Gaby, y entre él y el jaguar la ayudaron a ponerse de pie, y los dos la llevaron a donde el jefe, ella ya respiraba agitadamente, el llanto hacía tiempo que había cesado, y lo que estaba sintiendo con lo que esos tres hombres le hacían, la tenía confundida, se sentía bien, y a pesar de todo, le gustaba, y más cuando el jefe le empezó a mamar sus pezones, y le tocaba su rajita con los dedos.

Al tener de nuevo a Gaby frente a él, el jefe volvió a acariciar todo su cuerpo, entreteniéndose en sus tetas un poco, después bajando por su cintura, sus nalgas, sus piernas, ella solo cerró sus ojitos, y se dejó llevar, él acercó su boca a la rajita de ella, pasando su lengua de arriba para abajo, tocando con la punta el clítoris que se asomaba traviesamente por entre sus labios vaginales, los dos hombres que veían el espectáculo, se volvieron a acercar, y tomando las manitas de Gaby, hicieron que los volviera a masturbar.

El hombre dejó de mamar aquella rajita que ya estaba muy mojada entre la saliva y sus propios jugos, tomó a Gaby de las caderas, la levantó sentándola frente a él con las piernas abiertas, y acercándola más, empezó a buscar la entrada de su vagina con la punta de la verga, por un momento, ella sintió miedo, pero fue efímero, ya que él volvió a tomar sus pezones entre los dientes, haciendo que no volviera a pensar en ninguna otra cosa, más que en lo que le estaba pasando, no sabía nada de su madre ni de su hermana, pero eso no le importaba ya.

Cuando la cabeza de aquella verga pegó en la entrada vaginal de Gaby, ella sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, y cerró más fuerte los ojos, el jefe la levantó un par de centímetros, para después dejarla caer sobre su gran verga, y de una le metió media verga, desvirgándole la vagina por fin, no tuvo compasión, Gaby gritó muy fuerte, ella sentía que lo tenía hasta adentro, había sido muy doloroso, sus manos apretaron fuertemente las vergas que masturbaba, el jefe comenzó a moverse despacio, Gaby sentía cierto ardor dentro de ella, dentro de su vagina que ahora era penetrada por aquella verga.

El jefe metía su verga despacio, aunque no lo hacía por completo, después de un par de minutos con este ritmo, Gaby gimió, con lo que el jefe consideró que el dolor inicial había pasado, empezó a moverla de arriba abajo un poco más rápido con sus brazos, hasta que se movía ella sola subiendo y bajando sus caderas más rápido por cada vez, ella sentía aquella verga hasta dentro, se sentía llena, chorreaba su vagina debido a las envestidas del jefe, no podía creer lo que sentía, si eso era el sexo, era maravilloso, debido a su excitación y a lo que sentía, masturbó más fuerte las vergas que tenía en las manos.

Gaby mojó la verga del jefe, le había llegado un orgasmo sensacional, y su primer orgasmo, quiso gritarlo, pero el jaguar subiéndose a la cama, le metió la verga en la boca, acallándola por el momento, mientras el mono seguía guiando su mano para que no dejara de masturbarlo, porque estaba sintiendo rico, nadie en su vida lo había masturbado de aquella forma, y cuando ella apretó con fuerza su verga, a pesar de que le dolió, lo llevó al cielo.

La menor de las tres montaba la verga del jefe, el cual estaba tumbado en la cama, como él había ordenado al mono y al jaguar que ninguno de ellos metiera la verga en ninguno de los agujeros de Gaby, solo hasta que él lo hubiera hecho primero, y ya que ella ya le había mamado la verga, ahora ya los dos le podían meter las vergas en la boca tal y como lo hacia el jaguar, y antes el mono, así que mientras Gaby montaba al jefe, intercambiaba para llevarse a la boca las vergas de los otros dos, que ya se encontraban de pie en la cama a cada lado de ella, mientras mamaba la verga del jaguar, masturbaba con la mano al mono, y viceversa.

Mientras desvirgaban a Gaby, el enano y el negro que se estaban cogiendo a Estela desde hacía un tiempo en la alfombra de la habitación, intercambiaron posiciones, no dijeron ni una sola palabra, una mirada bastó para saber que querían cambiar de agujero, entonces el enano sacó su verga del culo de Estela, la levantaron entre los dos, sacando la verga del negro de su vagina, el enano le dio a mamar su verga para que se la limpiara, y después se tiró de nuevo en la alfombra, al instante Estela se montó en aquella verga, metiéndosela de una sola estocada, luego el negro también la puso a mamar, y entonces se fue a las nalgas de Estela, las abrió, y le metió la verga en el culo también de una sola estocada, lo que tenía a Estela en un grito de placer y excitación.

Diana seguía tirada en el piso apenas a un par de metros de donde también estaba tirado el loco, y donde estaba el Rasta parado viendo todo, estaba adormilada, con los ojos entrecerrados, se sentía molida, cansada y debilitada, sabía que estaba toda llena de semen y jugos, se sorprendió algo al sentir que le acariciaban las piernas, y al voltear a ver, descubrió que era el loco, pero estaba tan cansada, que no hizo nada por retirarlo, el loco se había quedado con ganas de seguir cogiéndose a esa puta, y por ese motivo se había acercado más a donde estaba Diana.

Después de ver el panorama, el Rasta no lo pensó mucho, tenía solo dos opciones, y Gaby ya estaba gozando con tres, así que optó por regresar con Estela, y sumándose al negro y al enano que le hacían sándwich, le metió la verga que ya estaba dura de nuevo en la boca, la cual Estela comenzó a mamar con gula y deseo, mientras dejaba escapar audibles gemidos que le decían a todos que lo estaba disfrutando.

Mientras tanto, el jefe ya se había cansado de cogerse a Gaby por la vagina, y quitándosela de encima, dejó que entre el jaguar y el mono decidieran quién ocuparía su lugar, entonces el mono se acostó con la verga apuntando al techo, y el jefe hizo que Gaby lo montara como a él, cuando entró toda la verga del mono en Gaby, el jefe la recostó en el pecho de su hombre, y se preparo para desvirgar ahora el culito estrecho y virginal de la chiquilla.

El tipo abrió las nalgas de Gaby, revelando un culito rosadito, pequeñito, y hermoso, puso bastante saliva en él, y después acercó su verga a aquel estrecho lugar, para que ella no gritara, le hizo una seña al jaguar, y este le metió la verga en la boca, cogiéndosela por ese lugar, entonces el jefe hizo presión, y aquel culito fue cediendo ante aquella gran verga, Gaby intentó gritar, pero al tener la verga del jaguar en la boca, no pudo, luego se movió como una loca, intentando quitarse aquella verga que la perforaba sin piedad, lo cual era el deleite del mono al tener su verga dentro de su vagina.

Al jefe le costó algo de trabajo iniciar el mete saca de aquel estrecho agujero, pero la sensación era maravillosa, estaba tan apretado, y al mismo tiempo tan caliente, que haciendo acopio de todas sus fuerzas, por fin pudo entrar y salir de ese culito, después de algunos minutos, Gaby ya no se quejaba ni se movía de dolor, al contrario, lo que salía de su boca llena, eran gemidos, y sus movimientos eran de placer por la triple penetración que estaba recibiendo, por un lado, el jefe le taladraba el culo, y por otro lado, el mono entraba y salía vigorosamente de su vagina, y el jaguar se la cogía por la boca.

Gemidos guturales empezaron a sonar más fuertes de donde el enano, el negro y el Rasta se cogían a Estela en triple penetración como a Gaby, provenían del negro que era el que se cogía a Estela por el culo, signo inequívoco de que no tardaría en venirse, y en efecto, dos estocadas bestiales más al culo de Estela, y se vino entre aullidos de placer que ahogaron los de los demás, llenando aquel culito, cuando por fin terminó de venirse, se separó del trasero de Estela, tambaleándose, y muy agitado, gateando se fue a sentar a la pared, a unos metros de donde el loco le acariciaba las piernas a Diana.

El negro estaba algo agotado, quería cogerse también a Diana y a Gaby, y para ello, tenía que recuperar el aliento, así que se dedico a observar como a Gaby se la cogían entre tres, y como el Rasta tomaba el lugar que él había dejado libre, inmediatamente le metió la verga en el culo a Estela, empezando a entrar y salir de aquel agujero, para sorpresa del negro, Estela empezó a gritar más fuerte que antes.

-¡Más verga!-, gritaba Estela como una verdadera puta, -¡más fuerte!, ¡más rápido!-, esos gritos ocasionaron que la verga del negro y la del loco se pusieran duras de nuevo, se veía que la muy puta de Estela estaba disfrutando de la violada que le estaban dando.

Estela ya no pensaba, solo se dejaba llevar por las sensaciones que le provocaban al estársela cogiendo por sus dos agujeros, que a pesar de nunca haberlo hecho por el ano, y al haber sido doloroso la primera vez, lo estaba disfrutando, y ya había perdido la cuenta de cuantos orgasmos tuvo después del tercero, Diana por su parte no podía creer el que su madre estuviera disfrutando con todo aquello, realmente se estaba comportando como una puta, ¿pero ella que podía decir?, ella también había disfrutado cuando la habían violado, y Gaby por su parte, estaba tan perdida en sus nuevas sensaciones, que se había olvidado por completo de su madre y su hermana.

El enano que se cogía a Estela por la vagina, también empezó a dar signo de estar a punto de venirse y después de un par de minutos, le lleno completamente la vagina, enviando su leche caliente y espesa hasta el fondo de Estela, esta al sentir como la llenaban de semen, tuvo un nuevo orgasmo, que más que debilitarla, la dejo más caliente al sentir al Rasta taladrándole el culo sin compasión alguna, mientras que el enano mamaba las suculentas tetas de Estela al mimo tiempo que terminaba de venirse en su interior.

-Rasta-, dijo el enano, -déjame salir de esta puta, quítate de encima-

-Voy…-, dijo el hombre sofocado, -solo…, espera…, un… poco…-

Sin salirse del culo de Estela, el Rasta se puso de rodillas, jalándola con él de las caderas, haciendo que Estela se pusiera a cuatro, y provocando que la verga semi erecta del enano se saliera de su interior, cuando el enano salió por completo de debajo de ella, se fue a sentar a un lado del negro, que ya se recuperaba de todo aquello y veía todo con avidez, entonces por fin el Rasta y Estela se quedaron uno a uno.

Así de a perrito, el Rasta le dio unos minutos más por el culo a Estela, se sujetaba de las caderas, o se estiraba para tomarla de las tetas que colgaban como péndulos, y estrujarle los pezones, hasta que ella anunció un orgasmo entre gritos y gemidos, y pidiendo más verga, después el Rasta le sacó la verga del culo, sentó a Estela sobre sus talones, y le puso la verga en los labios, ella sin rechistar abrió la boca, y se la comenzó a mamar metiéndosela por completo hasta la base sin hacer muecas, luego de algunas mamadas más, el Rasta la volvió a tirar en el suelo, Estela adivinando lo que se le venía, abrió las piernas lo más que pudo, él se puso entre ellas, metiéndole la verga a la vagina de una sola estocada.

Estela y el Rasta estaban sudorosos y a todo lo que daban, se besaban, se acariciaban, se hacían de todo, Diana que veía el espectáculo, sabía la forma de coger del Rasta, por lo que estaba 100% segura de que su madre estaba gozando de lo lindo con él, por eso no le sorprendía que Estela estuviera fuera de sí, ya nadie la forzaba a nada, Diana veía con asombro como ella sola respondía e incluso superaba al Rasta en todo lo que este le hacía, era todo un espectáculo digno de una película porno lo que la puta de su madre y el Rasta hacían en la alfombra.

-¿A ver qué tan bueno eres puto!, ¿a ver si tu puedes aguantar más que los otros dos pendejos!-, empezó a gritarle Estela al Rasta, -¡a ver si tu eres capaz de complacer a una hembra como yo!, ¡te falta verga putito!, ¡soy mucha mujer para ti puto!-, empezó a picarle la cresta al Rasta, -¡eso así cógeme!, ¡así dame duro!, ¡así dame, más fuerte!, ¡dame más, que rico coges, vas a hacer que me venga!, ¡méteme la verga, sácamela por la boca!, ¡aprovecha ahora que puedes!, ¡aprovecha!, ¿Cuándo te podrás coger a una vieja como yo?, ¿cógeme más duro!-.

Estela con sus puterías logró calentar a todos, las vergas del loco, el enano, y el negro, volvieron a ponerse duras con escuchar y ver aquello, Diana por otra parte, al ver la cogida que le estaban dando a su madre, y como lo estaba disfrutando, volvió a calentarse más, y se empezó a masturbar sin disimulo, el loco se inclinó, y empezó a lamer las piernas de Diana, a lo que ella con su mano libre, comenzó a acariciarle la cabeza, no le importaba nada, ella solo quería más. Al sentir el loco más confianza con las caricias de la joven, se reincorporó, y la besó en la boca, con ella correspondiendo a aquel beso con pasión y deseo.

Mientras se besaban, Diana le acariciaba la cabeza y la espalda, la verga del loco ya estaba a todo lo que daba, el olor a hembra y a sexo de ella más el sabor de su saliva, sus labios, y sus caricias lo excitaban. Diana al sentir en su pierna la dura verga del hombre, la buscó con la mano, y cuando la encontró, lo empezó a masturbar afanosamente, el negro y el enano al ver lo que el loco y Diana hacían, se acercaron también a donde ellos, y le empezaron a meter mano por todos lados. El negro quitó la mano de Diana de su rajita, y se dedicó a lamer y a chupar aquella húmeda cavidad, a lo que ella con la mano libre, masturbaba al enano mientras que él le mamaba las tetas con fruición.

Por todos lados el espectáculo valía la pena, llamaban mucho la atención los gritos de Estela y lo mucho que estaba disfrutando con la cogida que le estaba dando el Rasta, también el asunto de Diana valía mucho, el que estuviera con tres tal y como había estado su madre, y tal y como lo estaba su hermanita menor, era algo digno de una buena película porno, y por otro lado, Gaby también con tres vergas en su interior, y sin que ella se quejara, era merecedor de las palmas, aunque tal vez ella no dijera nada debido a la verga del jaguar en su boca, pero de que se llevaba las palmas, se las llevaba.

El jefe que aún le daba a Gaby por el culito, comenzó a bufar, y sacó su enorme y monstruosa verga de aquel estrecho y caliente agujero, y le acabó en el trasero, con una gran y abundante venida, le salió tanta leche, que parecía que hubiera sacado hasta los sesos por la verga, le llenó las nalgas, la espalda, y parte de su cabello. Cuando terminó de venirse, se limpió el miembro entre las nalgas de Gaby, se separó, dejándola ya solo con el mono y el jaguar. El hombre se tambaleaba un poco, estaba pálido, y lleno de sudor, las piernas le fallaban un poco también, pero se detuvo un par de segundos para ver el panorama. Estela se la cogía el Rasta, y Diana estaba con tres, después y sin vestirse, se salió de la habitación, y se puso a fumar un cigarrillo sentado en las escaleras.

Mientras tanto, Estela sin sacarse la verga del Rasta de su interior, logró darle la vuelta, y colocarse encima de él, para después cabalgarlo como loca, subía y bajaba dejándose caer con todo su peso, enterrándose aquella barra de carne hasta el fondo, y cabalgándolo como desaforada, ella misma se tocaba las tetas, pellizcándose los pezones duros y erectos, sus gemidos y gritos aumentaban con cada vez que aquella verga le llegaba hasta dentro. El Rasta la tomó por las nalgas, y la ayudó a que su cabalgata fuera más frenética, hasta que Estela tuvo otro orgasmo, pero eso no la detuvo, y siguió enterrándose aquella verga.

Cuando el jefe se retiró del culito estrecho de Gaby, el jaguar que le metía la verga en la boca, le sacó la verga, y se dirigió a las nalgas, las abrió, y antes de que se cerrara por completo, le metió la verga de un solo envión, lo que hizo gemir a Gaby, sintiendo un poco de dolor, pero al instante, comenzó a disfrutarlo, y el jaguar empezó a darle fuerte y sin compasión, metiéndole la verga hasta el fondo, y haciéndola gemir, gemidos que el mono acalló con su boca, besándola con pasión y lujuria.

Después de darle así por un tiempo a Gaby, y después de que ella tuviera dos orgasmos por aquella doble penetración a la que se veía sometida, el jaguar y el mono decidieron cambiar de posición, ya que también querían cogerse a Gaby por sus tres agujeros, igual que como lo había hecho el jefe, así que el jaguar se salió de aquel culito, y ayudó a levantarse a Gaby, haciendo que la verga del mono se saliera del interior de su vagina, la volteó de espaldas al mono, y entre los dos la fueron sentando, con la verga del mono apuntando y entrando lentamente en su culito.

Cuando la verga del mono estuvo totalmente adentro del culito de Gaby, esta lo empezó a mover en círculos, haciendo que el mono gimiera de gusto, él no podía creerlo, Gaby era la más pequeña de las tres mujeres, hasta ese día era virgen, pero el jefe se había encargado de su virginidad, de las tres, boca, vagina, y culito, y con el paso del tiempo, ella se estaba comportando como una gran puta, incluso era posible que superara a su madre y su hermana, pero era hora de que el jaguar también gozara de su vagina, así que la recostó sobre su pecho, tomándola fuertemente de las tetas, e indicó a su compañero que esperara.

El mono tenía fuertemente agarradas las tetas de Gaby, estimulaba un poco sus pezones, lo que la estaba llevando a la gloria, lo que sentía era nuevo, pero Gaby lo estaba disfrutando, entonces sintió como la verga de aquel hombre se empezó a mover en el interior de su culito, había un poco de dolor, pero el placer era más grande, tanto que Gaby no pudo evitar abrirse más de piernas, y llevar sus manitas a su húmeda rajita, para empezar a tocarse el clítoris, lo que la llevó a otro orgasmo monumental, que la hizo serrar sus ojos y morderse los labios con fuerza.

Cuando el jaguar vio esto, retiró las manos de Gaby de su rajita, y puso la cabeza de su verga entre los labios, y empujó sin detenerse hasta que toda su verga desapareció en el interior de su húmeda vagina, cuando la verga del jaguar estuvo por completo adentro, pudo sentir como se encontraba con la del mono en su interior, después de un par de minutos, Gaby empezó a mover furiosamente sus caderas atrás y adelante, al principio seguía mordiéndose los labios con fuerza porque no quería dejar escapar nada que la delatara que lo estaba gozando, pero el placer era tan grande, que ya no le importó, y empezó a gritar su éxtasis mientras sus tetas se agitaban al ritmo furioso de los empujones de las dos vergas.

Diana se olvidó de todo, ya no le importó nada más que aquellas vergas que tenía en las manos, la lengua que hurgaba su rajita dándole un placer maravilloso, y aquella otra boca que le mamaba las tetas con fruición, claro que podía escuchar todo lo que a su alrededor pasaba, escuchaba los gritos que pegaba su madre, y también oía los jadeos, gemidos y gritos que su hermanita menor Gaby comenzaba a soltar cada vez más fuertes, pero no le importaba, su calentura era demasiada, y así de esa forma, con el enano mamándole las tetas y sus endurecidos pezones, el negro en su rajita, y el loco besándola, con aquellas dos vergas en las manos, tuvo un gran y maravilloso orgasmo, el cual se afanó en no ocultar.

Como pudo, después de su orgasmo, Diana logró zafarse de los tres hombres, poniendo al loco boca arriba, con su dura verga mirando al techo, al verla, ella no pudo reprimir más su calentura, y se dejó llevar por la lujuria y el deseo, engulló aquella verga tanto cuanto le entro en la boca. La boca y la mano derecha de Diana se deslizaban sobre la verga con gran sincronización para dar el mayor placer posible con ese doble estímulo, el loco contemplaba la acción con una expresión de placer incomparable, mientras que con una mano apoyada en la cabeza de la joven, presionaba hacia si en la intención de que toda la longitud de su verga penetrara entre esos carnosos y sensuales labios.

El negro y el enano estaban con el corazón latiéndoles con gran fuerza y patidifusos al ver como Diana le hacía aquella soberbia mamada al loco, mientras sus respectivas vergas estaban más duras de lo que ellos las habían sentido nunca. El enano fue quien primero tomó parte en la escena, se puso de cuclillas detrás de ella, y empezó a acariciar sus grandes nalgas, al sentir las manos del enano, ella paró más su culo, sin dejar de mamar la verga, y es que nunca había mamado una verga tan rica, y eso que ya había tenido la oportunidad de degustar bastantes, incluso esa, se deleitaba manteniendo el glande dentro de la boca, y ahí acariciarlo juguetonamente con la lengua, hasta hacerlo estremecer de placer, solo entonces volvía a mamarla con fruición.

El negro por su parte, y lejos de permanecer sin hacer nada, deslizó una de sus manos por el vientre de Diana hasta llegar a sus tetas, sus dedos buscaron ávidamente uno de sus pezones, y empezó primero a pellizcarlo, y después a tirarlo para abajo, hasta que lo sintió completamente duro, deslizó la otra mano por el vientre, y realizó la misma operación con el otro pezón, sin abandonar aquellas suculentas tetas, se tiró en el suelo, y se metió debajo de ella, y apretando con sus manos ambas tetas comenzó a lamerlas y a chupar aquellos timbres rígidos y dulce, yendo y viniendo de uno a otro, mamando con avidez.

El enano por lo tanto, colocó su verga cerca de la rajita de Diana, gozaba utilizando la cabeza de su verga a modo de cuchara sobre los labios de la vagina empapada, subía y bajaba por toda la longitud de la rajita rosada y mojada deteniéndose especialmente en su clítoris, el enano disfrutaba viendo como con cada pasada todo su cuerpo vibraba de placer, y pedía a gritos que la penetrasen, sin embargo, el retardaba tal deseo, su vagina, en aquel instante, había comenzado a dejar caer algunas gotitas de sus líquidos al suelo. Diana se estaba volviendo loca sintiendo como jugaba la punta de aquella verga en su rajita sin cogérsela, porque a esas alturas, que se la cogieran era lo único que quería.

Diana no aguantó más tal agonía, y sacándose la verga del loco de la boca, volteó a atrás, vio al enano a los ojos, y con un movimiento de cabeza, le indicó que ya se la cogiera, cuando el enano la miró a los ojos, y vio la desesperación, la lujuria y el deseo en ellos, apoyó la verga en su rajita ardiente, y de una sola envestida la penetró, Diana lanzó un agudísimo grito de placer cuando sintió los huevos del enano golpear furiosamente su clítoris, mientras que sus uñas se clavaban con fuerza en las caderas del loco, este y el negro que ya se había puesto nuevamente a su lado, la veían gozar de esa manera mientras se masturbaban lentamente, con la mirada fija en la cara de aquella putita transformada ahora por el disfrute del placer sexual.

El negro la tomó por los cabellos con firmeza, pero no rudamente, y aprovechando un gemido que salía por entre los labios de Diana, le metió la verga en aquella cavidad caliente y lasciva, lo hizo de una manera tan ruda, que a punto estuvo de ahogarla. Diana por enésima vez, tenía una verga en la boca, solo que ahora ella no hacía ningún esfuerzo, sino que la verga del negro entraba y salía de su boca, a causa en parte por las envestidas del enano a su vagina, y en parte de los embates del negro que la obligaba a tragarse una buena porción de verga, con gran riesgo de terminar sofocada. El loco por su parte observaba toda la acción con gran atención y placer, necesitaba tomar un pequeño respiro, debido a que la muy puta, con la mamada que le había hecho, a punto había estado de venirse.

Diana sintió el dolor del vacío en su vagina cuando el enano se salió de ella, este le lanzó una mirada a su compañero, el loco se acercó con paso lento, y la verga bien dura, una vez en posición, apunto su verga, y la primera arremetida hizo estremecer entera de dolor a la jadeante chica, a causa de lo larga y gruesa que era aquella verga, sin embargo, no tuvo oportunidad de gritar, dado que tenía en ese momento la boca llena, las arremetidas de aquella maravillosa verga eran realmente salvajes, Diana pensó por unos segundos que en una u otra iba a desfallecer, puesto que sentía que la penetraba hasta lo más hondo de su ser, a pesar de todo, gozaba como loca, estaba fuera de sí.

El loco no estaba mejor que Diana, pues ahora si le hacía honor a su apodo, y se estaba volviendo loco al sentir como la cabeza extremadamente dura de su verga, se deslizaba por las paredes tersas e hirvientes de la vagina de aquella puta, y con los dedos clavados en su cintura, la atraía hacia sí, haciéndola explotar de placer y dolor simultáneamente, Diana ahora ocupaba sus labios en exhalar prolongados jadeos, mientras sus manos se aferraban a las nalgas del negro, este a su vez, disfrutaba pasando su verga completamente tiesa por el rostro terso de Diana, el enano solo se dedicaba a mirar mientras se seguía masturbando.

La habitación por completo olía intensamente a sexo, a lujuria desenfrenada, a placer sin límites, las tres mujeres, y los seis hombres en ese lugar sudaban profusamente, embriagando y embotando los sentidos. Gaby con su doble penetración estaba gozando de lo lindo, hacía tiempo que había empezado a gritar sus orgasmos como una puta, con los ojos cerrados, y acariciando y besando al jaguar. Estela seguía cabalgando furiosamente al Rasta, ya con tres orgasmos en su haber en aquella posición, hasta que después de su tercer orgasmo, se tomó un respiro para recuperar algo de energía, cayendo en el pecho de su hombre, comenzando a besarlo con pasión y deseo.

Nunca se había sentido tan bien cogiendo, ni siquiera con su marido Estela había tenido tantos orgasmos, claro, su marido solo aguantaba a lo mucho dos cogidas, en las cuales si se esmeraba podía alcanzar dos orgasmos, pero no más, porque después él se quedaba dormido, y Estela en su naturaleza caliente, se quedaba con ganas de más, por ello que se había comprado sus juguetitos que para esas alturas del partido, no sabía a dónde estaban, la última vez que los había visto, estaban en la cama, pero ahora la cama era ocupada por su hija Gaby que se la estaban cogiendo entre dos, y a lo que ella pudo ver y escuchar, Gaby estaba disfrutando mucho todo aquello.

-¿Te gusta mucho ser cogida verdad puta?-, le dijo el Rasta al oído a Estela.

-No sabes cuánto, ahora cállate y sigue cogiéndome-, respondió ella en un susurro, -lo necesito-.

El Rasta aún no podía creer que se estuviera cogiendo a tal vieja, era insaciable, ahora entendía el porqué de sus juguetitos, y también entendía el porqué sus hijas le habían salido tan putas, habían salido a la madre,, ya casi no tenía fuerzas, se había cogido a la hija mayor, Diana, creía que así se llamaba, y después a esta vieja, había pensado en cogerse a las tres, pero sus fuerzas se habían agotado con aquellas dos putas, ahora solo quería terminar con aquella puta mayor, e irse de ahí, así que haciendo acopio de sus últimas reservas de energía, se dio la vuelta con todo y vieja, aquellas piernas tan bien trabajadas se flexionaron, y se dispuso a cogerse a Estela con todo.

Para ahorrar energía, el Rasta empezó a sacar y meter su verga lentamente de la vagina de Estela, , lo que la hizo cerrar los ojos debido al placer que sentía, esa lentitud con la que el tipo le metía y sacaba la verga la estaba matando, ni siquiera su marido se la metía de esa forma, rápidamente la estaba llevando a otro orgasmo, definitivamente, estaba rompiendo record con sus orgasmos, ya no sabía cuántos había tenido, y menos cuando ese tipo que se la cogía en ese momento le metió la verga por primera vez, desde entonces había tenido un sinfín de orgasmos, era maravilloso.

Estela podía sentir como el Rasta se movía dentro de ella, y cada vez que entraba, lo hacia un poco más rápido, él la agarraba con fuerza de sus caderas, se abrazaban y sus cuerpos estaban en contacto, los dos sudaban, y no les importaba mezclar sus sudores, Estela procuraba adaptar su cuerpo al de él, y el Rasta luchaba por acoplarse a ella con más intensidad a cada una de sus envestidas con las que la sacudía, Estela sentía como aquella verga la recorría, salía y entraba de ella, y le provocaba un inmenso placer.

Estela solo se preocupaba de su placer, el Rasta solo buscaba su delirio, y dejarla agotada, y lo estaba consiguiendo, porque se la estaba cogiendo de una manera ruda y salvaje, el vientre de Estela estaba a punto de estallar de placer, y sentía que las tetas le pesaban, y en todo ese delirio, Estela sentía como si el rose de su pecho con sus tetas fuera la sensación más tierna que se podía sentir, los labios del Rasta ardían sobre la piel de su cuello cuando la besaba.

Ya venía, por enésima vez estaba a punto de llegar a otro orgasmo, Estela lo sentía pero esta vez lo hacía desde lo más profundo de su ser, sentía que sería largo e intenso, mientras que él se esforzaba por ponerse a la altura, le venía cada vez más cercano, como una de esas olas que amenaza con arrasar todo lo que aparezca en la playa, arrastrarlo todo, mojar toallas, arrancar sombrillas, y entonces llegó, llegó arrastrando todo consigo, moral, valores, su matrimonio, todo, no pudo ni quiso ahogar sus gemidos que terminaron transformados en gritos de placer, mientras que el Rasta cabalgaba sobre ella.

A los pocos segundos y después de escuchar los gritos que Estela daba, el Rasta también tuvo su propio orgasmo, llenándole las entrañas a Estela, lo dejó agotado, él sentía que no solo el semen le había salido por la verga, sino que también sus fuerzas y todas sus energías se habían salido por ahí, se quedó encima de ella besuqueándola mientras que Estela yacía medio desmayada, jadeante y con la respiración entrecortada, sintiendo todavía aquella verga dentro de ella escupiendo chorros de esperma, y cuando disparó la última gota, como iba perdiendo la erección y se iba saliendo de su interior lentamente, mientras que el Rasta la besaba en la boca, a lo que Estela respondía como podía, y le besuqueaba el cuerpo mientras se terminaba de salir de ella, pasando por su cuello, llegando a sus tetas, jugando un poco con los pezones, para después regresar a su boca.

El Rasta quedó tirado a un lado de Estela, esta inmediatamente se dio la vuelta, y le empezó a acariciar el pecho, y a besarlo en la boca, a lo que él respondió atrayendo aquel hermoso, perfecto, y sexi cuerpo pegándolo al suyo, acariciándolo también, y correspondiendo a aquellos besos, Estela estaba maravillada con aquel tipo, después de haber pasado por las vergas de cuatro tipos que sin desmerecer a nadie, todos se la habían sabido coger, y con todos había tenido orgasmos, pero el mejor de todos, sin duda alguna, había sido aquel último que la llevó a la gloria, y al que estaba besando con pasión, nunca, ni con su marido, ni con las parejas que tuvo antes de él, la habían sabido tratar de esa forma.

-Eres una verdadera puta-, le dijo el Rasta a Estela.

-Gracias-, dijo ella con los ojos cerrados y una sonrisa en los labios.

-Eres insaciable-, dijo el Rasta pasando una mano por su cintura, -solo que ya no puedo más por si eso es lo que buscas, allá están mis compañeros, y por ahí a de estar mi jefe-

-Para nada-, dijo Estela dándole un beso en los labios, -yo también ya quedé agotada, aunque quisiera más, no podría continuar-, termino de decir, y se recostó en el pecho del Rasta, dispuesta a ver qué pasaba con sus hijas, ya que desde donde estaba, tenía una buena panorámica de ambas.

Gaby estaba absorta en sus nuevas sensaciones, eran como choques eléctricos cada vez que tenía un orgasmo, provocados por todas las veces que aquellas vergas entraban y salían de ella, y por la velocidad a la que lo hacían, y también por la boca del tipo que estaba encima de ella porque le chupaba sus tetas, y eso le gustaba de sobremanera, igual que besarlo, y sentir su piel caliente rosando la suya, y podía sentir las manos del tipo debajo de ella acariciando todo su cuerpo, o al menos lo que podía, su cintura, sus piernas, sus nalgas, lo que podía de sus tetas, en fin, era nueva en eso, pero no quería dejar de hacerlo.

El jaguar y el mono estaban extasiados por lo que sentían al cogerse a tan tiernita hembra, que a final de cuentas, había salido igual que la madre y la hermana, pero el más extasiado era el mono al entrar y salir de su culito estrecho, que a pesar de que ya habían entrado en el las vergas de su jefe y de su compañero, seguía apretando como si su verga hubiera sido la primera, y eso le encantaba, ya que sentía más placer que nunca, y entonces comenzó a experimentar los estertores de su orgasmo.

-Voy a acabar putita-, le dijo el mono a Gaby al oído, -¡te voy a llenar el culito con mi leche caliente!-

El mono empujaba más rápido y más fuerte su verga en el culito de Gaby, hasta llegar al fondo, y se vino, depositando su leche en lo más profundo de ella, tomándola de las caderas. Gaby sentía como la llenaban por primera vez de aquel liquido caliente y espeso que el jefe le había salpicado en las nalgas y en la espalda, sintió también como el mono se relajaba, y la soltaba, con su respiración muy alterada, y entrecortada.

A pesar de que el mono había terminado, el jaguar no dejó de darle por la vagina a Gaby, sabiendo que el también no tardaría en eyacular, comenzó a aumentar la velocidad de sus embestidas, al hacerlo, ella levanto sus brazos para abrazarlo por el cuello, recargándose ella en el pecho del mono, y todo el peso de los dos cayó sobre su verga, la cual se enterró aún más en su culo, provocando una contracción de placer en el cuerpo de Gaby, lo que la hizo gritar y rodear al jaguar con sus piernas atrayéndolo dentro de ella, ya que la estaba haciendo sentir como si mucha electricidad pasara por su cuerpo desde su rajita hasta su cabeza, esto provocó que el jaguar diera dos embestidas más, y se viniera llenando aquella vagina hasta ese día virginal de su leche caliente, mientras ella gritaba desaforadamente su orgasmo.

-¡Toma también mi leche hija de puta!-, gritó el jaguar al sentir como las contracciones que el profundo orgasmo de Gaby provocaban en su vagina le exprimían todo su semen, la sintió aflojarse, relajar el abrazo de sus piernas, mientras que cerraba los ojos, y apoyaba su cabeza en el pecho del mono.

-Por dios-, susurró el mono con voz agobiada por el peso de los dos, -que puta-

-si-, confirmó el jaguar, -aún más que las otras dos-

Gaby se sentía satisfecha, a pesar de todo lo que había pasado, y el giro que había dado todo, se sentía bien, más que bien, el jaguar se salió de ella, y se recostó a un lado, con su verga flácida impregnada de sus jugos, y su semen, con ayuda del mono, ella se quitó de encima de él, recostándose también en la cama, quedando entre los dos hombres, y los tres desparramados en el lecho.

-Amigo, no puedo más-, le dijo el mono al jaguar mientras acariciaba las tetas de Gaby.

-Yo tampoco-, dijo este al tiempo que miraba al techo, -esta putita me ha dejado agotado, quería cogerme a las otras dos, pero no creo poder-

-Yo quería lo mismo, pero tampoco creo poder cogerme a una más-, dijo el mono sin dejar de toquetear los pezones aún erectos de Gaby.

-¿Qué le vamos a hacer?-, suspiró el jaguar guardando silencio después, y escuchando como alguien seguía cogiendo, no sabía si era la madre, o la otra puta, y la verdad, ni siquiera tenía las fuerzas suficientes para levantarse a averiguarlo, pero fuera quien fuera, se escuchaba que estaba gozando de lo lindo.

Diana se sentía agotada debido a la posición, las piernas al igual que la cintura se le habían empezado a entumecer, de modo que se irguió aún jadeando y gimiendo, el enano la miró significativamente, y se acostó en la alfombra que cubría el suelo de la habitación; tenía las piernas abiertas, y Diana se ubicó de rodillas entre ellas provocando que la verga del loco se saliera de su interior, y sin más, inclinándose, comenzó a sobarle con una mano el miembro mientras que jugueteaba con la punta de su lengua sobre el único ojo de aquella cabeza gorda y colorada.

Esta vez la retaguardia fue tomada por el negro, que introdujo su verga violentamente en la vagina de Diana, y embestía, se diría, que con inusual furia que le hacía gemir de dolor y placer a un tiempo, el loco, mientras tanto, disfrutaba frotándole el clítoris con la yema del dedo mayor, sin embargo, fue un poco más lejos, y despacio, mientras el negro se sacudía dentro de ella, metió el dedo, un dedo grueso y áspero, todo lo que pudo, Diana pensaba que era encantador, ambos actuaban coordinados y un dedo más, pensándolo bien, no era tanto.

Aquel tipo era realmente fantástico: mientras gemía quedamente puesto que no apartaba la lengua de la verga del enano sintió que otro dedo le era introducido en el mismo lugar; y luego un tercer dedo que se movía rítmicamente con la verga del negro, el dolor ahora si comenzaba a ser más intenso, el negro creyó percibirlo, y se retiró seguido por los dedos del acompañante con ganas de meter allí la mano completa.

Diana gateó unos pasos adelante, y una vez tuvo el rostro a la altura del de el enano, y sus ojos miraron fijamente a los de él, se llevó una mano a atrás, y con habilidad consumada introdujo la verga del enano dentro de su vagina, ya a estas alturas bastante lubricada por cierto, y entonces comenzó una cabalgata furiosa en la cual, el pedazo de carne erecta entraba y salía de ella en toda su longitud, sabía y estaba consciente de que ni a su novio lo cabalgaba de esa manera, de hecho, con el nunca había hecho nada de lo que estaba haciendo esa noche, su culito había sido virgen hasta ese día, y se estaba comportando como toda una puta viciosa de verga, porque así se sentía, y nadie la podía, ni ella quería parar.

El loco se volvió a colocar detrás de Diana, y apoyó suavemente la gruesa cabeza de su tronco viril en la puerta del culito de la increíble puta que estaban gozando, Diana, por su parte, al darse cuenta de las intensiones que tenía el loco, se quedó totalmente inmóvil, y aunque hubiera querido zafarse, no habría podido puesto que el loco la había tomado con fuerza de la cintura, y estaba en ese mismo instante tratando de vencer la poca resistencia que presentaba aquel orificio.

Un grito agudo de dolor salió de entre los labios de Diana al tiempo que sus ojos se abrían en demasía cuando el poderoso glande se abrió paso hasta dentro de su culito, porque a pesar de que esa noche se lo habían desvirgado, aún no se acostumbraba y además, el loco tenía la verga más grande que el mono, una vez hecho esto, comenzó el clásico movimiento de vaivén, y cada vez se introducía más y más en sus entrañas.

El loco sentía que algo iba cediendo a medida que horadaba las profundidades de ese hermoso culo, y esto lo acabó de enloquecer, olvidó todo el cuidado que había puesto para que no le doliese la penetración y de un solo embate la empaló, literalmente, obligándola a lanzar un alarido de dolor, Diana a pesar de haber perdido su virginidad anal esa noche, sintió que dentro de ella algo se había desgarrado, el negro gozaba enormemente contemplando la expresión de sufrimiento de aquella puta en ese momento, y en contraste, la insensibilidad del hombre que gozaba taladrándole el culo de esa manera, y con semejante verga, el enano estaba ido de gozo al sentir vibrar bajo sus manos aquel cuerpo menudo que con cada metida se vibraba de dolor, y a las pocas arremetidas, lo hacía de placer.

Ante esta visión, la del rostro de Diana cuando profería el grito de dolor y después de placer, y pedía a gritos que no le sacasen la verga, el negro no pudo contenerse más, y ahogo aquellos gritos con su verga, introduciéndola casi por entero dentro de la boca; Diana cerró con fuerza los ojos haciéndose un poco para atrás, porque esto le produjo una pequeña arcada al chocar el glande contra su garganta, el negro tomó por los costados la cabeza de la joven, y de esta manera, todas sus entradas estaban ocupadas, por completo llenas, y eso le producía a Diana aún más placer.

El loco desde hacía unos instantes, estaba haciendo esfuerzos titánicos para no acabar; gozaba como nunca antes observándola gemir de placer mientras que su verga en toda su longitud la penetraba hasta lo más hondo en su culo; cada vez que sus huevos chocaban contra su rajita, le arrancaba un nuevo gemido que lo enloquecía aún más, el negro sacó su verga de entre los labios de Diana, y haciéndolo para arriba, le ofreció sus huevos para que se los lamiera, la lengua caliente de Diana, entre jadeos, y con ayuda de los embates del enano, y del loco, resbalaba por la adorable bolsita de piel que contenía aquel preciado tesoro para todas las mujeres.

Diana tuvo oportunidad de hacerlo apenas dos o tres veces porque entonces un espeso y caliente chorro de semen le cayó sobre la frente, y se deslizó por entre medio de los ojos, cuando una segunda descarga vino a caer en el mismo lugar, el liquido blanco y brillante muy pronto llegó al labio superior, muy rojo y carnoso, en donde su lengua lo atrapó con la rapidez de una serpiente que atrapa a un ratón que desprevenido pasa cerca, mientras el negro trataba de restregarle hasta la última gota del liquido seminal para que ella lo bebiera, la muy perra.

Casi en el mismo instante, Diana sintió las manos del enano que se estremecían sobre sus nalgas, y luego su vagina completamente inundada por un hirviente chorro de esperma tan abundante que le pareció que en caso de que siguiese bombeando por ahí, la leche saldría por los costados de la verga, le encantaba sentir como la leche masculina recorría sus entrañas quemándola de placer, el loco continuaba perforándole el culo, y ella sentía un placer doble: el proporcionado cuando era penetrada porque se sentía completamente llena, y cuando se retiraba, por el alivio momentáneo que la descompresión le provocaba.

El loco finalmente extrajo la verga de forma violenta del culito de Diana, y observó con exultante gozo que había quedado muy dilatado, se incorporó bufando ruidosamente como si fuera un toro en celo, mientras que se masturbaba con una mano; Diana comprendió que el loco estaba por alcanzar el clímax, así que sacándose la flácida verga del enano de su vagina, se arrodilló delante del loco, y al tiempo que abría la boca todo lo que podía para recibir gustosa su semen, alargaba su mano acariciando esa preciosa verga para asistirlo en la tarea de desahogo.

Sin embargo, el loco le apoyo una mano en la frente, y le echo atrás la cabeza abruptamente, mientras apuntaba, con el apresuramiento del caso, su verga a esos hermosos labios que aún permanecían abiertos, unas gotas de semen se derramaron antes de llegar, y Diana en su calentura, se apresuro a estirar al máximo su lengua para evitar que se desperdiciara lo más mínimo, en ese preciso instante, el loco disparo un fortísimo chorro de esperma que fue a dar en su mayor parte contra el paladar de ella, para caer luego en la lengua roja y caliente; el liquido parecía hervir, y era muy espeso y dulzón.

Igualmente fuerte fue la segunda ráfaga de leche que esta vez se esparció íntegramente sobre la lengua, el portador de aquella extraordinaria verga, la introdujo dentro de la boca de Diana, y mientras ella lo miraba directamente a los ojos con los suyos sin perder la más ínfima expresión del éxtasis, el loco descargaba el resto de la leche que aún le quedaba, Diana por su parte, tragaba tanto como podía, pero no tuvo más remedio que con ayuda de la lengua, dejar caer parte del precioso liquido por las comisuras de sus labios: era demasiado tragar.

Una vez satisfechos los tres hombres por enésima ocasión, y agotados por el esfuerzo de cogerse a tan semejante puta, el enano y el negro se sentaron en el suelo, mientras veían como Diana aún tenía la verga del loco en la boca, limpiándola de todo rastro de semen. Cuando ella terminó de limpiarla, fue que se acordó de las otras dos mujeres que estaban en la habitación junto con ella, y volvió a mirar para saber que había pasado con su madre y su hermanita menor.

Diana miró con agrado que Estela su madre y el Rasta ya habían terminado de coger, pero seguían recostados en la alfombra cerca de la cama, abrazados y besándose, parecía como si su madre se hubiera encariñado o enamorado del Rasta, pues le acariciaba la cara, el cabello, y no dejaba de besarlo, al estar de rodillas, podía ver también a la cama que era donde estaba su hermanita.

Gaby ya también había terminado con los dos que se la cogían, se le veía agotada, pero extrañamente sonriente y satisfecha, aquellos dos también habían terminado vencidos, y sin fuerza para más, solo uno de ellos permanecía sobándole las tetas a Gaby, pero a ella no le importaba, al contrario, sonreía más cada vez que le tocaban sus pezones, al parecer, todo regresaría a la normalidad.

Estela después de mirar como Gaby gritaba su orgasmo, y como aquellos dos terminaban llenándole sus dos agujeritos, volteo a ver a Diana, y vio que su hija mayor estaba siendo cogida por sus tres entradas, tal y como lo había estado ella, observo con satisfacción como cada uno de ellos terminaba en su hija, el primero en su cara, el segundo en lo más profundo de su vagina, y el tercero se salía de ella para terminarle en la boca, ella estaba extrañamente orgullosa de sus dos hijas, y antes de que Diana terminara de tragar, volteó a mirar al Rasta a los ojos, y se volvieron a besar apasionadamente, a acariciarse, y a hacerse más cariños.

Cuando el jefe salió de la habitación a fumarse su cigarro, dejó a todos atrás cogiendo, y al terminar de fumar, se fue a revisar las demás habitaciones, las tres putas que se estaban cogiendo, habían ocultado perfectamente bien las cosas de valor, o era posible que ni siquiera estuvieran en la casa, probablemente estuvieran en el auto, pero había dejado su ropa en aquel lugar, y estaba seguro de que si regresaba no podría aguantar las ganas de cogerse a las otras dos, pero ya no tenía fuerzas para más, desvirgar a aquella putita había sido mucho para él, aunque muy satisfactorio, no recordaba cuando había sido la última vez que había quitado la virginidad a una mujer, y menos las tres virginidades en una sola cogida, que bien se había sentido aquello.

Después de haber revisado por un buen tiempo en las otras dos habitaciones, y de haber encontrado infinidad de objetos de mínimo valor, tangas y vestiditos de puta, un consolador, condones, y una gran colección de zapatos en la alcoba de la mayor, paso a la de la menor, encontrando aún cosas de niña, y después de escuchar que ya no se oían los gritos y gemidos de las tres putas, decidió regresar a donde estaban todos.

Cuando entró a la estancia, todo estaba tal y como lo había dejado, la putita que había desvirgado en la cama con el jaguar y el mono que aún le acariciaba las tetas, la puta mayor, Estela, al menos ese creía que era su nombre, en el suelo cerca de la cama con el Rasta, con el cual aún se seguía besuqueando, y la puta por la que todo aquello había comenzado, aún estaba con el negro, el loco, y el enano, y extrañamente, a pesar de que todo había iniciado como algo no consentido, las tres se miraban satisfechas, plenas, y felices.

-A ver trío de putas-, dijo el jefe parado desde la puerta, -veo que no me equivoqué, las tres son unas putas sin duda, ¡va!-, agregó haciendo una seña despectiva, -no importa, mientras ustedes estaban aquí cogiendo, yo revisé la casa, y encontré nada, ¡nada!, pero eso no importa, me voy satisfecho de haber hecho lo que hice, y de que mis hombres se divirtieran con un trío de putas como ustedes, y sin pagar por ello-

Diana, Gaby y estela se le quedaron viendo, después se voltearon a ver entre ellas, y se sonrieron con complicidad, sabían que en efecto, en la casa no había nada más de valor más que lo que se había quedado en la mesita de centro de la sala, porque todo lo tenían en una caja de seguridad oculta en el armario de Estela, y los aparatos, las laptops, las tabletas, y demás artilugios estaban en el maletero del auto, así que eso hombres se irían o con las manos vacías, o se tendrían que conformar con lo que estaba en la mesita, y con lo que les habían hecho, que a final de cuentas, no había estado tan mal.

-¿Entonces jefe?-, pregunto el mono desde la cama con las manos llenas de las tetas de Gaby, -¿Qué vamos a hacer?-

-Nada-, dijo el jefe mientras caminaba para recoger su ropa, -vestirnos e irnos, porque no ha de tardar el supuesto hombre de esta casa-

Los seis hombres sin decir una sola palabra más hicieron caso, el jaguar se levantó como un resorte de la cama, no sin antes echarle un vistazo al excelente cuerpo de Gaby, el mono también se puso de pie, pero antes pellizcó los pezones de la pequeña que tenía en los brazos, y cuando Gaby gimió, él la besó en los labios, y se vistió rápidamente; el Rasta volvió a besar a Estela, y se levanto no antes de volver a sobar aquel perfecto culo que tenía aquella insaciable mujer, el loco, el enano y el negro se levantaron del suelo, uno por uno después de besar una parte diferente del cuerpo de Diana, el loco la besó en los labios, el enano la besó en las tetas, y mamó un poco sus pezones, y el negro, mientras la besaba en las piernas, le metió un dedo en la vagina, haciéndola gemir.

Las tres mujeres vieron impávidas en sus lugares como todos se vestían, y se preparaban para irse, pero no dijeron nada, había sido la mejor cogida de sus vidas para Diana y Estela, porque ni el novio de una, ni el esposo de la otra se las habían cogido de aquella forma, arrancándoles varios orgasmos en diferentes intensidades. Mientras que para Gaby había sido su primera vez, y viendo como se vestían los hombres que habían estado con ella, pensaba que si eso era el sexo del que tanto hablaba Diana, y sus amigas en el colegio, nunca quería dejar de hacerlo, había sido lo mejor que le había pasado, y lo más maravilloso que nunca había sentido.

-Bien-, dijo el jefe dirigiéndose a las tres mujeres cuando todos estuvieron vestidos de nuevo, -quiero que se queden donde están, no llamen a la policía, ni digan nada de lo que aquí ha pasado, si me hacen caso, tal vez nunca nos volvamos a ver-, al decir esto, observó por un segundo que en los ojos de las tres aparecía cierta tristeza, pero se difuminó inmediatamente, así que prosiguió, -de lo contrario, si no hacen lo que les digo, la siguiente visita que les hagamos no será tan placentera ni amable como esta-, y acto seguido, se dio la media vuelta, y salió de la habitación, con los demás pegados a sus talones.

Por fin las tres se quedaron solas, Estela lanzó un trémulo suspiro, y como pudo se levantó de la alfombra, le dolía todo el cuerpo, en especial el culo, al instante supo que no podría sentarse bien durante un par de días, miró a sus hijas, y se acercó a ayudar a Diana que también se trataba de levantar, a ella también le dolía todo el cuerpo, nunca había cogido por tanto tiempo, pero lo que más le dolía era el culo, la verga del loco se lo había dejado muy abierto, y cuando se lo revisó se asusto un poco por esto mismo, Gaby solo se sentó en la cama, y miró a su mamá y su hermana, Estela al ver el gesto de dolor que hizo su hija menor, supo inmediatamente que las tres habían dejado de ser vírgenes del culo esa noche, aunque Gaby había perdido sus tres virginidades esa noche, no era lo que hubiera querido para ella, ¿pero que se le iba a hacer?, ya había pasado todo.

-Tenemos que recoger un poco antes de que su padre llegue-, dijo Estela viendo a sus hijas a los ojos, -Gaby, tu ve y date un buen baño, trata de lavarte bien tu rajita y tu culito, para que te refresques, ya después las tres hablaremos de esto, mientras tanto-, dijo mirando a Diana, -tú y yo recogeremos, después de que salga Gaby, te metes tu a bañar, y luego yo, cuando las tres estemos limpias, nos veremos de nuevo aquí-, Gaby se paró no sin dificultad, y se metió en el baño de sus padres.

-¿Mamá?-, dijo Diana mientras empezaban a recoger las cosas y la ropa de Estela.

-Dime-, dijo Estela mientras colgaba un vestido.

-¿Es cierto lo que les dijiste a esos hombres?-, dijo Diana viéndola mientras metía la ropa interior en el cajón del buró, -¿eso de que te compraste los consoladores porque papá no te satisface?-

-Si-, respondió Estela dándose la vuelta para ver mejor a su hija, -si, por eso lo hice, lamento que te enteraras de esa forma, pero es cierto, ¿por qué lo preguntas?-

-Por nada mamá-, dijo Diana mientras abrazaba a Estela, y un escalofrío recorría su cuerpo al sentir su cuerpo desnudo pegado al de su mamá, -solo quería saber si era cierto-

Después de esta pequeña charla, prosiguieron con la tarea en silencio, cuando terminaron de la habitación de Estela, Gaby salió del baño, echó un vistazo a su madre y a Diana, y se dirigió a su Recámara, entonces Diana se metió a bañar, y Estela fue a la habitación de su hija mayor para recoger el tiradero que ahí habían dejado aquellos hombres, levantó la ropa, poniendo todo en su lugar, pero cuando iba a levantar una falda, le llamó la atención algo plateado que estaba tirado debajo de una blusa, cuando se acercó, y sacó aquel objeto, se dio cuenta de que era un consolador como los de ella, pero más pequeño, Estela sonrió para sí misma, pensando que su hija era tan caliente como ella, y siguió con su labor dejando el objeto en la almohada de su hija.

Sergio llegó media hora después de que Estela saliera de bañarse, encontrando a Diana en la sala mirando la televisión, a Gaby en su recámara dormida, y a Estela en su cama escribiendo en un diario que su hija mayor le regalase un día de las madres, sin sospechar lo que en su casa había pasado, y lo mucho que las tres mujeres de su vida habían disfrutado, en esa media hora, Estela les había dado una pastilla anticonceptiva, explicándole a Gaby que era para que no quedara embarazada, y mientras Gaby se tomaba la pastilla, Diana vio en los ojos de su madre una mirada en la que le decía que sabía lo de su consolador, y que luego hablarían de aquello, entonces Gaby y Diana salieron de la habitación de estela, dirigiéndose a los lugares donde Sergio las había encontrado.

Durante este tiempo, Diana no dejaba de pensar en lo que había sucedido, y mucho menos en el primer tipo que se la había cogido, con ningún hombre se había sentido de la manera en la que se sintió con el mal llamado Rasta, ni siquiera con su novio, ninguno la había hecho gozar de tal manera, y tenía que reconocerlo, cuando lo vio cogiéndose a su madre, además de la excitación, sintió una punzada de celos, tan metida estaba en sus pensamientos, que no vio llegar a su padre, y mientras más pensaba en el Rasta, más se le hacía conocida su voz, y más se sentía intrigada.

-¡Sí!, ¡fuiste tú!-, dijo con una gran sonrisa en sus labios, -nunca lo creí de ti, pero…, en fin…, ya te veré-

Justo durante aquella media hora en que Estela daba la pastilla a sus hijas y explicaba algunas cosas, se estacionaba una camioneta fuera de una casa, en la cual iban los siete hombres que habían invadido aquella residencia, se bajaron de ella: el jefe, el enano, el negro, el loco, el mono, el jaguar, y por último, el Rasta, el cual se quedaría ahí porque allí vivía.

-Qué tal Rasta, ¿te gustó lo que hicimos?-, dijo el jefe.

-Por supuesto-, dijo este, -no solo me gustó, sino que me encantó, todos hicieron un buen trabajo-

-Yo sé-, dijo el jefe, -que el plan era que te cogieras a todas, desvirgando a Gaby, pero…-

-Na, no importa-, dijo el Rasta, -me cogí a mi tía y a mí querida prima Diana, y esas dos putas te juro que son insaciables, sino pregúntales al enano, al negro, y al loco-

-Si-, dijeron los tres hombres a un tiempo, -son insaciables-

-Pero de todas formas-, continuó el Rasta, -ya habrá oportunidad de cogerme a Gaby, ya les hablaré-

Entonces todos se despidieron del Rasta dejándolo a las puertas de su casa, con la satisfacción de haberse cogido a su tía y a una de sus dos primas, y comenzando a maquinar en su cabeza, la forma en que se cogería a su primita Gaby, y al ver como la camioneta se perdía en la lejanía y en la obscuridad de la noche, el se metió a descansar.

Después de este hecho, las tres Estela, Diana, y Gabriela cambiaron mucho, dejaron de ver a las personas por encima del hombro, y empezaron a ser más respetuosas con las cosas que hacían y decían, al menos por fuera, ya que por dentro también cambiaron, y las tres se volvieron más ardientes en la cama, lo que sorprendió a Sergio cuando tuvo sexo con Estela, y al novio de Diana, al cual terminó un mes después de aquel suceso, la vida sexual de Gaby, se hizo demasiado activa, tanto que al cabo de un mes, ya se había acostado con varios compañeros de la escuela, y la mitad del profesorado.

Después de 2 meses del suceso, por circunstancias que tal vez cuente en otros relatos, las tres se hicieron amantes, empezando Diana y Estela, para después incorporar a sus juegos íntimos a la menor de la casa, a veces solo las hermanas bajo el manto de la noche y en la intimidad de la habitación de alguna de las dos, o durante la gestión de Apolo cuando la casa estaba sola, o también, encuentros individuales entre madre e hijas, pero lo que más les gustaba, era cuando las tres jugaban juntas en el lecho marital, usando entre ellas los consoladores que tenían, y comprando más juguetitos similares, sin que Sergio, el jefe de familia, sospechara lo que aquella noche pasó en su propia habitación, ni lo que ello había cambiado a sus tres mujeres, ni lo que las tres hacían en sus ratos libres cuando él trabajaba.

Pero eso amigas y amigos, será cosa para otro u otros relatos.

El óculus

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 19:16) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:14) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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