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Yo no soy infiel, es que mi marido no me comprende…

Relato enviado por : narrador el 10/08/2013. Lecturas: 8867

etiquetas relato Yo no soy infiel, es que mi marido no me comprende…   Infidelidades .
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Resumen

Resulta que tras muchos años de estar casados, mi esposo y yo apenas y nos hablamos, lo que no me incomodaría para nada, de no ser que en ocasiones cuando se acuesta, lo primero que hace sin decirme una sola palabra tierna, o preguntarme como me fue durante el día. Es colocar su mano sobre mi coño, al tiempo que comienza a pegarme su erecto miembro contra mi cuerpo, en repetidas ocasiones, hasta que yo abro las piernas y encaja dentro de mi coño su verga.



Relato

Después de eso ni tan siquiera se preocupa si yo me satisfago o no, ya que má rápido que inmediatamente se viene dentro de mi coño, como sucede la mayoría de las veces, por lo que me quedó viendo el techo de nuestra habitación, preguntándome si eso es vida. Así que resignada a mi amarga suerte, sin darme cuenta cuando entré en la página social de FB. Poco a poco comencé a mantener una vida secreta, no es que yo le ocultase nada a mi esposo nada, es que él ni se interesaba en lo que yo hacía. Por lo que cuando, un amigo de un amigo, de una amiga mía, solicito mi amistad, yo lo acepté, como hago con la mayoría de las personas en esa red social.

Pero poco a poco, comenzamos a mantener un mayor número de contactos, al grado que yo comencé a contarles mis problemas, y él a darme consejos. Aparte de que su manera de escribirme fue siempre una bien tierna y caballerosa. Incluso el día en que me invitó a tomar un café, me propuso que fuera acompañada por mi esposo, si eso me hacía sentir más tranquila y segura. Cosa que desde luego no sucedió, ya que mi esposo jamás hubiera entendido que yo mantuviera una amistad como la de mi amigo de FB, en persona.

Bueno les diré que si asistí, pero desde luego sin mi esposo, a tomar café. Federico mi amigo resultó ser tal cual, como se veía en su perfil, y yo debo reconocer que en mi caso puse una foto de unos cuantos años atrás, pero él caballerosamente en ningún momento hizo referencia a ello. Y así comenzamos a salir, a pasear, visitar museos, y hasta me invitó a su casa.

Desde luego que ustedes no saben los que es ser ignorada, la mayor parte del tiempo por el esposo de una, y que de momento conozcas a este hombre, tan gentil, galante, y educado que te pones a pensar porque carajo me casé con mi actual esposo, y no con un tipo como Federico. Bueno, a Federico lo convertí en mi confidente, y aunque nunca me propuso nada deshonesto, de pronto comencé a sentir que yo me moría por dentro, deseando tener algo más íntimo con él. Pero Federico a pesar de sus tiernas, y dulces palabras. Me respetaba tanto y tanto, hasta que finalmente fui yo la que me atreví a dar el primer pasó.

Por lo que convencida de que ese era mi verdadero amor, decidí seducirlo abiertamente. Así que una de las cosas que fui cambiando, fue mi vestuario, o por lo menos el que usaba cuando sabía que me iba a encontrar con él. Así que comencé a usar ropa menos discreta, y más reveladora. Al grado que cierto día al verme al espejo, me dije a mi misma que parecía una puta, por lo corta de mi minifalda y lo abierto de mi blusa. Y desde luego que Federico notó mi cambió de ropa, y no dejaba de comentarme lo bien que se me veía este nuevo estilo.

En mis horas de almuerzo, quedábamos en vernos, en ocasiones en algún centro comercial, y en otros momentos paseábamos tomados de la mano por un amplio y boscoso parque de la ciudad. Fue en una de esas ocasiones, que apenas nos sentamos en una retirada y prácticamente escondida banca, comenzamos a besarnos intensamente. Sus manos recorrían todo mi cuerpo, sin que yo se lo impidiera para nada. Por lo que cuando sentí sus dedos, que se deslizaban bajo mi mini falda, prácticamente separé mis piernas de par en par. En esos momentos Federico, hábilmente mientras continuábamos besándonos como un par de desesperados, sentí su fogosa lengua introduciéndola sabrosamente dentro de mi boca, al tiempo que los dedos de una de sus manos, alcanzaron mi vulva.

La manera en que tocaba los labios de mi vulva, me hicieron perder el juicio, y cuando esos mismos dedos alcanzaron mi clítoris, me volví como loca, pidiéndole que me hiciera suya en ese mismo lugar. Federico dio un rápido vistazo alrededor, al igual que yo, y justo tras el banco donde nos encontrábamos sentados, había un sin número de arbusto, y justo en el centro oculto por los arbustos, nos dimos cuenta de que había un pequeño claro sembrado con grama.

En cosa de segundos, atravesamos los arbustos, y al llegar al claro me tumbe boca arriba sobre su chaqueta que había colocado sobre la hierba, Federico continuó besándome, acariciando mi coño intensamente, al tiempo que me decía una y otra vez, que me amaba, mientras que yo separaba mis piernas y le volví a pedir con voz entrecortada y bien desesperada, que me hiciera suya. Tras yo misma recoger mi fada sobre mi vientre. Sus dedos hicieron a un lado mis pequeñas pantis, y comencé a sentir como deliciosamente su dura verga penetraba mi caliente coño.

Sin dejar de besarme, su miembro entraba y salía una y otra vez de mi mojada y caliente vulva, al tiempo que yo como una desesperada loca movía mis caderas, a más y no poder. El sol del medio día nos bañaba con sus calurosos rayos, y al yo abrir mis ojos vi a una joven parejita, paradas de de pie sobre el mismo banco que Federico y yo momentos antes habíamos estado sentados besándonos, los dos se encontraban boquiabiertos, nos observaban con cara de envidia sana. La verdad es que poco me importo, que esa chica y su novio nos vieran. Lo que yo deseaba en ese instante era que poder seguir disfrutando de la intensa atención que me prodigaba mí amante.

Así que como dice la gente de mi pueblo, no le paré que ellos nos estuvieran viendo a Federico y a mí teniendo sexo. De momento mi amante me pidió cambiar de posición, y cuando me recosté boca abajo sobre la grama, volví a disfrutar de la verga de él penetrando mi coño divinamente. A diferencia de mi esposo, Federico resultó tener muy buen aguante, y cuando una de sus manos se deslizó bajo mi cuerpo, y volvió agarrar mi clítoris, me sentí la mujer más feliz del mundo en ese instante. A medida que con su verga Federico golpeaba mi coño una y otra vez, yo continué moviendo mis caderas, restregándolas contra su cuerpo.

Los breves momentos en que pensé en mi pobre y cornudo esposo, lo hice para compararlo con Federico, de más está el decirles que mi esposo salió perdiendo, y por mucho en la comparación. Yo como hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba de múltiples orgasmos, como los disfruté a esa hora del día, y bajo pleno sol. Cuando sentí que Federico estaba viniéndose dentro de mi coño, no sé cómo se me ocurrió pedirle, que me pusiera su verga en la boca. Y cuando apenas lo hizo, yo me dediqué a mamar, chupando descaradamente toda su leche, y tragándomela, frente a esa curiosa parejita, que no dejaba de vernos con sus bocas bien abiertas, y hasta puedo jurar que en todo momento vi a la chica tomándonos fotos con su I.Pot.

Yo sé bien que lo de Federico con migo es algo temporal y pasajero, por lo que no me hago falsas ilusiones, pero mientras tanto he decidido que seguiré viéndome con mi amante las veces que pueda.

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Si te ha gustado Yo no soy infiel, es que mi marido no me comprende… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Yo no soy infiel, es que mi marido no me comprende…. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:51) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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