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A mi esposa se la cogió un chico cuando estábamos de novios. Ella era virgen

Relato enviado por : Anonymous el 30/05/2013. Lecturas: 15344

etiquetas relato A mi esposa se la cogió un chico cuando estábamos de novios. Ella era virgen   Confesiones .
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Resumen
Estando de novios con mi esposa, se la cogió un chico siendo ella una piba de 18 años. Ocurrió en una provincia del norte en una calurosa noche de verano. Ella era virgen porque yo quería conservarla así hasta el matrimonio. El muchacho se la cogió bien cogida aprovechando que mi novia se quedó a dormir en esa casa donde él vivía. Le hizo de todo y según ella misma me confesó; la volvió loca. El incidente es para ella inolvidable por las carácterísticas que tuvo el acto, y porque jamás se la habían metido.
Cuando me lo contó sentí mucha bronca, pero a la vez prácticamente tuve un orgasmo al escuchar todo lo que ese pendejo le hizo. Hoy quisiera de verdad verla coger con otro hombre, pero se niega rotundamente y se enoja cada vez que se lo propongo.



Relato
Mi esposa cogió con un chico de 20 años cuando éramos novios. Ella tenía 18 y era virgen
Me lo confesó en un momento de lujuria cuando hacíamos el amor. Llevábamos algunos años de matrimonio y fue porque yo le insistía en que cogiera con otro delante mio. En ese momento de calentura extrema me confesó que cuando éramos novios y estaba aún virgen a los 18 años, un chico de 20 se la cogió. Sucedió en una provincia del norte a donde tuvo que viajar por cuestiones familiares. Entre gemidos y lágrimas rememoró aquella noche de verano en casa de ese muchacho que siempre la había deseado y que finalmente se dio el gusto de comérsela como él quería.
Mi esposa se destapó y me contó todo. Mientras me la cogía como un animal y se volvía loca de gozo rememoró uno a uno los detalles acerca de lo que le pasó esa noche. Por primera vez supo lo que era un polvo y por lo que parece, a juzgar por la calentura con que vivió esos momentos, habría sido su primer orgasmo. Por primera vez la hicieron gritar y rasguñar de placer mientras le chupaban el coño y le hacían una paja con un dedo en la cola, para luego zambullirle una gruesa pija que la dejó sin aliento. Mientras la escuchaba sentí bronca y despecho. Estaba defraudado porque yo la cuidaba y quería conservarla virgen hasta que nos casáramos, sin embargo ese tipo durante algunos minutos, la tuvo toda para él. Se aprovechó de su inexperiencia y la hizo ver y alcanzar las estrellas haciéndole de todo. Se degeneró con ella y la trató como a una puta. No se cómo hice para contenerme porque a pesar de que eso ya había sucedido, los celos y la rabia me mareaban mientras escuchaba a mi bombón.
Es importante considerar que con mi esposa Linda llevamos varios años de matrimonio. Somos muy felices y no tenemos problemas. Tenemos sexo siempre y con mucha pasión. Realmente lo disfrutamos. Siempre lo hemos hecho y nos arreglamos para mantener viva la llama del deseo. Somos muy comprensivos y nunca discutimos. No se si estoy equivocado, pero me gusta cuando otros la miran y la desean. A poco de casarnos, una noche en que estábamos haciendo el amor apasionadamente, cuando le pregunté si le gustaría tener sexo con otro; ella emocionada me confesó lo que le pasó en aquella provincia del norte donde aún vive su hermano. Me advirtió entre gemidos que me contaría todo siempre que yo prometiera no enojarme.
Me dijo que no me ponga mal, que eso ya había pasado y que solamente era un recuerdo de esa época cuando estábamos de novios y ella tenía 18 años. En un primer momento sentí tanta bronca que deseaba ir a buscar al tipo y destrozarlo con mis propias manos. Los celos se apoderaron de mí. En cambio preferí callarme y hacer como que no me conmovía pues, yo quería que me relatara todo, paso a paso. Es un caso que todavía me excita como si recién me lo contara. Es increíble. Hasta sueño que se la está cogiendo otro delante mío. No sé si podría convencerla de que lo haga actualmente. Estoy seguro que sería un espectáculo digno de ver.
Durante el noviazgo siempre nos dábamos unas sesiones de atraques espectaculares, pero aunque quedábamos muy calientes porque yo le chupaba las tetas, las piernas y las nalgas, y le ponía mi verga entre sus muslos hasta que se estremecía como si le diera la electricidad, nunca se la metí. Nunca la penetré. Llegué inclusive a frotarle mis dedos en su clítoris muy superficialmente y con mucho cuidado hasta lograr verdaderos estados de locura. Algunas veces llegamos a practicar un 69 y por cierto que lo disfrutábamos. El sabor de su bizcochito es exquisito. Siempre ha sido muy delicada en su higiene íntima. Es muy especial en eso.
Eramos novios, estábamos enamorados y nos deseábamos. Sin embargo ella tenía temor de hacer el amor. Había leído y también alguien le dijo sobre los problemas, el embarazo de soltera, etc. Cuando estábamos juntos se excitaba mucho con calenturas descomunales, pero el temor podía más. A mí me animaba la idea de conservarla como una bella flor sin profanarla y llevarla así hasta el matrimonio. Linda siempre fue una chica común, respetuosa y muy recatada. Ya de casados es como que se soltó y tengo que admitir que para coger es riquísima. Conmigo ahora hace de todo. Actualmente a veces está tan loca cuando cogemos que me pide más y más y hasta se quiere tragar todo el semen cuando le acabo en la boca. Está riquísima y es una mujer muy delicada. Cuando se pone a caballo encima mío le chupo el bizcochito hasta que acaba en mi cara. No se lo he vuelto a sugerir directamente en la actualidad pero sí le he insinuado sobre cómo se sentiría cogiendo con otro hombre. Todas las veces he notado que rechaza la idea. Dice que ella es solamente para mí. Que no le interesa hacerlo con otro. Que le da asco. Aunque no insisto, me da vueltas en la cabeza lo lindo que sería verla penetrada por otro. Me ratoneo pensando cómo sería ver cuando otro tipo la hace acabar a los gritos o le mete una gruesa verga por la cola haciéndola bramar de placer. Son solamente ideas. No quiere saber nada.
Cuando estábamos de novios ella tenía 18 años y yo no me la había cogido nunca. Estaba virgen. Yo la deseaba con locura y le tenía unas ganas locas. Una noche que dormí en la misma habitación que ella y otras primas, en una casa de campo de sus parientes, enamoradísimo y muy excitado me metí en su cama y la besé entera. No medí las consecuencias y ni siquiera me importó que ahí dormían las otras chicas. Me calenté de tal forma que cuando puse mi verga entre sus piernas y ya le había quitado la bombacha, no me aguanté y acabé como loco. La bañé toda con mis fluidos y a ella le gustó. Otra vez, en verano, cuando se quedó sola en su casa, en la siesta, la desnudé completamente y empecé con una sesión de masajes. Primero logré que se relajara completamente y todo estaba bien, pero inevitablemente me tentaban su piel y su belleza. Así es que luego entré a masajear sus partes íntimas con una doble intención. Finalmente nos dimos sin asco en la cama con caricias, besos y chupones. Ella estaba ya muy caliente y había perdido el control. Se puso en cuatro como el perrito y abriéndose provocativamente las nalgas me rogaba que se la meta, aunque fuera por la cola. Me dejé llevar porque el espectáculo era irresistible y lo intenté; pero solamente llegué a poner mi miembro sobre la flor de su rico culito. Ni siquiera pude empujar fuerte porque le hice doler, así es que acabé a chorros en la puerta de su cola y en su espalda. Le manché su pelo negro con mi semen y como un depravado hasta se lo pasé por la cara.
Una noche, estando ya casados y mientras me la cogía con un hermoso polvo, disimuladamente le hablaba de las ventajas y del placer que le proporcionarían hacerlo con otro tipo. En ese estado de calentura, me confesó que una vez, cuando aún éramos novios y debió viajar a esa provincia del norte donde la esposa de su hermano acababa de dar a luz; cogió con un chico de 20 años, vecino del lugar y muy atractivo llamado Rodolfo. Fue su primera vez y me confió que las cosas que él le hizo, la enloquecieron de placer.
Resulta que en una de esas noches estando allá, decidió quedarse a dormir en lo de una señora vecina y amiga donde la querían mucho. La mujer vivía solamente con su hijo y la casa quedaba bastante cerca de donde ella estaba parando. Linda recordó que su hermano había discutido con la esposa y como la situación se tornó desagradable, aprovechó entonces la amistad con esa mujer viuda que era muy amiga y decidió pasar la noche ahí. Era verano y después de charlar un rato y tomar algo fresco la dueña de casa le asignó una habitación para ella. Decidió darse una ducha y luego se acostó cansada, por lo que enseguida se durmió. Se había puesto un camisón corto tipo baby-doll de color amarillo que yo conocía bien porque se lo vi varias veces. La verdad es que enloquecía con eso porque le quedaba muy sexy.
Yo sabía que el tal Rodolfo, hijo de la señora en cuestión estaba loco por ella porque ya me lo había contado en otras veces que viajó. En varias oportunidades en que le tocó ir a esa provincia, el joven intentó intimar con ella. Linda había advertido que despertaba en el chico una fuerte atracción y un interés inusual, lo que generaba en él una calentura manifiesta cuando se encontraban o se saludaban. Esa noche el muchacho había vuelto tarde a casa y se dio cuenta que Linda estaba ahí, por lo que aprovechó esas horas de descanso y quietud y decidido fue hasta el cuarto donde mi bombón dormía. Con cuidado se arrodilló ante el lecho y en silencio empezó a besar la boca de mi chica babeándola por la calentura que tenía. No pasó mucho tiempo y ella despertó entre molesta y confundida sin saber qué hacer. No acertaba a darse cuenta qué pasaba. Al principio, según me contó, al descubrir al intruso pegado a su cama pensó en echarlo de inmediato cuando advirtió la verdadera situación. Sin lograr despertar del todo le reclamó al muchacho por lo que estaba haciendo. Linda sentía su rostro húmedo por los apasionados ósculos del furtivo visitante nocturno y en sus labios tenía la sensación y el ardor de lo que parecían ser pequeños y delicados mordiscos que el tipo en su desesperación le estaba dando. En un susurro para no generar alarma, pero asustada y alterada le recriminó esa actitud depravada y abusiva.
“Qué hacés, Rodolfo. Qué te pasa! Estás loco? Cómo me hacés esto? Andate por favor, vos sabés que estoy de novia y me estás faltando el respeto en tu propia casa. Dejáme, te lo pido!!...Mirá si se despierta tu mami, qué va pensar de mí!!!”
El muchacho disfrutaba porque aún tenía en su boca el sabor y el olor de la piel de mi novia, y sus ojos estaban brillantes por el deseo y la lujuria que lo envolvían.
A esta altura de los acontecimientos, Linda sentía confusión y algo extraño le estaba ocurriendo. Lo que pasa es que los besos en la boca y las caricias ya de algún modo la habían alterado y la situación no le desagradaba. Preocupada le tomaba las manos a Rodolfo para evitar que siguiera con las caricias en su cuerpo pero tuvo que admitir que la sangre parecía circularle más aprisa y sentía cierta excitación. Tenía todavía en su rostro la saliva y el perfume de él, y eso no le desagradó, ya que siempre el chico le resultó muy atractivo. Se sintió turbada y en la penumbra las manos rudas y esos músculos le generaron un estremecimiento. Me dijo que se acordaba de mí y no quería fallarme, pero que como nunca había estado así con otro, en una situación como esa y estaba ya muy caliente; le pareció agradable lo que le estaban haciendo. De todos modos pensó, podría ser un juego que no pasaría de unos besos y algunas cálidas caricias. Linda se dijo que si no se dejaba dominar por la voluptuosidad, seguramente todo terminaría ahí como un hecho anecdótico, interesante para contarle después a sus amigas.
El chico se mostraba empecinado y la besaba con ardor en la boca mientras le decía que estaba enamorado de ella.
Mientras él le hablaba en un susurro, Linda sentía el aliento caliente con olor a tabaco en su oído, a la vez que esas manos iban y venían a lo largo de sus piernas. Desde los tobillos subían hasta las rodillas y luego giraban acariciando sus glúteos. Desde ahí pasaban rápido a apretar fuerte sus firmes nalgas y ahí no más como si fueran reptiles, se metían por entre el elástico de sus prendas acariciando su piel tibia y excitante. Estaba lanzado y parecía que no iba a detenerse. En cada movimiento mi chica detectaba la energía y la fuerza del aprovechador y se daba cuenta que ya estaba muy excitado.
La situación se tornaba a cada paso más y más cautivante. Era peligroso porque si la mamá del joven despertaba, ella se moriría de vergüenza. Lo que le estaban haciendo no era nada inofensivo y a esa altura cualquier mujer ya estaría gritando por ayuda al sentirse abusada.
Linda estaba excitada. Qué sensación increíble le producían esas manos ajenas en sus partes íntimas!!! Decidida se dijo que valía la pena avanzar. Siempre habría tiempo para parar y además, no quería dejar de disfrutar ese momento que le producía algo nuevo, diferente. Rodolfo era muy lindo y le atraía. Linda se retorcía como una víbora y se acurrucaba porque el calor aumentaba en su piel a tal punto que sus genitales ya estaban mojados.
La piel del muchacho ardía y le contagiaba una especie de temblor o vibración que le resultaba desconocida. En sus pensamientos imaginaba que a mí no me gustaría lo que pasaba ahí. De todos modos esto que le hacían era como alcanzar la felicidad en un instante. Qué calentura que tenía!! Sentía vergüenza y a la vez placer. Las manos del joven le acariciaban suavemente la planta de los pies y luego subían por los tobillos. Cuando las caricias se localizaban en sus nalgas quería ya sentir que se las estrujaban y experimentaba la necesidad de que le hicieran daño. Estaba asombrada y escandalizada porque al fin y al cabo, un degenerado la estaba manoseando y baboseando en una casa ajena, y a ella le gustaba.
Rodolfo comenzó a levantarle las piernas y sintió que le sacaba la bombacha, mientras le chupaba los pies. Ya le había enroscado el camisón liberando su bella figura. La besaba en el cuello y luego en el vientre y cuando le abrió al todo las piernas le puso la lengua en su bizcochito que ya estaba empapado. Me dijo que en ese instante casi le salió un grito de placer y de locura. Le costaba contenerse y era menester guardar silencio pues la mujer dueña de casa estaba durmiendo. La lengua áspera del joven escarbaba y revolvía suavemente entre los labios de su zorra y ella escuchaba que él murmuraba "qué rico, qué sabor especial tenés, mi vida. Te la voy a comer toda" Mi chica estaba toda mojada y ya muy caliente, disfrutando de algo que así, era toda una novedad para ella. Yo nunca había llegado a tanto.
Linda ya no tomaba las sábanas con sus dedos tratando de cubrirse. En cambio se vio acariciando la espalda y el cuello del muchacho como agradeciendo lo que le hacía. Con los dedos él le abría los labios de la vagina y metía la lengua despacito lamiéndole el clítoris a la vez como si fuera un rico helado. Claro; como me contó, jamás la habían hecho llegar hasta ahí. Era un momento de locura total. Mirando hacia el cielorraso de la pequeña habitación, sus ojos buscaban en la penumbra quizás tratando de encontrarme, como si yo estuviera observando de qué forma la manoseaban y calentaban en esa cama. Tuvo un pensamiento fugaz y durante un instante estuvo arrepentida porque supo que me estaba engañando. De cualquier modo, pensaba en mí pero a la vez se repetía que eso que le estaban haciendo era lo más rico y placentero que había experimentado nunca. Ni en sus más calientes fantasías soñó que alguien podría chuparle así la pepa y volverla loca de esa manera. Linda tomaba al chico por el pelo y le apretaba la cabeza contra su concha, como desesperada queriendo meterlo por ahí. Ni siquiera sabía lo que era un Cunnilingus, pero ahí aprendió lo exquisito que era que le chuparan la cola y luego la zorra de un solo lenguetazo. Casi gritaba de gusto. Rodolfo le metía la lengua en el agujero del culo y se lo abría como una flor. De ahí pasaba hacia arriba y le metía la nariz en la raja, para de inmediato chuparle con ardor los labios interiores de la concha. Se detenía y atrapaba con la boca el clítoris de Linda y le daba pequeños y suaves mordiscos. Eso la volvió loca a tal punto que le tiraba el pelo al tipo mientras imploraba “Basta, Rodolfo!! Basta por favor, no aguanto más!! Qué me estás haciendo, mi amor!! Me vas a matar, me vas a volver loca!!! Ayy, papito…qué rico, por favor…estoy al límite!! no puedo más, te lo juro!!! Comémela, cométela toda, es tuya…si, si!!!”…Linda se escuchaba a sí misma y no podía creerlo. Estaba actuando como una degenerada.
Alguna vez una de sus amigas le había contado cuando le hicieron sexo oral y le resaltó que era muy bueno, pero Linda no lo imaginaba así. Estaba loca. Rodolfo la hacía delirar chupándole la zorra y en verdad nunca había sentido semejante placer y lujuria. En su cabeza se mezclaban la vergüenza y el deseo.
Vergüenza porque ese muchacho la conocía desde hacía tiempo y ella siempre se mostró educada, muy seria y con una conducta intachable. Ahora él la tenía en esa cama con las piernas abiertas de par en par y haciéndola gritar de placer mientras le devoraba su delicada e inmaculada chichi.
Placer porque esto era irresistible. De verdad. Nunca le habían mamado el sexo así, tan voluptuosamente y con esa maestría incomparable. Rodolfo era muy atractivo, y no podía negarlo: Le encantaba que ese pendejo le comiera la concha hasta matarla. La hacia gritar por lo bajo a tal punto que tenía que meterse la sábana entre los dientes para contenerse. Linda tenía unos deseos locos de soltarle su meada en la boca para enloquecerlo del todo. Ella misma se desconocía. Estaba portándose como una perra caliente, pero no podía evitarlo.
Su amante ocasional era demasiado rápido. Le chupaba las tetitas duras y con la otra mano le acariciaba delicadamente la almeja. Las cosas se le escapaban de control. En un momento ya avanzando, este demonio se le puso encima y pudo sentirlo cómo jadeaba de la calentura. Le decía "mi amor, mi amor que rica que sos. Te amo… quiero hacerte mía, bombón". Entre susurros mi novia le decía “No Rodolfo, por favor. Soy virgen. No me hagas daño. No sigas por favor, te lo pido…”. El chico no respondió y se acomodó sobre ella mientras la besaba en la boca.
Linda estiró y juntó un momento sus piernas tratando de evitar lo que se venía mientras sentía remojada la vulva. Se dio cuenta que en los labios del muchacho aún estaba el olor de su concha y los jugos que ella misma por el placer, despedía abundantemente. El chico utilizó entonces las rodillas para separar las piernas de mi novia y cuidando de no aplastarla con su cuerpo, ya casi con calculada precisión dejó que cayera el miembro justo sobre la zona peluda que estaba hinchada y remojada. Ya era inevitable. Se la iba a coger. Linda ya no podía ni quería hacer nada para pararlo. Con mucha pasión me contaba que ella percibió el nervioso movimiento entre sus piernas de una verga dura, grande y caliente. Era a su entender, como un pedazo de material rígido y suave, muy caliente, tanto que le quemaba la entrepierna. Le pareció que era como un robot cabezudo que inteligentemente buscaba su dulce tajo para meterse. En ese instante mi chica calculó que la verga que le estaban por encajar era más grande y gruesa que lo que ella conocía. A mí me la había tocado y agarrado con ansias varias veces y en ese sentido era la única experiencia. Muchas veces como dije, yo le pasé mi verga por sus piernas y sus nalgas, incluso en la puerta de su hermoso culo. Hasta ahí había llegado. Jamás ella había sentido otra pija. Aquí no se animó a tocar por pudor, claro; pero apreciaba las dimensiones de esa cachiporra al contacto con su piel. Primero sintió que se la pasaba como un pincel sobre la concha y ahí no más advirtió que él se puso un poco de saliva en la cabeza de la poronga. Se imaginaba lo que venía y sintió un cosquilleo en el estómago. Pudo percibir la enorme cabezota cuando se la apoyó en su pequeña raja y quiso meterla. El dolor fue muy fuerte y ella instintivamente lo quiso rechazar empujándolo con las manos por el pecho. Le hizo doler y además, pensó, no podía permitirle profanar lo que ella guardaba para mí como un tesoro. Sin embargo mi novia estaba muy caliente. No se aguantaba más. Tenía la chocha toda mojada y se dio cuenta que lo mejor era dejar que Rodolfo siguiera. Ya estaba… y además, se dijo “Qué rico que está este pendejo!!!, me lo tengo que comer!!!”
Todo sumaba y conspiraba. Se encontraba muy lejos de mí. El calor de esa noche, el sabor que tiene una aventura, la inexperiencia a ese nivel, los besos cálidos, el grado de excitación, ese físico impresionante y en fin, todo el escenario era propicio para lo que le estaban haciendo. Emocionada como si lo viviera de nuevo, me contó que el chico dio como un envión y ahí pudo ella sentir cómo le entraba ese trozo duro y gordo en la inmaculada casucha. Era su primera vez. Sus ojos se llenaron de lágrimas por la emoción pero también por el dolor. Una gruesa pija le estaba entrando y su pequeña cueva parecía que iba a partirse en dos. Linda tomó al hombre fuertemente por los brazos casi a la altura de los hombros y le clavó las uñas mientras intentaba apagar el grito de dolor y de gusto. Contraía y estiraba los dedos de sus pies mientras dejaba escapar una especie de llanto contenido. Con mucha energía estrechaba su cabeza contra el cuello del muchacho mordisqueándole la piel, pudiendo percibir el perfume masculino mezclado con el sudor de ese macho que estaba con la adrenalina a mil. Estaba extasiada mientras la pija le entraba y le salía lentamente. La concha le ardía y le quemaba. Sentía como sirenas de alarma en sus oídos. Mi novia desesperada, flexionaba ahora con mucha fuerza las piernas que habían estado muy abiertas y lo atrapaba al muchacho casi por las nalgas apretándolo contra sí con sus talones, y mientras se fundían sus bocas en un beso, la lengua del chico le llegaba a la garganta. Cómo sería el placer que mi niña sentía que un hilo pegajoso de saliva le corría por la comisura de los labios. Ella me dio todos los detalles. Qué rico polvo le estaban echando. Nunca se imaginó que sería así!!! Entre el placer y el dolor descubría esa noche cómo se coge, porque jamás lo había hecho. Sentía como que sus entrañas se abrían dando paso a ese pedazo de carne hirviente que la enloquecía. Rodolfo sabía coger. Se la estaba culeando con delicadeza y con mucho cuidado. No la maltrataba pero le demostraba que podía darle más y más. Le masajeaba las tetas y con los dedos hacía como si sus pezones fueran perillas. Después sacaba un poco la pija, no al todo, y; mientras paraba un instante, le chupaba las tetas despacito. Siempre, permanentemente le susurraba al oído "mi amor, mi amor, que rica que estás, te amo. Ahora sos mía, por fin...Decime que me estás sintiendo dentro tuyo, dale decímelo, ricura…Decime que te gusta lo que te hago". Cuando él paraba de bombear, Linda sentía que la cabeza hinchada de la enorme poronga le latía adentro y eso la volvía más loca. Ahí ella empezó a pedirle en un grito ahogado que se la siguiera metiendo, que le gustaba mucho. Suplicaba como una puta: “Rodolfo por favor!!! Metémela toda, dale!!! Metémela hasta la empuñadura, por favor, haceme daño, asi, asi!!!” Le pedía que no parara, que estaba rico y le gustaba. Le imploraba que por favor le partiera la concha sin piedad. Me confesó que fue algo sublime, pese al dolor. Enseguida el muchacho empezó a bombear lento pero firme, rítmicamente yendo y viniendo. Ahí la locura se apoderó de ella. Quería gritar fuerte pero no podía. Gemía como loca y parecía que la cabeza le estallaba. Su corazón latía tan fuerte que casi podía escucharlo. Un temblor en todo el cuerpo se apropiaba de su persona y mientras él la besaba le decía "que rica concha que tenés mi vida, al fin es mía, sabés cómo he soñado con ella todo este tiempo?. Te la voy a comer toda, ricura. No te vas a olvidar más de este polvo, mi amor. Nadie te va a volver a culear como yo esta noche, bomboncito. Yo sabía que estabas muy rica y deliciosa. Siempre lo supe. Ahora sos mía". Mi novia se volvió loca. Empezó a imaginar que se sentaba sobre esa poronga gruesa y dura y que le desgarraban la casucha. El le chupaba las tetas y bombeaba como una máquina. El placer la dejaba casi anulada y lo único que le pedía es que le diera más. Sin saber cómo, Linda empezó un movimiento de vaivén con sus caderas y de esa forma dentro de su concha la pija del muchacho parecía que estaba revolviéndole todo. Para ella, en su inexperiencia, esa era la pija soñada. La de Rodolfo.
Nadie le había enseñado, pero mi novia estaba moviéndose acompasadamente como una víbora, de una forma tan sensual, que podía seguir perfectamente el ritmo lento pero firme del macho que tenía encima. El sólo hecho de sentir que se la estaban clavando así, le producía un placer infinito, desconocido hasta ahora. Gemía y sufría. Gozaba y disfrutaba del momento con un instinto animal. Pensaba qué sería de mí si supiera lo que le estaban haciendo. Ahora entendía por qué sus amigas siempre le decían que dejara de ser virgen. Que se echara un polvo conmigo o con otro, pero que descubriera lo rico del asunto. Y la verdad, era algo delicioso. Se daba cuenta que estaba remojada y que sus jugos mezclados con los de él, ya humedecían hasta las sábanas. Percibía que suavemente unas gotas descendían desde su concha hasta el culo. Ella estaba de espaldas y tenía las piernas enroscadas en la cintura del tipo. Por momentos tuvo la intención de sentarse sobre el chico y enterrarse la voluminosa verga hasta el fondo. La voluptuosidad la estaba ganando. No quería parecer una desesperada, pero; que hermosa pija tenía ese pendejo. En algunos instantes, el jovencito le tomaba los pies y se los ponía en su pecho, quedando su concha más cerrada aún y sentía entonces que aumentaba la fricción de los labios vaginales contra el instrumento. Esa pose la deslumbró, porque la pija le llegaba muy profundamente, como si quisiera salirle por la garganta, tanto que le hacía doler como si topara en algo. Mi novia mordisqueaba el cuello y los hombros del muchacho con desesperación porque no podía gemir más fuerte. Alguien podría escuchar. Por nada del mundo quería que ese momento se terminara. Qué divino era coger!!!. Qué espectacular y fascinante era porque se la estaban culeando con todo en una provincia tan lejana y en una noche que parecía soñada. Estaba gozando como loca. Eso le gustaba tanto que no deseaba parar. El chico se puso saliva y le metió el dedo en la cola. - Ufff!!. Papito, qué rico!!! -dijo en un susurro en el oído de Rodolfo abriendo desmesuradamente sus ojos a la vez que la boca se llenaba de saliva. El dedo dentro de su cola la deslumbró. Eso era algo especial. Qué locura!!! Nunca se imaginó tener esa sensación. Las fantasías la mareaban. Imaginaba entonces cómo sería una pija en vez de ese dedo. La temperatura le aumentaba peligrosamente. Sin querer apretaba la cola y así ejercía un movimiento como chupando, succionando con su rico culo ese dedo generoso que entraba y salía con un ritmo exquisito. No le importó que la mano del joven terminara quizás manchada con su mierda y que luego él lo contara entre sus amigos. Rodolfo le encajaba el dedo mayor en el culo masturbándola así mientras se la seguía cogiendo y le decía que esa cola era lo más rico que había tocado. Mi chica estaba tan caliente que no podía más. Estaba loca. Quería más y más, y se imaginó que ser penetrada por la cola sería maravilloso. "Ayy rompeme la cola mi amor… Chupámela por favor. Qué divino es esto! Hacéme con el dedo un poco más. Chupáme el culo, papito por favor que estoy muy caliente... Quién te enseñó esto, divino. Huyyy que rico... Qué rica pija que tenés mi amor!! La quiero mía, mía!!!...Quiero toda tu pija, papito, te lo ruego, quiero más pija, mi amor, dale, dale, no pares te lo pido…hacéme fuerte, pendejo…partime, por favor!!!"-susurraba ella en el oído del chico. La sesión no paraba. En la penumbra de la habitación el joven metía y sacaba la pija con una destreza increíble. Mi novia ya sabía y estaba disfrutando de lo que era una verdadera culeada. Sólo lo había leído o escuchado en algún lado. Se preguntaba por qué yo nunca me la había cogido, si era algo tan rico. La poronga entraba y salía y le parecía que su vagina iba a estallar. Los jugos le llegaban al agujero del culo y así, el dedo seguía jugando, remojado iba y venía con un pequeño sonido de mete y saca que podía oírse apenas en la quietud de esa calurosa noche norteña. Mi chica tenía la concha toda hinchada y le dolía pero el placer era enorme. En un momento Rodolfo le sacó la pija de la concha y elevándola con fuerza por las nalgas, empezó a chuparle el orificio del culo. A Linda le salían pequeños y entrecortados grititos de desesperación. La lengua del atlético muchacho entraba en su cola y parecía querer comerle su interior. La vergüenza se le mezclaba con el placer. Estaba como loca. Pensó que tendría que acabar para calmarse pero no había experimentado cómo hacerlo. El chico le chupó el culo apasionadamente y de repente volvió a meterle la pija hasta el fondo en la concha. Rodolfo entraba y salía con más velocidad. El dedo había ingresado de nuevo en su culo y casi le arrancaba algunas flatulencias. Linda emitía un gemido interminable ahogándose contra los músculos del chico, mientras su estado de desesperación aumentaba. Transpiraba mucho y creía que podría morir del placer enorme que experimentaba. Sintió de repente cómo un líquido caliente le entraba en la vagina y también percibió que le corría por los glúteos. Por primera vez sentía cómo la leche de un tipo le llenaba la concha. No sabe si él la hizo acabar, ella cree que sí; porque recuerda que como se la cogía, y a la vez le levantaba las piernas chupándole con mucha delicadeza los dedos de los pies, el placer fue infinito. Debe haber sido su primer orgasmo de verdad. Cuando el muchacho acabó, estaba exausto. Rodolfo sudaba y se relamía como un león después de devorar su presa. Sintió ella cuando le retiró el dedo de la cola y ahí le dio un poco de verguenza. El orifico le ardió ahí en ese instante y pudo sentir que un soplo algo ruidoso le salió del culo. Tuvo vergüenza. Estaba sudada y su entrepierna toda mojada. Ahora ella lo empujó con los pies y lo hechó. El salió rápido de la habitación y se fue. Linda caminó hacia el baño metiéndose la mano en la vulva como buscando o explorando. En cuanto se sentó en el inodoro, percibió que su culo estaba dilatado. La sensación era extraña y hasta tenía ganas de hacer caca. Expulsó varios gases uno tras otro. Agachándose pudo ver que de su chocho dolorido cayó sangre. Dice que de nuevo se acordó de mí. Se puso a llorar. Ya no era virgen, se dijo; y otro, no yo; se la había cogido. Actualmente mi esposa está muy rica. Han pasado los años y ya no quiere contarme de aquello. Dice que casi no se acuerda o no se quiere acordar. Yo de verdad quisiera verla cuando otro se la coge. Es muy bonita y se pone más linda aún cuando está culeando. Se le dilatan las pupilas y sus ojos negros se ponen brillantes. Tiene una concha riquísima y cada vez que puedo se la chupo hasta el cansancio.
No sé si a alguien le pasó algo similar. Este recuerdo me acompaña siempre y me excita cada vez que lo traigo a mi memoria. Coméntenme por favor. Esto me pasó de verdad. Quisiera saber si con ayuda profesional, puedo llegar a convencerla de que necesito que coja con otro. Es una satisfacción que me quiero dar y pienso que lo sería también para ella. Agradecería si alguien que conozca del tema me brinda información o sugerencias serias que de verdad me ayuden para hacerle entender que puede ser una experiencia hermosa para los dos.

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Relato erótico enviado por Anonymous el 29 de August de 2008 a las 13:06:42 - Relato porno leído 206459 veces

por el perreo comence

Categoria: Confesiones
Mi nombre es Alicia, y hasta no hace mucho mi familia, y yo desde luego vivíamos en un retirado pueblo, en el que apenas y nos enterábamos de las noticias, ya que ni tan siquiera llegaba la señal de la Tele. Por lo que cuando nos mudamos a la ciudad, lo que más me impresionó fue el baile del perreo
Relato erótico enviado por Narrador el 04 de June de 2012 a las 23:00:35 - Relato porno leído 146050 veces
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