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Algo más que un asalto…

Relato enviado por : narrador el 12/05/2014. Lecturas: 8011

etiquetas relato Algo más que un asalto…   Confesiones .
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Resumen

Cuando ligeramente abrí la puerta de casa, con la cadena puesta, para ver que deseaba la persona que tocaba la puerta. Recibí un fuerte empujón, de más está decir que la cadena no sirvió de nada. Ya que del golpe,  yo caí sentada de culo en el piso, y apenas comencé a reaccionar, me han dado una fuerte cachetada, y un par de tipos armados con escopetas me apuntaba a la cara diciéndome. Si gritas te mueres.




Relato

Uno de ellos me levantó del piso de mala gana, yo pensé protestar, pero el siguiente empujón que uno de ellos me dio, me convenció de que me quedase callada. De inmediato me di cuenta de que un tercer tipo entró a la casa, y cerró la puerta tras él. Yo estaba más que asustada, recién y había salido del baño de darme una ducha cuando sentí que tocaban la puerta. Tomé mi bata me la puse, y me dirigí a la puerta, para ver quién era. 

Los tres tipos llevaban puestos, unos pasa montañas, por lo que no pude ver sus caras. En lo único que me fijé de inmediato fue en esas escopetas apuntándome a la cara. A empujones me llevaron hasta la sala y me obligaron a sentarme en una de las butacas que tenemos en el recibo. No bien tomé asiento, cuando me supongo el tipo que era el jefe, me preguntó por mi esposo. Sumamente asustada, les dije la verdad que él, había salido de viaje de negocios, y que no regresaría hasta el fin de semana.

Después de eso los otros dos revisaron toda la casa, y no dejaron de registrar todos los cajones que encontraban a su paso. Yo procuré mantenerme callada, y bien quieta, en silencio, mirando fijamente el piso. Después de un buen rato sus dos compañeros comenzaron a traer, a la sala dentro de las fundas de nuestras almohadas, un sinfín de objetos y artículos que fueron recogiendo por toda la casa. Incluso hasta las computadoras y los televisores. El jefe me preguntó dónde estaba el dinero, y sin levantar la vista del piso, le señalé una pequeña consola, indicándole que en la gaveta era que yo guardaba el dinero, que mi esposo me había dejado para pagar unas cuantas cuentas.

La verdad es que yo estaba más que asustada, pero permanecí callada, y sin levantar la vista del piso. Hasta que uno de los tipos le dijo al jefe que ya habían terminado. Fue cuando el jefe se dirigió a mi diciéndome, levántate, y muéstreme donde se encuentra la caja fuerte, que seguramente ninguno de estos dos llegó a encontrarla. Yo pensé en decirle que no teníamos caja fuerte, pero el mismo miedo me hizo responderle de inmediato. Está en nuestro cuarto, detrás de la ropa de mi esposo. No hizo falta que me empujaran nuevamente, ya que de inmediato, comencé a caminar en dirección a nuestra habitación seguida bien cerca por los tres.           

Les señalé el lugar de la pequeña caja fuerte, de lo asustada que yo estaba, comencé a darles la combinación antes de que me la pidieran. El jefe de ellos de inmediato abrió la caja sin dificultad, sacó todo lo que había dentro de la caja. Joyas, documentos, y más dinero y luego de también guardarlo dentro de las fundas de las almohadas, las que usaban como bolsas.

Dando la vuelta se dirigió a mí diciéndome. Esto es más que un asalto. Yo no comprendí de inmediato, pero al ver su arma apuntando a mi cabeza, y decirme. Quítate de la bata. Me imagine lo peor, y la verdad es que me quedé corta y por mucho. Yo estaba a punto de protestar, pero al sentir otra de las armas presionando contra mi cabeza, no me quedó más remedio que obedecer sumisamente. Por lo que comencé a dejar que mi bata de baño cayera al piso de la habitación, quedando completamente desnuda frente a esos tres hombres.

El tipo que aparentemente era el jefe, me dijo. Si eres obediente, buena chica, y no nos causas problemas, no la vas a pasar mal. Pero si lo que tú quieres, es que te golpeen, y a la mala te hagamos obedecer, dilo de una vez para no perder tiempo. Además esto es un reconocimiento, que le estoy haciendo a tú esposo, por la porquería de servicios que me prestó. Fue cuando caí en cuenta que como él bien dijo, eso era algo más que un asalto, era una venganza. Mi marido es corredor de la bolsa de valores, y en ocasiones hay personas que pueden perder su capital, y responsabilizan a mi esposo, o mejor dicho a los corredores, como mí esposo, de sus pérdidas.

Inútilmente, yo procuraba cubrir mi desnudo cuerpo, con mis brazos, al tiempo que le fui escuchando, con mi vista fija en el piso. De inmediato fui empujada sobre la cama que recién, y había tendido antes de entrar a bañarme, sobre la que caí con mis piernas abiertas, y sin querer, ni ser mi intención mostrándoles a los tres atracadores,  completamente todo mi coño bien abierto. Fue cuando escuché al jefe decir, bien muchachos ya saben con calma, que la señora por lo visto va a colaborar con nosotros. Yo que estaba que me moría, de la vergüenza, del miedo, de la rabia, y de la indignación, de no poder hacer nada en lo absoluto para defenderme, resignada a mi suerte, imaginándome lo que ellos tres me harían, lentamente fui separando mis brazos de sobre mi cuerpo, extendiéndolos sobre la cama, y con la mirada fija en el techo, para no ver a ninguno de ellos. 

Yo esperaba que de un momento a otro, cualquiera de ellos me saltase encima, pero al ver que eso no sucedía, dirigí mis ojos a donde yo suponía que los tres se encontraban parados. Fue cuando vi que los tres, al mismo tiempo, con toda su calma se estaban quitando toda su ropa, excepto los pasa montañas. En ese instante pensé en salir corriendo, pero inevitablemente también pensé que cualquiera de los tres me podía dar alcance rápidamente, y que a golpes, me volverían a llevar a la cama.

Por lo que resignada, y aun en contra de mi voluntad, tuve que quedarme tirada sobre la cama. Esperando que uno de ellos, se colocase sobre mí, y me penetrase. Yo mientras tanto mentalmente me repetía a mí misma, los muchos consejos que les dicen a una de qué hacer, en caso de una violación inminente. Pensé hasta ponerme a gritar fuego, pero la verdad es que de un solo golpe me hubieran roto la boca, lo otro que pensé fue en permanecer tirada en la cama, como si fuera una estatua, y dejar que me hicieran lo que les diera la gana, sin expresar, ni decirles nada. Yo seguía viéndolos de reojo, y pensando que hacer, cuando los tres al mismo tiempo, dejando sus armas, se subieron a la cama.

La verdad es que no pensé que los tres al mismo tiempo, llegasen hacerme algo como eso, los tres rodeándome, comenzaron acariciar, y besar tiernamente todo mi cuerpo, y aunque yo procuré no colaborar con ellos, sus suaves caricias, y besos, rápidamente fueron minando mis defensas.

 Yo traté lo más que pude de contenerme, pero a medida que yo más procuraba concentrarme en no expresar ningún tipo de emoción. Los tres de de manera sistemática, pero de forma muy suave, cariñosa, y hábil, continuaron besándome, y acariciándome por todas partes. Diciéndome tiernas frases en mis oídos, sobre lo bella que yo era, lo suave de mi piel, y un sinfín de cosas más, las cuales yo no esperaba escuchar en un momento como ese.

Sus manos de manera tierna y suave, continuaron recorriendo todo mi cuerpo, yo por mi parte, en esos momentos mantenía una lucha interna con migo misma para no darles a demostrar, lo mucho que me estaban agradando sus caricias, y las hermosas cosas que decían sobre mí cuerpo.

Mantenía mis puños cerrados con mucha fuerza, y tantos como mis brazos, y piernas procuraba mantenerlos bien rígidos, con mi vista clavada en el techo de la habitación, pensando que si me hubieran atacado de forma violenta, me sería mucho más fácil el resistirme. En esos momentos, uno de ellos, se dedicó de manera bien lasciva a besar, lamer, y chupar mis tetas, y pezones. Sin que yo pudiera evitar que mi cuerpo reaccionase, ya que mis pezones se fueron inflamando y  poniéndose duros. Otro de los atracadores, o violadores, se centró en mi cuello, y mis axilas, provocando que por toda mi piel, los pelos se me pusieran de punta. Al suavemente acariciarme, y con su boca, y lengua lamer y mordisquear mi piel, haciendo que una especie de cálida corriente recorriera todo mi cuerpo.

Mientras que el tercero, se colocó frente a mí, y de manera suave pero firme hizo que separase mis piernas. Yo procuraba demostrarme, indiferente. Pero la realidad es que una, o por lo menos yo, no puede luchar contra mi propia naturaleza, ya que en esos momentos, trataba de contener mis gemidos, manteniendo mi boca fuertemente cerrada, cerrando mis ojos con fuerza, hasta que de momento comencé a sentir sobre mi vulva, como ese tipo que se había subido el pasa montañas hasta su nariz, comenzó a besar y lamer divinamente todo coño.

Esa fue la gota que colmó la copa, como dicen. Al sentir su lengua explorando mi coño, y sus labios besando y succionando mi clítoris, me derrumbé. Ya no pude contenerme más, y di rienda suelta a las emociones que inútilmente había tratado de ocultar momentos antes. Ese instante, para mí fue como dejar caer una pesada carga, que tuviera sobre mis espaldas. Ya no podía seguir conteniéndome más, y a medida que los tres continuaron ya fuera besándome, acariciándome, lamiéndome, o mamando mi coño, yo prácticamente les rogué que me hicieran suya.                

Justo en el instante, que un rico, y profundo orgasmo estallaba dentro de mí ser. No pensé en mi esposo, ni en que esos tres tipos habían entrado a la fuerza a mi casa amenazándome con volarme la cabeza. Lo que deseaba intensamente era sentirlos dentro de mí. Y así se los hice saber. Al tiempo que el que  mamaba mi coño continuó haciéndolo divinamente, haciéndome disfrutar de un sinfín de múltiples orgasmos como nunca antes los había sentido jamás ni nunca.

Lloraba pero de felicidad, como nunca antes lo había hecho. En esos momentos, el que mamaba mi coño de manera tan rica, y sabrosa, se fue incorporando, y vi su erecto miembro frente a mi coño, y aunque no quise hacerlo, de inmediato lo comparé con el de mi ausente esposo. Básicamente eran de las mismas proporciones, pero había algo en el miembro de aquel hombre, que me provocaba intensamente sentirlo dentro de mí. Así que a medida que se fue acercando a mi cuerpo, yo separé más mis piernas, mi húmedo, o mejor dicho mi mojado coño, estaba deseoso de tragarse aquella dura y parada verga.       

Así que a medida que me fue penetrando, como si yo fuera una muñequita de trapo, agarrándome por las caderas, hizo que su cuerpo quedase bajo el mío, yo por mi parte no dejaba de restregar todo mi coño contra su cuerpo, al tiempo que el tipo que me mamaba las tetas, y lamía intensamente mis axilas, y mordisqueaba todo mi cuello, acercó su también erecta y perfecta verga a mi boca, la que sin dudarlo por un solo instante, me dediqué no tan solo a besar, sino que también a mamar intensamente. Yo me encontraba de lo más inspirada, cuando de momento fui sorprendida por el tercer hombre que comenzó a besar y lamer mis nalgas y hasta el hueco de mi culo, introduciéndome de manera increíble su lengua, y sus dedos entre mis nalgas.

A los pocos minutos o segundos, los extrajo, y fueron sustituidos por su parada y dura verga, que de manera increíble me penetró divinamente por el culo. Yo no día creer lo que me estaba sucediendo, esos tres atracadores, habían logrado por medio de sus cariños, besos, caricias, y desde luego todas las bellas cosas que dijeron sobre mí cuerpo, y al principio, algo de amenaza, que yo les pidiera que me jodieran.  

Jamás había pensado en llegar a serle infiel a mi esposo, y mucho menos que esos tres hombres me hicieran sentir tan dichosa de estar acostada con ellos tres. Yo no podía creer que yo estuviera disfrutando de todo eso, y que ni tan siquiera pensaba en mi esposo. Lo único que deseaba intensamente que el tiempo se detuviera, para poder seguir disfrutando de las atenciones de los tres. Yo no había terminado de disfrutar de un orgasmo, cuando de inmediato sentía que nuevamente se producía otro dentro de mí.

Algo que me sorprendió de mi misma, fue el hecho de que cuando me encontraba mamando la verga a uno de ellos, al momento de él venirse abundantemente dentro de mi boca, yo en lugar de escupir su semen, me lo trague, y continué succionándolo, hasta que él muerto de la risa por las fuertes cosquillas que le estaba produciendo en la cabeza de su verga, le extraje hasta la última gota de su sabroso semen.

No tenía ni idea de la noción del tiempo, cuando uno de ellos tres se venía dentro de mí coño, o mí culo. Yo aunque un poco agotada, iba al baño, me aseaba y regresaba a la cama por más, aunque tuviera que ponerme a mamar nuevamente alguna de sus vergas. Yo realmente no sé ni cuando se marcharon, lo que sí sé,  es que me desperté, gracias a una fuerte sirena, acostada en una camilla dentro de una ambulancia. Le escuché decir a la paramédica, pobre chica por lo visto no tan solo la violaron, sino que por lo poco que pude observar, también fue sodomizada, y la dejaron atada a una silla en el comedor de su casa. Con una nota para su marido entre las tetas.         

Pasaron dos días, desde que fui ingresada al hospital, cuando mi esposo llegó al, sentí tanta, y tanta vergüenza por lo que yo hice, que al principio no quise ni verlo. Aunque después la terapista me dijo que eso era normal, que me sintiera culpable de lo sucedido, sin saber ella lo que realmente pasó. Y también me dijo que podía sentirme sucia, por lo que pasé, pero que nada de eso había sido mi responsabilidad, que yo en realidad fui una víctima de ese tipo. Fue cuando me di cuenta de que ignoraban que habían sido tres, los atracadores.

Mi esposo por su parte no encontraba la manera de pedirme perdón, reconociendo que él había sido el responsable de que todo eso nos hubiera sucedido. Al no haber asesorado adecuadamente, a clientes a los cuales nunca debió haber aceptado su dinero. Después de que la policía, los detectives, los de víctimas de violación, los de el programa de violencia contra la mujer, y los del seguro, terminaron de entrevistarme. Finalmente al mes cuando regresamos a casa. Fue cuando estando a solas con mi esposo yo reuní el valor de contarle, a mí esposo, lo que a ni a los policías, ni a los detectives, ni a la fiscal, les conté.

Y aunque me moría de vergüenza, al momento de comenzar hacerlo, le dije toda la verdad, sin omitir ni un solo detalle, de cómo me amenazaron con las escopetas, y como me obligaron a que les enseñase donde estaba la caja fuerte, y como a punta de escopetas me obligaron a quitarme la bata de baño, de cómo me había resistido, y como los tres contrario a lo que yo esperaba que me cayesen a golpes, me trataron de manera tan especial y a pesar de que yo procure honradamente en resistirme, finalmente accedí casi de manera voluntaria a que los tres tuvieran sexo conmigo, incluso que hasta me llegué a tragar de manera voluntaria la leche de más de uno de ellos.

Pero a medida que le fui contando todo lo sucedido, él me fue desvistiendo completamente, y a medida que fuimos teniendo sexo, esa tarde en la casa fue que me enteré que todo había sido parte de una gran estafa, a la compañía de seguro, que él había organizado, junto con dos de sus más allegados clientes…  

 


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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