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Ana, la ayudante en la casa.

Relato enviado por : learcu el 25/03/2012. Lecturas: 5804

etiquetas relato Ana, la ayudante en la casa.   Infidelidades .
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Resumen
No tenía ninguna escapatoria, de todas formas él quería cogerme y no iba a detenerse hasta hacerme suya. Según su señora era testarudo, caprichoso y siempre lograba lo que deseaba y ahora lo que quería era poseerme hacerme suya, que fuera su mujer, su hembra…


Relato
Estoy reemplazando a mi comadre Clara, mientras esta con maternal por seis meses, ya llevo dos meses reemplazándola cuando al llegar en la mañana a la casa que trabajo la señora me presenta a un hombre que esta con ella y me dice este es mi marido, pasa mas afuera en el extranjero que en casa, luego me lleva a la cocina y me susurra cuidado con el es muy caprichoso y testarudo, no sacas nada con discutir con él al último siempre logra lo que quiere y una a callar, saliendo a tomar su vehículo y parte para el trabajo.
Al ingresar a la sala de estar este tiene una caja en sus manos y me mira con una mirada penetrante profunda que me desnuda al mirarme, el es alto y musculoso, yo menudita no paso el metro cincuenta y delgada, pero tengo mis senos y caderas bien desarrolladas que hago mirarme a los hombres, me sigue mirando con esa mirada que me hace tiritar, no sé si de temor o de pasión por ese macho… Ver a este hombre me despertaba mis instintos de mujer, voy a cambiarme ropas a la pieza de atrás que es a su vez lavandería y donde plancho la ropa dejando mi ropa sobre una mesa de combinados usos no muy alta por que la uso para el planchado. Saco mi ropa me voy a colocar la bata de trabajo e ingresa él a la pieza…, estoy casi desnuda le digo…, no me hace caso y abriéndome la caja que tiene en mano me dice…, elije un anillo, son muy hermosos y brillantes, como será que al verlos me olvide que estaba semi desnuda, y con mi boca semi abierta comencé a admirarlos. Elegí uno el mas brillante, ese es un diamante me dice sabes elegir es caro y muy elegante, dejando su caja sobre la lavadora, ¿sabes? Me dice, eres menudita pero completa, me gustas… Eres un fresco le digo;… así será dice, será por que soy un hombre.
Eres un… y no encontré como llamarlo, solo vi a un hombre que había despertado en mi el instinto de mujer desesperada…como se acercaba a mí, me toma entre sus brazos me acomoda sobre la mesa, sus dedos y manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, cerré mis ojos, mis instintos eran mas fuerte que mi mente. Y me dejé llevar por el momento, por causas de mi privación de sexo, ya que mi marido trabaja en un edificio de portero nocturno cuando yo salgo en la mañana el viene llegando y cuando yo llegaba por las tarde el iba saliendo una o dos veces al mes tenía su noche libre y podíamos darnos el gusto de ser pareja y satisfacernos como esposos dándonos el gusto en poseernos, ahora necesitaba un macho, mi cuerpo reclamaba por uno, o por que simplemente estaba escrito en mi vida, conocí a este espécimen que me estaba enloqueciendo al tocarme; por un lado estaban mis sentimiento de madre de una nena de cuatro años y de mujer casada y por el otro mis sentimientos ardorosos de mujer, los cuales afloraban en esos momentos por causas de mi privación de sexo, comenzó a besarme, sus caricias y sus besos me excitaron de una forma que me hizo perder el control sin querer cooperaba con él, mis nervios y mis temores se fueron desvaneciendo y poco a poco logró vencer la breve resistencia que al principio opuse, me acosaba de una forma que no tuve escapatoria, por más que traté de evitarlo y luchar contra mis principios morales de mujer casada y madre. Además no tenía ninguna escapatoria, de todas formas él quería cogerme y no iba a detenerse hasta hacerme suya. Según su señora era testarudo, caprichoso y siempre lograba lo que deseaba y ahora lo que quería era poseerme hacerme suya, que fuera su mujer, su hembra, su amante, su puta.
Se descubre de su bata de levantarse. Algo sobresalía de su cuerpo orgullosamente duro, tieso mirando hacia el cielo, con una horrible cabezota cruzada por unas gruesas venas, era su verga. Dios eran sus huevos y que tamaño de verga. ¡Que verga! Era considerablemente gruesa y grande en comparación con el de mi marido, que lo tenía de unos quince centímetros. Me fue imposible no pensar el dolor que iba a sentir cuando quisiera penetrarme con su pene, nunca lograría metérmelo por completo en mi vulva pequeña que tenía. El miró a mis ojos, tenía miedo y él supo calmarme, a diferencia de otros, que presumen de tener una verga grande él nunca presumió del feroz tamaño, me besaba y con sus besos me excitaba.
Se acomodó entre mis piernas y comenzó o trató de hacerme suya, comencé a gemir por el esfuerzo que hacia por penetrarme por su descomunal verga me abrí de piernas para que él me poseyera, me fue penetrando lentamente, centímetro a centímetro fue abriendo las paredes de mi vagina hasta que logró ensartarme completamente.. Pero a medida que iba penetrándome algo dentro de mi quedaba semi destrozada en mi gruta sexual, en el fondo no quería reconocer que me gustaba la forma de cómo trataba de hacerme suya, teníamos una lucha interna, bastante fuerte, tratando él de metérmelo todo y yo de tratar de acomodarlo con gran esfuerzo dentro de mi vientre. Decirles que no gocé sería mentirles, tuve miedo al principio, pero poco a poco vencí mi miedo y me abrí de piernas al máximo para que él me poseyera, me fue penetrando lentamente, fue abriendo las paredes de mi vagina hasta que logró ensartarme completamente desgarrándome internamente por su tamaño.
Al sentir sus embestidas dentro de mi sexo me olvidé por completo que era una mujer casada y con una hija y me entregué a él sin recato alguno. Cada arremetida de él sentía su pene salirse por mi garganta Lo rodeaba con mis piernas por su cintura evitando que su verga se saliera de mi vagina, no quería que se saliera me había dolido mucho su penetración, había sido desvirgada por segunda vez, lo quería todo dentro de mi útero, no me importó comportarme como una puta. Y lo alentaba a que me clavara hasta el fondo sin sacarlo fuera de mi vagina. Mientras me cogía trataba de meter sus dedos en mi culo, era una sensación nueva en mi cuerpo, nunca antes un hombre trató de meterme algo por mi ano, abrí mi culo con fuerza para que sus dedos entraran. Estuvimos en la mesa cogiendo como animales salvajes en época de celo como una hora y por fin estalló, mi cuerpo había explotado con dos exquisitos orgasmos. Sentía que su verga me salía por la boca y al terminar dentro de mi vagina, bufando, gritando como poseído, descargando todo su semen en lo más hondo de mi vientre. Dios como me regó, me inundó mi pobre matriz hasta que esta no pudiendo retener mas dejando escurrir el semen que bajaba desde de mi matriz por mis posaderas hasta manchar las sabanas.
Era un macho con un pene mayor a veinte centímetros, acostumbrada a los quince de mi marido en verdad fui desvirginada por segunda vez y con que fuerza ingresaba hasta el fondo de mi útero, haciéndome gemir al dilatarlo y sacándome ayes de dolor y placer al mismo tiempo, mi pobre vagina estaba tan abierta por lo grueso de este pene que sentía sus venas que lo rodeaban me abrían hasta mas no poder, creía que me partiría mi vulva en dos. Tenía su monstruoso pene largo y grueso, con una cabezota del tamaño de un puño, alojada en mí que al ingresar en mi sexo lo había dilatado y raspado hasta llevarme al mas salvaje placer de mis orgasmos porque no fue uno sino dos orgasmos descomunales con el que premié sus esfuerzos por satisfacerme y llevarme a la gloria, y lo logro fue fenomenal, comencé a gritar, a mover mi pelvis, a rotar mis caderas de un lado para otro, desde ese momento supe que sería su puta amante, su mujer, su esclava, su señora sentirlo llegar a lo más hondo de mi vagina me enloqueció, era de él por siempre, era mi dueño, amo y señor.
Finalizada nuestra labor, termine agotada y le dije… que hicimos somos casados, él respondió nadie tiene por que saber que tu me perteneces y que eres mi mujer, siempre te traeré regalos y tu siempre serás mía, yo solo miraba mi anillo de diamante y pensaba por este anillo fui feliz y seguiré siendo feliz.
Nos levantamos y cada uno trato de ir a realizar sus deberes, yo apenas caminaba mi caminar imitaba a los patos porque me costaba cerrar mis piernas, después de haberme acogido aquel formidable pene.
Por la tarde antes que llegara su señora me fue a dejar a casa, claro que no se fue directo a casa primero se detuvo en un motel y donde nuevamente me tomo en sus brazos me desnudo y yo lo desnude albergando dentro de mi cuerpo nuevamente aquel monstruoso pene que hacia estragos en el interior de mi vientre sentía que este me saldría nuevamente por mi boca en cada arremetida en contra de mi vientre maltratándome mi útero, que placer… llegaron mis orgasmos y vibraba mi cuerpo meciéndome cual puta… moviendo mis caderas en una loca carrera, realizando figuras del número ocho mientras ese inmenso pene hacia estragos en mi vulva. Luego sentí como vaciaba su leche en mi, eran grandes cantidades de leche que recorrían mis canales sexuales en busca de mis ovarios para fecundar uno de mis óvulos, sin saberlo en esos momento me estaba fecundando y dentro de mi vientre comenzaba a latir una nueva vida, me había preñado. Sin enterarme en esos momentos, iba a ser madre nuevamente y mi marido padre sin siquiera haberme poseído. Cuanta leche, Dios, si parece un burro eyaculando sus espermios con su leche en mi recóndita matriz.
Luego a casa… cuando yo llegaba el cornudito de mi marido iba saliendo.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:17) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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