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Asistiendo a mi esposa enferma

Relato enviado por : Anonymous el 10/06/2013. Lecturas: 5387

etiquetas relato Asistiendo a mi esposa enferma   Confesiones .
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Resumen
Estábamos recién casados. Era un sábado de carnaval y mi esposa se enfermó de un resfriado. Me decidí a curarle y al hacerle baños de asiento. Estando en eso, nos excitamos de tal manera que terminamos en una culiada de locura. Le hice de todo. me degeneré con ella.


Relato
Asistiendo a mi esposa enferma
Estábamos recién casados. Era nuestro segundo día juntos en casa y mi esposa empezó con un resfriado que rápidamente la afectó hasta el punto de tener que estar en cama todo el tiempo. La verdad es que eso nos ponía tristes pues ya habíamos planeado salir. Era un sábado de carnaval y queríamos ir a bailar y a pasarlo bien los dos.
Tengo un amor inmenso por Linda y no soporto verla sufrir. La verdad es que entre algunos medicamentos y consejos de otras personas, trataba de mejorarla como podía. Noté que su piel tenía algo de temperatura y le pedí que se pusiera en la cama de costado y en posición fetal. Estando así, le levanté un poco la pierna para poder meter en su cola un pequeño termómetro de vidrio. El suspiro de ella cuando le entró el instrumento me puso al palo de inmediato.
Yo sostenía por el pié su pierna levantada y podía ver claramente la rosada flor de su colita que se afanaba por apretar el tubo de vidrio. No me pude contener y le froté mis dedos en su bizcochito que de inmediato se humedeció como pidiendo que le hiciera más.
Nunca la había penetrado por la cola y bromeando le dije que eso del termómetro era casi lo mismo, a lo que ella respondió entre risas “Sí. Solo que con un diámetro algo diferente, verdad? “
A los pocos minutos retiré el tubo y vi que tenía algo de fiebre. Tenía que hacer algo, más allá de mi calentura.
Recordé que en un libro de medicina oriental había leído sobre lo ventajoso que resultan los baños de asiento para ese tipo de afecciones. De inmediato armé todo en una habitación como para hacerle ese tratamiento. Desnudé a Linda y la senté sobre una antigua silla esterillada poniendo debajo un recipiente con agua hirviendo mezclada con malva y otras hierbas medicinales. Mientras el vapor la envolvía, la tapé toda con una manta que llegaba hasta el piso.
Mis preocupaciones por ayudarla hacían que me olvidara de todo. Siempre estuve y estoy profundamente enamorado de ella. Me impacta y me cautiva su belleza de mujer simple y dulce. Linda se dejaba hacer de todo. Mientras la controlaba en ese tratamiento de vapor, miraba sus pequeños y delicados pies que apenas alcanzaban el piso, a cada lado de la silla casi con la punta de los dedos, y un estremecimiento de excitación me recorría el cuerpo. No lo pude evitar y metiéndome bajo la manta comencé besarla en los pechos que de inmediato se pusieron con sus pezones duros. Con mis manos recorrí hacia abajo su figura llegando a sus muslos, por lo que procedí a separarle un poco las piernas y allí mismo donde estaba sentada; empecé a disfrutarla chupándole su rica almeja. Entre bromas le dije “voy a sacarte todos los males con mi boca”. Linda sonrió y elevó las piernas a la vez que las separaba aún más. Puso sus pies sobre la silla y con sus piernas abiertas ya al todo se sujetó contra sí las rodillas, ofreciéndome así los labios de la concha y el agujero de su culo como para que yo pudiera comerlos y disfrutarlos en un cunnilingus de ensueño.
Ya la lujuria me dominaba. Con mi lengua escarbaba primero en su pequeño agujero anal y después subía hasta la vagina, separando con mis dedos los labios. De esta forma podía chupar su clítoris que ya estaba a mil y además meter la lengua como si fuera una sonda en la tibia cueva de su almeja.
Linda suspiraba y gemía de placer sobre la silla en una posición que si bien no era la más cómoda, resultaba totalmente sensual y adecuada para disfrutar de una inolvidable sesión de sexo oral.
A los pocos minutos de práctica, mi esposa parecía querer explotar, y desesperada empezó a pedirme que la ayude para acabar. Con pequeños gritos entrecortados y gemidos de placer, me suplicaba por un orgasmo.
“Ayy qué rico, mi vida!!! Comeme la concha por favor!!! Qué calentura que tengo…Metéme los dedos, dale!!! Haceme una paja que quiero acabar, por favor, dale!!! Mi amor, Ayudame, estoy muy caliente…meteme tu dedo en la cola, asi, así, qué rico…ahora, dale, estoy acabando!!! Sí.. que divino!!! Ahhh, por favor, así, así…Uyyy que bueno, que rica pajota me hiciste, mi vida. Te amo!!!”
Linda se había contenido para no gritar muy fuerte pues la casa de al lado estaba muy pegada, y el matrimonio que allí vivía seguramente podría escuchar las exclamaciones de placer.
Ahora mi calentura había llegado al máximo y tenía que venirme con todo. Decidí rápidamente que lo mejor sería una lluvia dorada de mi reina. Asi es que en esa posición en que estaba, Linda dejó salir su potente chorro de orina que cayó generoso sobre mi boca, mi cara y en el pecho, mientras con mis manos en la poronga solté varios chorros de leche, logrando una acabada de novela.
Qué enorme placer sentir que ella me mea la boca. Me vuelvo loco. Como siempre, con mi lengua le sequé prolijamente su bizcochito y limpié el agujerito de su culo. Es que siempre me gana la excitación. Mientras recuperaba fuerzas la levanté en mis brazos y acostado de espaldas la invité a sentarse encima de mío.
Linda se acuclilló sobre mí como para sentarse y dejó que mi pija se le enterrara en la concha, mientras dejaba escapar un gemido de placer. En esa sugestiva pose abría muy grandes sus ojos color café y se tomaba el pelo como si tuviera una gran preocupación. Apoyando sus rodillas a cada lado me enloquecía haciendo un movimiento como batiendo sus caderas.
La cabeza de mi poronga ya estaba latiendo por la calentura y eso la ponía más frenética.
Ya la conozco. Se qué es lo que viene después. De inmediato comienza a subir y a bajar. Se sostiene de mi pecho, luego se tira hacia atrás y se apoya en mis muslos. De inmediato deja de estar arrodillada y se apoya con sus pies tomándose de los barrotes de la cama y hace como si cabalgara. Mi pija parece un émbolo que le entra y le sale. En esa posición y a los gritos, acaba como loca.
Mi tratamiento como enfermero dio resultados satisfactorios.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:15) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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