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Asuntos Familiares (Introducción y Beatriz 1)

Relato enviado por : jorgefg el 21/01/2018. Lecturas: 2694

etiquetas relato Asuntos Familiares (Introducción y Beatriz 1)   Dominacion .
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Resumen
La familia se vuelve a unir.


Relato
BEATRIZ 1

Mi nombre es Jorge Alvear Palacios. Tengo 17 años. Mido 1,80m, de complexión delgada. Juego en el equipo de Básquet del instituto. Vivo con mi madre en chalet a las afueras de Madrid. Esta era la situación familiar al comenzar este relato:

Mi padre, Juan Antonio Alvear Gutiérrez, falleció hace 2 años de un infarto a la edad de 48 años. Era arquitecto y empresario de la construcción y nos dejó una buena situación económica, la constructora y un estudio de arquitectura. Mis abuelos paternos murieron hace unos años. No tenía familia, más que un tío que se fue a Uruguay cuando él era un crío y del que solo sabíamos por Navidad, cuando nos llegaba la felicitación anual. Al poco tiempo de morir mi padre tuvimos una magnífica oferta por la constructora y la vendimos, lo que nos aseguró la tranquilidad económica para el futuro. En cuanto al estudio de arquitectura, lo conservamos. Mi madre mantuvo de director al que fue segundo de mi padre y compañero de universidad. Pedro, un hombre de total confianza.

Mi madre se llama Beatriz Palacios Bermejo y tiene 38 años. Es economista y es la presidenta del negocio familiar, del que además se ocupa de los asuntos financieros. También tiene una consultoría financiera que atiende, principalmente, desde casa. En general, le va muy bien en ambas áreas. Procura atender todo el trabajo que puede desde el despacho de casa, aunque a veces sale a reuniones internas del estudio o con clientes y proveedores importantes. Es muy inteligente y muy respetada entre los empleados y todo el entorno de la empresa. Además, es muy guapa. Mide 1,72m, delgada, con unas magníficas tetas de tamaño mediano, un culo que parece el de una modelo y una media melena castaña clara, que casi siempre lleva recogida con una coleta, una trenza o un moño. Siempre ha sido muy decente y muy estricta.

Mi abuela Alicia, por vía materna, tiene 57 años. Es muy delgada (quizá demasiado) y alta, algo más que mi madre. Lleva el pelo de un rubio no muy claro y liso, que parece natural, aunque, por supuesto, es teñido. Tiene dos grandes tetas, que se puso cuando cumplió los 50, unas piernas muy largas, bien musculadas, quizá demasiado delgadas, unos pies largos y finos y un culo pequeñito nada caído. Siempre se ha cuidado mucho, aparte de ser una mujer guapa, aparenta diez años menos. Por la calle, los hombres se van girando cuando pasa. Mi abuelo murió de una embolia cerebral hace 5 años. Su situación financiera no es muy buena, pues lo que le queda es una pensión de viudedad, de mi abuelo que era autónomo. Los últimos años no le fue muy bien y dejo también algunas deudas en forma de hipotecas y créditos. Mi padre la ayudaba todos los meses con una cantidad económica que le permitía hacer frente a sus gastos y deudas. Mi madre le ha mantenido esa asignación, con la cual no pasa apuros, aunque nunca se ha sabido administrar.

Mi madre tiene dos hermanas. Cristina, de 33 años, morena de pelo ondulado por debajo de los hombros, aparejadora, 1,71m, siempre viste elegante aunque informal. Tan guapa como mi madre aunque de distinto estilo, delgada con unas preciosas tetas ni grandes ni pequeñas y un pequeño lunar encima dela comisura del labio que le da mucha personalidad a su rostro. Mi padre le dio un puesto en el estudio cuando sacó la carrera y desde entonces trabaja allí. Hasta hace poco, ha tenido muy poca vida social. Aunque últimamente no la hemos visto mucho y no sé por qué me da, que no para mucho por casa. Vive en un magnífico apartamento de nuestra propiedad en el centro. Un ático de 60m2 con una preciosa terraza con vistas a todo Madrid. Estos últimos meses ha estado muy rara. Ha venido muy poco a vernos y cuando lo ha hecho ha estado muy callada y con mala cara.

Y Almudena, de 23 años, entre rubia y pelirroja, 1,70m, bastante desgarbada, tetas muy pequeñas, apenas dos bultitos y una carita graciosa, de niña. Tuvo problemas con los estudios, pues siempre tuvo otras prioridades. Después de muchos esfuerzos sacó la formación profesional de delineante y trabaja también en nuestro estudio de arquitectura. Vive con Alicia, aunque según ésta, no se le ve el pelo por casa en toda la semana. Siempre ha estado rodeada de muchos amigos, unos buenos y otros no tanto. Ha realizado viajes de mochilera por toda Europa durante los veranos. Conduce un scooter. Por edad, siempre ha sido con quien más afinidad he tenido. No es lo que se dice una mujer de bandera, pero tiene una cara graciosa. Está delgadísima, aunque come bien y no se le observa ningún problema con la comida. Alguna vez me la he imaginado en pelotas con su cuerpo de adolescente y me he satisfecho a su costa.

Mi relación con mi madre siempre ha sido buena pero lejana. Su carácter se volvió muy difícil a raíz de la muerte de mi padre y casi siempre está triste y muchas veces de mal humor. Todo le molesta y quien sufre las consecuencias directas soy yo, con continuos castigos y regañinas. Yo creo que le falta alguien que le arregle el cuerpo, pues nunca la he visto flirtear, ni siquiera fijarse en ningún hombre después de la muerte de mi padre. Y eso que media ciudad (la masculina) estaría encantada de ligar con una hembra de ese calibre, más aun teniendo en cuenta su situación social y económica.

Muchas veces me la he pelado pensando en mi madre y oliendo sus bragas usadas, que cogía del cubo de la ropa sucia. Para mí, era como una diosa. Su ropa interior era muy bonita y elegante, a pesar de no tener a nadie a quien enseñársela. Solía ir mucho de compras. Casi siempre llevaba medias, generalmente de color negro, salvo en verano que iba con las piernas al desnudo.

Nuestra casa era demasiado grande para nosotros. La parcela era de unos 2500 m2. Tenía tres plantas más el sótano. Cada planta de unos 170m2. El sótano/ garaje constaba de dos plazas para coche y un par de motos y algunas habitaciones como trastero, taller, caldera etc. La planta baja constaba de un gran salón, la cocina, una habitación grande que se usaba como despacho, que usaba mi madre y un baño. La primera planta tenía cinco habitaciones. Una grande con baño (la de mi madre), otra muy grande (la mía), otra menor con baño para invitados, otra pequeña para invitados, otro aseo y otra habitación al lado de la escalera que usaba yo como estudio. La planta alta era una planta corrida abuhardillada que había sido mi sala de juegos de pequeño y que en la actualidad prácticamente no usábamos y se mantenía casi siempre cerrada.

Hace varios meses estaba yo en una disco con mis amigos. Había bebido algo y me encontraba un poco mareado, así que decidí irme a casa. Era temprano, sobre las 9 de la noche. Las luces de la planta baja estaban apagadas. Llamé a mi madre y no contestó, así que pensé que había salido con sus amigas. Al entrar en el salón vi como una luz tenue salía por la rendija de la puerta de su despacho y me acerque, extrañado de que aun estuviera trabajando a esas horas, para decirle que ya había llegado.

La luz provenía del ordenador y me extraño, pues ella suele trabajar con bastante luz. Al acercarme oí como un gemido ahogado y al asomar la cabeza por la puerta quede sorprendido. Mi madre estaba casi desnuda, sin bragas, dejando ver su coño con una buena mata de pelo perfectamente recortado. Su ropa estaba amontonada a su lado en el suelo. Sus piernas, delgadas y largas aún con las medias puestas estaban apoyadas en el borde de la mesa, totalmente abiertas y se estaba masturbando con los auriculares puestos y viendo un video porno. Su blusa blanca, de seda, abierta dejando al descubierto sus generosas tetas. Mientras se apretaba un pezón con su mano izquierda, con la derecha se acariciaba el coño con fuerza.

Me quedé mirando durante un buen rato. Se la veía muy excitada. De repente arqueó su espalda, estrechó las piernas dejando su mano escondida dentro de su intimidad y cerró los ojos intentando alargar la duración de un gran orgasmo que llegó en ese momento.

Ni que decir tiene que la escena me puso como una moto. Yo había tenido muchas fantasías con mi madre, y me ponía cachondo cuando la veía muy de refilón alguna vez en ropa interior o en bikini por la playa. Pero aquello era mucho más y mejor de lo que me podía imaginar. Lo había grabado todo con mi móvil de última generación. Ella ni se enteró de que yo había entrado en casa. Estaba completamente entregada a su “faena”.

Cuando ya no pude más, bajé al aseo del garaje a masturbarme como un loco. Ahí quedó la cosa, por el momento. Luego salí a la calle por la puerta del garaje y volví a entrar en la casa como si acabara de llegar, encontrándome a mi madre con su bata de seda y unas chanclas de medio tacón en la cocina preparando la cena. Se notaba que se había quitado el sujetador. Sus pezones erectos se dibujaban claramente en la seda.

- “Ah, ya estás aquí, te esperaba más tarde”.
Me dijo con las mejillas encendidas, no sé si por el susto de que la hubiera podido pillar o por la calentura que tenía hacía unos minutos. Cenamos y nos sentamos un rato a ver la tele. Yo la miraba de reojo y no me podía quitar de la cabeza lo que había visto en su despacho. Decidí que tenía que colarme en su ordenador para ver el historial de Internet de mi madre y saber que sitios visitaba. La verdad, me daba mucho morbo.

El video de mi madre fue el protagonista de mis soledades durante los siguientes días. En cuanto llegaba a casa me encerraba en mi habitación y me la pelaba. Si encontraba ropa interior la llenaba de leche. Me daba algo de miedo que se diera cuenta, pero nunca había dicho nada y seguía con sus mismos hábitos.

Pasadas unas semanas, un día mi madre me dijo que iba a salir, que tenía una comida de trabajo y que después se tenía que pasar por el estudio. Yo estaba de vacaciones, así que dije que también bajaría al centro por la tarde, que me pasaría por el estudio a última hora para subirnos juntos. No quería bajar con la moto y tenía algo que hacer en el despacho de mi madre en el estudio. Era mi oportunidad. La contraseña de mi madre la sabía, pues me había pedido ayuda alguna vez y aproveche para instalarle algún programita, que me permita tenerla vigilada.

Aproveche en cuanto se fue para colarme en su ordenador de casa. Abrí el navegador y me dirigí al historial. No me podía creer lo que encontré. Visitas a páginas de BDSM, sado-maso, esclavas, sumisión, así como a alguna otra variedad de sexo duro. Vaya con mi madre. Parece una mujer fría y sin embargo en su interior es toda una caldera. A partir de ese momento me dedicaría en cuerpo y alma a intentar aprovechar ese furor que mi madre parecía tener. Aproveche para colocarle una Webcam en la librería que quedó perfectamente camuflada.

En cuanto acabé me fui a coger un autobús al centro. Después de hacer algunas compras, llegue al estudio en la calle de Velázquez a media tarde. Mi madre no había llegado. Salude a todos y me metí en su despacho. Solía hacerlo cuando la esperaba, así que no le extraño a nadie. Aproveche para colocarle otra webcam disimulada en la librería. Yo conocía el sistema informático mejor que nadie de la oficina. Había estado allí cuando le instalaron la última actualización. Mi madre me lo pidió pues tengo bastantes conocimientos de informática. Ahora la tendría controlada también en la oficina. Instalé un sistema por el cual se grababa en mi ordenador una semana entera y se regrababa encima si no le daba a guardar.

A los pocos días, mi madre entró en mi habitación de muy mal humor y me echo una buena bronca por tenerlo todo desordenado. De pronto miró para la pantalla del mi ordenador y se dio cuenta de lo que yo estaba viendo y que yo había dejado visible a propósito. Se quedó muda por un momento. Yo, que estaba súper caliente, me puse en pie y sin subir mi tono de voz, le amenacé con decirle a todos los amigos lo que había visto y con enviarles una copia del video que había grabado.

Se puso muy nerviosa y gritó que, que me había creído. Mientras se iba dando cuenta de mi intención, me dijo gritando:
- Me estás chantajeando? –
Yo le conteste con el mismo tono bajo de voz:
- Es curioso que siendo tan recatada y seria, te haya pillado haciendo estas guarradas en tu despacho.
Se puso colorada como un tomate y contestó:
- Eres un sinvergüenza.

Dejándome llevar por mi calentura puse la mano en la pierna, ella sorprendida me quito la mano y se levantó y se dirigió a la puerta de mi habitación. Yo la paré, agarrándola fuerte del brazo. La volví a amenazar con enviar el video a todos sus contactos de E-Mail, de los que yo había hecho previamente varias copias. Le dije:
- Estoy harto de tus broncas y tus malas caras. Desde ahora, las cosas van a cambiar.

Mi madre puso cara de cólera e intento replicarme;
- Eres un…,
En ese instante le solté un bofetón que la tiró al suelo. Me miro asustada, con los ojos llenos de lágrimas pero no abrió la boca. Se fue a levantar y le dije:
- A dónde vas? Quien te ha dado permiso para levantarte, zorra?.
Ella permaneció en el suelo con cara de no creerse lo que estaba sucediendo pero sin mover ni un dedo. Se le había salido un pecho de la bata. Cuando se dio cuenta, hizo por taparse y le dije.
- “Ni se te ocurra”. No te muevas hasta que yo te lo ordene.
Yo estaba excitadísimo viéndole la teta a mi madre que no se atrevía a tapar.

- Ponte de pie.
Se puso de pie, aun con el pecho fuera. En ese momento le di otra bofetada. Lloraba sin contenerse, pero no se movía del sitio. Le baje de un tirón la bata hasta la cintura. No se atrevía a taparse por miedo a que le diera otra vez. En ese momento, le agarre del pelo y tire de ella escaleras abajo hasta el trastero, que estaba en el sótano. Ella me gritaba y me insultaba mientras las tetas la bamboleaban desnudas. La deje en medio de la habitación, llorando e insultándome. Le di otra bofetada. Se calló. Cogí una cadena y un par de candados y se lo pase por el cuello y la fije, dándole dos metros de cadena, a una argolla que utilizábamos cuando teníamos perro.

Mi madre me gritó en medio del llanto:
- Cabrón, que estás haciendo?
- Te vas a enterar ahora puta. Voy a mandarle tu video a todos tus contactos de email.
- No lo hagas desgraciado… vas a hundir mi reputación… . Eres un sinvergüenza.

Apagué la luz y cerré la puerta dejándola allí a oscuras llorando y gritando. Por supuesto, no tenía ninguna intención de enviar el video a nadie. Pero ella no lo sabía. Se le escuchaba tenuemente a través de la puerta amenazándome. Subí a la planta baja y cerré la otra puerta. Ya no se oía nada. Suerte que insonorizamos el sótano aquella época que me dio por tocar la guitarra eléctrica.

Al día siguiente baje a llevarle agua. No le lleve comida. Un poco de dieta le vendría bien para su carácter. Abrí la puerta con el plato de agua y se lo deje en el suelo. Estaba en un estado lamentable, la pintura corrida, sucia y con los pelos enmarañados. Se había tapado las tetas. Empezó a gritar no sé qué cosa y en ese momento le solté otra sonora bofetada que la dejo muda y con las lágrimas asomándose a sus ojos.
- Te dije que no te taparas
Le dije mientras volvía a bajarle la bata hasta la cintura. Me miró con odio pero no se atrevió a hablar. Parece que no has dormido mucho.
- Bebe. Ordené
Estaba muerta de sed por lo que fue a coger el plato con las manos y le dije:
- Ni se te ocurra. Bebe como los gatos.
Sin atreverse a rechistar, por si acaso, bajo la cabeza y saco la lengua bebiendo directamente del plato, con cara de odio.
- Tengo hambre.
Me dijo con un hilo de voz.
- No te lo has ganado. No comerás hasta que aprendas.
Volví a apagar la luz y a cerrar la puerta.

Al día siguiente volví con más agua. Estaba enfurecida, pero no abrió la boca. Se le veía el miedo en los ojos. La cara la tenía demacrada, con dos grandes ojeras. La bata sucia las piernas sucias y con pinta de indigente y con pinta de haber pasado frio. Aún tiritaba, pero esta vez no se había tapado el pecho. En una esquina a la que llegaba con la cadena, vi una mancha de líquido y un fuerte olor a orina que iba creciendo desde el primer día

Pasaron seis días. Yo empecé a preocuparme, pues no quería ceder pero la salud de mi madre se podría deteriorar. Entré con el agua y oí como un susurro
- He aprendido.
- Que? No te oigo.
Le dije con el ánimo de que se humillara repitiéndolo.
- Que he aprendido.
Me contesto con algo más de voz.
- Y que es lo que has aprendido?
- Que el que manda aquí eres tú.
Estaba completamente humillada mirando hacia el suelo, con las tetas al aire.

La deje allí a oscuras y volví a cerrar la puerta. Me vestí y salí a comprar dos bolsas grandes de comida para gatos. Al día siguiente le baje un plato de esa comida. Me volvió a mirar, pero esta vez ya no detecté odio, sino un mezcla entre pena y agradecimiento. No tuve que decirle nada más. Agachó la cabeza y comió directamente del plato. También le di una palangana. Le dije:
- Esto es para tus necesidades, le dije. Ahora que empiezas a comer, también empezarás a cagar.
La miré a la cara y ella, con vergüenza, agacho la cabeza.
- Así me gusta.

Al día siguiente, entré de nuevo y encontré un horrible olor a mierda en el trastero, estaba con diarrea debido a la dieta y había utilizado la palangana, que estaba llena de mierda y de orines. Se la retiré y la cambié por otra limpia. Me miro agradecida. Pense:
- Hay que ver cómo está cambiando.
Le tiré un par de mantas viejas que usábamos cuando teníamos perro. Juraría que le vi hasta una leve sonrisa. Ese día le dejé una pequeña luz encendida y escuche muy bajito
- Gracias.
Parecía que se iba venciendo su voluntad. Te puedes tapar con las mantas mientras duermes, pero las tetas las dejaras a la vista en cuanto yo entre

Estuvo así dos semanas más, dejando el pecho a la vista cada vez que yo entraba en la habitación. La verdad es que ya no se la reconocía debajo de esa capa de suciedad. Había adelgazado por lo menos tres o cuatro kilos pero, aunque demasiado delgada, seguía estando buenísima. Ese día entré y escuché su voz decir
- He aprendido. A partir de ahora haré siempre lo que mandes.

Sin decir nada, solté la cadena y le dije:
- Limpia todo esto y ventílalo. Cuando acabes, sube al salón y te quedas allí de pie en silencio hasta que yo vaya.
Inmediatamente se fue a por los utensilios para limpiar el trastero. Me fui a mi habitación. Al cabo de media hora escuche sus pasos dirigirse hacia el salón y quedarse allí parada.

Continuará…

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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