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Campismo

bareta Relato enviado por : bareta el 12/09/2013. Lecturas: 3149

etiquetas relato Campismo   No consentido .
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Resumen
Lo que gocé por ser aficionada al campismo


Relato
Era apasionada del campismo, pero lo que voy a narrar, me convirtió en fanática del sexo. Ahora tengo 25 años, no soy muy alta, pero el ejercicio le a dado excelente forma a mi cuerpo, hace dos años, que fue la última vez que salí a acampar, iba con Omar, mi novio, era verano y hacía mucho calor, llegamos un sábado a media tarde, al parque nacional “El Chico” en el estado de Hidalgo, después de montar a caballo un rato, el lugar que elegimos para nuestra tienda de campaña, fue junto a una rustica mesa con asador, para evitar la fogata en el piso, cenamos tranquilamente y nos dispusimos a dormir alrededor de las 22:00 hrs., ya estábamos en nuestro respectivo sleeping cuando escuchamos extraños ruidos afuera de la tienda, Omar salió para ver que era, algunos segundos después, sin saber nada, empecé a llamarlo, pero no me contestaba, preocupada salí y observé espantada y horrorizada a tres tipos afuera, dos de ellos con viejas escopetas quienes ya habían amordazado y amarrado a Omar a un árbol, de momento pensé que eran guardias del parque, pero ¿por qué habían inmovilizado a Omar?, al reaccionar, quise gritar y escapar, pero uno de ellos, ya me había sujetado un brazo diciendo:
-Tranquila muchacha, si se portan bien no les hacemos nada.
Dos de ellos, como de cuarenta años, el otro como de treinta, pero todos, con sombrero, malolientes y sucios.
-Pero… ¿que quieren? Inquirí.
-Primero, un café, luego ya veremos.
-¡Si!, ¡Si!, ¿pero luego se van?
Los tres se rieron, Omar movía la cabeza de un lado a otro, pero calmándome para no provocar algún disgusto, mientras prendía leña en el asador y disponía las cosas para preparar café, solicité:
-Ya estoy haciendo el café, por favor desaten a mi novio.
-¿Tu novio?, y ¿Qué estaban haciendo ahí adentro? dijo uno de ellos.
-Nada ya nos íbamos a dormir.
Omar comenzó a hacer ruido, pateando el árbol, uno de los hombres, se acercó a el y con la culata del rifle, lo golpeó, no supe en donde, pero su cuerpo quedó colgando con la cabeza agachada, asustada quise correr a el, pero no me dejaron y grité:
-¡No!, por favor, no le hagan daño.
-Dijimos que se portaran bien y no hicieran tarugadas.
-¡Pero si no hizo nada!
Si tú vuelves a hablar, te va a pasar lo mismo, mejor sirve el café y te encueras, dijo el que parecía dar las órdenes. En ese momento, supe lo que querían, querer huir, dejando a Omar solo, imposible, además ¿adonde?, ¿sola?, y en pijama, opté por serenarme y volverme sumisa, para no dar oportunidad a que nos lastimaran.
Les serví el café, el joven, se metió a la tienda, cuando salió, traía el sleeping de Omar, lo extendió sobre la mesa y los tres, se sentaron en la banca, yo me quedé parada junto al asador, cuando el más joven, dijo:
-Te dijeron que te encueraras, ¿no entendiste?
Sabía que no traía ropa interior, me quité la blusa del pijama y asomaron mis frondosos senos, que de inmediato me los tapé con los brazos y cerré los ojos para no ver la expresión de ellos, cuando escuché:
-Tómate un café bien cargado para que se te quite el miedo y se calmen tus nervios.
Obedecí, realmente lo necesitaba, pero cuando lo preparaba de espaldas a ellos, alguno, pasó el cañón de una escopeta entre mis piernas, tallando mi concha y dijo:
-Te quitas todo y te subes a la mesa, quiero verte bien el changuito.
Tomé un buen sorbo de café, quise ver a Omar, pero la tienda de campaña no me dejó, coloqué el vaso en el suelo, me quité el pantalón, con un brazo me cubrí los senos y con la otra mano escondí mi concha, me acerque a la mesa y pude ver que los tres estaban ya sin pantalones ni calzones, al subirme, me descubrí totalmente y uno de ellos, eufórico exclamó:
-¡Chíngale, tiene el mono bien pelón!, pero está muy buena la muñeca.
Me quedé de rodillas sobre el sleeping, ya no me dejaron cubrir y comenzaron a manosear mi cuerpo, uno de los viejos, me giró hacia el, separó mis rodillas y metió su mano, sobando mi coñito, sentí que desde atrás, dos manos agarraban mis senos y otros dedos hurgaban con dificultad mi trasero, cerré los ojos deseando que se acabara pronto, cuando escuche:
-¿Iban a dormir?, o ¿a coger?
-¡No!, ¡a dormir!
-Se me hace que eres bien putita
-¡No!
-¡Te gusta la verga?
Me quedé callada, empezó a recorrer mi cuerpo, un placentero calorcito, por sus manoseadas.
-Entones ¿te gusta coger?
-A veces.
-Ya ves como si eres bien putita.
-Que ¡no!
El que tenía enfrente, ordenó:
-¡Quietos, a todos nos toca, pero yo primero!
-¡Ah chingá!, y ¿por que primero tú, Juan?
-¡Porque quiero!
-T´a bueno, pero luego yo, al último Gabriel (decían Grabiel).
Soltaron mis senos, el tal Juan, se paró, sin dejar de sobar mi concha, con la otra mano apretó un chiche y comenzó a chupar y lamer la otra, pero alguien seguía acariciando las nalgas, cuando los dedos de la tosca mano en mi coño, comenzaron a buscar en mi rajadita y encontraron mi agujero, me comencé a calentar, estaba sintiendo tan rico, que empecé a mojar esos dedos con mis jugos. Me hicieron acostar en el arrugado sleeping a lo largo de la mesa, solo mis pies quedaron salidos, Juan me abrió las piernas y comenzó a darme deliciosas y ricas mamadas en mi bien depilado y ya para esos momentos inflamado y ganoso coño, mientras el otro señor grande, hincado en la banca y con la verga bien parada, me la pasaba por la cara, hasta que sin aguantar más las ganas, se la agarré y la comencé a chupar.
Ensimismada en mi faena bucal, simplemente sentí que me doblaban las rodillas y las acercaban a mis senos, me sujetaron los pies en alto y acomodaron la punta de una verga en mi ya dilatado hoyo, de un empujón y sin avisar, me sumieron un buen trozo de carne, con un -Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm-, de mi parte, con la siguiente embestida, lo enterraron hasta el fondo.
Me estaban dando una buena cogida, sentía tan sabroso los tallones internos, que solté la verga que tenía en la boca y me afiancé de los costados de la mesa, para evitar que los empujones que me daban no me recorrieran hacia atrás, ese movimiento, invitó a Juan a bajar mis piernas y dejarlas separadas, sin sacar su verga de mi coño, recargó su cuerpo sobre el mío y me siguió follando divinamente por unos minutos, hasta que la dicha me hizo exclamar -¡ahhh!, ¡ahhhhhh!, ¡ahhhhhhhhhhhh!,¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!-, por la excelente corrida que me había dado, luego, su cuerpo se agitó y sentí como llenaba de cálidos mocos el interior de mi coño. Yo estaba en éxtasis cuando se zafó y dijo:
-¡Te toca, pinche Marcos!
Sin dejarme reaccionar, el llamado Marcos, se trepó en mí, hundiendo su pito, ya chupado y conocido por mí, hasta el fondo, de un solo empujón, mi vaina, mojada por mis líquidos y por el semen de Juan, le permitió la entrada maravillosamente, dando frenéticas y duras arremetidas, haciendo que mi cuerpo se estremeciera a por el deleite que me producía la verga, hasta hacerme vociferar -¡si!, ¡si!, ¡que rico!, ¡más!, ¡quiero más!, ¡quiero todo!, ¡déme más!, ¡así!, ¡así!, y luego un largo y profundo -Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh-, por un suculento orgasmo, no aguantó mucho tiempo cogiendo, embadurnó mi intimidad con su leche y se salió.
Estaba sofocada, pero aún excitada, caliente y ganosa, cuando Gabriel, parado entre la mesa y la banca, giró el sleeping hacia el, mis nalgas quedaron en la orilla de la mesa, dejando colgadas mis piernas abiertas con su cuerpo en medio y mi cabeza colgando por el otro, acarició mi vientre, se agachó a besar y mamar mis chiches, sentía tan rico, que hasta lo tomé de la nuca oprimiendo su cabeza sobre mi pecho, de repente noté la punta de su verga, irrumpiendo en la entrada de mi agujero, leves -hay, oh, hay, ha-, me salieron, aún con lo bien empapada que estaba mi rajada, le costaba trabajo meter el pito, con un furioso empujón, hundió un parte y con la boca totalmente abierta, exclamé un -Ahhhhhh-, al sentir que lo que me estaba entrando, era de verdad grueso, con otro empellón, me lo hizo comer hasta la raíz, percibí el duro roce de sus vellos en mis afeitados labios vaginales y el golpe de sus bolas en mi trasero, pero ya me tenía bien atravesada aunque con algo de molestia, pero unos segundos después, con las fricciones y amoldada al grosor, me comenzó a enloquecer, me estremecía de placer, mi cabellera se agitaba de un lado para otro, cuando, lo apreté de los brazos y soltando un largísimo y satisfactorio
-asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii papá-, -asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-, con una tremenda y deliciosa corrida. Con cada empujón que me daba, se escuchaban mis -ah-, con la boca abierta, cosa que aprovecho Juan y hundió su verga en ella, le propine seis o siete chupadas, pero Gabriel, pidió:
-Oh chingá, yo no jodí cuando te la cogías.
Estaba paladeando la verga, pero la sacó diciendo:
-T´a bueno, carnal.
Gabriel, ágilmente me enderezó, quedé sentada en la orilla pero aún empalada, el, dobló un poco sus rodillas pero continuaba parado, pude poner los pies en la banca, hundió su cara entre mis senos chupando y lambiendo, lo abracé por el cuello y comencé a saltar, enterrándome yo sola su enorme verga, la disfrutaba, gozaba, me estaba volviendo loca y al exclamar –Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-, tuve otro orgasmo.
Gabriel me siguió cogiendo, me recreaba con su verga, cuando sentí los fuertes chorros de ardiente y deliciosa leche que me inundaban el coño, ya no soportó y se sentó en la banca, yo aún con su pito adentro, sentada sobre sus piernas, extendí mis brazos y me sujeté de los bordes de la mesa, mi espalda recargada en ella (el sleeping, ya se había ido al suelo), eché mi cabeza hacia atrás y comencé a mover mi trasero en círculo, deleitándome con la majestuosa verga que tenía enterrada. Para zafarse, me cargó y me dejó sentada en la banca, con una pierna de cada lado, estaba cansada y agitada, por lo que me recosté aún sentada en la banca poniendo mis brazos como almohada, no importó sentir lo burdo de la banca y dejé que la enorme cantidad el semen que me habían prodigado, saliera paulatinamente, así estuve durante unos 8 ó 10 minutos, los escuchaba hablar, sin saber que hacían, ya había descansado, quería ir a ver a Omar, pero no me animaba, cuando Gabriel se acercó y se inclinó frente a mí, me iba a enderezar, pero no me lo permitió, por lo que pregunté:
-¿Ya se van?
-¡No!
-¿Y Omar?
-Está bien.
-¿Seguro?
-Si, no te preocupes, si sigues obedeciendo, nos vamos pronto.
-¿De veras?
Ya no pudo decir nada, Juan lo quitó, se sentó frente a mi cara, también una pierna a cada lado de la banca, dejando su verga nuevamente bien parada casi en mi nariz y ordenó:
-Ahora si me vas a mamar bien.
Sin esforzarme mucho, simplemente estiré el cuello y su pito se perdió en mi boca, un buen rato se lo estuve chupando y ensalivando, cuando se quitó, Gabriel que esta sentado en la mesa, cerca de mi trasero, dijo:
-Ora voy yo, putita, a mi no me a tocado mamada.
Me enderecé, estaba a escasos 30 o 35 centímetros de la orilla de la banca, Iba a pasar mi pierna sobre la banca para quedar frente a el, dejando una pierna colgada, subió el otro pie a la banca, lo puso entre mis muslos, junto a mi concha y su rodilla, en mis senos, quedé ladeada, hasta ese momento, miré el enorme y grueso miembro que me había comido, se veía tan rico, que se me volvió a antojar, lo agarré como si rezara y entusiasmada lo comencé a mamar delicadamente, mientras Juan me mamaba las chiches, Marcos, se sentó tras de mi y después de pasar su verga sobre mis nalgas, intentó meterlo abajo, cosa que no pudo, pero aunque estaba en una posición incomoda, el jugueteo y manoseo por atrás y por el delante, la gorda y rica verga en mi boca, me comencé a excitar, así me tuvieron un buen rato, ya bien caliente, el primero que se quitó fue Juan, luego Marcos, yo seguía degustando el pito de Gabriel, entre tanto Juan extendió el sleeping junto a mi coño, sobre el tramo desocupado de la banca, Gabriel se zafó y sin saber quien, me empujaron hacia delante, volví a quedar recostada en la banca, pero ahora sobre el sleeping, que sirvió de almohada y de patín, al momento que me jalaron de los pies hacia atrás, mi vientre quedó en la canto de la banca y mis piernas colgando, mis rodillas no llegaron al suelo, Juan se inclinó frente a mí, traía dos tramos de mecate y mientras veía como sujetaba mis muñecas, también sentía que eran ligadas mis rodillas, iba a protestar, alcancé a decir -¿pero que ha…?, me callé, cuando observé la fuerte mirada de Juan, que dijo:
-Te callas o te chingo, pinche puta.
Temerosa, ya no dije nada, Juan estiró mis brazos y amarró los otros extremos del mecate a la base de la banca, mis piernas se separaron y quedaron tensas y sujetas sin saber a qué, por atrás debería de parecer rana en laboratorio, mis propios brazos me impedían mover la cara y se perdieron de mi vista los tres, en el instante en que me atreví a preguntar.
-¿Qué van a hacer?
Una mano comenzó a sobar dulcemente mi coño, pero otra me daba un golpe en la cabeza y escuché:
-¡Que te quedes callada, chingao!, o te doy en la madre!
Silencio, ya no escuchaba nada, pero la mano, ya pasaba desde mi ano hasta el clítoris, mismo que se empezó a inflamar, otra mano recorría mi espalda, cerré los ojos, disfrutando las caricias y me dispuse a que me abrieran de nuevo mi coñito, tanto me calenté, que la mano ya se comenzaba a resbalar suavemente por lo mojada que estaba, unas veces, pellizcaba mi clítoris, otras mi ano, con las ganas, apretaba mi coño: Un jalón de cabellos, me forzó a sacar la cara de entre mis brazos al quejarme -Ay-, me pusieron en la boca una vara, tan larga, que topó en mis brazos y ya no me permitió agachar la cara, y escuché:
-¡Muérdela pinche putita.
Encajé mis dientes en la madera, al sentir que me enterraban una verga por el culo, solo pude emitir un lastimero y largo –Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy-, ellos se rieron, a mí me dolió, pensé que me la había clavado Gabriel, pero se puso frente a mí diciendo:
-P´os si no eras puta, ya te hicimos.
Nuevamente las risas, pero a mi, alguien me tenía atravesada por atrás, aunque poco a poco el dolor pasó y comenzaba a sentir rico, no pasó de ahí, supe que el que me cogía, era Juan, otra vez era el primero, los minutos se me hicieron largos, hasta que sentí como llenaba el culo, con fogoso líquido, sacó su verga, pero de inmediato entró otra, con esta ya no hubo dolor, era la de Marcos, pero tampoco me excitó plenamente, también se chorreó abundantemente adentro, al sacarla dijo:
-Todo tuyo Gabriel.
De inmediato escupí la vara, imaginando que me iba a destrozar con semejante verga, pedí a gritos:
¡No!, ¡Esa no!, ¡Gabriel, por favor, no!, ¡Dámela adelante, me gustó más!, ¡por el culo no!, ¡Nooooooooooooooooo!
Y luego un –Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh-, cuando la hundió, pensé que me iba a quebrar, pero no, con algo de dificultad, pero me la zampé por completo, me tenía bien prendida, cuando preguntó:
-¿No te gusta por aquí?
Me estaba fascinando, pero no me quise ver muy golosa, por lo que contesté
-¡Siiiiiii!, pero me gustó mas por adelante.
Ni tardo ni perezoso, con un -plaf-, sacó la verga de mi culo y la comenzó a meter lentamente por mi coño, me saco un leve suspiro –Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm-, y comencé a acalorarme, sus ricas talladas me estaban acelerando, al sentir esa majestuosa verga adentro, que no tarde en tener un buen orgasmo -Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh-, exclamé y luego -que rico me coges papi-, susurré. Al escuchar mis palabras se carcajeó y dijo:
-Dice que no es puta y se la come con singular alegría, imaginen si fuera, ya me la hubiera arrancado.
Todos se rieron, pero Gabriel seguía tallando, me importó poco lo que dijeran, yo estaba encantada, gustosa de tener esa verga dentro, se oyó otro -plaf- y salió de mi coño, volviendo a refugiarse en mi culo, un -Ohhhhhhhh-, salió de mi boca, siguió frote y frote, otro -plaf- y ¡pácatelas! adentro del coño, me hizo correr una vez más, yo gritaba gustosa -¡Siiiiiiii!, ¡asiiiiiii!, ¡dámelo!, ¡cógeme!, ¡dale duro! ¡así papacito, así!, ¡folla!, ¡folla!, ¡dame más!, hasta que sentí dichosamente como irrigaba mi coño con borbollones de dulce, caliente y rica leche mi interior.
Lo sacó, quedé tendida de bruces sobre el sleeping, todo me daba vueltas, estaba embelesada, absorta en mis pensamientos, por haber gozado tan deliciosamente la gran cogida que me habían dado, cansada y adolorida, pasaron unos minutos, ya no escuchaba nada, todo silencio, forcejeé con las ataduras, pero no me soltaba, pregunte:
-¿Gabriel?, nada, ¿Juan?, nada, ¿Marcos?, nada.
Seguía el silencio, quería voltear, no podía, ya me dolían las muñecas y las piernas, pero no lograba zafarme, entonces grité:
-¿Omar?, ¿Omar, donde estas?
-Ya voy, respondió lastimeramente.
Cuan Omar se acercó a mi, observé su rostro ensangrentado, asustada, dije:
-¿Estas bien?, ¿Te lastimaron mucho?, ¿Qué te hicieron?
-Luego te platico, ¿Tú estas bien?
-¡Si!, ¡Cogida, abocardada y adolorida, pero bien!
Cuando me desató, quedamos sentados en el suelo, recargados en la banca y comenzó a explicar:
Me sorprendieron, metieron el cañón de un rifle en mi boca, por eso no te pude avisar, viste cuando me amarraban, supuse lo que te iban a hacer, por eso me pegaron en la cabeza y perdí el conocimiento, cuando lo recobré, la tienda de campaña no me dejaba ver nada y lo único que escuchaba eran tus jadeos de placer, luego, cuando quitaron la tienda y acomodaron nuestras cosas (busqué con la mirada, era cierto, no había nada de lo nuestro), pude ver como te amarraba y te cogían los tres cabrones, antes de irse me golpearon y me advirtieron que ni los buscáramos, ni los denunciáramos, porque nos iría peor, cuando les hablabas, me estaban desatando, agarraron todo y se fueron.
Bajo mis nalgas, ya se había humedecido la tierra con los líquidos que me salieron del coño y del culo, y dije:
-¿Ahora que hacemos?
-Del otro lado de la mesa, dejaron un bulto, creo que es ropa.
Nos levantamos, revisamos, en efecto, nos habían dejado algo de ropa y de dinero, todo lo demás se lo llevaron, entonces comenté, vamos a lavarnos al rió y nos dormimos en el sleeping que dejaron, mañana ya veremos que hacemos. En las nalgas traía tierra pegada con lo que me escurrió, yo me lavé mis agujeros y Omar se quitó la sangre de la cara, regresamos y sin vestirnos, nos metimos al sleeping, que por afuera, estaba manchado por todos lados del jugo de los 4, quedamos pensativos y de repente Omar dijo:
-¿Gozaste la cogida que te dieron esos tipos?
-¿Quieres la verdad?
-¡Si!
-Cuando me cogieron por adelante, lo disfruté mucho, por atrás no.
-Pero si cuando el más chavo te estaba ensartando por los dos lados, hasta gritabas de placer.
-Bueno, con él si me gustó, tiene una verga enorme y rica.
-A mí nunca me haz dejado cogerte por atrás.
-¿Lo quieres ahorita?
-¿Me dejas?
-¡Si!
Bajamos el cierre del sleeping, me puse boca abajo y me montó, me enterró su bien conocida verga por el culo, luego me complació por adelante, me llenó el coño con su leche, yo me corrí dos veces.
Al día siguiente, ya frente a mi casa, dijo:
-Creo que ahí la dejamos, me dí cuenta que eres bien puta y te encanta coger.
Se dio media vuelta y se fue, no lo he vuelto a ver, pero la verdad, ese día, me convirtieron en una verdadera zorra, ahora, cuantas veces puedo y con quien sea, me dejo abrir las piernas, pero pido que también me abran las nalgas y me den por el culo.





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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:12) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:44) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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