Circe y la poción

El saludo entre Brandon y Holanda fue un tibio beso.
-Hola muñeca, ¿Dormiste bien?
-Si, estudie hasta tarde y después un clavado a la cama.
Brandon sabia que Holanda no pasaba del todo bien las noches. Su novia le había confiado que dormía llena de inquietud y en cuanto cerraba los ojos soñaba que era una mujer bastante atractiva, y que la atención de los hombres recaía invariablemente en su persona, situación que ella aprovechaba para hacerles tropezar en sus redes seductoras. En el divertimento erótico, ella asumía la posición dominante debido a su fogoso temperamento y mediante acertijos sexuales llenos de refinamiento los encaminaba al clímax, sentía placer al verlos convulsionar levemente en los instantes infinitos de la eyaculación. Por su parte, ella aun ardiente e insatisfecha sentía su cuerpo crepitar de deseo.

Lo inusual y contradictorio, era que Holanda siendo una joven que con ventaja sobrepasaba la hermosura de muchas mujeres, su ánimo y disposición por las cuestiones sexuales eran más bien proclives a la opacidad, a la indiferencia y hasta al rechazo.

A contra punto de sus vivencias nocturnas, el día para la encantadora Holanda, representaba su lado oscuro, ya que la mayor parte de las horas la consumía una apatía letal, sin gusto por la convivencia, el dialogo o la camaradería. La tajante realidad, la verdad desnuda señalaba que Holanda era frígida e insulsa por las mañanas y eso motivaba sus suspiros porque arribara la noche y así poder experimentar la fragante luminosidad de sus sueños.

A Brandon le angustiaba la doble vida que su prometida llevaba y así mismo juro que encontraría una solución al dilema aunque en ello se le fuera la vida.

El péndulo del tiempo ondulaba con lentitud y sorprendió, ya pasada la tarde, al joven que en el laboratorio se afanaba por allegarse a las sustancias, los elementos y las mezclas que utilizaría en el experimento con el que esperaba ayudar a Holanda.

Después de cavilar concluyo que para el hombre tiene que existir la perfección, la salud, la longevidad, incluso la inmortalidad, esto, mediante el elixir de la vida. Todo ser viviente tiene una perfección natural que se puede alcanzar con la intervención humana.

La claridad de la luna llego puntual al cuadrante terrícola para iluminar la pócima que acababa de crear Brandon, su primer impulso fue correr a contárselo a Holanda, pero reflexiono que no era lo conveniente, no sabía cómo iba a reaccionar la joven, tendría que realizar una prueba para comprobar si había encontrado la salida del laberinto o si se hallaba mas extraviado en el.

Decidió llamar a Holanda e invitarla a cenar y ahí darle a beber el brebaje sin que ella se diera cuenta, marco el número de su celular y respondió la voz de su prometida, la cito pretextando el estudio de los apuntes para la próxima prueba semestral, le dijo que se verían en La Naranja Mecánica a las nueve.

El lugar se encontraba vacío, cosa que agrado a Brandon ya que se prestaba a sus propósitos.
-Hola Landa Ho, ¿Cómo te derrapas?
Tras un tenue beso sin pasión, cenaron escuetamente, charlaron sobre cuestiones intrascendentes, y cuando repasaban las anotaciones, la adolecentes se paró de la mesa y se dirigió al sanitario, momentos que aprovecho Brandon para pedir unas limonadas y sacar la poción, la cual vertió en el vaso de ella.

El pretexto intermitencias en el celular y salió a teclear una llamada, deliberadamente tardo unos siete minutos, al retornar de inmediato noto que Holanda había adquirido un encendido rubor que la hacía lucir más bella.

Ella dijo que sentía una extraña sensación interior que incrementaba la temperatura de todo su cuerpo, pero que no era molesta, por lo contrario percibía un grato bienestar que envolvía todo su ser, su rostro se hizo más radiante, al punto que sus mejillas parecían dos suculentas y encendidas manzanas.

De repente, sin mediar palabra, la mujer se acerco provocativamente a él. Sus ojos destellaban de manera inusual, sus movimientos eran afelpados. Poso su mano sobre uno de los muslos del joven, quien sorprendió vio como avanzaba con presteza hacia el cierre, hurgo dentro y palpo el flácido miembro sin sangre.
-¿Qué te pasa angelito, tú no eres así?
-No sé, siento que la sangre corre más aprisa de lo normal, mi corazón bombea con ardor y hace que este fuego interno trate de encontrar salida a como dé lugar.
En sus ansias desabrocho la camisa y empezó a acariciar el vello del muchacho, de pronto, después de una caricia lenta in gentil, tiro con violencia de un mechón de ellos. Brandon aulló de dolor y placer a la vez.
-¿Qué intentas brujita, pretendes que el pecho sangre?
Con énfasis Holanda reclamo ir a cualquier lugar donde pudieran estar solos.

Al salir, vieron que en la misma calle se ubicaban unos baños sauna, mismos que se anunciaban con una chillona luz fosforescente y se encaminaron hacia ala.

En cuanto entraron al reservado, ella con movimientos agiles se abalanzo sobre él, en un pestañeo los desnudo, el jamás lo había hecho tan rápido.

Entonces Holanda empezó a despojarse de sus ropas con suavidad, con un ritmo pausado, adormilado, dejando entrever sus blancos muslos poco a poco, ahora uno de sus senos, después su neumático trasero, hasta quedar graciosamente desnuda, resaltando su larga cabellera rubia y la sedosidad de su vello púbico, el cual coronaba un carnoso monte de Venus.

Los siguientes movimientos, se tornaban inciertos, ahora vertiginosos, suaves, lentos, delicados y lúbricos, de inmediato violentos y lacerantes, de una furia inefable.

Ella, chupando el robusto glande como si fuera un cono con helado de fresa. El, empapando su lengua en los jugos vaginales en busca del clítoris.

Ella, introducía el pene en su ano virgen y rosado. Brandon, besaba los sudorosos y erguidos pezones.

Era tanto el furor, la rapidez y la bestialidad, que los cuerpos se confundían entrelazados semejando un torbellino de ardiente carne.

Holanda le mostro las pausas, la quietud, la contemplación, los tiempos muertos y el acontecer vivísimo que requiere la práctica del intenso gozo del sexo.

La introducción del miembro en la vagina fue algo terriblemente doloroso y placentero al mismo tiempo, ella emitió un quejido como si fuera un cervatillo herido o un ave atravesada por una lanza. Demando mayor profundidad en la penetración. Giro a Brandon boca arriba y lo monto hundiendo su vagina en aquel esponjoso tubo ardiente. Aceleraba el ritmo con presteza, para continuar haciéndolo con lentitud y cadencia, como una experta amazona divirtiéndose en clase de equitación.

El intermitente, hasta fundirse en un acto solar, que representaba un único ser, indivisible y espantable. Eterno instante sin nombre, sin tiempo, la comunión entre el cielo y el infierno, el bien y el mal sintetizados en un fragmento de polen cósmico.

Entonces noto que el rostro de su amada reflejaba unas evidentes arrugas en torno a sus ojos y boca. Su pelo enmarcaba unas orejas ligeramente violetas, su semblante parecía el de una atleta cuando cruza la meta después de una agotadora competencia, aunque irradiaba también una paz absoluta y una gran serenidad, como cuando se acaba de hacer un acto de bondad y esto se concentrara en la mirada.

La metamorfosis sobrevino sin concesiones, entre gruñidos y espasmos, el angelical rostro de Holanda se alargo hasta quedar en un grito. La nariz se curvo grotescamente y alcanzo unos labios que tumefactos babeaban un liquido viscoso y blanquecinos. Los desorbitados ojos lanzaron todos los fuegos que es capaz de arrojar el infierno.

Su cuerpo envejeció con rapidez notable hasta hacer visible una joroba que broto en su espalda. La figura de una bruja se adivino a contraluz ante los desorbitados ojos del joven que solo atino a murmurar:
-No es posible que un ángel se haya convertido en un ente del averno.
La voz cavernosa y lejana, después de emitir aullidos infrahumanos, dijo las palabras siguientes:
-¡Basta de agüitas de vagina y panaceas de excremento! Nosotras, la estirpe mas aventajada de hechiceras, no necesitamos de esas boberías de pacotilla. Mi descendencia gobernara sin concesiones este planeta durante los próximos treinta milenios. Adiós mi querido desecho de letrina- dicho esto se envolvió en un fastuoso velo de fuego y cruzo con avidez el oscuro firmamento.