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Clases muy particulares 5

Recaredo Rey Relato enviado por : Recaredo Rey el 18/02/2012. Lecturas: 15147

etiquetas relato Clases muy particulares 5   colegialas   amor filial   gangbang   No consentido   Sexo oral   Sexo anal   Gay   Orgias   Zoofilia   Lesbianas .
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Resumen
Siguen mis peripecias sexuales en plena naturaleza con mis dos exalumnas, su madre y otra chica.


Relato

Laura, Sonia y yo estábamos durmiendo junto al río completamente desnudos. Al entrar la madrugada comenzó a refrescar y juntamos más nuestros cuerpos. Sonia era la más joven y se colocó enmedio. Yo estaba detrás abrazándola, con mis manos puestas en sus tetas. Al moverse una de las chicas me desperté. Tenía el pene completamente tieso, con la punta tocando el coño de Sonia. Debía de tener algún sueño erótico porque lo tenía mojado. No pude resistir la tentación y le metí mi estaca lentamente, al principio la cabeza y luego, empujando poco a poco, estaba dentro casi por completo. El resto fue fácil, solo tenía que moverme un poquito y ahí estaba follándomela sin que se enterase de nada. Me corrí dentro de ella, y como no fue mucha cantidad de semen y la manguera estaba bien colocada, se quedó todo para ella. Luego se la saqué con cuidado y seguí durmiendo.

Tan solo un instante después de dormirme escuchamos ruido, como si alguien se aproximase. La luna estaba llena y se podía ver. Nos incorporamos los tres y ¡sorpresa! eran las dos hijas de Laura. Estaban temblando de frío. Laura y yo las abrazamos para que entraran un poco en calor.

- ¿Qué ha pasado? -les preguntamos. Fue Silvia la que contestó dirigiéndose a Sonia:

- Pues que el hijo de puta de tu marido nos estuvo follando antes de subir al coche. Después, la lagarta de tu madre también disfrutó de nuestros cuerpos y finalmente nos dijeron que querían atarnos a un árbol para un número sadomasoquista, que si no no nos llevaban. Aceptamos, y una vez amarradas nos castigaron con unos cinturones, golpeándonos con saña y metiéndonos unos palos por el culo. Luego Abelardo orinó en nuestros cuerpos, nos escupieron y nos dejaron allí. Después de un rato conseguimos liberarnos, nos limpiamos las heridas y aprovechando que había luna llena echamos a andar hacia aquí.

- Ya ajustaremos cuentas con Abelardo y con su puta suegra -les dije yo-, pero ahora vamos a dormir un poco. Cuando se haga de día pensaremos lo que vamos a hacer.

Sonia no paraba de tocarse el coño. Laura le preguntó:

- ¿Que te pasa, Sonia? ¿No irás a decir que estás caliente?

- No, no -respondió-, es que tengo un extraña sensación, como si hubiese estado follando ahora mismo, y no lo hago desde hace varias horas.

- Bueno, es que me desperté hace un momento y no pude evitarlo, tenías el chochito tan mojado -le aclaré.

- Podías haberme pedido permiso por lo menos.

- Te recuerdo que eres mi esclava, y por tanto puedo hacer contigo lo que quiera.

- Es verdad, amo, no me acordaba -aceptó sumisa-. Tú mandas y yo obedezco.

Le explicamos a las niñas lo de la apuesta y pareció divertirles.

- ¡Qué interesante! ¿Por qué no les mandas algo antes de acostarnos? -propuso Diana.

- Pues ya que insistes lo voy a hacer. Sonia, te ordeno que masturbes a las dos niñas hasta que se corran.

Mi orden sorprendió a las cuatro, pero Sonia no vaciló a la hora de obedecer.

- Ya habeis escuchado, niñas. Echaos aquí que voy a daros gusto con mis manos.

Silvia y Diana se recostaron sobre un árbol. Sonia se puso entre ellas y con una mano para cada una se puso a frotarles el coño hábilmente, con un dedo para el clítoris, otro para el pubis, otro para los labios vaginales y los otros dos penetrando en la vagina a modo de pene. Las niñas se pusieron a gritar y a agitarse como si estuvieran en éxtasis. La escena me calentó de nuevo, así que le ordené a Laura que me ofreciese su chocho para follar. Ella se inclinó sobre otro árbol y yo se la metí sin contemplaciones. Mientras la cabalgaba, Sonia acabó de masturbar a las chicas, que se corrieron con gran escándalo eyaculando gran cantidad de líquido. Le ordená a Sonia que se aproximase y se agachara delante de mí. Saqué la polla del coño de Laura y se la metí en la boca a Sonia.

- ¡Chúpamela, y cuando me corra te tragas todo el semen! -le ordené.

Me la chupó con gran maestría, frotando a lo largo del pene y acariciando con la punta de su lengua
la cabeza del mismo. Estaba muy excitado y me picaba mucho la polla. No pude aguantar demasiado y eyaculé en su boca. Absolutamente todo el semen se lo tragó, luego me fue repasando con la lengua cada centímetro de mi verga hasta no dejar ni rastro de esperma.

- Amo, me has dejado cachonda, necesito correrme -me dijo Laura mientras se tocaba el coño.

- Pues ahora cuando nos echemos a dormir te das gusto con tu dedito hasta que tengas el orgasmo.

Y de nuevo nos acostamos en el suelo, debajo de un árbol, bien pegaditos. Yo estaba entre las dos niñas, así que era imposible que mi polla estuviese tranquila, teniendo en cuenta que la tenía a lo largo de las dos rajitas de Silvia, la del coñito y la del culito. Ella lo notaba y se abría un poco para ver si se le colaba, lo que no fue dificil, ya que estaba todavía mojada de la eyaculación que había tenido. Poco a poco la picha me fue dando respingos hasta que se puso dura y se metió en el coñito de la muchacha. Lo que no me quedaba era leche. Habían sido muchas eyaculaciones en un solo día y necesitaba al menos una hora para recargar. Al menos ella sí se corrió. Luego nos dormimos todos. La única que se mantuvo despierta fue mi verga, que siguó erecta hasta que un rato después, cuando estaba a punto de amanecer, nos despertamos sobresaltados por unos terribles aullidos que provenían de muy cerca. Lo que vimos nos llenó de miedo a todos: tres enormes lobos habían acudido donde estábamos durmiendo, sin duda atraídos por nuestros gritos mientras nos corríamos y por el olor sexual que desprendían nuestros cuerpos desnudos. Pensábamos que estaban hambrientos y nos iban a devorar, pero lo que estaban eran hambrientos... de sexo; seguramente estarían en celo porque se fueron aproximando lentamente hasta acercar sus terribles hocicos a los genitales de las chicas. Yo ya había retirado mi polla del coño de Silvia, fuera a ser que se pusiera celoso y me la arrancara de un bocado. Ni siquiera nos dio tiempo a incorporarnos. Los lobos eligieron a sus presas: Laura, Sonia y Diana. Las movieron con fuerza hasta que las pusieron en posición a cuatro patas, los lobos pusieron sus patas delanteras sobre las espaldas de las chicas y les metieron en sus coñitos un enorme falo de no menos de 25 cm. Silvia y yo nos apartamos, no podíamos hacer nada por ellas. La que lo pasaba peor era Diana, pues su coñito era el más pequeño y el tamaño de los falos de los lobos era descomunal. Los minutos se les hacían interminables. Parecían eyacular una y otra vez, sin soltar a sus víctimas. Dadas las circunstancias decidí alejarme de allí con Silvia para ponerla a buen recaudo por si algún lobo se quedaba con ganas de más. Nos subimos a una pequeña loma, y escondidos tras unas rocas seguimos contemplando el cruel espectáculo. Los tres lobos intercambiaron sus presas, de tal manera que las tres chicas fueron penetradas por cada uno de ellos. Más de una hora duró el festín sexual zoofílico. Parece que por fin los animales quedaron satisfechos y se fueron por donde habían venido. Volvimos junto a ellas y las ayudamos a lavarse y a retirarles los restos de semen que tenían en sus vaginas. Lo que me sorprendió fue lo que dijo Laura de su terrorífica experiencia:

- El primero no follaba mal, pero los otros dos eran unos buenos sementales. ¡Vaya verga que tenían! La tenían más grande que tú, Agustín.

Sonia y Diana no estaban tan contentas.

- ¡Qué susto he pasado! -exclamó Sonia-. Pensé que cuando terminara me iba a comer enterita.

- Pues a mí me ha dado mucho asco, esas patas tan peludas y ese mal olor. Además parecía que no se iban a cansar nunca de follarnos.

Como ya era de día, decidimos que lo mejor era salir a la carretera e intentar que un coche nos llevase a la casa de la montaña, y en el peor de los casos llegar andando, pues calculando los kilómetros, nuestro cansancio y que estábamos descalzos podríamos tardar unas cuatro horas. Echamos a andar y al poco tiempo nos encontramos con un grupo de seis cazadores que, escopeta en mano, iban en busca de algún animal para abatirlo. Tendrían unos treinta y tantos años y se les veía guapos y agradables.

- ¡Qué suerte hemos tenido de encontrarles! -exclamó alborozada Laura.

- No se pueden imaginar nuestro infortunio - dijo a su vez Sonia.

- La verdad -dijo uno de los cazadores- que no sabemos qué están haciendo por aquí en pelotas, pero los que hemos tenido suerte hemos sido nosotros.

- Y sospechamos -apuntó otro- que vuestro infortunio aún no ha terminado.

Por la manera como miraban a las chicas me imaginaba lo que iba a pasar a continuación. Lo primero que hicieron fue apartarme del grupo apuntándome con una de las escopetas, mientras los otros, amenazando a las mujeres con sus armas las obligaron a que acataran sus exigencias. No les quedó más remedio que aceptar, y de esa manera se organizó allí una violación masiva. Los seis cazadores se fueron turnando, y así, mientras cuatro follaban, los otros dos nos apuntaban. No estaba seguro si las chicas estaban disfrutando o sufriendo, pero el caso es que gritaban como locas y jadeaban como auténticas perras. Las fueron penetrando tanto por detrás como por delante, algunos eyaculaban dentro y otros la sacaban y se corrían en sus caras. Uno de ellos, en la barbarie sexual que estaba teniendo lugar, le metió a Laura la escopeta por el culo.

- No se te irá a disparar, ¿verdad?, mira que si no no voy a poder follar más...

- ¡Qué puta más cachonda estás hecha! -le decía el cazador.

Lo que no podía imaginarme era lo que sucedería a continuación. Uno de los cazadores se dirigió a mí:

- ¿Tú no creerás que te vas a ir de rositas, no? Yo te voy a dar algo que te va a gustar.

Al parecer a uno de los cazadores le iba el tema gay, así que me obligó a ponerme a cuatro patas, me metió sus dedos ensalivados para lubrificarme un poco y me metió su verga por el culo. Nunca me la habían metido, y la verdad es que no me desagradó, me pareció una situación tan morbosa que realmente estaba excitado. Al principio me molestó, pero con el paso de los minutos la molestia se convirtió en cosquilleo y luego en placer, tanto es así que acabé empalmándome. Cuando se corrió noté como su semen fluía por el interior de mi recto. Pensé que yo también iba a eyacular, pero el cazador me pidió:

- No te corras todavía, metémela por detrás y lléname con tu semen, machote.

No me hice de rogar mucho. Nunca le había dado a un tío por el culo, pero tal vez fuera porque no lo había probado. A mis 42 años me estaba enterando de que era bisexual. Le metí mis dedos por su ano y le eché saliva para lubrificarlo. A continuación se la metí con muchas ganas, me resultó una experiencia excitante y gratificadora. Me lo estuve follando un buen rato. Llegamos al orgasmo casi a la vez. Le llené el culo de leche caliente y se la saqué para que me la chupara. Hicimos un sesenta y nueve y nos la chupamos mutuamente. Nunca pensé que fuera tan agradable tener una verga en la boca y lamer los restos de semen después de que te hayan sodomizado.

Mientras tanto, las chicas parecían estar disfrutando con la orgía campestre. Y la que más lo hacía era la más putilla y más jovencita, Diana, que no daba abasto follando y chupando. En un momento dado tenía a uno metiéndosela por el coño, otro a su vez le penetraba el culo, otro se la tenía metida en la boca y le estaba haciendo una mamada de antología y a otro le machacaba la polla para ordeñarla, algo muy placentero a juzgar por la cara de satisfacción del muchacho. Consiguió que los cuatro se corriesen a la vez, provocando un espectáculo de lluvia de semen en todo su cuerpo.

Como no hacía falta, dado que todos estábamos disfrutando y corriéndonos de gusto, los cazadores dejaron sus armas de fuego para centrarse en sus otras armas. Allí nadie se cansaba de follar, era un polvo detrás de otro. Yo me tuve que poner también a penetrar a las chicas, que estaban desmadradas, en éxtasis sexual, no podían dejar de meterse las pollas en sus agujeros. La orgía acabó a las cuatro horas, cuando ninguno de los hombres podíamos más, no teníamos ni fuerzas ni semen alguno para eyacular. Por más que las mujeres intentaron reanimarnos chupando nuestras vergas, ya nada se pudo hacer. Dadas las circunstancias, los cazadores siguieron su camino y nosotros el nuestro. Les pedimos si nos podían ayudar, pero se negaron porque como las chicas tenían sus cuerpos pringados de semen no querían que les ensuciaran el coche. Aunque se lamieron unas a otras los cuerpos para limpiarse, era tanto el líquido impregnado que se quedaron muy manchadas. Por cierto, era tal el desenfreno que tenían, que hasta Laura se puso a lamer los cuerpos de sus hijas y viceversa, y mientras lo hacían seguían gimiendo y gritando de gusto, y cuando se pasaban las lenguas por la boca, los pechos, el coño o el culo, seguían corriéndose como auténticas perras en celo. Sólo un buen rato después comenzaron a volver a la realidad y reemprendimos nuestra marcha. Entre ellas comentaban los detalles de la orgía:

- ¡Vaya pollón que tenía el de verde! ¡Y cómo descargaba leche! -exclamaba Silvia.

- Pues el de la camiseta roja era un semental. La ha tenido tiesa hasta el final. Me la ha metido hasta tres veces por el culo -explicaba Sonia.

- ¿Y qué decis del chico de la barba? Estaba buenísimo, todo depiladito y con ese culito respingón. Yo me lo he tirado cuatro veces -recordaba Diana.

- ¿Y tú qué? -me preguntó Laura-,¿no te irás a pasar a la otra acera y dejarnos tiradas?

- Claro que no -le respondí. Si a mí no me gustan los tíos. Ha sido la lujuria del momento. A mí me gustáis vosotras, que estáis buenísimas, con esos cuerpazos tan espléndidos.

Unos minutos después llegamos a la carretera. Era una vía secundaria de montaña por la que apenas pasaban coches, tal vez uno cada media hora. Seguimos andando por ella en dirección a la cabaña. En el peor de los casos, en tres o cuatro horas llegaríamos. El problema era que estábamos agotados por la cantidad de coitos y eyaculaciones que habíamos tenido. A los diez minutos pasó el primer coche, una pareja que no se atrevió a detenerse, aunque nos hicieron algunas fotos.

- Va a ser difícil que algún coche se detenga y nos lleve -comentó Laura-. Con el aspecto que tenemos, desnudos, sucios y llenos de semen sería un milagro.

Pero el milagro se produjo. Un coche con cuatro tíos dentro se detuvo a nuestra altura. No salían de su asombro. Cuando les explicamos lo que nos había sucedido accedieron a llevar a las chicas.

- Si nos apretamos podrían entrar las cuatro, aunque sea encima de nosotros, pero el caballero no cabe. Eso sí, os vamos a dar unas toallitas limpiadoras, porque estáis muy sucias y oléis mal.

Y así fue como, tras limpiarse, las cuatro se montaron en el coche. El sobeo era exagerado, les tocaban el culo, las tetas, las piernas... Y a estas alturas a ninguna le importaba. Actuaban irracionalmente. Las peripecias vividas nos habían transformado. No teníamos moral ninguna, éramos como animales que buscaban sobrevivir, y si para comer, beber o llegar a la cabaña había que actuar irracionalmente, pues se hacía. Cuando se fueron y me dejaron solo, ya se escuchaban las risas y los gritos lujuriosos de las chicas. Creo que me puse celoso por no poder estar con ellas. Ya me estaba imaginando a los cuatro hombres metiendo sus pollas en los coñitos de mis chicas -que por cierto ya habían dejado de ser mis esclavas- o chupando sus ricos pezones. Eché a andar en solitario y los coches pasaban de mí, si acaso aflojaban la marcha para insultarme:

- ¡Guarro, pervertido, exhibicionista! ¡Que tenemos niños en el coche! -decía una madre de familia que iba con su marido y sus hijos.

- ¡Cerdo, hijo de puta, tápate el rabo! -decía un hombre desde su ranchera.

Desde otro coche me tiraron unas latas y me escupieron. Hasta que por fin pasó un coche con cuatro mujeres dentro, algo más mayores que yo, pero muy guapas y con unos bonitos cuerpos. Les conté mis aventuras y me dejaron subir al coche. Al igual que les pasó a las chicas, mientras entraba y me sentaba entre las dos que iban detrás, me toquetearon por todas partes, polla incluida. Una vez en marcha, las chicas se pusieron calientes y se quitaron las braguitas para que las follara. El problema era que estaba extenuado de tantísimos polvos como había tenido en lo que llevábamos de día, así que no había manera de que se me levantara.

- ¿Para qué quieres esa hermosura de polla si no se te pone dura? ¿Es que eres gay o es que no nos ves atractivas?

- No es eso -les respondí-. Ya os he contado que he estado follando como un semental en celo. Necesito al menos un par de horas para recuperarme.

- Pues en ese caso te vienes con nosotras a nuestra casa de montaña y cuando hayas cumplido y nos hayas satisfecho como un macho satisface a una hembra te llevaremos junto a tus chicas.

Y así fue como me llevaron con ellas. Eran unas preciosidades de mujeres y estaba deseando poder penetrarlas. De hecho, ya se me estaba poniendo tiesa con tan solo pensar lo bien que lo iba a pasar con esos monumentos... (Continuará).

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Esto comenzó desde hace 3 años. Yo salgo con una chica que se llama Susan. Ella es bastante bonita (lo digo yo, y lo dicen todos), y valió la pena todo el esfuerzo que hice para conquistarla. Siempre había tenido cierta debilidad por las chicas de colegio privado, por el uniforme, me vuelve loco verlas con pollerita, camisa y corbata. Y cuando comencé a noviar con Susan, ella ya estaba ya en el último año de la secundaria. Ella es rubia, de ojos verdes y alta, un metro setenta. Lo mejor de Susan, y es lo que me enamoro, es la cara de gatita viciosa, con unos labios que ya han hecho un buen labor con su novio. Además, tiene unos pechos que entran perfectamente en mis manos, una cinturita finita y piernas bien torneadas, largas. Y su atributo más deseado por mí, su cola redondita, la cual que todavía no pude hacer que me la entregue, se niega rotundamente al sexo anal.Pasado un año ya de salir con ella, y tener sexo en todas sus variantes menos el sexo anal ya mencionado, Susan salió del colegio y ya no tuve más a mi colegiala en uniforme. Igual, ella se coloca a veces su uniforme que ya le queda chico cuando estamos solos para darme el gusto... un jueguito de novios. Pero después de un año de noviar, comencé a ir a su casa cada vez más seguido, sobretodo estos últimos meses. Sus padres me tienen ya confianza y saben que lo mío con su hija es una relación seria, Pero en estas visitas, cuando cumplía mi rol de novio visitando a su novia, había veces que Susan no estaba, y me quedaba en su casa esperándola. A veces estaba la hermana mayor de Susan, Otilia, una nena de 19 años que está muy buena... o más que buena Es algo hermosa, tiene un cuerpo infernal, con dos tetasas que son enormes)dos sandias
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Comentarios enviados para este relato
Calentona (19 de February de 2012 a las 21:02) dice: La otra parte! que estan muy buenos tus relatos y ademas a tus chicas deberias sacarles fotos ya que son tan putitas y tanta gente las a visto no hace daño

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:33) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

osikr (11 de July de 2012 a las 18:06) dice: ya sube la parte 6 que esta muy buena la historia


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