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Claudito y su tío Roque (4) ( CON fotos)

señoreduardo Relato enviado por : señoreduardo el 26/11/2016. Lecturas: 6090

etiquetas relato Claudito y su tío Roque (4) ( CON fotos)   Gay .
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Resumen
Roque partió dos días después, luego de otra sesión sexual tripartida con Claudito y su madre que esta vez participó más activamente, ya que penetró analmente a su hijo usando dos de sus dedos mientras el chico, en cuatro patas, chupaba la verga de su tío. Una semana después, cuando Sara y su hijo se aprestaban a cenar, sonó el celular de ella. Era Roque.
-¡Buenas noticias, hermana!
-¡Ay, contame ya, Roque!



Relato
-Están ansiosos, jejeje, y eso que todavía no lo vieron… Hacé una cosa, sacale un par de fotos a Claudito, desnudo, por supuesto, y mandámelas por mail así yo se las muestro a ellos y se calientan todavía más.
-¡Genial, Roque! Esta noche hago esas fotos y te las mando enseguida.
-¿Cuándo pensás venir?
-Cierro la casa, hago el equipaje y nos largamos; pienso que pasado mañana.
-¿Y el nene cómo está?
-Bien, dentro de todo.
-¿Ya le contaste que se vienen para acá?
-Sí.
-¿Y cómo lo tomó?
-Se puso mal hasta que le dije que va a cursar en la universidad de allá mientras estemos ahí, porque en verdad le interesa mucho la carrera.
-¿Qué quiere cursar?
-Medicina.
-Bien… ¿Ya le contaste de mis dos amigos?
-No… Quiero que eso sea una sorpresa, jejeje…
-¡Bien pensado, Sara! Bueno, te dejo, recordá lo de las fotos.
-No te preocupes, chau…
Ambos cortaron la comunicación y mientras ella y su hijo comenzaban a cenar le dijo: -Roque me dijo que te extraña y por eso quiere que te saque dos fotos y se las mande por mail.
-Yo también lo extraño… -admitió el chico.
-Me imagino, hijo, claro que debés extrañar esa verga. Pero pensá que nos vamos en dos días, Claudito, y vas a volver a tener la verga del tío Roque.
-Ay, mamá…
Claudito vestía una remera turquesa y jean azul, prendas que después de comer debió quitarse para que su madre le sacara esas dos fotos prometidas al tío Roque.
Sara juzgó inmejorables los resultados. En una de las tomas se veía a Claudito en cuatro patas, con el culo hacia la cámara y él mirando hacia atrás por sobre su hombro izquierdo. La otra lo mostraba parado de frente, con un dedo en la boca y mirando a la cámara.
-¡Saliste precioso, hijo! ¡Mirá!
-Sí, me gusta como salí… -dijo el chico luego de mirar detenidamente las imágenes. –Con las fotos decile al tío que le mando un beso…
-Claro, y seguro que él se va a imaginar que ese beso es para su verga… -agregó Sara y salió del cuarto en medio de una risita.
El interior del chico era un volcán en erupción. Por un lado, el deseo intenso de volver a gozar la verga de su tío Roque, que lo elevaba hasta las más altas cumbres de un placer exquisito, pero también el conflicto con su madre, que lo dominaba mediante la amenaza de contarle a la familia que él era gay. Lo atemorizaba la conciencia de que debía hacer todo lo que su madre le ordenara, como esto de trasladarse a Córdoba, y de aquí en adelante, ¿qué cosas se le ocurrirían a su depravada madre?
……………
Al día siguiente Roque le mandaba las fotos de Claudito por mail a sus amigos Héctor y Alcides, que las miraron infinidad de veces deslumbrados por la increíble belleza del jovencito.
Esa tarde se encontraron en un café que frecuentaban y el tema excluyente fue Claudito.
-¿Vieron lo que es este nene? –preguntó retóricamente Roque.
-Cuesta creer que sea de verdad… -dijo Alcides, 53 años, calvo, de abdomen algo abultado.
-Che, miren que aquí hemos visto chicos lindos, pero como éste ninguno… ¡Es impresionante, Roque!
-Sí, es verdad… -coincidió Héctor, 52 años, el más alto de los tres, robusto, de bigotes y cabello canoso.
-Ustedes van a debutar con un cachorro, ¿cierto? –dijo Roque y era así. Héctor y Alcides siempre habían tenido fantasías de comerse a un jovencito, pero hasta ese momento habían sido sólo eso, fantasías.
-Sí. –contestó Héctor. –Gracias a vos.
-Gracias a mi hermana. –corrigió Roque con una sonrisa torcida. –A la pervertida de mi hermana…
-¿Y cuándo llegan, che? –quiso saber Alcides.
-Supongo que en un par de días. Cuando mi hermana me mandó las fotos me dijo que me va a confirmar la hora de llegada en el bus. Yo los voy a buscar a la terminal y me los llevo a casa.
-Decime, Roque, ¿tu sobrino sabe que le vamos a dar entre los tres? –preguntó Héctor.
-No, Sara le quiere dar una sorpresa, jejeje…
Los tres rieron y un rato después se despedían con la ansiedad compartida de disfrutar a fondo de tan sabroso bocadito.
………..
Y llegó el momento. Con los billetes del bus a Córdoba Sara le anunció a su hijo esa noche de lunes que se iban al día siguiente. Había arreglado con su prima Elsa que ésta se daría una vuelta por la casa cada dos días para cerciorarse de que todo estuviera bien.
-El bus parte a la una menos cuarto de la noche desde la Terminal de Retiro, hijo, y llega a Córdoba a las doce menos cuarto. El tío Roque nos buscará en la terminal y nos lleva a su casa.
-Está bien, mamá…
-No lleves mucha ropa, Claudito, en todo caso compramos allá. Yo también voy con una maleta liviana.
El chico asintió con la cabeza y pensó, excitado, en su tío Roque.
-Contame qué ropa pensás ponerte para viajar, Claudito.
-No sé, hace calor, un jean y una camisa…
-Ponete ese jean blanco bien ajustado que tenés, la chomba roja que te queda tan bien y los mocasines marrones sin medias.
-Bueno, mamá… -aceptó Claudito sintiendo definitivamente que su madre lo dominaba por completo merced a esa pérfida amenaza de contarle a la familia su condición de gay. “¡Me muero si se enteraran”, se dijo estremecido.
Durante el largo viaje Claudito no pudo conciliar el sueño. Su mente se agitaba en fantasías del reencuentro con su tío Roque mientras Sara dormía profundamente en el asiento contiguo. Cuando el personal de a bordo anunció el arribo a Córdoba en quince minutos el chico fue al baño a lavarse la cara para despejarse y luego su madre hizo lo mismo.
Poco después los dos se confundían en sendos abrazos con Roque, que aprovecho la oportunidad para manosear ligeramente el culito de su sobrino. Luego el hombre los guió hacia su automóvil mientras les preguntaba por el viaje: -Yo dormí toda la noche, Roque.
-Yo no pude pegar un ojo, tío…
-¿Por qué, Claudito? ¿nervios?
-Algo así, tío…
-En estos días estuve acumulando ganas, Claudito…
-Ay, tío, yo también… -se ruborizó el chico mientras su madre le sobaba las nalgas descaradamente, sin importarle que alguien pudiera estar mirando.
-Este culito tiene hambre, Roque… -comentó la mujer y emitió una risita lasciva.
-Y ese culo va a comer en abundancia, Sara… -acotó el tío Roque entre divertido y excitado.
Cargaron las pequeñas maletas en el baúl del vehículo y enseguida partieron velozmente hacia la casa del tío Roque.
Al llegar el anfitrión propuso pedir comida delivery y la sugerencia fue aceptada.
-Pidamos pizza, Roque, así es todo más sencillo. –dijo Sara y eso convinieron.
La casa, ubicada en plena capital de Córdoba, era una antigua y amplia construcción con un gran living, varios cuartos y dos baños. Roque les hizo una visita guiada y luego les mostró a su hermana y a su sobrino sus respectivas habitaciones.
-Estás cada vez más lindo, Claudito… -dijo el tío Roque ya de regreso en el
living mientras abrazaba a su sobrino y le buscaba la boca con sus labios. El chico abrió los suyos y dejó que la lengua ávida de su tío le entrara profundamente en la boca.
-¡Che, me están calentando! –intervino Sara yendo hacia ellos. Mientras tío y sobrino se besaban apasionadamente, le bajó el pantalón a su hijo y luego el calzoncillo para después sobarle las nalgas.
-Sara, que se desnude. –pidió Roque dando un paso hacia atrás.
-Ya oíste al tío, hijo.
-Sí, mamá… fue la mansa respuesta de Claudito, que se desvistió rápidamente.
-Ay, ay, ay, ¡cuánto extrañaba este hermoso cuerpito! –dijo Roque yendo otra vez hacia su sobrino. Así estuvieron el tío Roque y Sara, magreando al chico hasta que el timbre les indicó la llegada de la pizza.
-Qué ganas de mandar a Claudito a recibir el pedido… -dijo Sara.
-No sería prudente, Sara. –intervino Roque.
-Ya lo sé, fue una fantasía. –dijo Sara y fue hacia la puerta. Cuando regresó con la pizza Roque puso un mantel en la mesa del living, tres platos y otros tantos vasos.
-Tengo cerveza y gaseosas. ¿Qué prefieren?
-Cerveza. –pidió Sara.
Yo también cerveza. –fue la opción de Roque.
-Una gaseosa, tío… -eligió Claudito y entonces Sara dijo:
-Cortá las porciones y servinos, hijo. Pero antes andá a traer las bebidas.
Roque sonrió al advertir que Sara no perdía oportunidad de hacerle sentir al chico su dominación sobre él.
-Están en la heladera, ¿cierto, tío?
-Sí, precioso… -y allá fue el chico mientras a sus espaldas Roque y Sara intercambiaban guiños cómplices.
-Cuando terminemos de comer hacemos una siesta y después lo usamos, ¿eh, Sara?
-De acuerdo… Pero, ¿qué arreglaste con tus dos amigos?
-Vienen esta noche.
-¡Perfecto! –se entusiasmo Sara en tanto Claudito regresaba con las dos cervezas y la gaseosa.
-Bueno, hijo, ahora sí servinos la bebida y la pizza. –y el chico obedeció, claro está.
Cuando terminaron de almorzar Roque mandó a Claudito a que buscara en el botiquín del baño principal el pote de vaselina que guardaba allí.
-Roque, quiero darle por el culito con los dedos. –comentó Sara.
-No te prives, hermana… -dijo el tío Roque y soltó una risita. –Dale cuando yo lo tenga chupándome la verga.
-¡Perfecto!
Claudito volvió con el pote de vaselina, se lo entregó al tío Roque y los tres se dirigieron a sus respectivos cuartos para dormir una siesta a la espera de lo que sucedería después.
A las dos horas Sara entró en el cuarto del chico, que permanecía despierto. Imposible haber dormido con la tensión y la ansiedad que lo embargaban.
-Vamos, hijo, date una buena ducha y andá para la habitación del tío Roque.
Claudito obedeció y minutos después se presentaba ante su madre y su tío, desnudo y con el pelo húmedo.
Roque, desnudo, y Sara conversaban sentados en el borde la cama e interrumpieron la charla ante la entrada del chico.
-Bueno, aquí lo tenemos al nene… -se entusiasmo el hombre y fue hacia su sobrino para tomarlo de un brazo y llevarlo hasta la cama, donde Claudito debió tenderse.
-No perdamos tiempo, Roque. Estoy ansiosa por ver cómo le das verga.
Roque rió entre dientes y dijo: -Hablando de verga, mirá cómo me la pone tu hijo, Sara. –y señaló su pene ya bien erecto.
-Bueno, usalo ya, hermanito.
-Tus deseos son órdenes, Sara… -bromeó el hombre y le ordenó a Claudito que se pusiera en cuatro patas. Tomó el pote de vaselina de la mesita de noche y se la alcanzó al chico, subió a la cama y le ordenó que le envaselinara la pija.
Claudito lo hizo con manos que temblaban de calentura y se preparó para lo que esperaba desde hacía días: ser penetrado por esa verga que adoraba. Por el rabillo del ojo vio cómo Roque se acomodaba a sus espaldas.
-Sara… -le oyó decir, y Sara imaginó lo que su hermano quería de ella. Se apresuró a subir a la cama y arrodillada junto a Claudito le entreabrió las nalgas.
-Adelante. Roque… -murmuró con voz algo enronquecida en tanto veía cómo el hombre guiaba la pija con su mano derecha hacia el preciado objetivo y cómo ese ariete palpitante comenzaba a entrar en el tierno y apetecible culito.
Para Claudito lo ya sabido, ese dolor inicial intenso que se iba reduciendo cuando la verga ya estaba toda adentro y el tío comenzaba a hacerla avanzar y retroceder mientras su madre le sobaba las nalgas e inclinada sobre él le repetía una y otra vez al oído: -Qué culo hermoso tenés, hijo… Qué culo hermoso tenés…
-Ay, mamá… murmuraba el chico.
De pronto Roque retiró su verga y se desplazó hasta ubicarse ante la cara de Claudito, que había exhalado un gemido doliente al sentirse abandonado. Pero esa sensación de abandono duró muy poco, porque Roque le ordenó abrir la boca y que le practicara una buena mamada.
-Sara, -le dijo a su hermana- su culito es todo tuyo… -y Sara, ni lerda ni perezoza, comenzó a trabajar con sus dedos índice y medio en el ano de su hijo, donde no le costó introducirse merced a los restos de vaselina que quedaban en la entrada del estrecho sendero. Los dedos iban y venían con un ritmo que se aceleraba cada vez más, al tiempo que Claudito sorbía apasionadamente la pija de su tío Roque. En la habitación todo era jadeos, gemidos y dichos obscenos.
Por fin el hombre se derramo en la boca de su sobrino, que tragó ese semen hasta la última gota, disfrutando de su espesor e incluso de ese sabor algo agrio que no obstante le sabía como un delicioso licor.
Roque se derrumbó sobre la cama entre bufidos y Sara retiró sus dedos del culo de su hijo, que cayó también de espaldas con su pija bien erecta y dura.
-Estás muy calentito, ¿eh, hijo?
-No puedo más, mamá… -admitió el chico con expresión dolida.
-Bueno, andá al baño y mastúrbate. Te lo ganaste, Claudito. –y cuando el chico abandonó la habitación se tendió de espaldas en la cama y comenzó a masturbarse también.

(continuará)









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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:53) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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