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Cuando era chica (2)

Relato enviado por : Bes el 08/08/2016. Lecturas: 9810

etiquetas relato Cuando era chica (2)   Amor filial .
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Resumen
Aun recuerdo el accidente y la ayuda de mi papito para curarme.


Relato
Cuando era chica (parte 2)

Aún sigo internada recuperándome del golpe en la cabeza.
Por suerte ya puedo tragar alimentos blandos y me sacaron los tubitos de suero.
Cuando mi papi vino de visita me llevó al baño alzada, todavía no podía dominar mi cuerpo pero era un gran alivio no usar el recipiente para hacer pis. Esta vez hasta tenía ganas de hacer caca y me aguantaba para no dejar escapar nada mientras me llevaban en brazos.

Mi papi estaba muy cariñoso y atemorizado por mi accidente, me llevaba abrazándome fuerte y levantándome la bata me sentó en el excusado. Mientras me sostenía para que no me cayese, miraba entre mis piernas esperando que pudiese hacer pis. Que tontito, pero no le podía explicar que ya había hecho pis en un recipiente mientras me ayudaban acariciándome la puchita y haciendo ruiditos PSSSS.

Me ponía colorada haciendo fuerza y pujando para poder hacer caca, unos días sin ir al baño y mi intestino estaba como dormido, no me salía nada por la cola. Preocupado mi papito llamó al enfermero explicándole el problema, el morocho replicaba que necesitaría un enema para aflojarme los zoretitos.

Me moría de vergüenza al enterarme que eso implicaba meterme agua tibia por el culito, mientras el enfermero iba en búsqueda del equipo mi papito preocupado se agachó a mi espalda acariciándome el anito y explicando que trataría de evitarme la vergüenza.
Mojándose un dedo en la boca, procedió a metérmelo en el culito haciéndome doler mientras lo movía tratando de romper el excremento duro que trababa todo.

Cuando volvieron con la manguera y cánula ya pude soltar un poquito de caca con gran esfuerzo, el enfermero enojado explicaba que ese procedimiento pudo lastimarme el esfínter y debería aplicarme algún calmante. Mi papito no quería que ese hombre me estuviese tocando tanto la cola y se ofreció a hacerlo suavemente.
Me limpió con una gasa mientras el enfermero sugería que podría pasarme algo suavecito como ser una lengua húmeda; mientras hablaba se le formaba un gran bulto en el pantalón para asombro de mi padre.

Al final el enfermero me tuvo que alzar en brazos y posicionarme para que mi papi pudiese aplicarme el calmante lingüístico, en ese tiempo no conocía esas palabras y solamente pensaba que me chuparían el culito.
A mi papito también se le formó un bulto en el pantalón aunque no le veía la cara, la tenía enterrada en mi potito mientras pugnaba por enterrarme la lengua en el ano, parece que lo tenía dilatado de pujar recién.

El enfermero susurraba que no informaría que un padre se había excitado con su hijita metiéndole la lengua en el culito, si le permitía darme una mamadera mientras. Mi pobre padre tuvo que ceder ante el chantaje y me recostaron en una alfombra.
Esta vez podía separar los labios mientras el pito baboso del enfermero me quería alimentar con su mamadera y cerré los ojos para no ver tanta depravación.

Ya sentía el pito gordo entrándome en la boca mientras escuchaba anonadada al enfermero explicando que mi papi debería aplicarme leche calentita en el intestino para curarme del todo.
Mi padre no haría semejante cosa, pero mientras me costaba respirar por el pedazo de carne que tenía en la boca sentí el pipí paterno puntearme el esfínter. No se decidía a metérmela en el culito y decidí mirarlo dulcemente aprobando el tratamiento médico.

Al cerrar los ojos pude sentir el glande de mi papito pasar el anillo de mi anito, parece que la tenía más grande que el enfermero al dolerme mucho pero me aguanté sabiendo que la medicina me beneficiaría.
Por suerte era muy cariñoso mientras me la metía en el culito, muy suavemente me la fue enterrando y no la sacaba, solamente avanzaba de ratitos mientras yo pensaba que ya me estaría saliendo la punta por la boca chocando con la del enfermero.

Esto era peor que tener metido el termómetro, el pito duro de mi padre era enorme y me llenaba la colita y metros de intestino, la sentía larguísima e interminable mientras me entraba lentamente por el anito.
El enfermero me preguntaba si podía tragar la leche tibia pero tarde, me daban arcadas y tos con los chorros que me largaba en el fondo de la garganta.
Parece que mi progenitor quería sincronizarse cuando se sacudió mucho dándome un enema paternal y cariñoso.

Tuvieron que limpiarme toda la leche que chorreaba por mi cuerpo indefenso hasta llevarme de vuelta a la cama. Estaba nerviosa percibiendo que ellos habían tenido un rato lindo pero yo no, parece que el enfermero entendía mi miradas y susurrando algo al oído de mi papi metió la mano bajo la sábana. Su dedo tembloroso se paseaba por mi tajito mientras cerré los ojos esperando ver las estrellitas, yo sabía que eso que estaban acariciando se llamaba conchita, realmente me gustaba más cuando me la chupaban o eso pensé al ver la cabeza de mi padre enterrada entre mis piernas.

Creo que esto no era parte de la atención médica, esta vez mi papi trataba de hacerme sentir lindo solamente. Me lamía la puchita con mayor maestría que el enfermero, que delicia sentir la lengua de mi padre mientras me comía la conchita. Como estaba toda mojadita allí abajo de tanta saliva metió un dedo por mi hueco delantero, parece que ese agujerito era más chico que el de hacer caca, mientras me entraba en la conchita podía sentir su tibieza pero me desmayé nuevamente.

Que delicia esta vez las estrellitas, tenía los dos agujeritos ocupados con sendos dedos paternos, el dedo metido en el culito ya no dolía nada y su pulgar por delante me enloquecía mientras su lengua atacaba mi chuchita.

Quedé despatarrada y cansada mientras se retiraban sonrientes, pobrecitos luego de ayudarme tanto a curarme deberían estar fatigados también.
Cuando vino mi mamita le explicaron que ya no necesitaba estar en el hospital y podría recuperarme en casa, por dentro saltaba de alegría pero mi cuerpo casi inerte solo los miraba desde la cama.

Me vistieron y por suerte me pusieron una bombachita, ya no soportaba estar desnudita allí abajo. Mi papito muy solícito me acomodaba la ropita pero no lograba acomodarme bien la prendita íntima que se me metía entre las nalguitas.
Ya en casa me atendían como a una princesa, cuando mi madre se fue al empleo mi papito dijo que debería bañarme para quitarme los olores de hospital, el problema era que ahora yo no podía hacerlo solita y me llevó en brazos.

No sé que le pasaba a mi papito que temblaba mientras me quitaba la ropa, no hacía frío y temí que se estaría enfermando contagiado en el hospital por culpa mía. Me tenía que llevar a la ducha y debió quitarse la ropa también, se dio vuelta al bajarse los pantalones mostrándome su espalda peluda, hasta en la cola tenía pelos.

Me extrañó que tenía su pipí durísimo y grande al meterme bajo el agua, pude sentarme en el piso mientras papi me sostenía con una mano y me lavaba con la otra. Era muy alto y su palito duro me pegaba en la cara, recordando cómo el enfermero me había dado una mamadera abrí un poco la boca tratando de atrapar el biberón carnoso con los labios.

Esta vez mi padre me lavaba la cabeza con movimientos que parecían acompañar su coso duro entrando y saliendo de mi boca. Me dijo al oído que sería indecoroso para un padre largar la lechita en la boca de su hijita y me haría mejor si la aplicaba como enema.
Esto me ponía nerviosa recordando la manguera del hospital, pensé que debería meterme eso por atrás para recibir un enema.

Mi papito me lavaba mucho la cola pasando un dedo enjabonado entre mis nalguitas, parece que el dedo no me limpiaba bien allí y se enjabonó el coso duro pasándome la puntita por entre los cachetitos.
Cada tanto se le trababa en mi anito, creo que no estaba bien curada allí atrás; parece que le quedaba el glande incrustado en mi anillo de hacer caca y en una de las pasadas lo dejó allí haciendo presión.

Recién al sentir que me la estaba metiendo en el culito, pude darme cuenta que eso sería el enema curativo, no la horrible manguera de goma.
Al relajarme pudo meter algo más de la puntita y ya no me dolía tanto al percibir que mi padre me estaba introduciendo su manguera de carne por el ano.
Por suerte me distraía con una mano en mi puchita lavándola cariñosamente, cuando aumentaban mis temblores vaticinando las estrellitas empujó fuerte enterrándomela toda en el culito, eso dolía pero no importaba por lo lindo del mareo al sumergirme entre estrellas de colores.

Salía del desmayo que me producían las sensaciones, apenas percibiendo que el fondo de mi intestino recibía chorros de lechita curativa.

Era hora de la siesta pero no podría dormir solita en mi habitación y me llevó a la de mi hermano. Era un holgazán que dormía hasta tarde y regañaba enojado tener que compartir su cama.
Mi hermano era mucho más grande que yo y siempre me peleaba escondiéndome las muñecas, creo que esta vez se compadeció viéndome enfermita y me abrazó desde atrás diciendo que era una nena muy bonita y pronto me curaría.

Yo soñaba que estaba montado a caballo pero en pelo, sin montura mientras sentía los pelos del animal rozarme la cola. Era una hermosa sensación pero me hizo despertar al sentir algo durito entre en las nalgas y que se pasaba hasta adelante por mi puchita.
Yo sabía que mi hermano ya tenia pelos allí abajo, lo había visto bañarse.
Tenía un pito bastante chico comparado a mi papito pero me hacía sentir lindo cuando me lo pasaba por el tajito; mientras me apretaba las inexistentes tetitas se le resbaló la puntita del glande dentro de mi puchita.

Se quedó muy quieto del susto mientras me decía que fue un accidente y no podría sacarme el pito de adentro hasta que se le ablandase. Muy tonto mi hermano, en vez de hacer fuerza para sacarlo, empujaba metiéndomela en la conchita cada vez más hondo.
Enseguida sentí que algo frenaba el pito de mi hermano, estaba tocando a la puerta que me separa de la niñez, esa telita que tenemos las nenas.

Mi mamita me había contado una vez que al casarme me romperían esa telita, en ese momento no entendí hasta que mi hermano preguntó si continuaba. Yo no podía articular palabra y mi silencio sonó como una aprobación y siguió metiéndomela por la conchita.
Eso sí dolía mucho pero no podía ni gritar, solamente al sentir sus pelitos en mis nalgas supe que la tenía toda adentro mientras mi hermano anunciaba que ya era una mujercita.

Por suerte estuvo quieto mientras me acostumbraba a tener su pitito metido hasta el fondo de la puchita, cuando se empezó a mover ya no me dolía tanto y comenzó a sacarla. Todavía no la tenía blanda y volvió a metérmela hasta el fondo, ya me estaba gustando este jueguito, sentía parecido a cuando me chupaban la conchita y creo que estaba por caer en las estrellitas cuando mi hermano me agarró fuerte de la cintura y me ensartó el pito hasta el fondo, por suerte lo tenía cortito y no me salió por la boca cuando sus chorros de leche me inundaban por dentro.

(Continuará ?)

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:30) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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