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Débora y la minería

Relato enviado por : learcu el 05/01/2015. Lecturas: 3182

etiquetas relato Débora y la minería   Infidelidades .
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Resumen
No quiero fallarle a mi marido me decía Débora, pero no me impedía recorrerla y acariciar su cuerpo mientras la trasladaba a su dormitorio, al llegar ella se acomoda sobre la cama ansiosa, vehemente y ardiente se recuesta de espalda en ella abriendo sus piernas, mi esposo murmuraba es un necio me tiene así anhelante de macho desde hace meses…, es un incompetente al saciarme…


Relato

Nací en un hogar de personas sin dinero, pero de esfuerzos, honestas y pujantes. Mi padre me guió para lograr completar mis estudios tantos básicos como lo siguientes medios, pensando que estudios seguir a veces por ganarme unos pesos colaboraba con una ferretería al frente de mi casa en ordenarle la bodega y en entrega de materiales a los clientes entre estos conocí a un señor don Mateo quien tenía una empresa de mantenimientos de maquinarias, este me ilumina seguir la carrera técnica en mantención de herramientas en la media y luego cuando ingreso a los estudios superiores sigo Mantención y Reparaciones de Maquinarias Industriales a nivel universitario y don Mateo me proporciona trabajo medio día para ayudarme en mis estudios que realizaba en la enseñanza vespertina. Logrado mi titulación de Ingeniería en la especialidad este señor, que me había tomado cariño, me envía con el hermano de su señora este cuñado había logrado afianzarse en la minería donde era Ingeniero jefe.

Eso significaba irme lejos de todo lo que conocía y vivir entre montañas donde se desarrollaba las labores de extracción e ingresé con un trabajo poco agradable para los Ingeniero de Mantención, trabajaba dentro de las conductos de la mina, manteniendo siempre las extractoras en funcionamientos. Trabajaba por turnos seis horas dentro de la mina descansaba otros seis horas. Durante diez días en estas labores para descansar tres, como eran muy lejos para visitar mi familia me quedaba en la mina en donde no entraba en gastos ya que la alimentación y el alojamiento corría por la empresa y sin restricción alguna, excepto el licor prohibido.

En unos de esos días de descanso sufre la maquinaria externa de la mina un deterioro y los ingenieros y técnicos no son capaces de solucionar por no encontrar la falla. Curioso soy y me acerque a esta maquinaria recordando algunos desperfectos que nos ocurrían con don Mateo y como los solucionábamos, pedí permiso para intrusear en ellas, se rieron los ingenieros entre ellos don Arturo el cuñado de don Mateo, pero autorizaron mi mediación, recordando los concejos de don Mateo que decía a veces las fallas se ocultan por lo tanto desarma la pieza y vuelve armarla a si lo hice me demoré una hora y la maquinaria comenzó a trabajar dejando a los otros ingenieros y técnicos con un palmo de narices sorprendidos…, por supuesto gané la admiración de la empresa y de don Arturo, a la siguiente semana estaba a cargo de la mantención externa de las maquinaria extractoras externas de las líneas sin fin de la extractora y me consideraban un grado mas apto en la mina mis turnos ahora eran de doce horas en maquinarias y ocho horas de descanso, además de quince días en faenas y diez días de descanso. Eso significaba eso sí que debería salir a descansar fuera de la mina, no sabiendo que hacer los primeros diez días los ocupe en venir a visitar mi familia, pero ocupe cuatro días en viajar y seis en estar con ellos.

A los otros días no sabiendo que hacer me acerque a don Arturo que era prepotente en su mando, pero era el único en quien confiaba en la mina que lugar de la ciudad próxima me recomendaba para visitar o alojar, me mira y dice en casa tengo dos maquinarias fundamentales para mi señora y la casa y ella las descompuso a ambas, todavía espero que vengan a verlas como a ti te gusta armar y desarmar verlas me harías un favor y si las arreglas un favor a mi mujer, esa tarde viajamos juntos a su casa, don Arturo era parco y bruto en sus tratos, pero era el jefe.
Llegamos a su casa, me presenta a su mujer Débora una diosa, una mujer madura de unos 35 a 40 años para mí a mis 24 años una perfección. Su pelo negro largo que cubría sus pechos unos pechos que eran admirables por lo redondo y sus pezones parecían nueces al hacerse notar, se notaba que no usaba sujetadores, su cara morena con dos hermosos ojos almendras que me sonreían, su boca delineada en su cara era un poco grande, pero me gustaría besarla y jugar en ella con mi lengua, su cuello perfecto su cuerpo ya dije maravilloso con una delgada cintura bien trabajada en ejercicios , sus caderas de admirar como me gustaría mecerme en ellas, su trasero un portento, sus piernas esas columnas eran magnificas un poco delgada de la rodilla hacia abajo, pero sus muslos gruesos como llamando a acariciarlos. Menos mal que estaba su marido ahí o sino la habría a abrazado, cuando me saluda respetuosamente beso su mano derecha.

Ella me mira con un gesto de placer y gozo ante mi delicadeza, sonriendo me dice zalamero y amigo de las galanterías.

Pasamos a la mesa donde ella tenía preparados algunos bocadillos y tragos, me serví algunos bocadillos, pero rechacé los licores diciéndole no bebo, prefiero los jugos. Me trae jugos diciéndome punto a su favor odio a los ebrios. Su marido que estaban tomando algunos tragos dice bueno ya guárdalos para no seguir tomando licores. Ella gustosa los esconde.

Me muestran mi dormitorio y al día siguiente me levanto temprano tipo 7 horas y en silencio voy al lavadero desarmo la lavadora y veo que su obstrucción para su buen funcionamiento son unas bragas súper chicas de la dama en cuestión atoradas en el barril giratorio. La armo de nuevo y cuando la inicio en su recorrido esta responde sin problemas al ruido llega ella y me dice ¿ya la reparaste? A que hora te levantaste si son recién las nueve. Vamos a desayunar y dime ¿cual era su problema? Sonriendo le muestro sus dos mini bragas, le digo estas prendas obstruían su libre funcionamiento, ella sonrojada por sus mini bragas me las quita diciendo nada de esto a mi marido, y me mira como convenciéndome.

Desayunamos con su marido y le comenta que ya reparé la lavadora que me faltaba ahora el secador de ropa ella necesitaba a ambos, don Arturo me pregunta ¿Cuál era el problema? Ella responde estaba suelto el tambor de tronillos o algo así, impidiéndome hablar…, me mira y yo respondo parecido a lo que digo su señora tenía unos pernos sueltos que descentraban el tambor y este se trababa ahora están reparados y trabaja a la perfección. Si ya veo casi igual a lo que me digo mi señora dice riendo.

Bien me dice don Arturo ahora visitaremos un parque y mañana yo vuelvo a la mina por tres días y tu reparas la otra maquina mientras tanto y mi señora te puede guiar donde salir a conocer esta pequeña ciudad.

Al otro día temprano desarmo la secadora y encuentro muy suelta y casi gastada una correa de goma que gira el centrifugado tendríamos que cambiarlo, al igual que días anteriores aparece Débora tipo nueve horas a verme en que me entretengo, me encuentra en la pieza de lavado con la secadora rearmada y ella al ingresar queda en el marco de la puerta con la luz de una ventana detrás de ella. Imagínense ella esa Venus a trasluz apenas cubierta por una bata de tul y solo cubierta sus partes intimas con un calzoncito, no tenía que imaginarme como era su cuerpo a trasluz veía su maravilloso cuerpo, quede deslumbrado, boquiabierto ante su perfección …, ella me mira me pregunta algo que no entiendo por observarla y me objeta cierra la boca y respóndeme…, le contesto mi padre me enseño a no mentirle nunca a una mujer…, y tu mujer eres hermosa y además me muestras tu cuerpo, tu maravilloso cuerpo casi desnudo…, como que desnudo me dice…, estas a trasluz de la puerta te veo desnuda y lo que veo es maravilloso. Más aun es grandioso.

Cuidado con lo que dices, me replica, eres un zalamero considerado y dices cosas maravillosas que estos mineros brutos de estos lados no razonan, ni siquiera mi marido me dice requiebros por que es un rudo minero. Tú me agradas, me piropeas y me simpatizas. Pero si se entera mi marido y nos da palizas a los dos. Mejor vamos a desayunar. Se viste con una corta falda menos que mini y desayunamos le digo lo de la correa y me dice vamos a comprarla, al pasar a mi lado me pone una de sus manos sobre mi hombro izquierdo diciéndome en verdad te gustó mi cuerpo al trasluz.

Respondo que sí. Entonces si lo ves desnudo te desmayas… y sigue…

Vamos en su camioneta y al subir al volante su falda se recoge aun mas mostrando hasta sus breves bragas, me atoro al mirarla y ella sonríe… ¿nervioso? dice sonriéndome… Compramos la goma y volvemos a casa…, ella me acompaña a donde se encuentra la maquina secadora y se encuclilla frente a mi, que estoy acostado en el suelo y solo cubierto por mi bombachito deportivo, lo que me muestra es todo veo su entrepiernas hasta el fondo con sus diminutas bragas que apenas cubren su vagina que esta rasurada por que no se ven pelos. Mi pene estaba a mil ya estaba caliente al verle las piernas en la camioneta, imagínense ahora, casi explota tratando de salirse de su escondite.

Ella me miraba sonriente, hace calor me dice desabrochándose los primeros botones de su blusa, me levanto tratando de ocultar la carpa de circo que levantaba mi pene, ella lo nota, y diciéndome delicadamente pasa algo me acaricia mi espalda con sus uñas, giro la miro ardiente de deseos carnales, ella desabrocha un botón más de su blusa…ahora mostraba el comienzo de esos senos no aguante mas y agachándome la abrazo besando esos dos melones que tiene por senos.

Que haces reclama sin mayores esfuerzos por zafarse, mientras yo le meto mis manos bajo esa corta falda tomándola de sus nalgas y apretándola contra mi cuerpo…, trata de alejarme, pero es tarde…, mis dedos por detrás acarician su vulva y su cuerpo se estremece y arquea al sentirse por mis dedos acariciada.

Mi marido nunca me dice cosas buenas o malas de mi cuerpo y tú en dos días me has alabado más de seis veces, pero no quiero faltarle el respeto a mi marido déjame, estoy ardiente por un macho, me agoto con solo pensar en ser poseída, mi marido no me posee desde hace como cuatro semanas, por favor déjame o sino poséeme ya, ahora.

Mi bombacha deportiva cae al suelo al igual que sus bragas, nuestras pelvis se juntan tratando de unirse. Mi sexualidad se aglutina bajo una necesidad poseer esta hembra.

No quiero fallarle a mi marido me decía Débora, pero no me impedía recorrerla y acariciar su cuerpo mientras la trasladaba a su dormitorio, al llegar ella se acomoda sobre la cama ansiosa, vehemente y ardiente se recuesta de espalda en ella abriendo sus piernas, mi esposo murmuraba es un necio me tiene así anhelante de macho desde hace meses…, es un incompetente al saciarme…, tú me esperaras quiero ser tuya, pero quiero saciar mis ansias de apareamiento, lentamente le introduzco en su vagina mi pene, mi glande es mas grueso que uno normal y se abrió paso en sus labios vaginales sacándole suspiros y gemidos de dolor, pero ese dolor la enardeció y me abraza con desesperación, mi miembro poco a poco fue entrando en sus entrañas Débora sentía como ese pene la abría extendiéndole su vagina, su marido no tenía ni la mitad de ese grosor, sentía sus partes intimas espaciándose hasta casi partirse, jadeaba de gusto y mas al sentir los testículos de su semental que en esos momentos entraba y sacaba su pene de sus matriz golpeándole en su entrepiernas, era glorioso ser tratada con pasión y fuerza por este joven semental.

A lo menos quince minutos Débora fue maltratada en su matriz por ese glande destructor, se sentía atravesada de un extremo al otro, creía que pronto ese pene aparecería por su boca ante las duras penetraciones que hacían escapar de sus labios sollozadas exclamaciones de pasión y ardor de un celestial enlace en donde se sentía repleta, atiborrada y saciada de esta unión carnal de sus cuerpos. De pronto su cuerpo se endurece, de sus labios salen verdaderos gruñidos de pasión y entrega al descargar sobre ese miembro que la esta saciando sus flujos de entrega total al contacto sexual de este su nuevo semental y desde ese momento su apasionado y ardoroso amante, al entregar sus orgasmos se relaja y siente como su nuevo amo y nuevo macho la arremetía cada vez más fuerte hasta que con un ronco gruñido riega desparramando en su matriz ríos de semen que inundan su vagina hasta salirse de ella mojando su entrepiernas y caía por sus muslos camino a sus sabanas de la cama. Había sido indudablemente bien poseída, no como su marido que la dejaba necesitada de más sexo. Satisfecha abraza a su semental mamándole una de sus orejas y halagándole su buen comportamiento de macho reproductor.

Se levantaron tomaron desayuno y nuevamente a la cama en donde Débora fue ahora la protagonista montando a su macho, se introduce rápidamente ese pene en su vientre y comienza a saltar sobre el cuerpo del macho tratando de llevarlo a un placentero orgasmo, no lo logra, pero si espolea a su amo y nuevo marido, a una nuevo vínculo de apareamiento de sus cuerpos, este la acomoda a lo perrito y cual perra ardiente la penetra ferozmente, sacando en cada penetración quejidos de dolor placentero de la esposa de su jefe Débora hoy convertida en su fogosa, excitada, desatinada y gozosa amante. Solo se detiene cuando pasado varios minutos expulsa en su matriz sus eyaculaciones de semen entre los gritos de la dichosa Débora.

No sabes le dice Débora a su amante apasionado, recién obtenido, cuanto necesitaba descargarme de esta desesperación sensual, hoy gracias a ti he llegado al cielo en varias ocasiones gozando feliz de tenerte por amante, tienes mejor dicho tenemos que cuidarnos para que no nos atrapen en el lecho a ambos emparejados.

Dos días después vuelvo a la mina, claro que Débora fue bien provista de reservas para una ausencia de su amante, siendo taladrada en tres ocasiones más en la cama matrimonial.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:24) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:58) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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