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Desvirgada en el viaje a la casa de campo...

Relato enviado por : charly_bo el 03/02/2018. Lecturas: 13189

etiquetas relato Desvirgada en el viaje a la casa de campo...   Primera vez .
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Resumen
...Pronto, por encima de la ropa, comenzamos a tocarnos. Él me tocaba los senos y la vagina, yo lo tomaba del pene que se le enduró. Hubo una mezcla de miedo y excitación por mi primera vez, pero no podía parar ya.
En vez de meternos a la caída de agua, caímos en la yerba, sentía otra vez arder mi cuerpo con los besos y caricias que nos dábamos con Charly. Me quitó la polera y de las caricias Charly pasó a chuparme los pezones. Me pasó la lengua por mis senos y eso me prendió en extremo, ya no me di cuenta de nuevo en qué momento quedé desnuda, sin short, sin nada; con Charly también desnudo sobre mí, yo agarrándole su pene que empezaba a votar un líquido viscoso como el que me noté en la vagina.
-“Andrea no puedo más. Necesito meter mi pene en tu huequito”. -me dijo con mucha excitación Charly-
Yo con el miedo, pero con la gran excitación, sólo atiné a decirle.
-“Charly, hazlo, te deseo. Pero por favor despacio, si me duele te detienes, ¿está bien?”
-“Sí Andreita mía, mi amor”...



Relato
Desde que era niña fui feliz. Adoraba a mis padres, eran comprensivos y cariñosos conmigo. Tuve un hermano menor, al que le tuve celos al principio, pero aprendí a quererlo mucho. Siempre mantuve buena comunicación con mi madre, mucha confianza entre ambas. Recuerdo que nos bañábamos juntas y con el tiempo empezaron a surgir dudas. Un día le pregunté sobre sus senos, a lo que con toda confianza me dijo que algún día a mí también me crecerían. No tardé en preguntarle sobre los pelos en su parte de ahí abajo, a lo que también me dijo que yo tendría en la mía cuando creciera.
En fin, ella me sacaba de dudas con toda facilidad y se hizo mi amiga desde que era muy pequeña.
Un día, en el colegio nos hablaron sobre los cambios físicos que vienen con la pubertad, etc, etc, y nos hablaron sobre la menstruación, algo que mi mamá aún no me había comentado. Con la preocupación por el asunto, me acerqué a ella y le pregunté si era verdad que toda mujer desde cierta edad, aparte de que le crezcan los pechos y pelos en la parte de abajo, tenía que perder sangre. Ella, como siempre, me dijo que teníamos que hablar de mujer a mujer, donde me explicó lo concerniente a la regla y todo lo relacionado; yo ya iba por el tiempo a punto de “padecer” esas etapas inevitables en la vida de toda niña que se transforma en adulta.
Como era una época sin internet aún y todo lo que ahora hay para acceder sin restricciones a la información, sumado a una sociedad algo conservadora, no era fácil enterarse de estos aspectos; a más de las charlas entre amigas que no eran muy “abiertas” que se diga.
Yo estaba preocupada, hasta algo ansiosa. Empezaron a crecerme los senos con algo de escozor algunas veces, luego noté unos pelos cortitos en la entrepierna. Si bien hay esa “emoción” de querer ya crecer y ser una mujer, tenía temor; al menos por lo de la sangre. Me daba pánico que me pasara en clases o en la calle o en algún sitio donde se me notara. Tampoco sabía si iba a poder con ello.
Mis padres tenían una propiedad a las afueras de la ciudad, en una localidad semitropical con clima cálido, vegetación, ríos y bonitos paisajes. No era de mi agrado viajar por los insectos sobre todo, pero tenía que obedecer e ir. Me acuerdo que no aguantaba mucho el calor intenso y que quería desvanecerme por el mismo. A una distancia de la casa de campo, había una vertiente, o caída de agua fría, deliciosa; donde me iba a bañar durante mucho rato, varias veces al día. Corría al lugar, sin más me quitaba toda la ropa y me metía totalmente desnuda para contrarrestar el calor.
Llegaron las vacaciones, me veía ya con senos, pequeños pero ya en su sitio, algunos pelitos vaginales pero nada la famosa regla. Casi todas mis amigas ya la habían tenido, pero yo aún no. Mi mamá me dijo que no me desespere, que pronto me vendría. Honestamente, me daba ansiedad y temor a la vez, no sabía si en verdad no quería o si quería ya que aparezca. Pronto mi padre anunció viaje a la casa de campo y como siempre me descontenté, hasta lloré porque tenía planes con mis amigas. Pero como todo niño, debía obedecer y nos fuimos.
Maldecía, pero no había de otra. Hubiera sido diferente con Ipods, celulares modernos y todo lo que ahora hay; sin embargo debía conformarme con el walkman de mi madre.
Llegamos y como siempre limpiaba bien la habitación, revisaba el mínimo resquicio en busca de bichos principalmente.
Esa tarde, sentí un dolor en el vientre. Pensaba que era por las frutas, así que no le di mayor importancia. El calor como siempre estaba fuerte y me iba a bañar a mi “ducha” al aire libre.
Pero esa tarde por primera vez no me desnudé como siempre, de golpe y sin temores; sentí algo de vergüenza de desnudarme a la primera. Así que observé bien alrededor y decidí dejarme la ropa interior, mi pequeño brasier y la tanguita.
Me metí en la caída de agua y fue refrescante como siempre. Me tardé un par de horas creo, bueno me fascinaba estar ahí. Más algo raro me pasó, al pasar la mano por ahí abajo, mover la tanga para lavarme, sentí como unas “cosquillitas” algo ricas. En la escuela ya nos habían hablado sobre la exploración natural de nuestro cuerpo, ya había experimentado alguna vez con tocarme, pero esta vez fue una sensación rica que al mismo tiempo me asustó. Dejé de tocarme, agarré la polera y los shorts, luego de secarme, me regresé a casa.
Esa noche, luego de poner el mosquitero y revisar junto a mi papá que no habían insectos, me metí a la cama relativamente temprano. Llevé mis libros como siempre, eran la mejor distracción en esos viajes.
Al día siguiente me pegué el gran susto, había una mancha de sangre en mi cama. Le grité a mi mamá, pero apareció mi papá:
-“Hija, qué te ha pasado”.
-“Papi, por favor llama a mi mamá”.
No se si me entendió, pero salió y al poco rato entró mi madre.
-“Amor, ¿qué ha pasado?”.
Levanté la sábana con cara de asustada y le mostré la mancha.
-“Mi vida, felicidades. Ya eres una señorita”. -me dijo con una sonrisa y un abrazo-
Yo no sabía como reaccionar, pero el abrazo de mi madre me hizo sentir muy bien.
Pronto me habló sobre lo que pasaba en la primera regla, el aseo y todo lo concerniente para que sea una experiencia de lo más normal.
Yo le pedí que no le diga a papá, moría de vergüenza hasta con él
Obviamente se lo contó, pero me dijo que no me preocupara.
Ayudé a lavar la ropa interior y las sábanas, quería desparecer todo rastro de la sangre que me había salido.
Para mala suerte mamá no estaba en esos días, de modo que no llevó toallas higiénicas. De modo que luego del almuerzo me dijo que irían al pueblo con papá a comprarlas y si quería ir yo más. Le dije que no, me moría de vergüenza.
Ellos se fueron, mamá me dejó unos retazos de tela para que me ponga hasta que traiga las toallas; pero yo quería estar en la ducha o bañándome todo el rato para que no me ensucie con mi propia sangre.
Finalmente opté por ir a mi caída de agua, donde esta vez miré bien a los alrededores, me dejé el brasier, pero me descubrí todo de abajo para bañarme.
Noté que había algo de sangre, así que me froté hasta que no haya. En ese afán de “deshacerme” de los rastros menstruales, noté que volvieron las cosquillitas, que se subían por mi bajo vientre y se sentían ricas. De a poco, fui metiéndome un dedo, frotando de afuera hacia adentro suavemente. Estaba sintiendo placer por primera vez. Estaba parada en la caída de agua con mi mano derecha en mi vagina y la otra debajo el ombligo. Sin querer me estaba masturbando, el placer empezó a intensificarse cuando en la parte de arriba de mi vagina me presioné un poco con el dedo, fue entonces que me asusté y tuve la sensación de que hacía algo malo. Me lavé bien una vez más, salí, me puse la telita, la tanga, me sequé, me vestí y me fui a casa.
Mis padres llegaron un poco más tarde, mi madre en la privacidad de la habitación, me enseñó cómo usar las toallas higiénicas, lo que de algún modo me dio más confianza para estar en el día.
Por las mañanas los cuidadores de la casa de campo estaban, ayudaban a papá y mamá con los quehaceres y al medio día se iban, eran una pareja de personas muy buenas a quiénes dejamos una vez más la casa al regresar a la ciudad.
El periodo me duró hasta el cuarto día, en el que por fin ya no estaba. Me sentí feliz y me dije que era algo que toda mujer aprende a sobrellevar en su vida.
Ya de nuevo en la vida cotidiana, me orgullo de contar a mis amigas sobre mi “nueva experiencia”, de decirles que ya no estaba atrasada en ese aspecto. Pasó un tiempo y me acostumbré como toda mujer a la odiosa visita mensual.
Al pasar unos meses mis padres volvieron con los planes de ir a la casa de campo, lo cual debía aceptar con resignación.
Siempre con la rutina de los paseos y baños en las caídas de agua, una tarde le pregunté a papá si habían otras parecidas cerca y me dijo:
-“Fanática de bañarte en cascadas, jejejeje. Hay otra yendo recto, a unos 15 minutos. Pero para las miedosas de los insectos, no creo que les convenga ir. Además de que creo que está en la propiedad del vecino”.
-“De repente es más interesante que la nuestra. Quiero ir. Le diré a mamá”.
-“A ver si te acompaña. No creo”. -me dijo con su sonrisa y expresión de duda-
Una de esas noches, el calor sofocó el triple que otras veces, no me dejó dormir. Anhelaba meterme al agua. De haber podido me iba en la oscuridad a la caída. Pero el temor a los bichos era realmente grande y me aguanté hasta de entrar a la ducha de la casa.
Ni bien aclaró, me levanté con la ropa mojada y me fui a mi caída de agua favorita. Una vez más me entró curiosidad por ir a la otra vertiente que me había dicho papá, así que me puse en marcha aprovechando que el sol aún no daba con intensidad a esa hora.
Luego de andar unos 10 minutos, sin estar segura si ya había rebasado los límites de la propiedad de mis padres, escuché el agua y me sentí feliz, porque había transpirado mucho. Pero al irme acercando noté algo increíble, alguien se estaba bañando en esa caída de agua, sin ropa como yo lo hacía.
Mi primera reacción fue querer correr, pro me quedé quieta, al menos por curiosidad. En vez de irme, me acerqué despacio y oculta entre la vegetación. Me acerqué más y más, hasta poder distinguir bien quién era.
Era un niño desnudo, de piel blanca, flaco y alto. Estaba de costado a mi vista, pero pude ver su pene y sus testículos colgando.
Nunca había visto un niño desnudo a más de mi hermanito que aún era muy pequeño. Por alguna razón, me estaba gustando verlo. Hasta que de un momento a otro, giró hacia mí, abrió los ojos y se dio cuenta que lo espiaba.
-“¿Quién eres?, sal de ahí. No me espíes”.
Del susto me paré y me fui corriendo sin parar hasta mi casa. Mi madre me habló:
-“¿Dónde estabas? Ya te iba a ir a buscar para el desayuno, creí que estabas en tu cama”.
-“Salí un rato al patio. Subo a ducharme y bajo”. -le respondí agitada por la carrera-
Me metí a la ducha, abrí la llave y no era suficiente como mi caída de agua. Sin embargo al pasarme la mano por ahí abajo, volvió la sensación rica, quería seguirme tocando, pero algo me decía que ya no, que era algo malo. Pronto, la imagen de ese muchacho en mi cabeza, sobre todo de su pene y sus testículos, me hicieron dar más ganas de tocarme. Sin querer me estaba masturbando.
Me sequé, bajé y me senté a la mesa con mis papás.
Mi madre me notó algo nerviosa:
-“¿Qué tienes Andrea?”.
-“Nada mamá” -Atiné a responder a tiempo que cogía una taza para servirme café-
Estuve todo ese día con la imagen de ese niño en mi cabeza, no alcanzaba a comprender por qué me producía esas sensaciones raras en mis partes.
A la mañana siguiente mis padres con el hombre de la pareja de cuidadores se fueron temprano al pueblo, me quedé con la esposa que se puso a cocinar.
A eso de las 11 mientras comía una naranja, tocaron la puerta.
-“Yo voy Angélica”.
-“Está bien señorita” -me dijo la cuidadora de la casa-
Al abrir y ver quien era, casi me caigo de espaldas. Era el muchacho que había espiado desnudo bañándose en la cascada.
-“Buenos días” -me dijo sin quitarme los ojos de la cara-
-“¿A qui i en busca?” -fue lo único que apenas pude pronunciar-
En eso saco de su bolsillo algo que no noté que se me cayó cuando me puse a correr, mi cepillo de cabello. El que usaba siempre para peinarme cuando me bañaba en la caída de agua.
-“Creo que esto se te cayó” -me dijo en tono dubitativo-
En ese momento no sabía si recibirlo, negarme, o qué decirle. Solamente atiné a estirar la mano, y recibir el cepillo.
-“Gracias. La verdad yo…”
-“No te preocupes. Tal vez no fue tu intención verme como me viste. Yo al meterme ahí sin ropa, corrí el riesgo de que alguien me mire. Por suerte sólo fuiste tú”.
Terminó de decir eso con una sonrisa que lo hizo verse más lindo.
-“De todos modos mil disculpas”.
Cerré la puerta sin siquiera esperar qué me respondería.
-“Señorita, ¿quién era?” -me preguntó saliendo de la cocina Angélica-
-“Era el vecino que vino a buscar a mi padre. Le dije que no estaba”.
Me subí corriendo a mi cuarto, no podía creer lo que había pasado. Ese niño me había gustado mucho. Más viéndolo de cerca, bien cambiado y peinado.
Mi cabeza se volvió a “llenar con él”.
A la mañana siguiente con otra oleada de calor, me fui a mi caída de agua a bañar. Esta vez no me quité las dos prendas interiores.
Por la tarde fuimos a recolectar pomelos de unos árboles alejados de la casa. Fuimos todos, mis papás, mi hermanito, los dos cuidadores. Pasamos una tarde divertida y muy calurosa. Al volver a la casa, le dije a mi mamá que me iba a bañar a la caída de agua, a lo que asintió. Me fui así, sin jaboncillo ni toalla ni shampú; con la sola intención de refrescarme lo más que se pueda. Al llegar, como últimamente, me fijé bien en todos lados, me quité toda la ropa y me entré desnuda a la caída. Mmmm, estaba deli. Debieron pasar como 10 minutos y algo me llamó la atención, de aproximadamente 50 metros, noté un brillo, como de espejo. Ahí me salí rápido, tomé mi ropa y me cubrí a toda prisa.
-“¡Quién está ahí!”-grité en espera de que sea alguien de mi casa, en especial mi mamá con sus lentes que podían ser la posible causa del brillo-
No me respondieron y tuve que salir e ir despacio hacia el lugar. Cuando llegué pude ver dos huellas algo profundas, como de alguien que se paró por un momento prolongado en ese sitio, además de que el tamaño no correspondía a calzados de adulto. Eran detalles que papá me había explicado. Me dio algo de temor, pero no me asusté. Decidí irme y no contarle a nadie.
A eso de las 5:30 de la mañana, escuché la puerta.
-“¿Sí?, ¿quién es?”.
En eso entró mi papá.
-“Pequeña. Vine para que nos vayamos a pescar los dos solitos. Nuestra aventura de papá e hija” -me dijo con su sonrisa y entusiasmo de siempre-
Me alisté y salimos de la casa. El río estaba como a 2 horas de la casa, íbamos en la camioneta hasta cierto lugar y luego seguíamos a pie.
Otra mañana divertida. Mi papá me hacía reír mucho, era experto en pesca y pescamos varios ejemplares.
-“Tenemos que llevarlos a casa para que los preparen para el almuerzo”. -recalcó mi padre-
Al regresar, tipo 11 de la mañana nos cruzamos en el camino con un hombre y un muchacho; el mismo que espié y me devolvió el cepillo. Con el detalle de que llevaba un larga vistas. En ese instante no me di cuenta, pero al alejarnos lo hice. El brillo que percibí, era de ese larga vistas, me estaba espiando mientras me bañaba. Sentí que una lava hirviente me recorría el interior. Me sentí avergonzada y furiosa. Quería contárselo a papá y a mamá, pero se armaría el lío, porque él me denunciaría que le espié primero. No sabía qué hacer.
Pese al delicioso almuerzo, el resto del día no salió de mi cabeza lo que había descubierto.
Pasaron dos días sin que saliera más allá de 10 metros de la casa, me duchaba en la ducha interior, pero qué falta me hacía mi cascada.
Una de esas noches soñé con ese niño, estaba en el bosque y me besaba. Era mi primer beso. Pero me desperté rápido.
Al día siguiente no pude más y me fui a la caída. Me metí con ropa, me saqué el brasier pero quedé con polera, me saqué la tanga pero quedé con shorts. Así que no me importó si me espiaban.
Fue interesante porque sentí que de alguna forma, si él quería espiarme, se iba a arruinar su intención.
Finalmente, salí del agua, me puse las chanclas y me estaba yendo a casa; cuando apareció. El niño se apareció frente a mí.
-“Hola”. -me dijo-
-“¿Qué… qué quieres?” -le dije con tono de sorpresa-
-“No te enojes, yo sólo quería…”
-“Aléjate o grito”.
-“No, no. No lo hagas”.
-“Me estabas espiando”.
-“Bueno, sí. Pero tú me espiaste primero”.
-“Sólo fue una vez”.
-“Está bien. Si quieres que quedemos a la par, puedes verme otra vez. Yo siempre me baño donde me viste a las 4 de la tarde”.
Esa proposición me dejó tonta, me pareció incluso ofensiva.
-“Pero ¿qué me crees?” -le respondí-
-“No te enojes. Simplemente quiero ser justo. Si quieres que quedemos iguales, ya te dije cómo. Pero te prometo que ya no te espiaré si vienes aquí de nuevo, Aaaa y por sea caso me llamo Charly”.
Dijo eso y se fue.
Charly era un niño bonito. Hubo dentro de mí una pugna interna entre decirle a mis padres, bueno a mi madre, o quedarme callada”.
Al día siguiente no volví a salir del rededor de la casa. Pero al otro día, no soporté la curiosidad y a la hora que me dijo, como jalada por una tentación irresistible, me encaminé a la caída de agua donde le había visto.
Me acerqué despacio, lentamente y al llegar más cerca y poder divisar el lugar, no lo vi. No estaba ahí como había dicho. Me había engañado. De repente una voz que me asustó, detrás de mí:
-“Hola. Así que viniste a cumplir el pacto”.
Me di la vuelta con un gran susto. Charly estaba ahí, con un short y chanclas nada más.
-“Me asustaste”. -fue lo único que pude decirle-
-“Disculpa, es que me atrasé. Bien, me meteré al agua y me quito la ropa si quieres”.
-“No. No es necesario”.
-“Está bien, yo te espié vestida la última vez y ahora me meteré así como estoy”.
En eso se quitó las chanclas y se metió al agua.
Hacía una calor horrenda y veía cómo lo disfrutaba.
-“Por qué no vienes. Hay mucho espacio para ti también”. -me dijo sorprendiéndome-
Por alguna razón, que hasta ahora no sé explicar; me quité los tennis, las medias y con ropa me metí al agua junto a Charly, cómo si él no estuviera.
-“¿Verdad que está deliciosa? Bien que te animaste a entrar”. -me dijo-
Yo no le contesté, pero al poco rato me di cuenta de algo, algo que no noté la última vez que quise arruinar los planes de Charly de espiarme. El agua volvió transparente mi polera que se coló a mi cuerpo dejando distinguir claramente mis senos. Charly de rato en rato me los veía con disimulo.
Dentro de mí quería salirme lentamente, tomar mis cosas y correr. Sentía que ardía de vergüenza pese al agua que nos caía encima. Hasta que él se animó a hablar.
-“Sabes, creo que eres muy bonita”.
Era el primer chico que me decía eso, me gustó más porque él también me parecía lindo.
-“Gracias. Creo que tú… también eres bonito”.
-“No me dijiste tu nombre, pese a que yo te dije el mío”.
-“Andrea”.
-“Mucho gusto Andrea”.
Me estiró la mano y se la estreché. Por un momento olvidé que se me notaban los senos como si estuvieran descubiertos. Sonrió mientras me daba su mano.
-“¿Puedo preguntarte algo?” -me dijo-
-“Está bien. Pero a la primera malcriadez, me voy”.
-“No, no. Sólo quiero saber por qué me espiaste”.
No sé si me puse roja en esa caída de agua, no sabía que responder.
-“Lo siento, fue curiosidad. Nunca vi a un hombre desnudo. Ahora dime por qué me espiaste tú”.
-“Por lo mismo. Nunca había visto una chica sin ropa. Además de que me debías y quería cobrarla”.
-“Pero intentaste verme una vez más”.
-“Honestamente, sí”.
-“¿Por qué?”.
-“Porque me encantaste. Me gustaste desde que te ví”.
Me dijo eso y se empezó a acercar, yo me quedé petrificada hasta que estuvo a muy poco de mí.
-“¿Puedo darte un beso?”.
No le respondí pero le di una mirada de “claro, hazlo”. Se acercó y me dio mi primer beso, se acercó más y de repente lo sentí. Sentí que algo duro se interpuso entre él y yo ahí abajo. Mi reacción fue quitarme. Me quedé nuevamente fría, al ver que dentro de su short había algo duro que separaba la tela de su cuerpo. Sólo atiné a decirle:
-“¿Qué es eso?”
Charly con mucha vergüenza, simplemente atinó a decir:
-“Lo siento”. -mientras se cubría y daba la vuelta”.
Yo no salía de mi asombro.
-“Está bien. ¿Quieres verlo?” -me dijo-
Yo no le respondí, pero con mi cabeza hice el gesto de afirmación.
En eso Charly se bajó el short mientras se cubría el pene con las manos.
-“¿Lista?” -dijo cuando sólo sus manos me impedían que se la mire de tan cerca”.
Otra vez más hice sólo el gesto y levantó las manos. Tenía el pene parado, mucho más grande que cuando se lo había visto. Me quedé muy asombrada mirándoselo.
-“¿Por qué se te hizo tan grande?”
-“Lo siento, esto nos pasa a los hombres cuando vemos una mujer desnuda”.
-“Pe pero yo no estoy desnuda”.
-“Sí, pero se notan tus senos”.
Ahí caí en cuenta que me olvidé el detalle de la polera mojada.
-“¿Se te quedará así mucho tiempo?”.
-“No, no, se baja sola”.
-“Andrea. Te toca mostrarme”. -me dijo sorprendiéndome una vez más-
-“No creo que deba. Además ya me viste”. -le respondí saliendo un poco de la caída de agua, intentando holgar mi polera para que ya no siga pegada a mi cuerpo, en especial mis senos. Además que ver el pene parado de Charly, me hizo sentir de nuevo esa sensación entre las piernas-
-“Vamos. Es lo justo. Solamente muéstrame un momento y te cubres”.
Dentro de mí, un sinfín de sensaciones y pensamientos me asaltaron. Hasta que le pregunté.
-“¿Quieres verme arriba o abajo?”
-“¿No puedo los dos?”
-“Hablas de justicia y quieres ser injusto. Solo arriba o abajo, decide o me voy sin mostrarte nada”.
-“Está bien, muéstrame abajo”.
Temí que responda eso. Pero lo había conminado a decidir. Así que me bajé los shorts al mismo estilo de él, cubriéndome con las manos, hasta que le pregunté si estaba listo para descubrirme finalmente y dejar que por primera vez me vea un hombre extraño la vagina. Ahí noté que el pene de Charly que estaba bajándose como dijo, volvió a ponerse duro dentro del short.
-“Suficiente”. -le dije y me dispuse a subirme-
-“Espera. Me dijo”. -me hizo detener-
Charly se acercó.
-“Sólo algo más”.
-“¿Qué”.
-“Déjame tocarte y dejo que me toques”.
-“Eso sí que no. Y no insistas porque grito”.
-“No te alteres”. -me dijo mientras me cerraba el cierre del short que ya me había subido-
-“Es lo último que te pido. Te toco sólo una vez y te dejo tocarme. No volveré a hablarte si quieres”.
Dentro de mí quería huir, pero mi cuerpo había respondido con excitación. Era la primera vez que tenía intercambio sexual, aunque no genital.
-“Está bien. Pero yo primero. Si veo conveniente te dejo tocarme ahora, si no otro día. Es mi propuesta, la tomas o la dejas”.
Charly pensó un momento, pero se bajó el short sin más ni más”.
Su pene estaba a medio bajarse así que con todas mis dudas y algo de vergüenza, se lo toqué primero con timidez, luego con la otra mano, hasta que se lo agarré. Ahí sentí como se volvía a parar. Quité mi mano rápido. Pero por primera vez había sentido que algo líquido salía de mi vagina, claro que no se notaba porque estaba bien mojada de pies a cabeza y con el short.
-“Vamos Andrea. Ya te dejé hacerlo. Permíteme tocarte”.
Quería irme con todas mis fuerzas, pero algo instintivo me hizo quedarme quieta, bajarme el short y permitir que me toque. Sentí que suavemente acarició mis labios vaginales haciéndome sentir las cosquillitas ricas, cuando llegó al extremo de arriba, solté un gemido sin que pueda evitarlo por un placer más intenso que por primera vez sentí con la intervención de un hombre.
Ahí Charly dejó de tocarme. Pero se notaba que su pene se había vuelto a poner muy duro.
Charly se quedó cerca de mí y me volvió a besar. Yo no podía evitarlo, quería correr, pero los pies se me “clavaron” al suelo. En toda mi inexperiencia le correspondía el beso, sin notar en qué momento me empezó a acariciar los senos, besar el cuello. Era una excitación terrible. Seguía con la vagina descubierta hasta que sentí que su duro pene me la rozaba. De golpe me separé de Charly.
-“Espera. ¿Qué haces? -le dije-
-“Perdóname”. -me dijo volviendo a cubrir con el short su pene endurecido-
Me subí rápido mi short también, salí del agua y sin decirle ni oírle nada, me puse los tennis y corrí a mi casa sin parar.
Llegué, apenas saludé a mis padres y me metí en mi cuarto. Caí en la cama y no podía comprender todo lo que había hecho con Charly. Me repuse, me metí a la ducha, pero al quedar desnuda me miré. Toque mi vagina y miré el líquido que salió en los “juegos” de la caída de agua. Caí en la cuenta de que el roce del pene de Charly me causó una excitación incomparable. Por las clases de educación sexual, yo sabía que el pene del hombre entraba en la vagina de la mujer. Pero no me parecía que podía aguantar un pene tan grande como el de Charly en mi vagina. Además que quería seguir siendo virgen. Esa noche no dormí, me empecé a tocar de nuevo la vagina, hasta que descubrí que ahí, en la parte de arriba, se sentía más rico, de modo que seguí tocándome pensando en Charly y su enorme pene a punto de querer tenerlo de nuevo e incluso dejar que me lo meta. Casi tengo un orgasmo con esa masturbación. Me quedé dormida tarde. Al día siguiente tenía que decidir algo. En la mañana me fui a la caída de agua y me metí totalmente desnuda, ya no me importaba que me mire Charly, es más quería que lo haga. Estuve un buen rato. Regresé a almorzar y conté los minutos para ir a la cascada de Charly. A las 4, solamente con polera y otro short, me fui a encontrarlo. Llegué al agua y no estaba. Esperé con la esperanza de que llegue por detrás y nada. Al fin me decidí a irme, cuando lo vi ahí, contemplándome.
-“Andrea. Estás aquí”.
-“Sí”.
-“¿Por qué?”.
-“No estoy segura, pero creo que nos faltó algo”. -fue lo que alcancé decirle-
Se acercó a mí, me abrazó y comenzó a besarme.
Yo le correspondí. Pronto, por encima de la ropa, comenzamos a tocarnos. Él me tocaba los senos y la vagina, yo lo tomaba del pene que se le enduró. Hubo una mezcla de miedo y excitación por mi primera vez, pero no podía parar ya.
En vez de meternos a la caída de agua, caímos en la yerba, sentía otra vez arder mi cuerpo con los besos y caricias que nos dábamos con Charly. Me quitó la polera y de las caricias Charly pasó a chuparme los pezones. Me pasó la lengua por mis senos y eso me prendió en extremo, ya no me di cuenta de nuevo en qué momento quedé desnuda, sin short, sin nada; con Charly también desnudo sobre mí, yo agarrándole su pene que empezaba a votar un líquido viscoso como el que me noté en la vagina.
-“Andrea no puedo más. Necesito meter mi pene en tu huequito”. -me dijo con mucha excitación Charly-
Yo con el miedo, pero con la gran excitación, sólo atiné a decirle.
-“Charly, hazlo, te deseo. Pero por favor despacio, si me duele te detienes, ¿está bien?”
-“Sí Andreita mía, mi amor”.
Separé las piernas por instinto, Charly se acomodó y ahí sentí que la punta de su pene chocaba en la entrada de mi vagina, y la rozaba haciéndome encender más y más.
De pronto, entró la puntita y me hizo gemir. Charly comenzó a empujar despacito y sentía que entraba muy rico, sin que duela, hasta que llegó a un punto en que de verdad comenzó a doler.
-“Hay au…” -no pude contener mi dolor-
Charly se detuvo, más no la sacó.
-“¿Te duele amor?, ¿quieres que me detenga?”
-“No. Sigue, pero más despacio”.
Ardía del deseo, Charly siguió empujando, aguanté el dolor apretando los dientes. Y sentí que se rompió algo que me hizo doler más, pero al final pasó y sólo quedó el placer.
Al ver Charly mis lágrimas se asustó y dijo:
-“Andrea, mi amor, perdóname. Ahorita salgo de ti despacio”.
-“No. Sigue, muévete de apoco, ya pudiste entrar, ahora sigue”. -le dije excitada-
Ahí Charly empezó a sacar de a poco su pene de mi vagina y lo volvió a meter, entonces el dolor desapareció y sólo sentí esas cosquillitas ricas. Me empecé a enloquecer porque sentía la fricción en esa partecita de arriba, era increíble. Charly aceleró y aceleró hasta que era a un ritmo más rápido sus metidas y sacadas. Sentí estallar de placer y supe que tuve un orgasmo en mi primera vez, algo poco usual y Charly me llenó la vagina con un líquido espeso, su semen.
Quedamos exhaustos, él sobre mí por un momento. Se retiró despacio y miré su pene, muy mojado y manchado de sangre. Pues me había desvirgado de una forma muy placentera.
Tuve suerte de no quedar encinta, pero empezar mi vida sexual con Charly fue único. Desde entonces suplicaba a papá para viajar al lugar, donde en otro tiempo me aburría y no me parecía divertido.







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Categoria: Primera vez
Cuando senti que el me puso su verga en mi entrada lista para metermela me estremci de placer.
Relato erótico enviado por Anonymous el 23 de April de 2010 a las 18:09:14 - Relato porno leído 321083 veces
En mi fiesta de 15 años en un vochito de mi misma edad me hicieron mujer y fue el comienzo de una relación intensa.
Relato erótico enviado por Anonymous el 09 de July de 2004 a las 00:33:10 - Relato porno leído 232381 veces
La lleve a su recamara dentro los aposentos de la iglesia, ella repetía que era una locura pero también ya estaba caliente, lo note por su humedad que tenía ya en su vagina, ella me dijo que nunca había estado con un hombre y que no sabía ni como se hacía el sexo más yo le dije, “No te preocupes mamacita yo te guio” le subí totalmente su vestido y le abrí sus sexys piernas.
Relato erótico enviado por reycolegial el 07 de September de 2009 a las 16:44:00 - Relato porno leído 195102 veces
Soy jardinero en una mansión hace muchos años, los chicos crecieron con migo pero llego el día que Lucrecia la mayor se convirtió en mujer..-
Relato erótico enviado por felipepan el 15 de June de 2012 a las 00:27:20 - Relato porno leído 181418 veces
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Por eso dedica 30 segundos a valorar Desvirgada en el viaje a la casa de campo.... charly_bo te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:23) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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