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Doña Flor

Relato enviado por : Anonymous el 06/05/2023. Lecturas: 1462

etiquetas relato Doña Flor   Fantasias .
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Resumen
Fantasía realizada y convertida en casi una perversión.


Relato
Todos sabemos que tenemos fantasías; algunas las expresamos, otras las callan. Algunas las comparten con sus parejas otras se inhiben. Algunas parejas las hacemos realidad otras se las pierden.
Les cuento de manera resumida mi historia: me llamo Sigri (40) y mi esposo Sergio (45), tengo un cuerpo atractivo (120/60/110) para los que no comprenden les digo: “grandes tetas con forma de gota de agua, terminan en punta con pezones gruesos y rozados” mi marido de manera grosera me dice que son como dos cabezas de focas con pompón en la punta; cintura estrecha y cola grande, parada y curvada hacia atrás (por eso me dicen Pato).
Llevamos 20 años de casados, hicimos vida rutinaria como toda pareja. Mucho trabajo para poder construir nuestra casa, tener nuestro auto y criar nuestros hijos; pero nunca pusimos la excusa del cansancio a la hora de intimar, siempre fuimos y somos muy activos; yo diría más que activos pues ambos somos de expresar nuestras fantasías sobre todo los fines de semanas cuando nuestros hijos adolescentes salían a bailar, otras veces no íbamos a telos para dar riendas sueltas a nuestros frenéticos encuentros sexuales, regados de cremas, dildos y películas porno. Siempre tratamos de representar las escenas que miramos… Mi debilidad son los actos lésbicos, para ser más clara me recalienta ver dos mujeres lamiéndose las tetas y haciendo un 69…mi marido me hace muy bien el sexo oral pero no tengo tetas para chupar. Él se pone al palo cuando me hace una doble penetración con un consolador y su pene, que dicho sea de paso es monstruoso (22 x 4) 22 cm de largo y 4 de grosor. Hemos probado de todas las maneras y posiciones posibles, con dos y hasta tres consoladores… cada día me hacía más adicta al sexo.
Nuestra imaginación nos llevaba a tener sexo exageradamente hablado a tal punto que parecía real…por ejemplo; me ponía una venda en los ojos y decía en voz alta que a la habitación estaba entrando Mariela (una amiga en común de grandes tetas) para lamerme toda y mientras él me succionaba el clítoris, me apoyaba un consolador… en mi mente se dibujaba la lengua de Mariela y la pija de mi esposo. Luego me decía que también estaba Carlos, su amigo de la infancia que se había separa de su esposa y que hacía dos meses que no la ponía y venía cargado de leche. Mi esposo se acostaba boca arriba, me sentaba en su erecta verga, me decía que me reclinara un poco sobre su pecho para que Carlos pudiera meter su pija e introducía el consolador… Yo gritaba de placer “Dale Carlos, cógeme junto con Sergio –exclamaba-; esa era la debilidad de Sergio, hacerme una doble penetración…siempre me decía que algún día la haríamos realidad (mi esposo siempre quiso hacerme la cola, pero nunca lo lograba por completo por el tamaño de su miembro… lo que sí hacíamos era que me introdujera vaginalmente y un consolador anal especialmente lubricado. A mí me deleita más, sentirlos a ambos por la vagina). Y así innumerables fantasías que exacerbaba nuestras excitaciones, haciendo que los encuentros fueran cada día más audaces.
Lo que nunca imaginé es que mi marido estaba organizando poder hacer efectivo esas situaciones que solo estaban en nuestras mentes.
Poco a poco sin darme cuenta me fue preparando.
En el fragor de los encuentros íntimos, siempre me preguntaba si me gustaría hacerlo realidad, con la calentura del momento siempre decía que sí; pero cuando la fogosidad pasaba y él me repreguntaba lo mismo, yo le respondía que “ni lo loca lo haría”. Claro, él se dio cuenta que para que yo dijera que sí, debía estar activada. Aquí comienzan los acontecimientos que fueron planeados minuciosamente por Sergio –mi marido-, que si bien me hacían “el bocho” jamás sospeché de ello.
Un buen día me dijo que vendría a casa –Carlos- su amigo de toda la vida que como dije al principio se había separado recientemente de su esposa y que estaba un poco bajoneado (me estremecí un poco porque era la persona con la que siempre fantaseamos, yo le dije que: ni se le ocurriera planear algo raro); no te preocupes solo deseo darle apoyo, por su situación.
Eso sucedió un sábado por la noche, preparé una cena en casa y estuvimos hasta tarde hablando; era una persona muy amable, educada y muy elegante, con un dejo de tristeza porque no había digerido aún su reciente separación. Solo cuando tocó el tema de la razón de su divorcio (eran una pareja swinger y su mujer se fue con uno de los singles, con los que frecuentaban)…por un momento sospeché, pero rápidamente lo descarté porque Carlos también fue parte del engaño y siempre se expresó con respeto y no fue más allá de lo lógico y natural.
Cuando su amigo se retiró (como a las 02 de la mañana) lo primero que mi esposo me preguntó fue: que concepto me quedó de Carlos…”muy agradable le respondí, pero nada más”. Rápidamente acotó, “No lo borremos de nuestras fantasías” mientras comenzó a besarme y a acariciar mis partes íntimas…terminamos en la cama con la pasión y entusiasmo de siempre y Carlos no estuvo ausente en la imaginación. En el momento de mayor calentura expresó “si te pareció agradable, esperá a conocer su pija”, sin pensarlo respondí: ¿Por qué lo dejaste ir? Y llegamos juntos a un impresionante orgasmo.
Al otro día, nuevamente trajo a conversación el tema de hacer efectiva nuestro húmedo sueño; y nuevamente lo rechacé (pero, ya no, con la convicción de antes).
Tuvimos un par de encuentros más con Carlos y cada vez que ocurría me exaltaba un poco más. Ya no sabía hasta cuando me haría la inocente con mi falsa integridad.
Solo habían pasado un par de días, cuando Sergio me trajo la noticia que Carlos había conocido a una chica y quería presentárnosla y para ello nos invitaba a su casa para el finde, (por dentro me entristecí un poco por no haber aceptado las sucesivas proposiciones de Sergio y haber perdido la oportunidad de hacer realidad las delirios eróticos, pues al encontrar nueva pareja se alejaría de nosotros).
Llegó el “gran día”, mejor dicho “la gran noche”. Era sábado 19 de septiembre del 2020 (plena pandemia de coronavirus) teníamos permiso para transitar porque trabajamos en la salud y solo debíamos cruzar el puente Thames desde Villa Adelina hasta San Isidro…eran las 22:00 hs. cuando llegamos a su casa (grande y fastuosa), luego de tocar el timbre y trasponer con el auto el portón automático, atravesando unos 50 metros de jardín llegamos a una cochera abierta pero techada que se unía a la casa por un amplio pasillo iluminado con luces tenues. Fuimos recibidos por Mariela; la primera impresión fue su espectacular figura (realmente sentí envidia) era una modelo, su luck: la de una mujer con prestancia y distinción, con un cuerpo muy voluptuoso, exageradamente sensual; no solo que era alta sino que se había puesto tacos que acrecentaba sus relucientes y largas pierna cubiertas con medias que dejaban sospechar que terminaban en portaligas y se exhibían por el exagerado corte de su apretado vestido color salmón, para completar la escena su blusa también ajustada color celeste claro con ese hoyo ovalado que se forma en el centro del pecho, exponiendo sin pudor sus colosales tetas… me sentí humillada, pero también movida porque así era la mujer imaginada en mis fantasías, hasta el nombre concordaba –Mariela-; con mi esposo nos miramos e hicimos un gesto de asombro. Unos segundos después llegó Carlos mucho más natural pero con la particularidad que su pantalón era ajustado y exponía las condiciones de la que mi esposo siempre me hablaba. Comencé a sospechar que el encuentro podría estar planeado y eso provocaba en mí una especie de contradicción porque mi cuerpo estaba dispuesto a cumplir la fantasía tantas veces postergada pero mi estructura mental se oponía.
La cena fue espléndida y la charla mucho mejor… hicimos karaoke, bailamos y bebimos demasiados…cuando Carlos hablaba de su experiencia Swinger me ponía un poco cachonda, al igual que cuando bailamos…los roces me provocaban un poquito de complacencia…
Quería que todo se desmadrara, pero nada de eso sucedía. Hasta que mi esposo me dijo las palabras mágicas ¿Te gustaría hacer realidad nuestra fantasía?... Claro!! No doy más, estoy toda mojada… pero como hacemos para incitar a nuestros amigos?... Empezá con Mariela me dijo; (ella era su cómplice… recién al otro día me lo dijo). Me puse a bailar con ella de manera muy seductora y prontamente se prendió de mi intención, ambas hacíamos perreos, haciendo que nuestras colas se rozaran y luego nuestras tetas se meneaban hasta franelearse unas con otras. Mariela, con una maestría sospechable, desabotonó mi blusa y desprendió mi corpiño mientras hacía lo mismo con su ropa.
En un par de minutos estábamos tetas contra tetas, baboseándonos… lo que siguió fue indescriptible.
Carlos se acercó por atrás posando su gran miembro sobre mi cola y Sergio detrás de Mariela…observaba su rostro de lujuria y él la mía de placer, los dos hombres nos ayudaron a desvestirnos por completo y nos estimulaban hasta convertirnos en una escena lésbica apasionada y ardiente, era la primera vez que tocaba unas tetas que no fueran las mías y la primera vez que saboreaba un clítoris y percibía el aroma de mujer; Mariela era realmente una profesional, su lengua era algo increíble (dulce, apasionada, suave e incansable), parecía que me succionaba la vida y no exagero, tuve cuatro o cinco orgasmos repetitivos (uno tras otros); no tenía fuerza ni para moverme…pero era tal la calentura que solo apetecía más y más.
En un determinado momento, me encontraba sentada completamente con mi vagina en la boca de Mariela que estaba recostada boca arriba y me succionaba mientras introducía sus dedos… Sergio acercó su pija para que se la chupara y me dijo: Qué sigue ahora según nuestras apasionadas obsesiones? Tu verga y la lengua de Mariela juntas le respondí; arqueó un poco mi cuerpo hacia adelante y comenzó a insertar su gran miembro…seguía enardecida… sintiendo como rozaba las paredes de mi vulva mientras mi clítoris se había dilatado excesivamente por culpa de los labios de Mariela.
A esa altura de los hechos ya había entrado en trance, no estaba en condiciones de manejar mi voluntad, solo me dejaba llevar por los acontecimientos que recién comenzaban…
Habíamos practicado tantas veces esas posiciones y sueños que lo hacíamos de memoria…sabía lo que venía… la embelesada doble penetración pero ésta vez con dos vergas de verdad (de carne abultada, de venas y nervios hinchados y de fluidos descontrolados).
Mientras mi marido entraba y salía como perturbado dentro de mi vagina, con sus dedos y crema iba lubricando mi orificio anal…con una mano presionó sobre mi espalda para encorvarme un poco y así dejar expuesto mi esfínter ya completamente dilatado. Abandonó mi vagina y muy lentamente comenzó a introducirme analmente con delicadeza y paciencia (porque es suave y romántico); era la primera vez que ingresaba toda su pija, nunca lo habíamos logrado… me sentía un poco incómoda al principio pero rápidamente me acostumbré; mientras tanto mi boca estaba colmada con el pedazo bien grueso de Carlos; que con calma y en silencio la retiró y me di cuenta que era para acercarla a mi abertura vaginal que había quedado libre… era como un experto director de orquesta que ordenaba cada movimiento… Mi esposo retiró su verga de mi culo y Carlos introdujo con maestría su gruesa pija en mi vagina… luego la sacaba y entraba nuevamente la de Sergio…y así durante varios minutos hasta que sin darme cuenta gemí como una salvaje clamando que la insertaran a las dos juntas, mandato que cumplieron al instante… sentí que ambas se tocaban en mi interior; descubrí el mayor placer jamás conocido, disfrutaba teniendo espasmódicos, continuos y perdurable orgasmos. Suspiraba, gritaba, lloraba, gemía de placer. En un lapsus de cordura ordené con voz entrecortada “quiero las dos juntas en mi vagina” -como siempre lo soñé- . Ciertamente era un sueño, una locura, una sensación de satisfacción extrema mientras Mariela aproximaba sus tetas a mis labios y sus manos acariciaban las mías.
Sergio, Carlos y Mariela me manipulaban como si fuera una muñeca y yo abstraída de mi voluntad solo me dejaba llevar…me hicieron de todo: doble penetración anal, hasta una triple penetración agregando un consolador y sus dos pijas. También a Mariela le dieron en abundancia mientras yo esta extasiada, semidormida, sin energía. Lo último que recuerdo es que me trasladaron en brazos hasta la cama…porque todo había sucedido en los sillones, sobre la alfombra en el piso…
Eran las 11:00 de la mañana, Mariela había desaparecido (con un buen monto de dinero que había costado sus servicios profesionales) cuando Carlos y mi esposo me despertaron muy tiernamente con un desayuno sorpresa, con globos y un ramo de rosas, mientras acariciaban delicadamente mis cabellos, mi rostro y mi cuerpo. Sergio me besó apasionadamente y me preguntó si me había gustado y le contesté asintiendo con otro beso suave, salido del fondo de mi corazón. Carlos un poco entristecido dijo: “y yo me quedo nuevamente solo, sin esposa, sin amante y sin amigos”…Con mi marido nos miramos (ambos pensamos lo mismo). Acércate le dije a Carlos y lo besé más entusiasmada que a mi pareja… Carlos miró a mi esposo como pidiendo disculpas.
Sergio ágilmente tomó la palabra: “Desde hoy no te llamarás Sigri, ni tu mote será Pato… desde hoy serás… “Doña Flor”… apresurándome extendí mis dos brazos y con mis manos abiertas los señalé a ambos a que se arrimaran expresando con voz sensible pero firme: “Y sus dos maridos”.
A partir de ese día, nos mudamos a la casa de Carlos, dejé de trabajar y comenzamos una vida distinta, ambos me amaban, ninguno me celaba. Si darme cuenta me había enviciado, me había convertido en una ninfómana depravada tenía sexo cuando se me venían las ganas; a veces con uno, otras veces con otro, muchas veces con ambos y algunas pocas con Mariela (porque sus servicios eran muuuy caros). La única ventaja era que mis apetitos sexuales eran cumplidos con creces… aunque en mis horas de soledad (cuando ambos trabajaban) solía masturbarme don dildos; hasta que un día, por pura casualidad mi perro se subió a mi pierna y comenzó a moverse y agitarse como si se cogiera a una perra… en un dejo de perversión estiré mi mano, aferré su órgano y aprecié su dureza… pero, esa es otra historia.

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