Duchado por mi tia Rosa me puse al palo

De chicos siempre estuvimos juntos con mi primo Miguel, él se quedaba en mi casa varios días y después yo iba a quedarme en su casa. Hacíamos todo juntos, jugábamos al fútbol, salíamos al cine y al parque, a todas partes íbamos juntos.
Los veranos los pasábamos también juntos porque nuestros padres tenían una casa en la playa que habían construido a medias y compartíamos el dormitorio porque éramos hijos únicos. En esa época ambos teníamos 14 años. Una tarde volvimos de la playa muy sucios con petróleo porque habíamos estado explorando un barco semihundido y encallado a unos 100 metros de la costa. Fuimos en una canoa tipo kayak que nuestros padres, que eran hermanos mellizos, usaban para remar cerca de la costa. Cuando nos trepamos en el barco encallado, nos interesó mucho ver lo que había debajo de la cubierta y nos inventamos que podia haber fantasmas. Entramos en los camarotes casi cubiertos totalmente de agua, y en la sala de máquinas, donde el agua estancada tenía una espesa capa de combustible flotando. No quiero acordarme cómo salimos!. Teníamos petróleo pegado en el cabello y en todo el cuerpo. A las seis de la tarde volvimos a la playa, donde nos estaban esperando nuestros padres alarmados por la ausencia tan prolongada, ya que nos habíamos ausentado después del almuerzo sin decir adonde íbamos. Mi tio Pedro estaba furioso, lo agarró a Miguel de un brazo y mientras le ordenaba que fuera a la casa a bañarse le colocó una patada en el culo. Mi padre me amenazó con no darme mas permiso para salir en todo el tiempo que nos quedaba de vacaciones y cuando hablaba me ordenó que lo mirara a los ojos. Como no lo hice, me dió una bofetada que todavía me duele, diciéndome "Pendejo imbécil, andá a sacarte esa porqueria del cuerpo!". Fui corriendo detrás de mi primo y él reconocía que la habíamos hecho gorda ese día, pero nos reíamos por lo bajo cuidando de no ser vistos por nuestros padres que caminaban detrás por la arena.
Cuando llegamos a casa, mi primo fue al cuarto de baño y se puso debajo de la ducha caliente. Yo esperé en el pasillo sentado en el suelo. En eso llegó mi tía y le preguntó a Miguel con la puerta cerrada si podia quitarse el petroleo del cabello. El le dijo que no salía. Miguel en esa época tenía el cabello rubio muy enrulado. A esa edad ya éstábamos desarrollados, ambos teníamos la verga grande y éramos muy peludos en el pubis, el abdomen, los glúteos y las piernas, él empezaba a tener vello en todo el pecho, yo no, por eso desde los once años nos bañábamos solos y nuestras madres respetaban nuestra privacidad. Pero ese dia mi tía Rosa estaba enojadísima por lo que habíamos hecho y por cómo habíamos quedado sucios con esa mezcla inmunda de petroleo podrido, pescados muertos y agua estancada. En mi caso, no tenía la cabeza tan horrible porque tengo el cabello menos enrulado que Miguel y lo llevaba muy corto. En ese estado de furia, Rosa le ordenó a Miguel que abriera la puerta del baño. "Me estoy bañando mamá", le dijo Miguel. "Ya lo sé estúpido, no vas a estar tomando la leche, abre la puerta, te digo!". "Pero mami, estoy desnudo!", respondió Miguel. "Qué novedad!", le dijo mi tia, "abre esa la puerta te digo, no te vas a ir a la cama con esa mugre!", y empujó la puerta con violencia, que no se abrió. "Abre te digo por ultima vez, hoy ya me sacaste de las casillas, abre te digo!", detrás de la puerta Miguel lloraba y decia "estoy todo desnudo, mami, me da verguenza!", qué "verguenza ni qué verguenza, si te cambie los pañales, abre vamos que ya se me terminó la paciencia!".
Miguel no pudo resistir mas y abrió la puerta, entró mi tia Rosa y yo detrás, lo llevó de un brazo hasta la ducha y se puso a enjabonarle la cabeza pegoteada en pedazos sólidos de pelo y petroleo. Miguel estaba parado debajo del agua caliente y mi tia no lo miraba abajo pero ya era un hombre peludo y con la verga gorda de unos 12 cm caída sobre un par de bolas bien infladas. En eso llegó mi mamá y se asomó a la puerta, que habia quedado abierta, cuando vió la escena le dijo a mi tia señalándome "Rosa, puedes darle también a este idiota?", "Si, mandamelo!", respondió Rosa.
Yo puse cara de terror, me veía desnudo frente a mi tia, y siempre habia sido muy reservado con mi cuerpo en casa. Desde que me habia desarrollado, a los 13, solo me habian visto desnudo mi padre y mi tio porque nos duchábamos juntos en el club donde jugábamos al tenis e ibamos a la piscina, donde el vestuario masculino tenia las duchas una al lado de la otra y todos estábamos juntos. Mi madre me sacó de ese estado de un brazo y me puso debajo de la ducha al lado de Miguel, mientras me ordenaba "Quítate ese short sucio!". "Mami, no me dejes desnudo!" le rogué.
Mi madre por toda respuesta me dió una bofetada y me arrancó el short.
"Te lo dejo a tí, Rosa!", le dijo a mi tia y salió del baño. “Que venga papi o el tio Pedro, por favor!”, rogué sin éxito. “Tu padre y el tio no están, déjate de estupideces!”.
Yo me moria de verguenza al ver que mi tia me veía todo el cuerpo desnudo sin nada que me cubriera abajo. Mi tia me enjabonó la cabeza y el cuerpo con una esponja y me fue sacando el petroleo pegado en la piel. Cuando llegó al pubis, tuvo que esforzarse mucho porque el vello púbico era una masa apretada de mechones con grasa. Fue despegando las matas pegoteadas y me refregó la verga y las bolas, "Mira cómo han quedado!, sigue así!", me ordenó y lo tomó a Miguel bruscamente y le refregó la espalda y los glúteos.
Después me lavó a mi el culo, me sacó el petróleo que tenia pegado entre el vello de las nalgas, que ya eran muy peludas. En ese momento, al ver en el espejo del baño que estaba desnudo frente a mi tía no pude evitar una extraña sensación cuando ella me tomaba la verga para quitarle el petroleo y frotaba con la esponja el vello de las nalgas. No pude evitar que la verga se me levantara un poco mas, a media erección y curvada hacia la derecha, cuando mi tia la tomó para sacarle el petroleo pegado y me retiró hacia atrás el prepucio porque tenia mucha grasa debajo de la piel. Yo miraba hacia arriba como una actitud defensiva para evadirme de la escena, pero por el rabillo del ojo veia por el espejo cómo me descubria la verga y quitaba la grasa del borde del glande. Eso fue demasiado.
Perdí el control sobre mi cuerpo cuando me refregó las tetillas y trató de sacar el petroleo que quedaba sobre la espesa mata de vello del pubis y sobre las bolas. La verga se me puso dura totalmente, y me moria de vergüenza porque mi tia me veía con la pija de mas de 18 centimetros erguida hacia arriba, pero seguía lavándome y frotando como si no notara nada.
Al verme en ese estado, Miguel me hizo una seña con los ojos indicando mi verga, como diciendo "Mira cómo se te puso". Yo cerré los ojos y ya no podia hacer nada. El petroleo no se despegaba fácilmente y los frotes de mi tia sobre la verga y las bolas me empezaban a dar una sensación de gusto y me abandoné y la dejé hacer. Ella estaba agachada limpiándome, yo bajé la vista y le vi unos senos hermosos por el escote. Miguel también se excitó y se dió vuelta hacia la pared para ocultar que también comenzaba a tener una erección. Pero no pudo ocultarse mas porque mi tia, que seguía furiosa, lo dio vuelta con fuerza y se puso a refregarle las axilas muy peludas, también pegoteadas con la grasa putrefacta. Miguel tenía una erección total y su verga enorme hacia arriba le tocaba el ombligo, medía unos veinte centímetros. Mi tia hacia como que nada notara y terminó de lavarnos como pudo.
Al salir del baño nos mandaron a comprar unas gaseosas para cenar y cuando volvimos nos ordenaron ir a la cama sin comer. Cuando estábamos entrando, pudimos escuchar a la tia Rosa que se reía con mi mamá mientras le contaba que los dos nos habíamos puesto duros en la ducha y que "los chicos tienen un buen tamaño, no lo hubiera creído, tan niñitos!". “Ya no son niñitos, Rosa”, le respondió mi mamá, y si tienen los genes de sus padres, nuestros maridos, deben de tener buenos tamaños, tu lo sabes!. “ Si, para colmo son mellizos y una gota de agua! Al ver a Pedro ya se que Juan la tiene igual!”, dijo Rosa. “Exacto!, dijo mi mamá, los chicos tienen a quien salir!”, y ambas rieron. Con Miguel esperamos que terminaran la conversación e irrumpimos en la cocina.
Esa noche, cuando estábamos en la cama castigados conversando en voz baja al oscuro, comentamos con Miguel cómo nos habíamos excitado cuando la tía Rosa nos refregaba la verga y las bolas y la vergüenza tremenda del principio al quedar desnudos frente a ella siendo ya hombres completamente desarrollados y peludos.
"Tu vieja me calentó al máximo!", le dije. "Y yo me calenté cuando te vi duro porque con mi vieja no sentía nada cuando me tomaba la verga!", dijo Miguel y en la penumbra vi que se habia sacado la verga del calzoncillo y se la estaba acariciando suavemente. Yo hice lo mismo. Seguimos fantaseando sobre cómo sería que nos siguieran bañando nuestras madres ya siendo hombres con todo el vello. “La próxima vez nos ensuciamos de nuevo!”, dije en broma. “Si, pero a mi que me bañe tu vieja, eh!” dijo Miguel. Nos reimos bastante y luego, creando fantasias, nos hicimos dos buenas pajas esa noche mientras ibamos inventando situaciones de estar en la ducha con la tia Rosa, que era joven y hermosa.