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El mejor favor que me pidio mi mujer

Relato enviado por : gustavo8000 el 21/10/2011. Lecturas: 58152

etiquetas relato El mejor favor que me pidio mi mujer   Amor filial .
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Resumen
Nunca se me olvidará aquella primera noche. El favor que me pidio mi mujer es lo mejor que me ha pasado. Además, más adelante me cobraré el favor que me ha pedido.
Lo que nunca pensaba que me iba a suceder a mí… me sucedió. ¿Quién no ha soñado alguna vez con follarse a su cuñada?, sobre todo cuando tu cuñada tiene una delantera espectacular. Bueno, pues lo que me ocurrió a mí lo supera. Pero les cuento con calma...



Relato
Lo que nunca pensaba que me iba a suceder a mí… me sucedió. ¿Quién no ha soñado alguna vez con follarse a su cuñada?, sobre todo cuando tu cuñada tiene una delantera espectacular. Bueno, pues lo que me ocurrió a mí lo supera. Pero les cuento con calma.
En primer lugar, me presento. Soy español y tengo 38 años. Llevo 10 años casado con una mujer extranjera, que se vino a vivir aquí a España conmigo. Llevamos doce años juntos y diez casados, viviendo felizmente. La convivencia con ella es maravillosa desde que la conozco y es lo que más quiero en esta vida.
En España, estamos bastante acomodados, pues ambos tenemos un buen trabajo y lo combinamos con el cuidado de nuestros dos hijos. Sin embargo, en su país las cosas no están tan bien, y tanto la situación económica como social dejan mucho que desear. Es por eso que, hace cinco años, mi mujer decidió traer a su hermana a vivir con nosotros.
La verdad, fue en principio una dura prueba para nuestro matrimonio, puesto que ya no teníamos la misma libertad dentro de casa. Por aquel entonces, los niños eran muy pequeñitos y teníamos bastante libertad para realizar todos los juegos y hacer el amor sin muchas preocupaciones. Pero al venir su hermana, mi mujer se volvió más calmada, más vergonzosa a la hora de hacer el amor e incluso nuestra frecuencia se vio afectada. Yo no me quejé, puesto que quiero mucho a mi mujer y poco a poco acabé aceptando de buen grado a mi cuñada.
¿De mi mujer qué les puedo contar, a parte de que estoy enamorado? Que me gusta cada centímetro de su cuerpo, aunque sí es verdad que me gustaría que tuviese un poco más de pecho, que no tiene mucho. Al parecer, se lo llevó todo su hermana, que tiene una delantera que me vuelve un poco loco, todo hay que decirlo. Aunque a favor de mi mujer he de decir que le encanta el sexo, tanto que a veces pienso que es ninfómana. Si por ella fuera, estaríamos todo el día haciendo el amor, porque parece que no se canse, que no tenga fin. Ella siempre tiene ganas de sexo, mucho más que yo, y hasta ahora siempre me ha satisfecho con creces en la cama. No obstante, después de ver tanto porno en internet, he de confesar que me hubiera gustado probar el sexo anal, y que hubiera tenido unos pechos más grandes, que es la parte femenina que más me gusta y más loco me vuelve, para poder hacerme una buena cubana. Además, he de reconocer que quizá soy un poco complicado en el sexo porque, por más que lo intenta, no consigo sentirme muy excitado cuando me chupa la polla. Sé que no es problema suyo, porque ya lo intentaron otras mujeres antes de casarnos, sin conseguir mejores resultados. Aceptando todas estas cosas, nuestro matrimonio y nuestra vida sexual funciona a las mil maravillas.
De mi cuñada, como ya les he dicho, tiene una delantera espectacular. No es tan bonita, a mi ver, como mi mujer, pero tampoco tiene mal aspecto. Sin embargo, todo lo que mi mujer es una persona sana, alegre y activa, mi cuñada tiene una salud bastante delicada, con facilidad para enfermar: cuando el resto de las personas coge un catarro y se cura en un par de días, a ella se le puede complicar mucho si no se le cuida y vigila muy de cerca. Por este motivo, fundamentalmente, fue que mi mujer decidió que se viniera a vivir con nosotros en España, porque aquí podía tener una mejor atención sanitaria.
Así que, como les digo, mi cuñada vino a España hace cinco años y desde entonces ha estado viviendo con nosotros. Yo respeto y quiero mucho a mi mujer, y por esto me he cuidado mucho de que en estos cinco años de convivencia no tener ningún desliz, mirada o comportamiento que le haya dado motivo alguno a mi mujer para que pudiera pensar mal de mí, ni mi cuñada me ha dado motivos para intentar ninguna barbaridad.
Mi cuñada, en los cinco años que ha estado aquí apenas ha salido con nadie, siempre está con nosotros o nos cuida a los niños cuando nosotros salimos. Pero, a pesar de haberle insistido para que salga y conozca algún chico, nunca hemos conseguido que se atreva a salir con alguien aquí. Al parecer, ya en su país no salió con muchos chicos y, por lo que mi mujer me ha contado, debe haber estado con un solo chico y por muy poco tiempo, hace muchos años.
Después de todo este resumen, empezaré a contarles lo que me ha sucedido en los últimos meses. Hace unos meses, mi mujer y yo tuvimos una noche un poco salvaje. No sé si fue algo que cenamos, pero la cuestión es que los dos estábamos muy excitados y tuvimos una noche movidita en la que hicimos bastante ruido, como cuando éramos más jóvenes. Al día siguiente, no parábamos de cruzarnos miradas cómplices y risitas, intentando mantener la compostura delante de mi cuñada.
Esto no tendría nada de importante si no fuera porque a los pocos días empecé a notar que mi mujer y su hermana cuchicheaban muchas veces delante de mí, y empecé a pensar que se llevaban algún plan entre manos. Decidí no darle importancia, pero la confabulación entre hermanas seguía y empecé a mosquearme un poco. Al final, una noche, se empezaron a desvelar mis sospechas, cuando mi mujer me dijo, después de hacer el amor.
- Cariño, esta noche has estado fenomenal. Después de varios años de matrimonio, sigues haciéndome ver las estrellas como el primer día que nos acostamos.
- Gracias cariño, yo también lo he pasado muy bien.
- Pobres las mujeres que se pierden semejante hombre….- dicho lo cual se giró y se puso a dormir.
- ¿Y eso?, ¿por qué dices eso?
- Pues… porque sí. Toda mujer debería tener derecho a tener un hombre que le follase tan bien como tú lo haces conmigo, cariño.
- Bueno… no sé, esto es como todo. Seguro que hay hombres que son mejores que yo, y peores que yo, supongo!-dije un tanto confundido. Mi mujer siempre había sido bastante celosa, y aquel comentario me dejó confundido. Fue entonces cuando se giró y se me quedó mirando.
- ¿Sabes, cariño? He estado pensando…
Uy… Cuando mi mujer se ponía así, es que quería algo, y no sabía si me iba a gustar…
- Uhhm, a ver ¿qué se te ha pasado por la cabeza?.
- Pues mira cariño… no te enfades, por favor. ¿Te acuerdas de la noche aquella que fue tan intensa y que armamos bastante ruido?- Asentí en silencio- Pues parece ser que… mi hermana… nos oyó. Sí, así es. Al parecer, no podía dormir y se levantó a coger algo de la nevera y al pasar por nuestra habitación, pues nos escuchó. Al día siguiente, me preguntó por… nuestra vida sexual.
- ¿Y?- le inquirí a que siguiera.- No es la primera vez que lo hacemos desde que está en casa. Además, ya me supongo que tú te descargas hablando con tu hermana y alguna vez habrás hablado de estos temas…
- Sí, bueno. Pero nunca le había hablado muy explícitamente de lo mucho que me haces gozar en la cama. Le había dicho que estaba muy contenta contigo en la cama, pero nunca había entrado en detalles. Pero claro, cuando nos escuchó desde el otro lado de la puerta el otro día, pues se quedó muy curiosa.
- ¿Y?- No sabía a dónde quería ir a parar.
- Pues después de aquello, en cuanto tuvimos un rato a solas, pues me bombardeó con la cuestión. Total que le estuve contando, esta vez de manera más detallada, lo mucho que me haces disfrutar en la cama y cómo me haces sentir cada vez que hacemos el amor.
- Bueno, no será para tanto – intenté quitarle hierro al asunto.
- Quizá a ti no te lo parezca. Pero ahora ponte en la situación de mi hermana. No ha salido con nadie desde hace más de diez años, y solo ha tenido un novio con el que lo hizo un par de veces, y encima no era muy bueno en la cama.
- ¿De verdad?- contesté un poco asombrado. En el fondo, era muy cotilla y conocer la vida sexual de mi cuñada me llenaba de curiosidad.
- ¡Madre mía!- caí yo de repente en la cuenta.- Tu hermana debe tener unas ganas tremendas de follar- se me escapó a mí en voz alta. Creía que mi mujer me iba a echar una bronca con algo así como “Es mi hermana!”, pero no, lo que me dijo me pilló totalmente por sorpresa.
- Cierto. Eso es lo que pasa. Tiene muchas ganas de follar, pero no conoce a nadie y no se atreve a acostarse con el primero que se cruce.
- Mmmh, lógico.
- Cariño…
- Dime,
- He estado pensando…
- ¿Qué pasa?
- ¿Y si te… acostases tú con ella?

Aquello me cogió tan desprevenido, que me quedé callado y con la boca abierta en la oscuridad. Jamás me habría podido imaginar que, mi mujer, celosa como era de cualquier hembra que se me acercara a menos de dos metros, iba a querer, bueno, ya no digo querer, ¡iba a pedirme!,que me follara a su hermana. ¡Ver para creer!
- Cariño, ¿me has oído?
- Sí. ¿Pero tú sabes lo que acabas de decir?
- Cariño, no te enfades. Quiero tanto a mi hermana que estaría dispuesta a compartir al hombre que quiero y que tanto me satisface, y me encantaría que ella pudiera disfrutar como lo hago yo.
- Pero… ¡es tu hermana! Yo… yo, la verdad, no sé si me sentiría cómodo. ¡Me sentiría como si te estuviese poniendo los cuernos!... No, no, definitivamente, no puedo hacerlo.

Pasaron unos días sin que mi mujer volviese a mencionar aquella conversación. En ese tiempo, sin quererlo, la fantasía de follarme a mi cuñada se había ido haciendo cada vez más nítida en mi cabeza. Incluso un día en la ducha, me descubrí con una tremenda erección en la ducha pensando en la potente delantera de mi cuñada. Finalmente, una noche después de hacer el amor con mi mujer, el consabido tema volvió a resurgir.
- Cariño, ¿te acuerdas lo que te propuse la otra noche?
- ¿Aquello de que me follara a tu hermana?, claro que me acuerdo. A ver si se me iba a olvidar una proposición de tal calibre.
- ¿No has cambiado de opinión, verdad?
- Por supuesto que no.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero que dañe nuestra relación.
- Mmmh, ya. Piensas que si lo haces con ella en vez de conmigo sientes como que me engañas, aunque te lo haya pedido yo, ¿no?
- En efecto.- Aquello me olía mal, no me gustaba por dónde me llevaba la conversación, pero mi mujer parecía tenerla estudiada de antemano. Nuevamente, me dejó con la boca abierta con su réplica.
- Cariño, he estado pensando…
- Diiime,
- ¿Y si te acuestas con las dos a la vez?
Estupefacto me quedé. Mi mujer me estaba proponiendo hacer un trío con su hermana. No contesté. He de reconocer que la polla se me puso tiesa a reventar, aunque se lo oculté a mi mujer.
- Menudas ocurrencias tienes. Mira, no tengo la cabeza para estas cosas. Ya hablaremos mañana.

Los siguientes días, las dos hermanitas estuvieron de lo más contentas y danzarinas por la casa. Me sentí como un señor, tratado como el rey de la casa por las dos, aunque al tiempo me sentía como prisionero en una tribu de amazonas, sabedor de que, después de ser empleado para procrear, me llegaría algún tipo de muerte más o menos cruel.

El entuerto de las risitas se resolvió dos días después. Mi mujer había mandado a los niños con una de mis hermanas para que pasaran el fin de semana en el apartamento de esta. Yo no me percaté del plan que urdía hasta que fue demasiado tarde.
Demasiado tarde fue que nos fuimos a la cama, y ya me tenía a mí juguetón por empezar a gozar de la noche sin niños cerca cuando, a punto de meternos en la cama, me dice:
- Cariño, ¿te acuerdas de la conversación de hace unos días?
- Síi, me acuerdo. A ver, ¿que se te ha pasado por la cabeza esta vez?
- Cariño… lo he hablado con mi hermana.
- ¿¿¿Lo has qué??? Le dije subiendo un poco el tono de voz. En la cama, habitualmente, hablábamos en susurros pero esta vez hablé más alto. - ¿Le has dicho lo del trío a tu hermana??
- Sí. Y ella ha aceptado. Parece ser que le gustó oírnos la otra noche y al comentárselo, le ha gustado la idea y me ha dicho que le gustaría hacerlo si a ti y a mí no nos molesta, claro.
- Cariño, ya sabes mi respuesta. No me tientes, que soy hombre y tu hermana mujer, y no quiero hacer barbaridades, te quiero demasiado.
- Lo sé, cariño, por eso sé que puedo, o podemos, confiar en ti para hacer esto.
- Sigue sin gustarme la idea.
- Cariño – se me puso delante mío y me miró seriamente a los ojos.- Hazlo por mí. Haré lo que me pidas.
Me quedé un momento pensativo, y la idea me vino como un relámpago a la mente.
- Está bien. Entonces, cuando yo quiera… te dejarás dar por el culo.- Mi mujer se quedó un tanto sorprendida al principio, pero tras meditarlo un momento, aceptó.

Yo no salía de mi asombro. Pensaba que la habían abducido los extraterrestres porque esas cosas que me pedía y que me iba a dejar hacer no eran propias de ella, pero no me dio tiempo a pensar nada más porque mi mujer salió disparada de la habitación, dejándome con la palabra en la boca. Al momento, apareció con su hermana.

La noche de autos.

La recuerdo como si fuera ayer. Su hermana apareció vestida con un simple camisón y unas braguitas a juego a modo de pijama. Se quedaron las dos de pie en la puerta, con una sonrisa pícara. Sabían que iban a jugar conmigo. La malicia y la lujuria brillaba en sus ojos. A saber cuánto tiempo llevaban preparando esto. Mientras observaba aquellos dos cuerpos en la semipenumbra de la habitación, mi miembro comenzó a levantarse, como si se anticipase a los acontecimientos que estaban por llegar.
Las dos eran de la misma estatura, morenas. Mi mujer era a primera vista un poco más delgada, y con menos delantera. Mi cuñada, sin ser apenas un poco más fornida que mi mujer, tenía una delantera exuberante. Se notaba en la camisetita del pijama, que no llegaba a tocarle el vientre por lo abultado de sus pechos. Eso era lo que más me gustaba.

Se acercaron las dos a la cama, donde estaba yo, sin saber qué hacer. Mi mujer se metió al instante, pero su hermana se quedó fuera, como esperando permiso. Mi mujer pareció tomar las riendas de la situación, porque yo seguía un poco estupefacto. Al momento, quitó las sábanas que nos cubrían y las tiró al fondo de la habitación, y le hizo a mi hermana subir también a la cama, situándola a su costado.

Entonces empezó a besarme con intensidad. Se notaba que estaba muy excitada. Los besos que me dio empezaron a encenderme a mí, que ya tenía la verga bien dura y excitada.
- Cariño, ahora bésala a ella. Quiero que juegues con ella como lo haces conmigo.

Obedecí a mi mujer. Empecé besándola lentamente. Me encontré con un sabor diferente al de mi mujer. Pronto ella me devolvió el beso con la misma intensidad con la que solía hacerlo mi mujer siempre. ¡Debía ser de familia!. Me gustó cómo besaba mi cuñada, y al parecer yo a ella, porque empezó a gemir solo de darle aquellos besos intensos.
Nos interrumpió el beso mi mujer, que me dijo: - Ahora tienes que tocarnos. Tócanos como lo haces conmigo, cariño, no te guardes nada de tus caricias.
Sin mediar palabra, empecé a besarla como hacía siempre, por los labios, luego busqué sus orejas, y ella ya empezó a gemir, estaba super excitada. Bajé por su cuello y empecé a quitarle la parte de arriba de su pijama. Sus pechos, bien conocidos por mí, ya estaban duros y con los pezones bien erectos, y al empezar a lamérselos volvió a gemir. En otras circunstancias, me hubiese pedido que se la metiese ya, porque no aguantaba más. Ella era muy rápida y podía tener varios orgasmos cada vez que lo hacíamos. Pero esta vez no me dijo nada, simplemente, retiró mi cabeza de su pecho. Yo entendí el juego, le estaba dando paso a su hermana.
Acto seguido, me volví hacia su hermana. Pensé que al ser la primera vez que estaba con ella, tendría que hacer las cosas un tanto más despacio. Así que volví a besarla. El beso al instante volvió a ser intenso. Me devoraba aquella mujer, tal debía ser el ansia acumulada por los años. He de decir que me gustó la novedad. Era agradable besar a aquella mujer. Tras largos besos de pasión, me dirigí a sus orejas. Los lóbulos eran semejantes a los de mi mujer, y al parecer, también eran zonas muy erógenas como mi mujer, que al momento de mordisquearlos, lamerlos y jugar un poco con ellos, se puso a gemir intensamente. Ya poseído yo también por el deseo, empecé a bajar por el cuello hasta que me encontré con la parte superior de su pijama. Al notar que entorpecía mi camino, ella misma se quitó la camiseta y se quedó con los brazos tapándose el pecho, un poco avergonzada. Yo me quedé mirándola, pensando en los maravillosos senos que estaba a punto de disfrutar. Mi mujer pareció leer el pensamiento. Allí estaba observándonos, sin perder detalle, excitadísima.
- Cariño, este es tu sueño, unas tetas bien grandes. Esta noche son todas para ti, disfrútalas.
Fue su propia hermana quien separó los brazos, me cogió la cabeza y me guió hacia ellos. Yo me quedé estupefacto. En mi mente lujuriosa no dejaba de pensar, mientras los cogía con las manos, los sopesaba con dulzura, y empezaba a lamerlos y mordisquearlos como solía hacer con mi mujer, que aquellos pechos eran simplemente perfectos para satisfacer mi sueño de recibir una paja cubana. Los gemidos de ella a mi contacto fueron notorios. Los dos estábamos disfrutando de lo lindo: yo, perdido entre aquella voluptuosidad, ella disfrutando de mis caricias.
- Ah, creo que me vengo. Quiero que me la metás- dijo. Eso mismo solía decir mi mujer. Como a mi mujer, su hermana se excitaba sobremanera cuando le comían las tetas, pero es que aquellas eran descomunales, un paraíso para mi.

Mi mujer fue la que me sacó de aquel manjar. Me puso cara a ella y empezó a besarme de nuevo mientras ponía una mano en mi pantalón, notando la verga tremendamente dura.
- Hermanita, ¿quieres ver lo cachondo que pones a mi marido?- le dijo con sonrisa pícara. – La hermana asintió, la boca seca del deseo.
Entre las dos, me tumbaron en la cama, y se pusieron alrededor de mis piernas. No sabía a quién mirar, si a mi mujer con una cara de excitación y lujuria total, o a mi cuñada, que me estaba poniendo a mil por hora. Pensaba que mi polla iba a explotar solita solo de ver aquella imagen, pero conseguí aguantar.
Entre las dos, bajaron mis pantalones de pijama y me dejaron finalmente en pelota picada.
Mi mujer me miraba a mi cuando agarró mi polla erecta y empezó a menearla suavemente.
Su hermana se había quedado mirando mi miembro como un niño mira el helado mientras el dependiente se lo pone, expectante, sabiendo que pronto va a ser suyo y va a dar cuenta de él.
Entonces mi mujer empezó a chuparlo, y a lamerlo todo. Mi cuñada miraba con expectación, como esperando su turno.
- Hermanita, ¿te apetece probarlo?
- Sii- dijo con voz ronca.
Mi mujer le cedió el testigo. Ella cogió la verga con una mano y empezó a lamerme el glande. No sé por qué, pero me pareció que aquella mujer electrizaba mi verga. Las oleadas de excitación que hizo recorrer mi cuerpo no lo había sentido jamás con mi mujer.
- Joder! – fue lo único que atiné a decir, mientras me contraía y le agarraba la cabeza, para no correrme ya.
- ¿No te gusta cariño, te hace daño?- me preguntó mi mujer, preocupada.
- Noo! Todo lo contrario. Cariño, no te enfades, pero, joder! Tu hermana lo chupa demasiado bien. Casi me corro!
Parece que eso le gustó a mi cuñada, porque siguió con más intensidad. Me llevó casi hasta el límite, pero conseguí que parase antes de acabar conmigo. Estaba goteando líquido preseminal a chorro cuando conseguí sacar su boca de mi polla. Se me había cogido como una ventosa, de lo que le gustaba.
Cambié de posición, necesitaba descansar un momento o acabarían conmigo nada más empezar. Así que las puse sobre la cama y empecé a besarles todo el cuerpo, por la espalda, el culo, las piernas. ¡Aquellas dos mujeres, eran iguales! Tocar cada punto de su cuerpo era arrancarles oleadas de excitación, gemidos y goces. La hermana, supongo que por la novedad y el tiempo sin hacer nada, recibía con más intensidad todavía que mi mujer, y eso ya era decir.
Estaban las dos ya que no aguantaban más.
- Cariño, fóllanos ya, que no aguantamos más.
Dicho lo cual, y sin más preparativos, pasé a enfundarme un preservativo, y se la metí suavemente a mi mujer.
Estaba tan excitada que al momento se corrió, con un intenso orgasmo.
- Me vengo, ¡me vengo! Aaah.
Se la saqué mientras todavía temblaba y me puse sobre su hermana. Se la empecé a meter muy poco a poco, para no lastimarla, pensando que hacía mucho tiempo que no follaba. Pero mi cuñada estaba tan excitada que estaba super lubricada. Aun con todo, se notaba que su vagina era más estrecha que la de mi mujer, ya que no había practicado tanto sexo como ella, ni había tenido hijos. La sensación fue indescriptible. El fuerte roce de su vagina estrecha, sus caderas apretándome, me hizo tener una sensación de orgasmo permanente mientras me la follaba. Por suerte, se corrió fuertemente antes de que yo lo hiciera.
Y digo por suerte, porque mi mujer me estaba reclamando ya, de vernos follar se había puesto otra vez como una moto. ¡¡Esa noche iba a tener mucha faena!!
Así anduve metiéndoles verga a una y a otra alternativamente, hasta que les provoqué dos orgasmos a cada una.
- Cariño, yo no aguanto más, en breve voy a reventar. ¿Cómo quieres que acabe esto? – le pregunté a mi mujer
- Esto lo hemos hablado antes de entrar. Por un lado, pensaba que sería bueno que mi hermana te probase hoy un poco más que yo. Además, yo ya estoy satisfecha. Y si no te gustaba la idea, o acababas dentro de mi, o te corrías fuera y lo hacíamos entre las dos. Lo que más te guste.
- ¿Qué os apetece a vosotras?
- Por ser hoy el primer día, acaba dentro de ella. Es su día, cariño- dijo mi mujer.
Así fue como volví a metérsela a mi cuñada y le di una fuerte cogida, provocándole su tercer orgasmo, un orgasmo largo y sentido que le dejó temblando todo el cuerpo y como yo me corrí con una corrida brutal y un orgasmo que me dejó rendido, cayendo sobre el enorme pecho de mi cuñada.

Y así fue como acabó aquel primer día, que me follé a mi mujer y su hermana esa noche, que como les decía, no se me va de la cabeza.
Evidentemente, no hace falta decir que hubo más noches como aquella, y que , gracias a dios, la convivencia en la casa no empeoró sino todo lo contrario. Y en cuanto a las promesas de mi mujer y los pechos de mi cuñada, ya les contaré en otras historias.

Espero que les haya gustado. En caso de ser así, vótenla.

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Comentarios enviados para este relato
pelado45 (9 de May de 2013 a las 00:12) dice: EXCELENTE VERDADERAMENTE EXCELENTE

cronopio666 (27 de October de 2011 a las 14:49) dice: en horabuena hermano, que rico debio ser tener a sendas mujeres para ti solo, ya espero la parte en la que le diste por el culo a tu esposa!!!

leokadio (24 de October de 2011 a las 22:04) dice: hay que envidia.... esa si es una veradera esposa bien compresiva, donde se comparte sin envidias ni traicion , semultiplica el amor y la comprencion

win79 (22 de October de 2011 a las 20:22) dice: yo tengo una cuñada con un culote y estoy convenciendo a mi esposa que me deje cojermela todo lo contrario a ti

pelado45 (21 de August de 2013 a las 04:48) dice: Acabo de releer el relato y me encanto tanto o mas que la primera vez Como envidio sanamente esa buena onda para compartir marido y hermana Gustavo eres un verdadero capo

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:42) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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