El retorno de Bety 02

El retorno de Bety 02

En el relato anterior habíamos quedado en el momento de retornar a mi empleo de enfermero.
Me ardía la conciencia al sentir aún los tibios labios de mi sobrinita, me había despedido con un besito en la boca y me sentía como un pasajero de Caronte: mi vida navegaba hacia lo dantesco.

Esta vez higienicé a Bety con un cuidado especial pero sin quitar la vista de cada rinconcito, me maravillaba el pequeño tamaño de su imberbe vagina sin desarrollar, de su plano pecho y tantos otros detalles que antes se me escapaban. Al lavar a un paciente adulto se debe tocar bastante sus genitales y me resultaba totalmente monótono pero en este caso no.

Al arroparla le contaba al oído haber visto retratos suyos y ya conocía su mirada, ahora solamente imaginaba su voz y personalidad. Miles de besitos en la cara terminaron aterrizando en sus labios, quería succionar el dolor que tuviese y simultáneamente insuflarle vida.
Al final no fue suficiente su boquita y tuve que destaparla para besarle todo el cuerpito, esta vez rendí los honores a sus otros labiecitos, a los que ofrecían una sonrisa vertical.

Jamás había acercado la boca a un tajito de verdad, me latían las sienes de la emoción mientras sentía bajo mi lengua la puchita de Bety y al rato me pareció percibir un tenue movimiento. La arropé decorosamente para embobarme mirando su rostro y parecía que movía un poco las pestañas, tal vez fue mi sugestión al desear tanto que se despertase.
Como siempre me dormí con su manita entre las mías despertándome sobresaltado cuando sus deditos parecían presionarme la mano, no se movía ni parpadeaba pero evidentemente era un signo de conciencia.

Salí corriendo para avisarle al médico de guardia y la trasladaron a tomografía para hacerle unos estudios, tuve que deambular fingiendo que limpiaba hasta que llegó la madre y pude comunicarle la buena nueva. Nos abrazamos como si fuésemos parientes mientras se me escapaba una lágrima de felicidad, acordamos decirle que el padre permanecía en otro hospital para no contarle aún que había fallecido.
Cuando la trajeron nuevamente abría lo ojitos pero no podía hablar, podía sorber unos tragos de líquido usando cucharita, claro que no le permití eso a la madre, yo debía atender a mi tesorito imposible.

La madre miraba atentamente cómo su hijita lograba tragar algo de líquido tratando de comunicarse con la mirada, tendría miles de cosas para decir pero apenas lograba mover las manitas. Le prometí quedarme durante el día para cuidarla sin soltarle los deditos que estaban tratando de comunicarme algo, le conté que trabajaba allí pero de noche, ahora dedicaría todo el tiempo para ella.

Así estuve por horas hablando pavadas mientras le arreglaba y pintaba las uñitas, al soplarle la pintura fresca tuve que besarle los deditos con todo el amor acumulado y con su mirada parecía pedir un besito en la boca. O tal vez solamente mi mente afiebrada imaginaba eso, la cuestión es que tuve que beber el néctar de sus labiecitos que ahora se movían.

Vino el neurólogo para comprobar si toleraba tragar yoghourt y funcionaba bien mientras aplicaba el estetoscopio en su cuello controlando la deglución. Me quedé a cargo para continuar alimentándola al retirarle la sonda nasogástrica, sin ese tubito metido en la nariz parecía más feliz la criatura.
Al rato se tocaba entre las piernas indicando que necesitaba orinar, le pasé el urinal debajo de la manta para no mirarla mientras ella largaba un tímido chorrito, lo mismo al pasarle una gasita húmeda por allí, no quería violentarla viéndole las partes íntimas.

Se durmió y aproveché para almorzar, al regresar ya estaba la madre comunicando que se quedaría todo el día debiendo retirarme cabizbajo pensando en Bety, en mi amorcito imposible.
En casa tuve alzada a mi sobrinita todo el tiempo, no podía desprenderme de Arlette apretándola contra mi cuerpo y la chiquita se desarmaba de placer al percibir que le prestaba más atención. Yo quería practicar con ella palabras para Bety, claro a mi sobrina no la amaba pero tenían edades similares pudiendo imaginar que era mi tesorito en brazos.

Buceando en su mirada, la misma se dulcificaba y ella solita acercó la cara cuando amagué besarla. No comprendo cómo una criatura tan pequeña ya siente placentero ese cariño de adultos pero la cuestión es que ahora dejé mi boca más tiempo sobre la suya, no sería un experto besador pero estaba besando a mi sobrinita.
Al rato no aguanté para ir al baño a masturbarme, estar con Arlette había logrado excitarme demasiado y debía calmar los oscuros pensamientos que me azotaban.

Dormí hasta que me despertó mi sobrina preguntando quién era Bety, al parecer decía su nombre en sueños debiendo confesarle que era la nena del retrato. Muy naturalmente preguntó si ya nos habíamos besado con Beatriz pero me quedé mudo, no tenía idea cómo contarle de mis cuitas limitándome a besarla a ella.
Sería de noche, pero era mi hora de levantarme y tenía una erección que no percibí hasta que ella me señaló la zona preguntando si me había lastimado el palito, a esa edad es mayor la curiosidad al razonamiento y quedé demudado mientras me ella agarraba esa dureza por encima de la tela.

Tuve que explicarle someramente el mecanismo de reproducción tratando de sonar tan frío e impersonal como pudiese, al decirle que en los matrimonios se introducía el palito en el tajito de las mujeres se levantó la pollerita mirándose el bultito con hachazo, me dolía el brazo por el esfuerzo evitando tocarle el marcado tajito.
Al pedirle total discreción ella asentía reconociendo que la amonestarían por estarle mirando el pito al tío.

Al llegar junto a mi amada imposible y secreta Bety sonreía ampliamente, sus labios aún tenían trazas del yoghourt cenado y mirando a todos lados la limpié con mi boca.
Su sonrisa aumentaba al mostrarle la computadora portátil que traje para ver películas o games, esta vez no pude resistirme a sus labios besándola tiernamente y creí percibir una tenue respuesta.

Le costaba mover la mano pero con un dedito solamente puso cartoons y nos divertimos ambos mirando eso, cuando abrió una aplicación de texto descubrí que podríamos comunicarnos por ese medio.
Al principio no acertaba las teclas pero la primer palabra legible fue "gracias", pensé que lo diría por traerle una laptop pero seguidamente escribió "por despertarme".
Le expliqué que eso era un proceso natural y no tuve injerencia pero ella escribió algo e inmediatamente lo borró, al pedirle que nuevamente teclease se leía "por darme besitos allí abajo"

Creo que había llegado a un orgasmo al chuparle la conchita estando inconsciente y tal vez eso ayudó para recobrarse, como fuere me hacía muy feliz que no se enojase por abusar de ella estando dormida.
Al apagarse las luces corrí la cortina tabique para recostarme sobre su camita y abrazarla, en esa posición la podía tener pegadita a mi cuerpo y sentir la fragancia de su cabello.
Por cada cien palabras mías ella lograba escribir una pero pude conocer otras cosas de su vida, parece que lo relatado en cierto diario personal era cierto: esta nenita tenía conocimientos poco acordes con su temprana edad.

Al confesarle que mucho tiempo estuve enamorado de ella estando dormidita y su respuesta fue "Lógico, soy tan linda que todos me aman" se me escapó una carcajada.
Quedé cavilando impactado por sus palabras, no era la criatura inocente que imaginaba, tal vez estaba enamorado de su imagen indefensa pero ahora se convertía en una persona como las demás, o sea que advertía todos mis defectos y temores.

Cuando pidió el urinal debí pasarle la chata pq deseaba hacer del número dos, estaba por retirarme para dejarla con privacidad pero no me lo permitió tomándome la mano, quedé buceando en su mirada mientras la pobre pujaba. Se quería higienizar solita sin permitírselo: para eso había un enfermero a su lado, casi dejé de lado la gasa humedecida para limpiarla con mis dedos.
Quedamos que por la mañana trataría de levantarse para ir al baño y nos dedicamos a ejercitarle las piernas, era un excelente pretexto para acariciarle las piernitas o tocarle accidentalmente el tajito.

Estaba por dormirse y me arrodillé en el suelo a su lado, le salían palabras entrecortadas logrando entender que deseaba besitos allí abajo, me dejaban perplejo sus deseos pero destapándola suavemente y besando los muslos terminé con la cabeza entre sus piernitas.
Esta vez no era un cuerpo inerte, podía sentir sus deditos tratando de asirme el cabello y su respiración agitada, cada dos lamidas miraba su carita pero tenía los ojitos cerrados disfrutando, ya no la miré más para chuparle la conchita hasta que arqueó la espalda evidenciando un orgasmo.

Sería la segunda vez en la vida que mi boca hacía esas cosas y espero haberlo hecho bien, esta vez creo haberla besado mejor mientras ella caía en brazos de Morfeo. Conectando el cargador de la computadora me dispuse a dormir arrodillado ante su lecho.
A la mañana ya me había lavado la cara y peinado al llegar la madre con una compañerita del colegio, se llamaba Priscilla abrazándose efusivamente con Bety. Tuve que decirle que aún no hablaba pero podría teclear en la laptop, las dejamos solitas yéndonos con la madre para tomar algo en el bar del hospital.

La mujer se deshacía en agradecimientos por la computadora lamentándose no poder pagarme todo el trabajo, esta vez la veía a la mujer con otros ojos, joven y voluptuosa, se podría decir que atractiva. Supongo que se percató del cambio al agarrarle la mano sobre la mesa, fue inconsciente y al sentir que ella también me apretaba los dedos temí estarme metiendo en otra cosa grave, nunca había estado con una mujer y me temblaban las piernas del miedo.
La estadía de Bety sería corta y temí no verla nunca más pergeñando un plan para conquistar a la madre, aunque no tenía idea cómo se hacen esas cosas.

Volvimos con Beatriz y la madre leía feliz la pantalla pudiendo comunicarse con su hijita, se me erizaban los cabellos al sentir que Priscilla me abrazaba el cuello por detrás respirándome en la oreja. Parece que me había aceptado como amigo de la familia pero pude advertir una mirada de celos, los ojitos de Bety querían decirme algo y decidí deshacer el abrazo por lindo que fuese.

(continuará)